Desde que John Kerry asumió el poder en febrero de 2013, sus esfuerzos se han centrado en volver a sentar en la mesa de negociación a israelíes y palestinos, los protagonistas del conflicto más longevo del siglo XX y XXI, pues se inició en los años cuarenta del siglo pasado. Representantes de ambos lados no se sentaban a negociar desde 2010. En ese entonces, Israel se negó a abandonar su plan de construir asentamientos en territorio palestino, mientras que Hamás, en Gaza, no reconocía al estado de Israel.
El camino de paz en Oriente Medio es un sendero arduo, en el que el diálogo ha estallado ya varias veces por los aires. La vez que estuvieron más cerca de conseguir una solución en las negociaciones de Oslo que, finalmente, volaron por los aires después de que Ariel Sharon visitara la mezquita de Al Aqsa, algo que los palestinos interpretaron como una provocación y desencadenó la segunda Intifada.
Para alcanzar la paz, hay que crear dos Estados que sean reconocidos por ambos lados. Aquí hay el primer problema, porque, el grupo armado Hamás, que controla toda la franja de Gaza, no reconoce el Estado de Israel.
El otro problema es que Tel Aviv reclama que se garantice su seguridad, algo muy complicado teniendo en cuenta la debilidad de la Autoridad Nacional Palestina.
El tercer inconveniente es el de las fronteras del futuro estado palestino, porque las políticas coloniales de Israel han llevado a crear asentamientos en Cisjordania y han hecho inviable la continuidad del territorio palestino. Esto nos lleva al cuarto punto caliente que es el del reclamo de Palestina de que Israel pare su política de asentamientos.
Una de las bombas de relojería es la cuestión del retorno de los refugiados palestinos a su país de origen, algo a que Israel se opone porque, entonces, demográficamente, los palestinos serían más que los israelíes.
Además, otros de los problemas que se juegan son las reservas acuíferas y a qué lado de la frontera se quedan, en una zona mayoritariamente desértica y Jerusalén, actualmente dividido en dos y que ambos Estados quieren que sea su capital.
Desde que asumió el poder, Kerry ha iniciado duras negociaciones con ambos lados para forzar el retorno al diálogo. Buena parte del mes de julio, el secretario de Estado de lo pasó en Aman (Jordania), desde donde se desplazaba a diario a Israel y Palestina para reunirse con sus autoridades. Para volver a la vuelta de las negociaciones, los palestinos pusieron como condición el fin de los asentamientos.
Cuando Obama decidió que Kerry fuera el sustituto de Hillary Clinton en materia de política exterior de Estados Unidos, ya lo hizo con una visión enfocada a Oriente Medio. Kerry, un ex veterano de la guerra del Vietnam, dirigió la Comisión de Política Exterior en el Senado de 2009 a 2013, por lo que conoce bien y de cerca las políticas de Obama en Oriente Medio.
Con sus viajes de un lado al otro de Israel y Palestina, Kerry logró que el pasado 30 de julio, delegados de ambos lados iniciaran un proceso de negociación en Washington y se han dado un margen de nueve meses para alcanzar un acuerdo. Serán nueve meses duros, complicados, pero esperemos que esta vez sí lleven a buen puerto. Sin embargo, en este conflicto, las negociaciones de paz han acabado tantas veces en papel mojado que desde todos los sectores se mira con cautela y se camina con pies de plomo. Aún y las dificultades, esperemos que esta vez sí, que las energías y los esfuerzos de Kerry traigan una paz definitiva en una zona azotada desde hace demasiado tiempo por la guerra. Esto sería una noticia positiva en la región, ahora aún más castigada por el conflicto sirio.
Núria Segura Insa
email: nuriasegura@gmail.com
Twitter: Nuriasein
Blog: nuriasegura-sein.blogspot.com