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Cenizas del Paraíso

La milicia colombiana presente en el Archipiélago de San Andrés

La milicia colombiana presente en el Archipiélago de San Andrés

“Yo no me siento ni colombiano ni nicaragüense.  Soy sanandresano”, explicaba uno de los trabajadores con los que tuve la posibilidad de hablar en mis vacaciones en San Andrés, Colombia. Y aunque su postura no sea la más compartida por sus compañeros isleños, su visión es testigo del hastío y la apatía de la población hacia el desgaste que produce un conflicto internacional.

Es que esta isla caribeña de agua cristalina y arena blanca, tiene apenas 26km cuadrados y demasiados problemas políticos para su escasa población.

El archipiélago se encuentra en el medio de una disputa entre Colombia y Nicaragua, ya que es territorio colombiano, pero se ubica justo frente a las costas nicaragüenses. Es por eso que Nicaragua denunció dos veces frente a la Corte Internacional de Justicia de La Haya que las fronteras marítimas de su país no eran respetadas por Colombia. La primera vez los nicaragüenses reclamaron  una extensión que incluía a las islas de San Andrés y Providencia. La segunda, fue más medida y el pedido se limitó a una porción de mar que, según los juristas de Nicaragua, correspondía a su país.

 Así lo entendió también la corte, que falló a favor de Nicaragua, otorgándole 75 mil km cuadrados de mar territorial.

Cuando un Estado pierde un territorio, es siempre sinónimo de conflicto y tiene un costo político altísimo para los dirigentes a cargo. Es por eso que difícilmente se haga por las buenas y sin que el país afectado haga todo lo posible por retener sus fronteras. A mediados de 2013, el presidente Juan Manuel Santos se negó a acatar el fallo de La Haya y se mantuvo duro en su postura.

Alegó en su momento que la decisión de la Corte iba en contra de la Constitución colombiana, lo cual es una aberración desde el punto de vista del Derecho Internacional, ya que los tratados que sujetan a Colombia al sometimiento de la CIJ están por encima de cualquiera de las constituciones nacionales.

Pero la anarquía del sistema internacional confunde, y el nacionalismo gana campo en este partido.

“He conocido estos cayos desde que los patrullaba. Lo que defendí como marino y como ministro [de Defensa], lo protegeré como presidente”, dijo el mandatario de Colombia en un inflado discurso posterior al conocimiento de la resolución de la Corte Internacional. Y más recientemente, ayudó a la formación de una comitiva en la isla para enfrentar las demandas del país caribeño, con nueve juristas que se dedicaran a pensar formas de escapar a lo dictaminado por el fallo.

Lo cierto es que los verdaderos damnificados por el conflicto son los sanandresanos, y entre ellos, un grupo de 100 pescadores que pasó su segunda Navidad a la espera de los recursos con los que antes contaban (75 mil km de mar para explotar exclusivamente) o, en su defecto, un subsidio que el gobierno colombiano prometió hace ya varios meses.

Y así lo cuenta el pescador  Edgar Gutiérrez al periódico local, The Archipielago Press. “Me toca buscar otra actividad para el diario, desde hace un año hemos hecho lo posible para que el gobierno nos escuche pero nos tienen de fecha en fecha, siempre le sacan un pelo al gato. No tenemos ni para comer en ocasiones, estamos desesperados. El gobierno Colombiano nos olvidó por completo”, relata.

Pero el gobierno colombiano no se olvidó de San Andrés en el aspecto militar, y basta con dar una vuelta a la isla y ver como en las afueras de su principal centro urbano existe un enorme predio que aloja cada vez más soldados; o con ver los aviones, las lanchas y los enormes buques del ejército que ensucian el relajado paisaje caribeño.

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