Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

La Unión por el Mediterráneo languidece

Cuando en 2008 el presidente Nicolas Sarkozy anunció la creación de una Unión por el Mediterráneo, la idea fue calificada de «extravagancia francesa», de «organismo superfluo» y de futuro «cementerio de elefantes». Hoy la Unión por el Mediterráneo cumple casi seis años en una situación de barrena política y de irrelevancia internacional.

Mapa de los países que componen la UpM. (Ssolbergj/WIKIPEDIA)

Mapa de los países que componen la UpM. (Ssolbergj/WIKIPEDIA)

La Unión por el Mediterráneo es la prolongación de una antigua aspiración europea: tender lazos entre los miembros de la Unión y los países del norte de África y Oriente Próximo. Hace ya casi 20 años que tuvo lugar el Proceso de Barcelona, hasta cierto punto embrión de la Unión por el Mediterráneo, lo que proporciona una idea clara de la importancia que tiene, sobre todo para países como Francia, Italia o España la colaboración política e institucional con los vecinos del otro lado de la orilla mediterránea.

Según los especialistas, la Unión por el Mediterráneo —formada por 43 países y con sede en Barcelona— nació ya «hipotecada» por sus muchos y divergentes intereses. Seis años después, la crisis económica en Europa, las revoluciones árabes o la guerra en Siria han venido a complicar de una forma extraordinaria la labor de este organismo, que se dice centrado, principalmente, en la «cooperación regional» y los «proyectos específicos».

Ahora que Sarkozy no manda y Hollande parece estar a otras cosas, la Unión por el Mediterráneo —que no deja de ser una herramienta de soft power para las fronteras de la UE— se debate entre dos opciones: o refundarse, que implicaría convertirse en una organización más dinámica, menos anquilosada y con más influencia directa en políticas concretas o bien disolverse como un azucarillo, lo que supondría un mal precedente y la constatación de un nuevo fracaso europeo.

* He encontrado pocos artículos que analicen la corta historia de la Unión por el Mediterráneo (y su futuro próximo) de una forma positiva u optimista. Pero para que no todo parezca tan negro como lo he pintado, y lo pintan los que saben y siguen de cerca el asunto, os enlazo un artículo (en inglés) de 2013 de la revista de los Jóvenes Federalistas Europeos en el que se argumentas cosas muy intesantes.

5 comentarios

  1. Dice ser Yomismo

    ¿Y qué hace ahí Mauritania pintada en verde?

    Mauritania sólo toca el Atlántico.

    27 enero 2014 | 10:48

  2. Dice ser Braiton

    Para que mas uniones, bastante fracaso esta siento la union europea como para hacer mas, estan drogados estos mandatarios…
    Si entran en http://www.losliantes.com veran por lo que una persona es capaz de arriesgar su vida en un incendio…

    27 enero 2014 | 11:22

  3. poesia

    Para Yomismo:

    Mauritania está incluida como en la alianza al igual que lo está Alemania, que tampoco toca el Mediterráneo. Por cuestiones geopolíticas y culturales. No hay que ver tanto la Unión por el Mediterráneo como una formación puramente geográfica, sino también cultural, de espacio político y fronteras más difusas que las nacionales.

    Saludos.

    27 enero 2014 | 15:26

  4. «Cuando escribo estas líneas, 200 inmigrantes han sido declarados muertos en las costas de Lampedusa y casi otros tantos desaparecidos. La información indica que los ocupantes del bote procedían de Somalia y Eritrea, dos naciones del Cuerno de África que se encuentran a 4.000 km de distancia de Lampedusa. 500 hombres, niños y mujeres (algunas de ellas embarazadas) han recorrido 4.000 km para embarcarse en un viaje que les aleje de la guerra somalí y de la opresión eritrea, si no de la miseria que acogota a dos de los países más pobres del mundo.

    Pero la tragedia de la que huían no explica por completo la decisión de embarcarse en un viaje que ya se ha cobrado la vida de decenas de miles de africanos en el Mediterráneo. Quienes se suben a estas embarcaciones saben que no les queda otra alternativa. Europa entornó sus puertas hace muchos años y ha dejado claro que no son bienvenidos bajo ninguna circunstancia. Tras negarles un visado en sus países de origen, nuestros gobiernos han subcontratado a los Estados del Norte de África para que hagan el trabajo sucio que sus votantes no admitirían aquí: miles de subsaharianos deambulan por las ciudades costeras de países como Marruecos o Argelia, sometidos al racismo, el acoso y la violencia de las fuerzas de seguridad.

    Cuando consiguen llegar a Europa tras pagar una fortuna a una mafia, la situación solo mejora ligeramente. Los Estados miembros de la UE han establecido para los inmigrantes irregulares lo que a todos los efectos constituye una ciudadanía de tercera clase. Los recluimos durante meses por una falta administrativa, les negamos el acceso a derechos esenciales como el de la salud y les difamamos públicamente acusándoles de robar nuestros empleos o de amenazar nuestras buenas costumbres. En países como Grecia, Holanda o Noruega, aupamos a partidos políticos que abogan abierta y violentamente contra ellos. Convertimos su vida en un infierno con la esperanza de que los que vengan detrás aprendan la lección. Como si no hubiesen mamado desde niños un verdadero infierno de pobreza y opresión.

    Así que las palabras de ayer de la Comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström, (la UE tiene que “redoblar los esfuerzos para combatir a los traficantes que explotan la desesperación humana”) suenan hoy a un sarcasmo intolerable. No hay traficantes si no hay muros insalvables, lo que sitúa a Europa en la categoría de culpable.

    Con franqueza, sueño con que mis nietos echen la vista atrás a estos días y se avergüencen de nosotros. Espero que recordemos la tragedia de Lampedusa como recordamos el asesinato de los activistas por los derechos civiles o el encarcelamiento de las sufragistas. Me sorprende que la actitud firme del Papa Francisco en este asunto llame tanto la atención, cuando lo verdaderamente destacable es que la Conferencia Episcopal española no haya abandonado el silencio cómplice ante medidas como el apartheid sanitario impuesto por el Gobierno. Porque cuando Italia ha declarado un día de luto nacional por el naufragio no ha hecho más que constatar lo obvio: cada uno de los que ha muerto hoy es uno de nosotros».

    El Pais.
    Por: Gonzalo Fanjul | 04 de octubre de 2013

    27 enero 2014 | 20:42

  5. Dice ser Pelus

    La verdad, no sabía ni que existía. Tenía un vago recuerdo de cuando todo el rollo aquel de la alianza de civilizaciones de Zapatero. Este tipo de creaciones, sino tienen un ámbito claro de actuaciones, competencias y presupuestos para desarrollarlas se pierden en el buenismo y en grandes eventos de postureo que a la postre no valen para nada, más que para gastar dinero y ensanchar la bolsa de algunos que viven de todo esto, asesores, empresas de eventos, consultorías y think tanks que realizan informes millonarios, etc….

    28 enero 2014 | 07:27

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