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Tíbet, de la llama olímpica a las inmolaciones

Hace cinco años la República Popular China ultimaba detalles para lo que serían unos Juegos Olímpicos espectaculares. Todo estaba estudiado al detalle, incluso que las protestas iniciadas en Lhasa, la capital del Tíbet, se quedaran justo ahí, donde se habían iniciado unos meses atrás.

Si bien algún país llegó a amenazar a China con algún tipo de boicot a los Juegos, al final todo sucedió según lo previsto excepto que la causa tibetana logró soporte y visibilidad en distintas ciudades fuera de China. Desde entonces, la llama olímpica no les servía ya a los tibetanos para hacerse ver. A día de hoy, el conflicto del Tíbet parece haber sido olvidado por la comunidad internacional.

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Un tibetano exiliado se inmola a lo bonzo en Nueva Delhi. / STRDEL (AFP)

Mientras monjes y jóvenes tibetanos se inmolan a lo bonzo –ya van más de 100 desde Marzo de 2011- la Unión Europea y Estados Unidos miran hacia otro lado. Si bien el ya conocido poco respeto de los derechos humanos por parte de China había incomodado a Occidente con anterioridad, hoy es un tema menor. Especialmente desde el inicio de la crisis financiera en 2008, China se ha convertido en su gran comprador de deuda y así, ha comprado también los supuestos valores (no financieros, sino morales) que podían tener sus socios comerciales.

Por si fuera poco, para India, el país que hasta ahora había jugado un papel clave en el conflicto del Tíbet, sus prioridades también han cambiado. Con la anexión del Tíbet a la RPC en 1949, India y China pasaron a ser vecinas y con la ocupación del Ejército Popular de Liberación en el Tíbet en 1951, el XIV Dalai Lama se exilió en la India. Desde ese día hasta hoy el Gobierno Tibetano en el Exilio está establecido de forma permanente en Dharamsala (India) y el conflicto tibetano es una cuestión espinosa en la relación entre los dos países asiáticos. Pero lejos de enfrentarse, como ocurrió en la guerra de 1962, India y China buscan el fortalecimiento de sus relaciones bilaterales, que se basan en la estabilidad política para el desarrollo comercial.

Hace diez años, ambos países llegaron a un acuerdo sobre el Tíbet. En 2008 Nueva Delhi y Pekín firmaron un documento llamado ‘Una visión compartida para el siglo XX’ y en los últimos años el comercio bilateral se ha multiplicado por veinte. Además, ambos países han acercado posiciones en materia de política exterior, por ejemplo, en las reuniones del G20, los llamados BRICS o las Naciones Unidas.

Mientras, el tiempo corre y suma más de cincuenta años de ocupación y durante éstos más de 6.000 monasterios destruidos. En ‘el país de la nieve’ cerca de 5 millones de tibetanos viven en una discriminación constante frente a la etnia han, la mayoritaria en el país. Y es que la estrategia de China pasa por la mobilización de población han hacia el Tíbet, región clave para Pekín tanto por sus recursos naturales como por su ubicación geoestratégica.

Por desgracia, el Tíbet siempre será de interés para China (poco ha cambiado desde Mao hasta Xi Jinping) y si ya confiábamos poco en Occidente para la resolución del conflicto, desde que Nueva Delhi estrechó la mano a Pekín ¿qué esperanza les queda a los tibetanos?

BLANCA BLAY

blanca.blay@gmail.com

@BlancaBlay

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