Da la impresión de que Vargas Llosa y Antonio Caño no estuvieron muy de acuerdo en su “conversación” del otro día en el I Foro Internacional del Español 2.0. Caño no quiso o no supo ceder el protagonismo al Nobel, quien le devolvió algunos educados desacuerdos. El resumen oficial del encuentro se puede leer en el diario que dirige Caño y en alguna reseña de agencia.
En una intervención repleta de simplificaciones y lugares comunes, Caño sugirió «una idea» (minuto 32 del vídeo). Para hacerlo, empleó el fácil recurso de criticar a los políticos:
“Que los periodistas no hablen como los políticos. No es por nada, sino porque los políticos hablan normalmente para que no se les entienda. No por perversidad intrínseca de la clase política sino porque es su oficio. El oficio de la política consiste en hablar de una manera enrevesada para que nadie te entienda. Igual que el médico escribe de una manera enrevesada para que nadie lo entienda. O utilizar lugares comunes. Y cuando el periodista se dedica a replicar ese tipo de lenguaje, acaba siendo incomprendido o se suma a esa corriente de lenguaje incomprensible o políticamente correcto o simplemente estúpido”.
Después, para mostrar al escritor cómo es nuestra clase política, citó dos “hitos memorables”: “Repera patatera” y “los miembros y miembras del congreso”, dos expresiones que han utilizado los políticos
Vargas Llosa, con prudencia, no entró en el pimpampun y le respondió que “hay políticos y políticos”. Recordó que algunos políticos han sido capaces de comunicar ideas y hacerlo con elegancia. Después de hablar de Churchill y De Gaulle, añadió: “Quizá no sea bueno para la democracia desprestigiar sistemáticamente a los políticos. Corremos el riesgo de que a los políticos los reemplacen otros: los demagogos, los caudillos… Todos esos personajes que han sembrado de sangre la historia».