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Colombia: ¿Y votar para qué?

Petro

El alcalde Petro ha sido destituido de su cargo. Imagen del Seminario la Voz el 04/03/2014

Mientras los medios de comunicación ensalzan su debate entre quién es el ganador, Santos o Uribe, obvian una realidad contundente: en las elecciones del senado colombiano la abstención fue más del 56%, mientras que un 6,2% votó en blanco. Es decir, menos de la mitad de los colombianos depositaron el 10 de marzo su voto en las urnas por una de las opciones de políticas.

Y si bien los partidos de derecha se impusieron en el Senado, liderados por el oficialista Partido de la U (21), seguido por el Centro Democrático (19), creado por el ex presidente Álvaro Uribe que tras estas elecciones ejercerá como senador, y del Conservador (19).  Ahora está por ver, qué pasará en las presidenciales de este mes de abril, donde todo apunta que la abstención volverá a triunfar.

Buena parte de ello, es por el desencanto de los colombianos por su clase política, pero también por la sensación que no sirve para nada votar, porque los que mandan siempre son los mismos. Hace cuatro años, justo en esta época, en plena campaña de las presidenciales estuve más de un mes en Colombia. En ese entonces, los dos favoritos en las encuestas eran el actual presidente Juan Manuel Santos y Antanas Mockus, del Partido Verde.

En esos días, me chocó la desidia de la población colombiana hacia la política y una frase que se repetía constantemente entre la gente que hablábamos era la misma: “¿Votar para qué?” Y eso iba seguido de otras frases como “Aquí siempre mandan los mismos”, “siempre hacen lo que quieren”, “solo gobiernan para ellos”, “no va a servir para nada” o “no habrá cambios”.

De hecho, en Colombia siempre que ha habido una oportunidad de cambio la muerte se ha cruzado por el camino. Este fue el caso de Jorge Elicier Gaitán (1903-1948) y Luis Carlos Galán (1943-1989) ambos del Partido Liberal, con un fuerte discurso social y de cambio radical del sistema socio político. Ambos fueron asesinados por clases adineradas que no querían perder sus privilegios y apostaban por mantener el statuto quo social. En el caso de Galán su muerte fue consensuada entre el político Alberto Santofimio, de su mismo partido, y el narcotraficante Pablo Escobar.

Esta semana hemos visto, otra vez, como la voluntad de una clase dirigente se ha impuesto a la del pueblo. Gustavo Petro, hasta ahora alcalde de Bogotá y del Partido Polo Democrático, ha sido destituido de su puesto. Esta alcaldía es el segundo cargo de mayor importancia en el país, después de la presidencia, y desde 2012 gobernaba este ex guerrillero del M-19 y de tendencias de izquierdas.

En diciembre de 2012, Petro decidió que la recogida de basuras de la capital dejara de estar en manos privadas y pasara a manos públicas. Eso provocó una huelga de las empresas recolectoras de basuras que sumergió durante tres días a Bogotá en la porquería. Un año después, en diciembre de 2013, la Procuraduría General de la Nación decidió retirar a Petro de su cargo e inhabilitarlo durante 15 años de la política. Este fallo deja a Petro muerto dentro de la escena política colombiana.

El ex alcalde jugó todas sus cartas judiciales tanto dentro como fuera del país. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) resolvió a su favor y dictaminó medidas cautelares para que pudiera seguir ejerciendo como alcalde.

“Tengo que proceder de conformidad con la Constitución y las leyes”, dijo Santos, cuando firmó el miércoles pasado la destitución de Petro, mientras enfatizó que el gobierno de Colombia no “acataba las medidas cautelares” de la CIDH.

Petro, desde el balcón del Palacio Liévano, el edificio de la alcaldía, manifestó ante miles de seguidores que aceptó con resignación su salida del Ayuntamiento, pero anunció que iniciará una marcha por todo el país para tratar de conformar una Asamblea Constituyente. Además, pidió a sus seguidores que se manifestaran pacíficamente y los convocó a un paro nacional para forzar la creación de esta Asamblea.

Colombia es un país marcado por el conflicto, la violencia y un estancamiento político. Tal vez, Petro consiga encender esa llama del cambio o tal vez no. Pero lo que está claro que si hay un país en Latinoamérica que necesita un cambio, ese es Colombia. Necesita cerrar 60 años de conflicto, pero también terminar con décadas de estancamiento político que han llevado a que más del 60% de la población opte por no votar.

1 comentario

  1. El movimiento guerrillero en el que militó Gustavo Petro es el M19, no el M16 como escriben que tan solo se trata de un tipo de fusil.

    25 abril 2014 | 10:10

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