Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

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Varoufakis: modales arrogantes y propuestas realistas. ¿De qué va su «modesta» idea para superar la crisis?

El carismático Yanis Varoufakis, el economista rock-star con pose de perdonavidas que se ha echado Grecia sobre su ancha espalda, ha entrado como elefante en cacharrería en el circo europeo. Con maneras que rozan lo arrogante y un discurso demoledor, blindado, Varoufakis y su aura de prestigioso profesor (está por ver que en política también lo sea) es el arma con el que Syriza pretende ablandar el puño y desviar el rumbo de los acreedores de la troika.

Hace unos días, en un perfil apresurado que escribí para el periódico, mencioné de pasada un artículo fundamental para conocer sus ideas. A Modest Proposal for Resolving the  Eurozone Crisis es un texto académico firmado por Varoufakis y por otros dos economistas de corte keynesiano, Stuart Holland y James K. Galbraith. En sus 15 páginas están las claves del pensamiento económico del ministro de Finanzas de Syriza en relación a la Unión Europa y la superación de la crisis.

Varoufakis, en segundo plano, durante su comentada rueda de prensa con el jefe del Eurogrupo.

Varoufakis, en segundo plano, durante su comentada rueda de prensa con el jefe del Eurogrupo. (EFE)

Básicamente, la idea de Varoufakis and co. es la de sanar al enfermo europeo con una serie de intervenciones complejas pero poco invasivas, algo así como operar al sistema financiero por artroscopia, sin modificar tratados, sin contravenir las leyes y sin aspirar a un programa de máximos tan engañoso como poco realista. A este realismo ellos lo llaman modestia. El debate europeo sobre la salida de la crisis, dicen, ha sido monopolizado por falsos dilemas: estabilidad vs. crecimiento, austeridad vs. estímulos; soberanía nacional vs. federalismo, etc.

Falsos dilemas que solo hacen que poner palos en las ruedas y dificultan un cambio de perspectiva. Europa, aseguran, debe descentralizarse y aspirar a una revolución tranquila: usar las instituciones existentes de forma diferente. ¿Cómo? Pues otorgando al BCE, al BEI y a los mecanismos de estabilidad y financiación nuevas atribuciones. Programas limitados de conversión de parte de la deuda soberana, un fuerte programa de inversiones financiado a través de bonos del BEI, soluciones bancarias personalizadas, entidad por entidad, y, por último, lo que llaman un Programa Solidario de Emergencia Social.

Frente a posiciones maximalistas, por lo general irreconciliables (¿para qué aspirar a una Unión Bancaria si se pueden ir dando pasos efectivos a problemas actuales y que además suscitan más consenso?), lo que buscan los economistas es una actualización de las normas internas de la UE, aquellas que precisamente la hacen injusta, pero sin desembocar en una revolución legal que alargaría el proceso ad infinitum.

PS. Casualidades de Internet, en el estupendo blog Agenda Pública de eldiario.es José Moisés Martín hace, mejor y más extenso, lo mismo que he hecho yo. Aquí está, por si queréis completar lo leído.

PS2. Sooner or later, para desengrasar un poco…

Europa 2014: lastres de un lustro negro

Como afortunadamente este blog no predispone a las listas, os ahorraré el trance de leer «las diez noticias europeas del año», «los cinco mejores políticos europeos de 2014»  o las infinitas variedades de chorradas que pueden ponerse una a continuación de la otra. Lo que sí quería, porque creo que da una visión panorámica muy nutritiva, es hacer un  resumen del año que hemos dejado. No un resumen del tipo fecha, dato, etc, que es muy fácil y muy estéril, sino un esbozo de movimiento de lo que ha sido Europa en este año decisivo.

(Foto: GTRES)

(Foto: GTRES)

¿Decisivo porque ha sido año electoral? También por algo más. La guerra ha vuelto a Europa en el centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial. Ha vuelto por donde lógicamente habría de tener que venir. Por el flanco más débil de su movedizo vecindario oriental. Rusia ha iniciado, como recordaba Xavier Colás en un bonito post hace unos días, el mayor movimiento de fronteras en el continente desde la Segunda Guerra Mundial. Europa pese a su eficiente y taimada pasividad, se ve de nuevo inserta en la corriente de la Historia.

La complejidad. Europa ha suturado las heridas causadas por la crisis financiera y por la crisis de modelo. No confudamos. No es que no haya ya desigualdades y no vaya a seguir habiendo fatalidades, pero la tela de araña de la que se compone la UE, rota en mil pedazos hace cuatro años, parece haberse recompuesto. A pesar de que el drama griego no ha escenificado todavía su último acto, de que todos dicen que la anemia económica es más una realidad que un riesgo, se ha extendido la sensación de que Europa ha entrado en otra fase.

El tránsito de Gobierno continental, aun a pesar de los escándalos (algunos tan vergonzantes como LuxLeaks), se realizó como la firma de un acto notarial. Sin sobresaltos y con algo más de política y menos de policy, lo que siempre es de agradecer. Por el contrario, el fantasma de la extrema derecha, los partidos xenófobos y populistas vaga a sus anchas por casi todos los países de la Unión, la rica Alemania incluida. Es curioso que sea precisamente ahora, cuando la crisis más grave que ha vivido el proyecto europeo en décadas parece en vías de solventarse, cuando los extremismos antieuropeos amalgaman más partidarios.

Así pues: por un lado Europa ha conocido de nuevo aquello tan antiguo de las disputas territoriales y geopolíticas, ha renovado su ejecutivo y legislativo para afrontar cinco años de reformas en profundidad (eso se espera), ha sentido la amenaza de los valores que niegan su propia razón de ser y sigue soportando los lastres de un lustro negro, como la desigualdad económica entre sus miembros y la desconfianza ciudadana. Europa, un año más, ha vivido en proyecto. Y así seguirá viviendo.

La Europa ilustrada contra la religiosa: un debate antiguo eclipsado por la economía

Inspirándose en la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa, a partir de la cual se han desarrollado los valores universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona humana, la democracia, la igualdad, la libertad y el Estado de Derecho.

Así, de esta forma tan cuidadosamente rimbombante, empezaba la malograda Constitución Europea. Hoy este párrafo, y el profuso debate que suscitó, están casi olvidados. Las urgencias del presente, en especial las urgencias económicas, han relegado el recuerdo del mito del origen hasta que navegemos por aguas menos turbulentos.

En realidad, este preámbulo es exactamente el mismo que rige hoy para El Tratado de Lisboa, el texto que en 2009 vino a remendar el vacío dejado por el fracaso del intento de Constitución y las aportaciones previas del Tratado de la Unión. Algunos no os acordaréis. Yo sí, porque estaba en la universidad y tenía el suficiente tiempo libre para dedicarme a leer/sonrojarme/indignarme con las posiciones de unos y otros (de los hunos y los otros).

El Sueño de la Razón, de Goya (Nelson-Atkins Museum of Art)

El Sueño de la Razón, de Goya (Nelson-Atkins Museum of Art)

Los primeros, defensores de una herencia cristiana de Europa (en España los sectores de la Iglesia católica, el Partido Popular y los medios de comunicación afines, dizque liberales), argumentaban que la mención a la herencia cristiana del continente era cuasi sagrada. Por otro lado, estaban aquellos –por lo general intelectuales liberales y defensores del Estado laico– que defendían que la raíz cultural más importante del patrimonio de Europa era la Ilustración y sus consecuencias en todos los órdenes humanos.

Finalmente, el texto ratificado no satisfizo a ninguno. ‘Cristiana’ se sustituyó por un término más inclusivo como ‘religiosa’ y ‘laica’ por otro también más difuso como ‘humanista’. Además, no se plasmó ninguna referencia explícita a la Ilustración, la Marca Europa, por decirlo en el lenguaje de hoy, el gran movimiento moderno que sacó a los europeos, poco a poco, kantianamente, de la minoría de edad.

Que Europa haya dejado de preguntarse sobre sus orígenes es a la vez bueno y malo. Bueno porque se libera de ese fetichismo melancólico, tan provinciano, que obsesiona a todos los nacionalismos. Malo porque en algún momento tendremos que volver a revisar el pasado y surgirán nuevas cuestiones sobre estos aparcados olvidos y quizá ya no estemos intelectualmente tan preparados para revisar lejanas querellas.

Pero esperemos que el debate de ideas vuelva, y para entonces, haríamos bien en tener en cuenta, y en entender en toda su dimensión trágica y cómica, este apotegma nihilista, como todos lus suyos, de Emile Cioran. Lo leí hace muchísimo en el Aciago demiurgo, creo, y todavía lo recuerdo literalmente: «Mis preferencias: la edad de las cavernas y el Siglo de las Luces. Pero no olvido que las grutas han desembocado en la Historia y los salones en la guillotina.»