Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

Un corto adiós

Durante casi un año, allá por el muy lejano 1965, Francia se mantuvo alejada de las instituciones europeas. Este episodio transcendental y poco recordado de la historia de la integración se conoce como la crisis de la silla vacía. Y de él, al cabo, Europa salió reforzada.

Con el compromiso de que no sean tantos los meses, y sin la alarma de llamarlo crisis, también yo voy a ausentarme por un tiempo. Será algo más que unas fugaces vacaciones y algo menos que un año sabático. Lo prometo.

Llenar el blog durante dos años de contenido (espero que interesante para todos, europeístas de corazón y euroescépticos de razón) no ha sido sencillo, pero sí grato. Haciendo repaso asumo que me ha quedado mucho por contar, explicar, denunciar o maravillarme.

Es una fuente de desazón para un perfeccionista, pero también un aliciente para regresar con más vigor. A pulir vicios y cubrir carencias dedicaré la próxima temporada hasta el regreso. Espero que para entonces aún sigáis aquí, que me ofrezcáis de nuevo la silla.

Muchas gracias por haberme leído, comentado, alabado y criticado (sobre todo lo primero y lo último: con lo primero se come, de lo segundo se aprende). Feliz agosto y hasta muy pronto.

 

 

 

 

Europa: esa vieja casa con fantasmas

El porcelánico acuerdo para un tercer rescate a Grecia ha minado de dudas el horizonte. Nunca antes, ni siquiera durante los cinco años de crisis en los que la zona euro caminó sobre el abismo, la sensación de fracaso, la decepción y la desesperanza fueron mayores. Un fantasma recorre Europa, y esta vez no se trata de una ideología, sino de un estado de ánimo.

La frustración es la nueva y única patria común de los europeos. La bandera de todos que nadie, por vergüenza, se atreve a ondear. Un sentimiento general de abatimiento recorre las salas de prensa, los periódicos, las fruterías y los timelines. Esta espiral pesimista (¿en qué lugar del mundo salvo Europa un rescate no provoca euforia sino temores, desasosiego y tristeza?) tiene un nombre: decadencia.

Juncker y Merkel, en una reciente reunión. (EFE)

Juncker y Merkel, en una reciente reunión. (EFE)

El desenlace agónico de la crisis (¿habrá más actos o habrá sido el último?, se viena a preguntar el infatigable Suanzes en una de sus extraordinarias crónicas) ha fracturado los huesos de un esqueleto ya endeble e inarmónico. Solo un proyecto en fase terminal es capaz de ofrecer niveles de absurdo tan elevados. Estados contra estados, ministros contra ministros y, mientras, una soberanía común que se deshilacha, una ilusión que retrocede varias décadas (la referencia escrita a un ‘Grexit temporal’ será desde ahora una mácula difícil de borrar).

El espectáculo bufonesco de políticos alardeando de que el acuerdo refuerza a Europa cuando la realidad es que en el último mes Europa -con su abstrusa y a la vez ineficaz forma de resolver problemas- ha perdido el remanente de credibilidad que le quedaba, es también un síntoma de decadencia. No de una decadencia spengleriana, orgánica, sino de una decadencia fruto de la tardía o nula corrección de los errores propios, de la falta absoluta de autocrítica, de la brecha entre gobernados y gobernantes y del agotamiento de los motores que condujeron al proyecto europeo al éxito en el pasado.

El nacionalismo de baja intensidad que se ha practicado estos días (así el egoísta referéndum de Tsipras o el encono insolidario de los socios nórdicos) no es la causa del desastre, sino su consecuencia. Cuando no hay voluntad de permanecer juntos (o tan solo hay una voluntad temerosa), cuando la fe originaria en el proyecto se ha perdido, lo que queda es una guerra de guerrillas, un hastío difuso, como al final de una pachanga (Eurogrupo) con dos balones. Es verdad que la UE se ha ido construyendo como resultado de la superación de distintas crisis, pero esa dinámica (esa potra histórica) no durará siempre. Y menos si todos los actores siguen prefiriendo pírricas victorias por separado que arriesgarse a superar juntos los dramas.

¿Hacia una nueva Guerra Fría?

Clichés retóricos que emergen del pasado. Movimientos de tropas y armamento que escenifican antiguas polarizaciones. Amenazas y sanciones. Alineaciones ideológicas que, sin estar del todo claras, perpetúan concepciones políticas con décadas de recorrido. En nuestro intento compulsivo por ordenar los acontecimientos mundiales reluce un concepto caduco, que se dio por amortizado y ahora vuelve. Los politólogos y los expertos lo han bautizado como nueva Guerra Fría.

En un reciente artículo en el esperado y prometedor diario Ahora (todavía está en beta), Ramón González Férriz expone su preocupación por nuestro lenguaje político, dominado por los caducos clichés de la Guerra Fría. González Férriz demanda un nuevo lenguaje para una nueva realidad. Herramientas de pensamiento novedosas para enfrentarnos a problemas que también lo son. Coincido con él. El debate público está repleto de tics políticos de un pasado que ya no se nos parece (‘fascista’, ‘comunista’… son reliquias que exhumamos para hacer frente a nuestros enemigos, pero de poco más nos sirven).

Pero existe un matiz. Quizá la realidad también conspira (y no solo nuestro perezoso cerebro) para inducirnos a pensar sobre la base de esquemas mentales del pasado. Es un hecho que la Rusia de Putin se ha lanzado a una carrera contra Occidente. También sabemos que todos nos espiamos compulsivamente, incluso entre aliados. Es cierto, por último, que hay regiones del planeta donde la lucha por los recursos y la geoestrategia son el pan nuestro de cada día. Claro que hay otros factores de desestabilización, y también de esperanza, pero se dan condiciones objetivas para hablar de un revival del teatro mundial de la segunda mitad del siglo XX.

Rusia

El conflicto ucraniano ha sido el detonante final, pero los mimbres venían tejiéndose desde tiempo atrás. De Gorbachov a Chomsky, el término ha hecho fortuna entre políticos, analistas y comentaristas varios. Aquí está la completa entrada de Wikipedia, que data de 2014. Y si queréis saber más, el blog Guerras Posmodernas lleva unos meses dedicándole una sección muy interesante, donde entre otras cosas se analizan algunas contradicciones y se matizan otras, como por ejemplo su naturaleza incomprendida: «La ausencia de una ideología fuerte en el bando anti-occidental es lo que quizás haya impedido que el concepto de Nueva Guerra Fría sea entendido».

El otro día Pew Research publicó un estudio significativo. Iba sobre la visión de la política y la economía de la Administración Obama fuera de EE UU. Los resultados refrendan el comportamiento bipolar del mundo. Los países de la Unión Europea siguen considerando satisfactorias las políticas de Obama (aunque, curiosamente, España es el país donde menos valoración tienen: ¿nuestro secular antiamericanismo?), pero en Rusia el vuelco es descomunal (ver gráfico) hacia lo negativo. También sucede algo parecido en países alineados con Rusia y en Oriente Medio (aunque aquí me remito al entrecomillado del anterior párrafo).

Esta conspiración de hechos y esta voluntad de pensamiento global (parece que es más sencillo pensar en términos de grandes bandos en permanente enfrentamiento que de multipolaridad) dejan a Europa en un lugar delicado. En plena crisis (todavía) de modelo, la UE se puede ver sin potencia ni decisión para servir de nexo entre potencias y discursos rivales. La nueva guerra fría pilla a Europa, después de todo, ensimismada en sus propias cavilaciones.

 

¿Y por qué no un ‘Hungrexit’?

Sobre la Unión Europea planean dos retos estivales. Uno es económico y político y se llama Grecia; otro es político y civilizatorio y se llama Hungría. Grexit es un vocablo familiar. Hungrexit me lo acabo de inventar. El pulso griego a las instituciones (y viceversa) está a diario en los medios de comunicación por la magnitud de lo que podría llegar a ser, y no tanto por la tragedia de lo que ya es.

En cambio, y he aquí un ejemplo del monopolio de la economía en la interpretación de la realidad, las noticias sobre Hungría son testimoniales, casi de un exotismo etnográfico. ¡Como si Hungría no fuera un país centroeuropeo que lleva 11 años en la Unión y que es la mayor amenaza a la tradición democrática de la reciente historia continental!

Viktor Orban, en Estrasburgo, este pasado mayo (EFE)

Viktor Orban, en Estrasburgo, este pasado mayo (EFE)

La Hungría de barniz autoritario de Viktor Orban (líder del muy derechista Fidesz, el partido gobernante) lleva un lustro echando un pulso a las instituciones en pilares fundamentales para Bruselas como la libertad de prensa, la inmigración, la pena de muerte y las relaciones con Rusia. Pero, pese a pisotear un día sí y otro también el zeitgeist europeo (lo último ha sido la cuota de inmigrantes, lo penúltimo el deseo de construir un muro antiinmigración), nadie ha sugerido, ni siquiera como una posibilidad, que Hungría abandone la Unión Europea.

Entre bromas, recientemente, Jean Claude Juncker llamó «dictador» a Orban en una reunión de primeros ministros. Broma ambigua que destila un poso de verdad. La última vez que os hablé aquí de de Hungría, en la primavera de este año, fue con motivo de la entrada en el Parlamento de la ultraderecha de Jobbik (quizá el partido más abiertamente antisemita que ha logrado escaño en el hemiciclo de un país europeo). Un poco antes había escrito sobre el fascismo que venía. Y sobre cómo puede convulsionar las relaciones con la UE.

Hungría es uno de los socios más pobres de la UE. Dos pinceladas, según Eurostat: el salario mínimo es de 332 euros y el porcentaje de población en riesgo de pobreza del 31%. Hungría ha pasado, como apunta el blog Desde Hungría (un excelente fresco escrito por un estudiante español de medicina residente en el país), de ser cabeza del grupo de Visegrád (Polonia, Chequia, Eslovaquia y Hungría: antiguos países de la órbita soviética que entraron en 2004 en la UE) a ser el último.

Pero con todo, lo peor para Europa, lo que pone a las instituciones en un aprieto (y a los países también: no hay que olvidar que Alemania, pese a las malas relaciones, sigue siendo el principal socio comercial de Hungría), es el progresivo alejamiento de Bruselas y el acercamiento a Putin. Su condena de las democracias occidentales y sus elogios a Rusia, Turquía y Azerbayán. Elogios no solo políticos, sino algo más: ha venido acompañados de acuerdos económicos que desde Europa se observan con temor.

Porque Hungría puede ser todo lo reaccionaria que quiera… mientras los negocios los haga con nosotros.

Hacer que duren, dejarles espacio: los mejores comentarios de lectores sobre Grecia, europeísmo o democracia

(IMAGEN: Gtres)

(IMAGEN: Gtres)

Con frecuencia amigos y conocidos me dicen: «Sí, bueno, el blog no está mal, pero los comentarios… vaya tela». El contador interno de la plataforma da una cifra: 1598. Desde que hace casi dos años empezara el blog habré borrado un anémico puñado, no más de 50. Quizá menos de los que hubiera debido. En mi descargo diré que haber sido más vigilante y estricto con ellos me habría supuesto el doble de trabajo de lo que me lleva escribir semanalmente…

Lo cierto es que muchos de los miles de comentarios que hoy son visibles en los post son estupideces: barbaridades conspiranoicas sin pies ni cabeza; alusiones criminales, xenófobas, racistas; insultos hacia mi persona (o hacia otros comentaristas) que en la vida real darían para una década ininterrumpida de querellas; exabruptos cómicos, surrealistas, casi, casi siendo generoso graciosos.

También ha habido, y espero que esto no suene a despedida, comentarios brillantes, certeros, cultos y apasionados. Mucho más interesantes que los propios post que servían de lanzadera. Por desgracia, son un milagro, pero un milagro útil: demuestran que puede haber una conversación inteligente en la Red. No descubro nada con esto, lo sé. Como tampoco descubro nada si digo que el feedback más provechoso con los lectores se establece en redes sociales como Twitter.

Los comentarios del blog son, demasiadas veces, una sentina donde los insatisfechos depositan sus alegatos, sus fobias o su mala baba; con un estilo bastante pobre, por cierto. He vuelto a reeler los miles de comentarios. Considero de justicia rescatar los mejores*, los que sí aportan. He seleccionado ocho que, como dice la frase final de Las Ciudades invisibles de Italo Calvino, merece la pena hacer que duren: dejarles espacio.

(*No he modificado el contenido de ningún comentario, todo lo más, editado alguna errata, alguna mayúscula, cosas así)

Sobre el europeísmo:

Los politicos que gobiernan la nave europea, a menudo, por no decir siempre, no se dan cuenta que en muchas ocasiones las críticas que se realizan al proyecto europeo se hacen desde el más profundo europeísmo. Pero para ellos cualquier crítica es un ataque furibundo a Europa, sobretodo en los últimos tiempos. Es una pena, no se si darán cuenta que son ellos los que más están atacando al proyecto europeísta. Si son conscientes malo, si no lo son, casi que peor. (PELUS, 28/03/2015)

Sobre Grecia:

¿Seguro que fue solo Grecia la que engañó con sus cuentas? Porque si mal no recuerdo, en una importante firma financiera que asesoraba a Grecia en lo de sus cuentas para entrar en el euro trabajaba (y no como conserje, precisamente), el hoy Presidente del Banco Europeo, Mario Draghi.La Unión Europea, en el momento actual, es solo un montaje que le viene estupendamente al más fuerte de la pandilla, pero que no podía permitir que la cuna de la civilización europea como es Grecia, quedase fuera de la marca Europa, so pena de perder credibilidad. Aunque la credibilidad europea como tal “unión de países” está por los suelos, ya que en definitiva cada vez tiene más tintes de anexión que de unión. Además de que detallitos como que el Sr. Juncker, estafador confeso con sus acuerdos secretos con las multinanacionales en Luxemburgo, sea Presidente de la Comisión Europea con el férreo apoyo (imposición, dirían algunos), para nada ayuda a una Europa de todos y no solo de algunos. (FÉLIX, 25/02/2015)

Sobre ¿qué es Europa?:

Europa invertebrada, Ortega y Gasset trataba de vertebrar España a través de Europa. Los problemas planteados por la UE de la crisis son asombrosamente similares a los que diagnosticaba Ortega en su famoso libro. Parece que Europa se disgrega por las mismas “brechas históricas” que señalaba la “España invertebrada”. ¿Coincidencia…? no lo creo.¿Qué es Europa? -nos queda mucha tela que cortar-. (DOCTOR BERMEJO, 05/09/2013)

Sobre el lenguaje político:

Cuando se enmascara el lenguaje y las ideas con eufemismos lo único que se quiere reflejar es lo contrario de lo que se piensa. Palabras grandilocuentes para tiempos pobres. De eso en España sabemos últimamente mucho. (ANTONIO PÉREZ, 9/10/2013)

Sobre la inmigración:

Vivo en Lavapiés y puedo decir que el mejor sitio del mundo para criar un hijo, tengo dos y quieron que vean la diversidad del mundo: Racial, cultural, social… Es falso que haya inseguridad, no más que en otros barrios de Madrid, lo que hay es conciencia de lo que ocurre, de la realidad social que padecemos en toda su expresión, sin tapujos ni medias tintas. Lo penoso es que haya trabajadores que miren a los que han venido de fuera a ganarse la vida, como enemigos. Sólo os pondré un ejemplo: ¿Qué pensaríais si un trabajador alemán maltrata a uno de esos jóvenes españoles que han tenido que salir de nuestro país para labrarse un futuro? Sólo un perro hambriento disputaría un mendrugo a otro perro tan ambriento como él. A los hombres se nos suponen ideales más elevados, si nos va mal deberíamos buscar a los culpables en lugares enmoquetados y perfumados donde, por cierto se frotan las manos con el resurgir de estos partidos neonazis. Los trabajadores debemos estar unidos contra los capitalistas no contra los otros trabajadores. Miserable el que apedree a otro tan pobre comoe el. Héroe el que apedree al señorito que le insulta con su prepotencia. Pero para esto último hay que tener más huevos que para lo primero. (JORGE, 16/10/2013)

Sobre democracia y Estado de Bienestar:

Europa a sufrido dos grandes guerras y una guerra fría. Era la envidia del mundo porque creo un sistema llamado Estado de Bienestar. Sin emabargo, se relajarón los sistemas de control y aparecio la avaricia y codicia de sus dirigentes. La clave de ese estado de bienestar era una clase media pujante, emprendedora, que era y es la que paga todas las facturas. Unos iluminados crearón algo llamado globalización, lo que hizó bajar las rentas de estas clases medias y sobre todo precarizando su trabajo en nombre de algo pomposo llamado competitividad. Ahora bien, se deshizo el equilibrio que existía y todos nos engañamos a nosotros mismos con un orgía de crédito barato, lo que disimulaba esa bajada de poder aquisitivo. Ahora somos una sombra de lo que eramos, nos han vendido a un sistema injusto, pero lo gracioso es que quieren que sigamos comprando coches y casas, y sobre todo sufragar todos los impuestos. Porque los ricos no pagan, y lo pobres no pueden. Resulta que han matado a la gallina de los huevos de oro. Pero la gran culpa es de los europeos que hemos permitido todo esto, perdiendo nuestro poder democrático. Es así de sencillo…. (CARLOS, 06/11/2013)

Sobre el negacionismo:

Existe tanta información al respecto que es terrorífica. Lo de negarlo es porque alucinan, simplemente creen que con repetirlo mil veces conseguirán… pero cualquiera que haya leído, con la cantidad de bibliografía que hay al respecto (aquí has puesto muchos enlaces) sabe y buf, no es algo que le guste a nadie leer. Lo más fino que cuentan los libros basados en hechos reales no es del caso de exponer por lo cruel, despiadado, inhumano, bestial, no tengo más palabras porque me acabaría el diccionario y necesitaría palabras nuevas. Sorprende, debemos buscar los motivos de que nieguen el holocausto, probablemente serán motivos políticos basados en la ignorancia. (DARWIN, 25/11/2013)

Sobre el proyecto europeo:

Eso de las presidencias rotatorias es una pamplina que de poco sirve, más que para gastar unos dineros que no sobran. Si se quiere avanzar hace un modelo de Unión más real y menos artificiosa, deben tomar cada vez más importancia las instituciones europeas, el parlamento sobre todo. Y en base a él, hacer unas instituciones más fuertes y menos dependientes de los poderes locales de cada estado. Esos poderes estatales que se centren en sus competencias en sus propios países que bastante mal están, y para Europa, los ciudadanos ya votarán lo que quieren concretamente. Porque es más que probable que lo que representa un determinado partido política para sus electores locales, no es la mismo que represente en Europa, por lo que es más que probable, que un ciudadano vote a unos para lo local y otros para lo europeo (cosa que ya sucede aquí con los locales, autonómicas y nacionales), porque esos gobiernos estatales se sienten legitimados para hacer políticas europeas cuando no han sido votados para ello? (PELUS, 14/01/2014)

El Manifiesto de los cinco presidentes: bomba política para completar la Unión

Se conoce como el Manifiesto de los cinco presidentes, aunque oficialmente su título sea Realizar la Unión Económica y Monetaria Europea. Es el esperado informe que aspira a convertirse en “la hoja de ruta ambiciosa, pero pragmática” para completar la unión económica y monetaria antes de 2025. El documento ha sido impulsado por el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, y refrendando por los también presidentes Martin Schulz (Parlamento), Jeroen Dijsselbloem (Eurogrupo), Donald Tusk (Consejo) y Mario Draghi (BCE).

El texto, 24 páginas de asunción de errores en la gestión de la crisis y de propuestas audaces como la creación de un Tesoro europeo y una autoridad fiscal continental independiente, circulaba ya a comienzos de semana por Bruselas, y algunos avanzaron estupendos resúmenes, como el de Pablo Suanzes en El Mundo. El documento es una bomba política que pretende «reforzar los cimientos europeos» justo en un momento en el que la crisis griega, epítome de todos los vicios y disfunciones de la UE en estos años de crisis, parece que está, por fin, próxima a resolverse.

Juncker y Merkel, en una reciente reunión. (EFE)

Juncker y Merkel, en una reciente reunión. (EFE)

El informe comienza asumiendo que hoy la UEM sigue siendo un proyecto inacabado o «acabado parcialmente» y que si el objetivo es minimizar los daños de futuras crisis económicas hay que compartir el «impacto de las perturbaciones». Es decir, más unión fiscal, económica y financiera. Todo ello, claro, con la argamasa de un «verdadero control democrático» legitimado por una efectiva y profunda unión política. Todo esto, con el tiempo, se dice literalmente en el texto, «implicará inevitablemente compartir más soberanía».

El informe plantea dos fechas, 2017 y 2025. Para concluir con éxito los objetivos fijados para la más cercana se plantea un carrusel de medidas inmediatas (algunas de las cuales se comenzarían a aplicar este mismo 1 de julio) como un acuerdo sobre el sistema común de garantía de depósitos, la puesta en marcha de de la Unión de Mercados de Capitales o el establecimiento de un mecanismo de financiación puente para el Fondo Único de Resolución. En suma, profundizar y finalizar la tan esperada Unión Bancaria.

Una vez completado este primer impulso bianual, lo siguiente y más ambicioso sería completar la UEM. Un camino que no duraría más de 8 años y en el que se crearía un verdadero Tesoro europeo, se integraría el MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad) en los Tratados y se introduciría una función de estabilización macroeconómica para la Zona Euro. La puesta en marcha de esta maquinaria exige, según los presidentes, «visión de futuro común» entre los Estados y las Instituciones. Y para que comience a implementarse desde ya, invitan al Consejo Europeo los Estados a aceptar y refrendar las propuestas «a la mayor brevedad».

Leído el texto, sorprende por un lado la indisimulada intención política de sus firmantes. Parece que por fin las élites gobernantes aceptan que una Europa desigual, una Europa defectuosamente cerrada, no podrá competir en un futuro hiperglobal. La ambición de las propuestas, que aunque técnicas son un salto adelante evidente, puede, con todo, que sea excesiva para los Estados miembro, empeñados en una huida centrípeta permanente. Es muy probable, y no en sí mismo malo, que la urgencia de la propuesta de los Cinco venga fijada por el fiasco griego y la casi obligación de que algo así no pueda volver a repetirse. No al menos con la misma virulencia y la misma falta de previsión. Pero el documento trasciende lo coyuntural y planeará sobre el horizonte durante muchos años. Si es que, primero, es aceptado en todos sus puntos.

La Carta de Derechos Fundamentales, gran desconocida para los europeos

Los ciudadanos europeos seguimos desconociendo qué es y qué contenido tiene la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. Un documento que tiene ya casi una década, vinculante para todos los estados miembro (con alguna excepción) y que recoge los principios de dignidad, libertad, igualdad y justicia. La base de la seguridad jurídica en la vida de la Unión, vaya.

A finales de mayo, una encuesta del Eurobarómetro preguntó sobre ello. Sus resultados han pasado desapercibidos aun siendo dignos de ser comentados. Si en 2011 el porcentaje de europeos familiarizados con la Carta era de un 11%, en 2015 esa cifra ha subido al 14%. Resulta llamativo, tras años de crisis económica y social y de la quiebra de la solidaridad interna entre europeos, que este incremento prácticamente testimonial.

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Aunque, con todo, lo más grave es que todavía más de un tercio de los ciudadanos no han oído jamás hablar de la existencia de este documento capital. De manera significativa, España es el país europeo con un porcentaje más alto de conocimiento (24%) de la Carta y Grecia es el socio europeo que en 4 años desde la anterior consulta más ha visto crecer este porcentaje (del 8 al 16%).

Hay otros datos interesantes, como que el nivel de conocimiento de los derechos fundamentales es mayor en las grandes ciudades y núcleos urbanos que en las zonas rurales, o que los trabajadores manuales están mucho menos informados al respecto que los trabajadores autónomos, desempleados y empleados en general. También hay diferencia entre hombres y mujeres: los primeros dicen tener un conocimiento de su carácter legalmente obligatorio más alto.

La Carta Fundamental recoge principios que van desde el derecho a la vida, la prohibición de la pena de muerte o la trata de seres humanos al derecho a la libertad de expresión y la prohibición de las expulsiones colectivas. La Carta, además, se compromete en el preámbulo a «reforzar la protección de los derechos fundamentales a tenor de la evolución de la sociedad, del progreso social y de los avances científicos y tecnológicos».

PD1: Aquí esta la Carta Fundamental. Se lee rápido. Es breve. Merece la pena.
PD2: Y aquí el informe del Eurobarómetro al que he aludido en el post.

Le Pen logra formar grupo propio en la Eurocámara: más dinero, influencia y visibilidad para los eurófobos

Un año después de las elecciones al Parlamento Europeo, la ultraderecha continental, liderada por la francesa Marine Le Pen, anuncia que ha logrado formar grupo parlamentario propio. Una mala noticia para los europeos. Por cinco razones.

La primera es que un grupo parlamentario propio en el PE (son necesarios eurodiputados de 7 países, por eso se ha dilatado tanto en el tiempo) da derecho, según emana de la legislación comunitaria, a recibir cerca de 3 millones de euros al año de financiación para llevar a cabo actividades de comunicación y contratación de personal, entre otras.

Los líderes de los partidos que forman el nuevo grupo en el PE (Imagen: Euronews)

Los líderes de los partidos que forman el nuevo grupo en el PE (Foto: Euronews)

Segundo, porque con este dinero y la visibilidad que da un grupo propio en Bruselas y Estrasburgo, la relevancia mediática de las ocurrencias del Frente Nacional (y los otros partidos de otros seis países de la UE que componen la formación, orwellianamente autodenominados Europa de las Naciones y las Libertades) se multiplicará exponencialmente.

Tercero, porque como varios estudios académicos han demostrado en el pasado (hace ya tiempo os hablé de uno), cuando los eurófobos logran hacen piña nunca es para bien del conjunto de la Unión, sino para torpedear el normal funcionamiento de la Eurocámara y entorpecer el debate político, normalmente muy fructífero. Suelen ser, y no motivos para pensar que no vaya a ser así esta vez, poco resolutivos y descaradamente propagandistas.

Cuarto, porque los periodistas y yo me pongo el primero abusaremos sin querer de nuestros prejuicios, otorgaremos más espacio a las salidas de tono y las propuestas ultras (son mediáticamente más jugosas de colocar) con lo que estaremos indirectamente potenciando su presencia en el día a día.

Y quinto, porque como han alertado ya ONG que luchan contra el racismo y la xenofobia, como European Network Against Racism, esta nueva coalición parlamentaria puede con su altavoz extender la intolerancia hasta el punto de generar un estado de ánimo contrario a las políticas que tratan de frenar las desigualdades.

PD: Uno de los grandes peligros, a mi modo de ver, de los partidos eurófobos europeos es la facilidad que tienen para retorcer el lenguaje. Ayer mismo, el líder holandés Geert Wilders celebró el pacto, en el que su partido también estará, diciendo que «la liberación había comenzado». Es esa retórica, que no respeta el pasado y emborrona el presente, la que veremos mucho en los años que restan de legislatura.

Treinta años de España en la Unión Europea: una celebración agridulce

La magnitud de la celebración de un aniversario no depende tanto de lo que supuso entonces un acontecimiento, sino de lo que en realidad supone hoy para los que se ven en la obligación de celebrarlo. Hace 30 años España firmaba el Tratado de Adhesión a la CEE. España dejaba de ser un verso sin estrofa, una anomalía europea, y se integraba en la modernidad.

Hasta ahí, el relato es sencillo y asumible para la mayoría adulta del país. Los beneficios materiales que conllevo la adhesión ayudaron, además, a disimular el escaso conocimiento, más allá de un puñado de tópicos, de la opinión pública ¡y de los propios políticos! sobre lo que significaba ser realmente europeo. Fue más un acoplamiento material que una unión sentimental.

Felipe González firma el documento de Adhesión en 1985 (FUENTE: Ministerio de Exteriores)

El presidente del Gobierno Felipe González firma el documento de Adhesión en 1985 (FUENTE: Ministerio de Exteriores)

El relato se empezó a truncar hace menos de una década, y precisamente por su lado más frágil: la juventud. Se da la contradicción que la generación más vinculada al continente viajes baratos, Erasmus, idiomas, etc. es al mismo tiempo la que hoy ejerce la bandera si no del antieuropeísmo, sí al menos del europeísmo crítico… barnizado a veces de franco pesimismo.

Los que hoy tienen 30 años han heredado el discurso optimista (también algo paternalista) sobre Europa en el marco de una realidad que no lo refrenda. Es decir: los jóvenes, que son los que deberían recoger el testigo de los pioneros que nos llevaron a Europa, no se creen no nos creemos: yo sigo siendo aún joven hasta los 36, según decía JGB que Europa sea capaz de proporcionarles la misma estabilidad e ilusión.

No es casualidad que haya sido El País, muy vinculado a ese primer impulso europeísta de los años ochenta, el único gran periódico nacional que se ha guardado tiempo, espacio y firmas para recordar el 30 aniversario. El resto, con involuntario desdén, ha preferido reservarse el derecho de celebración. En un fugaz vistazo a las firmas que incluye el diario, uno echa en falta precisamente ese impulso desde abajo de la edad.

Se recuerda estos días la frase de Ortega que nos enseñaron en el colegio: «España es el problema, Europa la solución». Se evoca, incluso, para darle la vuelta. Pero hay otro pensamiento orteguiano que le viene mejor a la fase que ahora experimentamos: «El esfuerzo inútil conduce a la melancolía». Decía Jane Kramer, la histórica corresponsal del New Yorker, que la idea de Europa avanzaba en la medida en que nadie sufriera o creyera sufrir a causa de ella. Si en España el progreso de la idea se ha estancado, es muy problablemente por esa incómoda razón.

Ampliación: He realizado una pequeña selección de temas a través de Twitter que tratan el aniversario. Merecen la pena.

Donde el asco era un lujo: Mauthausen, el campo de los españoles, en tres libros

Antes de que los rescoldos del aniversario de su liberación se apaguen, me gustaría traer Mauthausen. El campo de concentración nazi donde más presos españoles vivieron (casi 8.000) y murieron (la mitad no sobrevivió). Uno de los lugares más atroces del universo concentracionario alemán. No puedo competir con las buenas historias que estos días pasados se han ido publicado. Pero puedo compartirlas. Esta sobre los tuits desde el infierno. O este relato sereno y conmovido de Cuartango, visitante por un día. También puedo traer varios libros, muy recientes.

El primero de un historiador, Benito Bermejo. El segundo de un periodista, Carlos Hernández de Miguel, sobrino de un deportado que sobrevivió al cautiverio. El fotógrafo del terror (RBA, 2015), el primero de ellos, rescata la biografía y el legado de Francisco Boix, preso socialista que logró sustraer miles de fotografías que documentan las atrocidades de Mauthausen. Fotografías tomadas por los propios alemanes. Un testimonio que sería clave en Nuremberg, aunque Boix murió poco después, a los 31 años, con lo que su memoria y su coraje fueron amputados de los fastos en décadas futuras.

Miembros del Comité Internacional de Mauthausen, en los exteriores del que fuera campo de extermino nazi. (ARCHIVO / 20MINUTOS)

Miembros del Comité Internacional de Mauthausen, en los exteriores del que fuera campo de extermino nazi. (ARCHIVO / 20MINUTOS)

El segundo libro es Los últimos españoles de Mauthausen (Ediciones B, 2015). Una historia oral que recoge el testimonio de españoles supervivientes algunos ya centenarios y que recopila la memoria de los presos, la mayoría excombatientes republicanos de la guerra civil española. Pero hay un tercer libro, una novela en concreto, mucho más antigua que los otros dos. Se titula K. L. Reich (Libros del Asteroide, 2014) y la escribió Joaquim Amat-Piniella. Sobre él me extenderé más. Lo acabo de leer y me gustaría contribuir con razones, aunque lo haga peor que otros, a que vosotros también lo disfrutéis.

K. L. Reich es milagrosamente atípico. Una novela escrita en el siglo pasado… ¡publicada en los años sesenta en España! Toda una hazaña viniéndose de donde se venía: un régimen, el franquista, que hasta hacía nada había sido valedor de la Alemania hitleriana. Una novela testimonio que contiene universales humanos trágicamente similares a los de obras más conocidas (y quizá de mayor poso literaria).

Piniella, preso él mismo en Mauthausen, no es Jorge Semprún o Primo Levi, de acuerdo, pero su escritura más sencilla y menos elaborada, sobre todo comparada con la del autor de La escritura o la vida regurgita con más efectividad lo que fue la experiencia concentracionaria. En K. L. Reich reluce, con toda su tragedia a cuestas, la ‘culpa del superviviente’ (la sensación de haber conservado la vida cuando lo suyo era morir: «¿Estaré realmente estigmatizado?»). También otras vivencias clásicas de los campos: como las zonas grises alrededor de los kapos, la desinhibición fisiológica («el asco es un lujo aquí») o la renuncia mental («O te acostumbras o te mueres»).

Este año de conmemoraciones redondas (70 años) merece la pena pararse a leer un libro así. Un libro doble: un testimonio de primera mano y al mismo tiempo un ‘producto’ que sufrió las caprichosas contingencias de su tiempo. Es significativo, aunque el relato oficial lo obvie, las dificultades y el olvido que muchos testigos sobrevivientes padecieron para lograr publicar sus experiencias de muerte. Nadie, o pocos, les hacían caso. No tocaba. No estaba de moda. Hoy parecería que Europa tuvo una reacción instintiva e inmediata de protección y honra hacia ellos, pero no fue así para nada. Y en el prólogo del propio Piniella se percibe este desdén (y la sombra de la censura) cuando escribe:

No es nuestra la culpa de que este libro no haya salido hasta ahora, y si se edita pese a la mengua de actualidad que el tema ha experimentado es por creer que antes de olvidar una cosa es necesario haberla conocido.

NOTA: Espero que este texto os sirva a modo de recomendaciones indirectas para la Feria del Libro, a la que este año no le he dedicado un post específico, para desazón de mi amigo @raulnash.