Militantes de Hezbollah / AP
El brazo militar de Hezbollah es una organización terrorista. O eso dice la UE ahora.
Hezbollah ha cometido actos terroristas. Pero no nos engañemos, ésa no es la razón por la que nuestra querida Unión cree que ahora merece ser considerada terrorista. El grupo libanés chiíta está respaldado por Irán. Y ambos apoyan al gobierno de Bachar Al Assad en Siria. He ahí la clave. Romper el arco chiíta.
Porque apoyar a los rebeldes es un riesgo. Quizá después son islamistas, a la iraní, antiestadounidenses. Porque no es que a Estados Unidos los islamistas les caigan mal, y sino, ahí tienen el ejemplo de Arabia Saudí. Es que no saben cómo salir de ésta.
Nombrar a Hezbollah organización terrorista es un paso más a medias, un paso más en la línea europea. No intervendremos en Siria, no nos decantaremos por nadie abiertamente, pero haremos pequeños gestos cargados del simbolismo que tanto nos gusta. Como con los Derechos Humanos. Porque queremos limitar el poder de los chiítas, pero no vamos de frente. Nunca hemos ido, nunca vamos a ir. Irak no funcionó, Afganistán tampoco. Vamos a volver al softpower.
A Israel la decisión le parece «correcta y justa». Lo es. Los intereses, las razones, los tiempos, no tanto. Esto no solucionará el problema, como en el conflicto palestino-israelí no lo arreglan las resoluciones de la ONU. Pero la UE se salva así de las críticas y enfados de sus aliados Estados Unidos e Israel. Así se expresa el Estado judío, está contento pero espera ahora «medidas reales». Una de cal y una de arena. Ni que decir tiene que Hezbollah rechaza la decisión, porque considera que «no se basa en ninguna justificación o prueba».
Pero lo importante no es eso, lo importante es que nuestros líderes europeos se irán una vez más, más que satisfechos a dormir. Ya han hecho su trabajo. No les pidamos nada más. Quizá otro acto simbólico cuando Estados Unidos e Israel se vuelvan a poner nerviosos. Una de cal y una de arena. Carrera de resistencia, vence el que aguanta. Paciente.