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Queridos negacionistas, no os esforcéis más: el Holocausto sí que tuvo lugar

No os conozco personalmente, queridos negacionistas, pero observo con fastidio creciente que cada vez que publico un artículo sobre algún asunto espinoso relacionado con el nazismo, la extrema derecha o el Holocausto estáis prestos al quite con comentarios que en algún que otro país europeo rozarían, siendo magnánimos, el delito.

Internet es un nicho ideal para vosotros, negacionistas. No lo digo yo, que solo puedo afirmarlo —poca cosa— por la experiencia, sino un estudio reciente de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales. Aquí está el estudio. Es extenso, no os va a convencer de nada, pero bueno, yo os lo enlazo. ¡Por datos que no sea!

El negacionismo es una malformación propiamente europea. El residuo intelectual de una civilización que ha pulido sus valores de forma obsesiva. Tanto deseo de perfección moral deja esquirlas: aquellos que, contra la razón, el sentido común y el principio de realidad, se empeñan en sostener públicamente mentiras refutadas.

Todo lo anterior tampoco lo afirmo yo solo —ya véis que no soy nada original—, sino que es moneda frecuente entre historiadores. ¿Cuáles, os preguntaréis? Pues, en principio, los mejores. Tony Judt, Mark Mazower, Alan Bullock, Daniel Goldhagen. Y más. Y no solo los historiadores, también los testigos (autores de eso que se llama literatura concentracionaria): Elie Wiessel, Primo Levi, Jorge Semprún…

Pero la cuestión, diréis, no son los nombres, sino los hechos. Y en eso sí que os doy la razón. Así que, vayamos a los hechos. En un post reciente alguien que decía ser María dejó un comentario con una serie de preguntas, aparentemente contundentes, que vendrían a poner en aprietos la «versión oficial» del Holocausto. Estas preguntas, dirigidas a los «creeyentes», conminaban a mostrar pruebas de las órdenes de exterminio o de la existencia de los hornos de Auschwitz.

Presos en Buchenwald (WIKIPEDIA)

Presos en Buchenwald (WIKIPEDIA)

Es una forma de proceder clásica de los negacionistas. Tratar de poner en aprietos a los historiadores académicos usando argumentos circulares, como en este caso, proporcionando citas falsas o descontextualizadas y haciendo un uso espurio de los documentos. En esta ocasión, la comentarista del blog lo que hizo fue reproducir sin más algunas de las preguntas clásicas de los negacionistas más famosos, como el condenado David Irving o Paul Rassinier, considerado el primer negacionista, cuya biografía es muy curiosa: pasó del comunismo al socialismo, estuvo preso en Buchenwald (como Semprún, por cierto) y luego se alió con la extrema derecha tras la Segunda Guerra Mundial.

No voy a dedicarme aquí a refutar uno por uno cada argumento negacionista. Es un trabajo ingente, necesario aún hoy, pero del que ya se encargan con sobrado celo y precisión los profesionales. Alguien dirá: ¡Ajá! ¡Como no ofrece argumentos ni respuestas a los planteamientos concretos de los negacionistas, será porque estos tienen razón! Pues no, no la tienen. Y antes de nada por lo siguiente: la carga de la prueba, como en cualquier conspiración (11-S, la muerte de Kennedy, 11-M) está del lado de aquellos que se amparan en hechos extraordionarios… que como nos enseñó Carl Sagan, requieren de pruebas igual de extraordinarias.

El negacionismo es una boyante industria cultural. Trata de vestirse con los ropajes de la ciencia (vocabulario científico, profusión de notas al pie, uso de herramientas históricas) y sus partidarios se ven a sí mismos como quijotes que luchan por lograr que aflore una verdad presuntamente hurtada a la sociedad por el establishment académico. Ideológicamente suelen estar muy a la derecha del espectro político, pero no siempre. El historiador Vidal Naquet, cuyos padres fueron asesinados en Auschwitz, escribió en un famoso libro que «el negacionismo se haya en la encrucijada de ideologías muy diversas y a veces contradictorias».

Por mi experiencia en este blog, la mayoría de los negacionistas que depositan sus en él sus disparates parecen provenir de la extrema derecha, pero también me he encontrado con algún comentario negacionista desde posiciones ideológicas  de ultraizquierda (antiimperialistas, principalmente). Qué le vamos  hacer. Por mi experiencia también sé que este post, tristemente, no servirá de nada, que muy posiblemente los negacionistas, mis queridos negacionistas, redoblarán sus esfuerzos —como en la famosa definición de fanático que dio George Santayana— aunque hayan perdido de vista hace mucho su objetivo.