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Netanyahu vuelve a la carga contra los DDHH

Por Cláudia Morán

Cisjordania, donde desaparecieron los tres jóvenes judíos, se caracteriza por su gran número de asentamientos israelíes ilegales / Flickr

Cisjordania, donde desaparecieron los tres jóvenes judíos, se caracteriza por su gran número de asentamientos israelíes ilegales / Flickr

El conflicto entre Palestina e Israel vuelve a estar en primera línea de la actualidad. El secuestro de tres jóvenes judíos israelíes cerca de una colonia israelí de Cisjordania, que el gobierno de Israel atribuye a Hamás, ha avivado la tensión entre la Autoridad Palestina y el gobierno hebreo. Las continuas acusaciones del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que desde el principio señaló culpables con el dedo, han desembocado en un nuevo conflicto armado que repite la misma canción de siempre: cohetes desde Gaza contra ataques aéreos y tiroteos de Israel.

La reavivación del conflicto se ha producido sólo dos meses después de la reconciliación entre Hamás y Al Fatah, dos partidos palestinos que llevaban separados desde 2007, el primero establecido en Gaza y el segundo en Cisjordania. En cuanto se supo de la desaparición de los jóvenes israelíes, Netanyahu no dudó en culpabilizar de ello a Hamás y a este reciente entendimiento entre ambas fuerzas, así como al propio presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, por su “responsabilidad de controlar la zona de donde proceden” los secuestradores y haberles “abierto la puerta” de Cisjordania. No obstante, Abbas se comprometió desde el principio a colaborar en la búsqueda de los tres desaparecidos. El discurso de Netanyahu, que, por cierto, pronunció en inglés para centrar toda la atención de la comunidad internacional, fue condenado por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) por su contenido “racista”.

La búsqueda de los jóvenes de entre 16 y 19 años Gilad Shaer, Eyal Yifrachde y Naftalí Frankel -este último de nacionalidad estadounidense-, comenzó a mediados de junio en Cisjordania de la mano del Ejército y los servicios secretos israelíes, que ya han realizado centenares de detenciones en territorio palestino, unas 566 según fuentes palestinas, y es vista en Palestina como una invasión de un despliegue militar sin precedentes. Pero la represión llevada a cabo por Netanyahu, especialmente en la zona de Hebrón, no sólo está siendo aplicada a Hamás, sino de forma arbitraria a los palestinos. Una vez más, cohetes contra ataques aéreos y tiroteos contra todos los que se niegan a obedecer al Ejército israelí; daños materiales en una parte del territorio israelí contra pérdidas humanas en un pueblo sin derecho a un Estado y bajo graves restricciones en el acceso al agua. A pesar de las duras palabras que el dirigente israelí dedica a Palestina, Abbas también condenó desde el inicio los ataques a Israel lanzando cohetes desde la franja de Gaza.

No deja de llamar la atención que cuanto mayor es la unidad en Palestina, mayor es el rechazo de Israel y menor la implicación de Estados Unidos (mediador en las conversaciones de paz aunque socio incondicional del país hebreo), para la resolución del conflicto. La nueva oleada de violencia en Palestina coincide con la semana en que Estados Unidos y la Unión Europea han dicho NO a que las multinacionales sean obligadas a respetar los Derechos Humanos. Para muestra, un papel, de cuáles son las prioridades de nuestros dirigentes internacionales.

CLÁUDIA MORÁN

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