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"... no me despiertes, si duermo, y si es verdad, no me duermas". (Pedro Calderón de la Barca, 'La vida es sueño')

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Piense antes de juzgar

5estrellasEl principio de Arquímedes

Si han leído alguna otra entrada de este blog o alguna columnita en su versión impresa, tal vez sepan ya que a servidora le gusta darle vueltas al coco más que a un tonto un lápiz. Creo que las obras que le indican explícitamente al espectador dónde está el bien y dónde está el mal, lo subestiman; al contrario, encuentro mucho más interesantes aquellas que le hacen pensar.

Es una virtud que sin duda tiene El principio de Arquímedes, una pieza de Josep Maria Miró galardonada con el Premio Born de Teatro en 2011 y cuya producción, estrenada en catalán en el Grec 2012, se ha adaptado ahora al castellano.

El principio de Arquímedes narra el conflicto que surge cuando trasciende que un monitor de natación ha abrazado y besado a un niño en la piscina. Se trata de un texto actual, de diálogos finos y verosímiles, con un par de perlas de humor sexual incluidas.

El principio de Arquímedes

Roser Batalla y Rubén de Eguia en ‘El principio de Arquímedes’. (Foto: David Ruano)

Para conducir a la reflexión de la que hablaba antes, utiliza una admirable estructura de escenas más o menos breves y temporalmente alteradas que trocea el conocimiento del espectador y lo aproxima a los puntos de vista que tienen de la situación cada uno de los cuatro personajes. El concepto queda reforzado por un planteamiento escenográfico —no se lo arruinaré detallándoselo— de inteligentísima concepción y no menos inteligente ejecución (firmada por Enric Planas). Ahora bien, si se produce la magia del teatro —que se produce, se lo aseguro—, es porque tan compleja maquinaria dramatúrgica se ha trasladado a las tablas con un código brillantemente sencillo y fácil de seguir para cualquier espectador, logrando un equilibrio formidable. Tanto que, de hecho (van a permitir que me tire el pisto), tras ver la función y sin conocerlo de antemano, supe que autor y director eran la misma persona, que el responsable de la obra, vaya, es uno y ‘bino’ —por suerte, no me gano la vida con el humor—.

En el aspecto actoral, la palma se la lleva Roser Batalla. Interpreta a la envarada responsable del club de natación, a la que solo desarma, con una precisión magnífica, con gestos sutiles, en el único fragmento en que ella se refiere a su vida personal. Rubén de Eguia, a quien veo que me referí como “descubrimiento” —más pisto, estoy insoportable hoy— hace cuatro años con motivo de La vida por delante, está ágil en el papel protagonista. Y también tiene sus momentos sobresalientes, como en las gracietas sexuales a las que me refería antes. Me encantaron, además, ciertos pequeños detalles de la dirección, por ejemplo, la naturalidad con la que en determinados pasajes se solapan las frases de ellos o de los otros actores (nosotros vimos a Albert Ausellé como Héctor, y Santi Ricart).

¿No le he encontrado defectos? A decir verdad, un par de ellos, pero de poca importancia, nimios en comparación con los aciertos. A ver si creían que va una regalando las estrellitas de cinco en cinco por ahí.

Título original: El principi d’Arquímedes.

Texto y dirección: Josep Maria Miró.

Traducción: Eva Vallines.

Reparto: Albert Ausellé, Roser Batalla, Rubén de Eguia y Santi Ricart.

Escenografía: Enric Planas.

Vestuario: Albert Pascual.

Iluminación: David Bofarull.

Diseño de sonido: Damien Bazin.

Producción: Bitó Produccions.

Sala: Teatro de la Abadía (sala José Luis Alonso), Madrid.

Quédense con el nombre

La punta del iceberg

3estrellas

Cuando creo que un montaje no funciona en el plano interpretativo, busco motivos por los que atribuírselo a la dirección, al reparto o a ambos. En este caso… no sé.

Algo tendrá que ver Sergi Belbel con ciertas pequeñas incoherencias –un cigarro que se ilumina antes de ser encendido, el bolso vacío de una alta ejecutiva– y con la demasiado pausada dicción de Nieve de Medina, con el excesivo atropello de Luis Moreno o con algunas reacciones tardías. Pero Pau Durá está muy fino en el papel de un sindicalista, sobre todo porque le confiere un halo de seductor sin recurrir a lo evidente; y Eleazar Ortiz clava al directivo que vive por y para el trabajo…

Tampoco se le puede negar a Belbel el mérito de haber ‘descubierto’ al dramaturgo Antonio Tabares –importante: quédense con el nombre–.

En la línea de El método Grönholm, de Jordi Galcerán, o de Contractions, de Mike Bartlett, La punta del iceberg se basa en un hecho real: los suicidios de empleados de France Telecom en 2009 y 2010. A partir de ahí, trata las tensiones que surgen en el espacio en que confluyen el ámbito personal y laboral de los humanos. Sin ánimo de adoctrinar, con personajes bien dibujados que sintetizan los distintos tipos de trabajador. Y con un ritmo magnífico, «con unos diálogos que fluyen con una naturalidad exquisita», escribe Belbel, que ha leído toda la obra de Tabares. Yo por ahora conozco solo esta, pero, sí, sus diálogos son maravillosamente naturales.

¿Vale la pena? Rotundamente, sí. Es fresca, actual, fácil (en el buen sentido), aunque da sobre qué pensar, mantiene la tensión… Y la escenografía la firma Max Glaenzel, genial, como siempre.

 

– Autor: Antonio Tabares.
Dirección: Sergi Belbel.
Reparto: Nieve de Medina, Eleazar Ortiz, Montse Díez, Luis Moreno, Pau Durà, Chema de Miguel.
Escenografía: Max Glaenzel.
Iluminación: Kiko Planas (AAI).
Espacio sonoro: Javier Almela.
Producción: Teatro de la Abadía.
Sala: Teatro de la Abadía (sala San Juan de la Cruz), Madrid.

Atmósferas

El policía de las ratas

3estrellas

Los montajes de Àlex Rigola siempre me han llamado la atención por su estética. He podido ver media docena de producciones con su sello, y todas me han dejado una marcada impresión o huella en la memoria en forma de imagen. Me fascina la manera en que dibuja escenarios contundentes, cómo usa los colores, las texturas y la iluminación.

Esa fuerza estética cobra más importancia si cabe en una pieza como El policía de las ratas, en la que crear una atmósfera es fundamental. Aquí la ha logrado con el blanco y el negro, rotos solos por el rojo de la sangre. Tan sencillo como efectivo y hermoso.

El policía de las ratas, un relato de Roberto Bolaño, engancha como thriller: el protagonista, Pepe el Tira, al fin y al cabo, va detrás de un asesino en serie. Luego, la trascendencia se la dan una cuestión formal y otra de fondo. En la formal, la fortísima carga poética del relato, a pesar de su estructura narrativa –valgan como muestra dos citas del primer párrafo, “Luego viene el otro nombre, el alias, la cola o joroba que arrastro con buen ánimo…” o “… es como mezclar arbitrariamente el cariño y el miedo, el deseo y la ofensa en el mismo saco oscuro”–. En la de fondo, las colonias de ratas como imagen de la alienada sociedad contemporánea, la figura de la rata reina como el poderoso de dudosa honorabilidad, la rata comisario jefe como el poderoso corruptible, la rata criminal que, como un humano, mata “por placer, no por hambre”, la rata policía incomprendida con alma de artista… Mucho para reflexionar.

La de Rigola es una curiosa y fiel adaptación, a medio camino entre la lectura dramatizada y la dramaturgia al uso. En palabras del propio director, se trata de “dejar fluir las palabras en boca de grandes actores. Sin prisas y con matices”. Pues, bien, y volvemos a la importancia de la atmósfera, la función la sostienen precisamente las voces de los actores. Hay pasajes en que su prosodia, junto al gotear de la sangre o a la música, recrea el sonido de las cloacas. El fuerte de Joan Carreras, en el papel protagonista, cómo transmite la melancolía del solitario. A Andreu Benito, la cadencia perfecta le permite interpretar con éxito a todos los demás personajes.

 

– Autor: Roberto Bolaño.
Adaptación y dirección: Àlex Rigola.
Reparto: Andreu Benito, Joan Carreras.
Escenografía: Max Glaenzel, Raquel Bonillo.
Vestuario: Berta Riera.
Iluminación: August Viladomat.
Producción: Teatre Lliure y Heartbreak Hotel, en colaboración con Teatro de la Abadía, Temporada Alta, La Biennale di Venezia y Trànsit Projectes.
Sala: Teatro de la Abadía (sala José Luis Alonso), Madrid.

El policía de las ratas

Joan Carreras y Andreu Benito en ‘El policía de las ratas’. (© Heartbreak Hotel)