Europa inquieta Europa inquieta

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Europa: esa vieja casa con fantasmas

El porcelánico acuerdo para un tercer rescate a Grecia ha minado de dudas el horizonte. Nunca antes, ni siquiera durante los cinco años de crisis en los que la zona euro caminó sobre el abismo, la sensación de fracaso, la decepción y la desesperanza fueron mayores. Un fantasma recorre Europa, y esta vez no se trata de una ideología, sino de un estado de ánimo.

La frustración es la nueva y única patria común de los europeos. La bandera de todos que nadie, por vergüenza, se atreve a ondear. Un sentimiento general de abatimiento recorre las salas de prensa, los periódicos, las fruterías y los timelines. Esta espiral pesimista (¿en qué lugar del mundo salvo Europa un rescate no provoca euforia sino temores, desasosiego y tristeza?) tiene un nombre: decadencia.

Juncker y Merkel, en una reciente reunión. (EFE)

Juncker y Merkel, en una reciente reunión. (EFE)

El desenlace agónico de la crisis (¿habrá más actos o habrá sido el último?, se viena a preguntar el infatigable Suanzes en una de sus extraordinarias crónicas) ha fracturado los huesos de un esqueleto ya endeble e inarmónico. Solo un proyecto en fase terminal es capaz de ofrecer niveles de absurdo tan elevados. Estados contra estados, ministros contra ministros y, mientras, una soberanía común que se deshilacha, una ilusión que retrocede varias décadas (la referencia escrita a un ‘Grexit temporal’ será desde ahora una mácula difícil de borrar).

El espectáculo bufonesco de políticos alardeando de que el acuerdo refuerza a Europa cuando la realidad es que en el último mes Europa -con su abstrusa y a la vez ineficaz forma de resolver problemas- ha perdido el remanente de credibilidad que le quedaba, es también un síntoma de decadencia. No de una decadencia spengleriana, orgánica, sino de una decadencia fruto de la tardía o nula corrección de los errores propios, de la falta absoluta de autocrítica, de la brecha entre gobernados y gobernantes y del agotamiento de los motores que condujeron al proyecto europeo al éxito en el pasado.

El nacionalismo de baja intensidad que se ha practicado estos días (así el egoísta referéndum de Tsipras o el encono insolidario de los socios nórdicos) no es la causa del desastre, sino su consecuencia. Cuando no hay voluntad de permanecer juntos (o tan solo hay una voluntad temerosa), cuando la fe originaria en el proyecto se ha perdido, lo que queda es una guerra de guerrillas, un hastío difuso, como al final de una pachanga (Eurogrupo) con dos balones. Es verdad que la UE se ha ido construyendo como resultado de la superación de distintas crisis, pero esa dinámica (esa potra histórica) no durará siempre. Y menos si todos los actores siguen prefiriendo pírricas victorias por separado que arriesgarse a superar juntos los dramas.

La ambigüedad del Partido Comunista hacia Europa: ¿Salir o no salir de la zona euro?

Antes de decidirme a escribir este post me he pasado un par de horas tratando de descifrar cuál es la postura oficial del Partido Comunista respecto a la Unión Europea. Nunca me ha gustado la fraseología (post)marxista, tan innecesariamente barroca y críptica, pero hasta ahora no me había visto en la necesidad de saber qué demonios pretenden de verdad decir. Y os confieso que es un ejercicio extenuante.

Este fin de semana se ha celebrado el XIX congreso del PCE. Como estaba previsto, José Luis Centella ha sido reelegido secretario general. Pocos medios de comunicación, creo que salvo eldiario.es ninguno más, se han hecho eco de la noticia, lo que a los comunistas no sé si debería preocupar, pero a Cayo Lara e Izquierda Unida sí, y mucho.

Pero esto sería introducir otra variable de la que nada sé. Por lo que hoy quiero hablaros del PCE tiene que ver con la tesis políticas que han sido aprobadas en su congreso (y que podéis leer en este pdf). Del poco más de centenar de páginas del documento, siete están destinadas a reflexionar sobre la «crisis de la Unión Europea» en un tono bastante sombrío, era de esperar, y también bastante ambiguo, algo que —al menos yo— esperaba menos.

José Luis Centella, durante su intervención en el congreso (foto: PCE)

José Luis Centella, durante su intervención en el congreso (foto: PCE)

El diagnóstico del PCE es fluctuante. Por un lado aseguran que estamos asistiendo al fracaso del «modelo neoliberal europeo» nacido en Maastricht, que «implantó» el Consenso de Washington y que ha derivado en una Europa «inoperante», «oligárquica», «imperialista», «individualista» y «antipopular». Por otro, mantienen que la crisis económica e institucional de España es consecuencia de pertenecer a esta Europa, «que a través de las políticas de ajustes, no hace más que agravar el sufrimiento de los pueblos y la pérdida de soberanía».

Así pues, el PCE se lamenta al mismo tiempo de la marcha de Europa, algo razonable, aunque muy matizable, y de la pérdida de soberanía, lo que entra un poco en contradicción con la actitud históricamente internacionalista que profesan los comunistas (algunos). Pero esta no es la única contradicción o ambigüedad en el texto. Ni tampoco la más importante, a mi juicio.

Para dar «la batalla social e ideológica» que Europa necesita en el presente, el PCE defiende «rechazar el pago de la deuda ilegítima» e impulsar la «creación de un bloque regional de países deudores» frente a los «acreedores financieros» y Alemania (contra quien se despacha a gusto la ponencia). Todo esto está muy bien —o muy mal—, pero no resuelve el tema del euro.

Al parecer, y según una enmienda aprobada en el congreso, el PCE apuesta «por la ruptura del modelo del euro», que no es lo mismo que «con el modelo del euro», como titula para liarlo todavía un poco más eldiario.es. Con «ruptura del modelo del euro» los comunistas parecen querer decir ruptura con el «modelo neoliberal» que lo sustenta así como con las implicaciones y obligaciones macroeconómicas de pertenecer a la moneda única. Pero, ¿significa entonces que el PCE defiende la salida de España del Euro?

Tengo dudas, muchas. El único párrafo del documento político que menciona la salida «unilateral del euro» parece querer alertar de que el abandono de la eurozona, además «de ser dirigido por el bloque de poder de la oligarquía española», no significaría el fin de «las políticas de ajustes que hacen recaer el peso de la crisis en la clase trabajadora». Además, la salida del euro tendría «consecuencias sobre los salarios», «una fuerte devaluación» y la «subsiguiente «inflación».

¿Significa entonces que el PCE no defiende en absoluto el abandono del euro? Pues quién sabe. Como me han dicho que ha respondido, preguntado por lo mismo, un influyente diputado de IU: «Bueno, es algo así, pero no».