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Francisco Sosa Wagner, un federalista docto y libre que acaba de decir ‘adiós a Siracusa’

Escribir sobre un político caído en desgracia es algo parecido a ensayar su futura necrológica. Uno se siente tentado de hablar de él en primera persona, recordando los muchos o pocos momentos que cree que definen su personalidad pública. Sosa Wagner ha dicho adiós a Siracusa para volver a su cátedra, renunciando a su acta de eurodiputado en el PE, y esto puede parecerse mucho a un obituario preventivo.

El eurodiputado Francisco Sosa Wagner, cabeza de lista de UPyD en los últimos comicios europeos.

El eurodiputado Francisco Sosa Wagner, cabeza de lista de UPyD en los últimos comicios europeos (EFE).

Las desavenencias con la dirección de UPyD en torno a una necesaria –en su opinión y en la de muchos– alianza con Ciudadanos ha erosionado su prestigio dentro del partido que dirige, con mano de hierro, Rosa Díez. Ni el apoyo público de Fernando Savater, quien ha vuelto a salir en defensa de Sosa Wagner, al que considera un «buen candidato y un buen político», le ha librado de una purga que personalidades dentro de la formación consideran injusta.

Yo conocí a Sosa Wagner hará casi dos años, en Bruselas. Durante toda una legislatura, este viejo profesor universitario, dandy moderado y razonable, luchó en solitario (y mucho más activamente que otros) como diputado no adscrito por hacerse oír en el Parlamento Europeo. Recuerdo su humor delicado, su cercanía liviana cuando nos decía que se sentía un Robinson en aquel archipiélago superpoblado que son las instituciones europeas.

Federalista entusiasta, más intelectual que político al uso, sus señas de identidad han sido, además de su sempiterna pajarita, su defensa de una Europa que supere los vicios nacionalistas y neutralice el creciente euroescepticismo. Cuando este verano leí Éxito y fracaso en política, de Ignatieff, me vino a la mente la figura de Sosa Wagner y la vívida impresión de que éste acabaría como aquel, con la esperanza reducida a cenizas.

En Cartas a un euroescéptico (Marcial Pons, 2013), uno de sus refinados libritos de batalla, el catedrático Sosa alertaba: «Dividida, Europa no cuenta; unidos, los europeos tenemos la posibilidad de llegar a ser uno de los más originales motores del nuevo gobierno de la mundialización y además proteger en este territorio con especial solvencia libertades y derechos fundamentales de ciudadanos y trabajadores».