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Lo raro es que Felipe González no tuviera aún una fundación política… todos la tienen

Felipe González es el primer expresidente español en dar nombre a una fundación, lo que lejos de ser un agudo ataque de egolatría (aunque algo de eso puede haber), viene a cubrir un vacío anómalo si aplicamos la socorrida escala europea. Desde Margaret Thatcher a Mário Soares, prácticamente todos los líderes del siglo XX —independientemente de su peso histórico— tienen su propia fundación o instituto.

Felipe González, durante un mitin.

Felipe González, durante un mitin.

No todos, claro, albergan la misma ambición. Los hay que son auténticas máquinas de generar ideología para los partidos a los que sirven (la Fundación Ebert para los socialdemócratas alemanes o el Instituto Konrad Adenauer, para los democratacristianos) y otros que son poco más que templos consagrados a la hagiografía minuciosa del susodicho.

En el caso de González parece que la fundación tendrá una intención mixta. El texto del BOE que recoge sus fines dice: «El estudio y puesta a disposición del archivo documental, bibliográfico, fotográfico y audiovisual de la trayectoria personal, profesional, política e institucional de don Felipe González Márquez». Y añade que todo está destinado a: «El impulso de actuaciones que desarrollen los valores relacionados con la democracia y las libertades, el bienestar material y su distribución, la investigación, desarrollo e innovación en el marco de gobernanza global«.

Así pues parece que la fundación que ha preparado el exlíder socialista estará en principio más cerca de la de De Gaspieri o el mencionado Soares que de las de Margaret Thatcher o Charles de Gaulle, más personalistas y menos enfocadas a la creación y difusión de pensamiento. Con todo, habrá que observar cuando esté en funcionamiento qué utilidad tiene para los investigadores y si puede servir como think tank para el PSOE, ahora que se está procediendo al desmontaje ordenado de Ideas.

Para completar un poco el asunto, he preparado una breve ficha de algunas de las fundaciones europeas patrocinadas por expolíticos, algunos vivos, aunque la mayoría muertos ya. Es un recorrido un tanto decimonónico por la historia casi presente, pero la memoria lo agradece si se se lee con las debidas precauciones.

(Pinchar sobre cada nombre en mayúscula para acceder a su página en Internet).

FRIEDRICH EBERT STIFTUNG

Es la fundación de estudios que nutre de ideología a la ya no tan poderosa SPD, la histórica formación socialdemócrata alemana. Le da nombre el que fuera el primer canciller de la república de Weimar, Friedich Ebert, socialista y obrero. La fundación es, creo, la primera de este tipo que se constituyó en Europa (decídme si me equivoco). Está muy extendida y tiene tentáculos en muchos países, incluido España (incluso hay web oficial en español de la misma). El prestigio de sus estudios y análisis es muy alto, al nivel del de los grandes think tanks europeos.

FONDAZIONE DE GASPIERI

Así se llama el centro de estudios italiano en honor del que fuera el fundador de la Democracia Cristiana y gran protagonista de la vida política en la posguerra del país. La fundación es un tanque de ideas englobado en el Centro de Estudios del Partido Popular Europeo. Su ideario y acción gira alrededor de tres polos: el europeísmo, el atlantismo y el mundo Meditarráneo. Sus armas, profundizar en el estudio de la cultura política y cívica contemporáneas. Además de organizar coloquios y mesas redondas sobre asuntos propiamente europeos, publica estudios y monografías sobre economía, globalización, política internacional, etc.

THE GORBACHEV FOUNDATION

Se subtitula ‘Fundación internacional para los estudios socio-económicos y políticos’. Fue creada por el propio expresidente de la URSS en 1991. Es un centro de estudios muy completo, con un edificio impresionante, con salas de lectura para investigadores, centro de convenciones, etc. El contenido, artículos en inglés y ruso sobre relaciones internacionales e historias (estudios sobre historial oral, federalismo, choque y diálogo de civilizaciones, etc) y una buena muestra de la producción bibliográfica sobre Gorbachov y su tiempo.

FUNDAÇAO MÁRIO SOARES

El socialista Mário Soares presidió Portugal durante una década. Ahora, con casi noventa años, preside la fundación que lleva su nombre, que fue fundada cuando aún era presidente de la república. La institución, que lleva la etiqueta de ‘Centro de investigación y formación para una cultura de paz’, consta de un archivo y una biblioteca para investigadores, ambos localizados en Lisboa. Además de promocionar la casa museo de Soares y recordar su biografía política, la fundación se encarga de realizar cursos, seminarios, conferencias así como actividades editoriales varias. También convoca un premio. ¿Los temas? Política internacional, medioambiente, globalización, etc.

KONRAD ADENAUER STIFTUNG

Es el think tank asociado a la CDU alemana, el partido democratacristiano. Tiene su cuartel central en Bonn, antigua capital de la Alemania Occidental. La fundación data de los años sesenta del siglo XX y recibe su nombre del que fuera canciller del país en la Guerra Fría. Como la Ebert, este centro de estudios tiene repartido por el mundo más de 100 sedes y oficinas que se encargan, sobre todo, de proveer educación superior en relaciones internacionales. Como curiosidad, su web es la única entre las fundaciones reseñadas que no incorpora información sobre el político que le da nombre.

MARGARET THATCHER FOUNDATION

Una fundación radicalmente diferente a la anterior, con vocación puramente de archivo y memoria (documentos, vídeos, discursos) de la política conservadora británica fallecida este mismo año 2013. El aspecto de la fundación es serio, pero apologético. Desconozco si los documentos históricos que se pueden consultar son todos los generados durante los años de su mandato como primera ministra o si los más comprometidos no están puestos a disposición de los investigadores. Esta fundación no es un think tank ni un advocacy tank, y tampoco es un centro de estudios que ofrezca becas a jóvenes estudiantes.

 INSTITUT FRANÇOIS MITTERRAND

Aunque el toque personalista está muy presente, como en el caso anterior, la fundación Mitterrand es un proyecto más ambicioso que el de la Margaret Thatcher foundation. Fue creada en 1996, tras la muerte de propio expresidente socialista francés. Su vocación es científica y se proyecta como un centro de estudios para conocer la historia de nuestro tiempo. Como otras fundaciones, sobre todo las alemanas, tiene una vocación internacionalista. Otorga un premio anual y expende carnés de amigos de la fundación. Su actual presidente es el ministro Hubert Védrine. En Francia existe también otra fundación muy parecida dedicada al expresidente De Gaulle.

Mitterrand y su grito final en la historia europea: «¡El nacionalismo es la guerra!»

Mitterrand, el cínico. Mitterrand, el maquiavélico. La grandeur es un concepto vaporoso que esconde una peligrosa dosis de engaño (¡y de autoengaño!). Pero se añora lo que no se tiene, y ningún presidente francés desde Tonton —como le llamaba el pueblo— ha logrado ser bendecido por ella. Mitterrand —el amoral, el estadista— se llevó a la tumba el secreto de su naturaleza huidiza. Hace ya casi 20 años.

Hoy, otro François, también socialista, habita el Eliseo. Un hombre de aspecto tímidamente profesoral, apocado, un Jack Lemmon de la política. Nada que ver con el aura nobiliaria del viejo monarca republicano, que mentía como un bellaco, lo sabías, y aún así te lo creías. O eso dicen, yo no tenía uso de razón entonces. Desde hace unos años, para cubrir este vacío no sé si puramente simbólico, la sociedad francesa —y sus gobernantes, a la izquierda y a la derecha— se vienen dando a una celebración sin igual del pasado mitterrandiano.

Mitterrand y Kohl, de la mano en Verdún, en 1984. (http://iconicphotos.wordpress.com)

Mitterrand y Kohl, de la mano en Verdún, en 1984. (http://iconicphotos.wordpress.com)

Exposiciones, conmemoraciones y libros, nuevos libros, por si los que se publicaron tras su muerte, que podrían llenar la megalomaníaca Biblioteca Nacional, empeño personal suyo, no bastaran. Pero en fin, aquí y aquí tenéis estupendas informaciones sobre este revival presidencialista (incomprensible para nosotros, que odiamos con la misma inquina a todos los inquilinos pasados de La Moncloa). Y más: aquí tenéis un magnífico y extenso análisis del cubo de Rubik que fueron los 14 años de Gobierno —y sus asuntos— de Tonton: su hija secreta, su cáncer (también secreto), sus negocios turbios, Vichy, Ruanda, el Rainbow Warrior. Todo aquello.

Lo que quiero es recordar al Mitterrand europeo. Por varias razones. Porque, por un lado, una personalidad política tan pragmática como la suya siempre conservó intacta su fe europeísta (si bien atemperada por su calculada frialdad, que nunca le abandonó). Y porque, por otro lado, volver a sus sobrecogedoras actuaciones europeas nos devuelve la ilusión congnitiva de que efectivamente, en su caso, los gobernantes de antes eran mejores.

Thatcher, Havel y Andreotti han fallecido hace poco. El excanciller Helmut Kohl, su gran amigo alemán y compañero de andanzas, es un anciano de 83 años en silla de ruedas. Todos ellos están ya, o van en camino, de ingresar en la Historia, el lugar favorito de Mitterrand en vida. Europa muta. Los dirigentes de hoy tienen que lidiar con los cabos sueltos del pasado dejados por estos hombres y mujeres de Estado —concepto en desuso, quizá moralizado—, etcétera, etcétera.

Y ya he llegado donde quería desde el principio, cuando empecé a pensar en este post. 17 de enero de 1995. Un Mitterrand agonizante (moriría justo un año después) habla por última vez ante el Parlamento Europeo. Un discurso pasional, que todavía emociona porque condensa medio siglo de historia del continente y contiene graves advertencias para el futuro. Hoy, y sin nostalgia pero con cierta reverencia, no está de más volver a recordar que «el nacionalismo es la guerra».