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El Manifiesto de los cinco presidentes: bomba política para completar la Unión

Se conoce como el Manifiesto de los cinco presidentes, aunque oficialmente su título sea Realizar la Unión Económica y Monetaria Europea. Es el esperado informe que aspira a convertirse en “la hoja de ruta ambiciosa, pero pragmática” para completar la unión económica y monetaria antes de 2025. El documento ha sido impulsado por el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, y refrendando por los también presidentes Martin Schulz (Parlamento), Jeroen Dijsselbloem (Eurogrupo), Donald Tusk (Consejo) y Mario Draghi (BCE).

El texto, 24 páginas de asunción de errores en la gestión de la crisis y de propuestas audaces como la creación de un Tesoro europeo y una autoridad fiscal continental independiente, circulaba ya a comienzos de semana por Bruselas, y algunos avanzaron estupendos resúmenes, como el de Pablo Suanzes en El Mundo. El documento es una bomba política que pretende «reforzar los cimientos europeos» justo en un momento en el que la crisis griega, epítome de todos los vicios y disfunciones de la UE en estos años de crisis, parece que está, por fin, próxima a resolverse.

Juncker y Merkel, en una reciente reunión. (EFE)

Juncker y Merkel, en una reciente reunión. (EFE)

El informe comienza asumiendo que hoy la UEM sigue siendo un proyecto inacabado o «acabado parcialmente» y que si el objetivo es minimizar los daños de futuras crisis económicas hay que compartir el «impacto de las perturbaciones». Es decir, más unión fiscal, económica y financiera. Todo ello, claro, con la argamasa de un «verdadero control democrático» legitimado por una efectiva y profunda unión política. Todo esto, con el tiempo, se dice literalmente en el texto, «implicará inevitablemente compartir más soberanía».

El informe plantea dos fechas, 2017 y 2025. Para concluir con éxito los objetivos fijados para la más cercana se plantea un carrusel de medidas inmediatas (algunas de las cuales se comenzarían a aplicar este mismo 1 de julio) como un acuerdo sobre el sistema común de garantía de depósitos, la puesta en marcha de de la Unión de Mercados de Capitales o el establecimiento de un mecanismo de financiación puente para el Fondo Único de Resolución. En suma, profundizar y finalizar la tan esperada Unión Bancaria.

Una vez completado este primer impulso bianual, lo siguiente y más ambicioso sería completar la UEM. Un camino que no duraría más de 8 años y en el que se crearía un verdadero Tesoro europeo, se integraría el MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad) en los Tratados y se introduciría una función de estabilización macroeconómica para la Zona Euro. La puesta en marcha de esta maquinaria exige, según los presidentes, «visión de futuro común» entre los Estados y las Instituciones. Y para que comience a implementarse desde ya, invitan al Consejo Europeo los Estados a aceptar y refrendar las propuestas «a la mayor brevedad».

Leído el texto, sorprende por un lado la indisimulada intención política de sus firmantes. Parece que por fin las élites gobernantes aceptan que una Europa desigual, una Europa defectuosamente cerrada, no podrá competir en un futuro hiperglobal. La ambición de las propuestas, que aunque técnicas son un salto adelante evidente, puede, con todo, que sea excesiva para los Estados miembro, empeñados en una huida centrípeta permanente. Es muy probable, y no en sí mismo malo, que la urgencia de la propuesta de los Cinco venga fijada por el fiasco griego y la casi obligación de que algo así no pueda volver a repetirse. No al menos con la misma virulencia y la misma falta de previsión. Pero el documento trasciende lo coyuntural y planeará sobre el horizonte durante muchos años. Si es que, primero, es aceptado en todos sus puntos.

Europa según el pesimista George Soros

Quien más quien menos sabe quién es el especulador George Soros, cómo logró amasar su fortuna y cómo luego, durante décadas, la ha ido generosamente distribuyendo –en una suerte de remedo de sí mismo: por eso le llaman filántropo– en diferentes proyectos políticos, sociales y culturales.

Judío de origen húngaro, aunque nacionalizado estadounidense, ha mostrado y sigue mostrando hoy una extraordinaria preocupación por los asuntos europeos. Aquí radican algunas de sus fundaciones, como la Open Society Foundation, y a las vicisitudes nuestro continente le dedica regularmente análisis certeros.

George Soros, en una imagen de archivo (20minutos.es).

George Soros, en una imagen de archivo (20minutos.es).

El último, una extensa entrevista (merece la pena leerla) publicada en el New York Review of Books donde Soros es preguntando por lo divino y por lo humano dentro de lo que atañe a la UE: desde la letra pequeña de la unión bancaria, la gravísima cuestión migratoria o la crisis en Ucrania y el creciente poder de Rusia.

Todas las respuestas que da Soros tienen su miga. Su opinión respecto de cómo se está llevando a cabo la unión bancaria –mi compañero Nico lo explicó perfectamente en un post hace pocono es demasiado optimista. Soros denuncia que se ha vendido su éxito de una forma orwelliana, y que «la unión bancaria se ha transformado en algo que es casi lo opuesto: el restablecimiento de ‘silos’ nacionales».

Según argumenta Soros, el mecanismo desarrollado para hacer efectiva la unión bancaria es «tan complicado, tiene tantos actores y entidades envueltos que será prácticamente inservible en caso de emergencia». Es una opinión de alguien que sabe cómo llevar bancos a la quiebra, así que, aunque no todas las opiniones merezcan respeto (las personas sí), habría que tenerla en cuenta.

Pero más allá de esto, me quedo con uno de los argumentos de Soros, conciso y que apunta en la línea de lo que muchos venimos pensando de la UE en los últimos tiempos. Dice Soros, a propósito de la integración política, el auge del populismo, etc: «Creo en la búsqueda de soluciones europeas para los problemas de Europa; las soluciones nacionales solo empeoran las dificultades». Pues eso.