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"... no me despiertes, si duermo, y si es verdad, no me duermas". (Pedro Calderón de la Barca, 'La vida es sueño')

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Una buena inversión

5estrellasLos miserables (2013)

Hay espectáculos por los que duele haber pagado 2 euros y espectáculos que valen todos y cada uno de los 7.000 céntimos que puede llegar a costar su entrada. Este último es el caso de la producción de Los miserables que se estrenó en Madrid a finales de 2010 y que Stage recuperó en octubre del año pasado para llevarla de gira por todo el país.

Los Miserables by Cameron Mackintosh, opening night November 18

Guido Balzaretti (Marius) y Talía del Val (Cosette) en ‘Los miserables’.

Los más avispados de mis (cientos de miles de) seguidores estarán pensando, claro, que resulta muy fácil decirlo cuando una va de balde. Cierto es que por mi trabajo tengo la suerte de disfrutar gratis de muchas obras. Pero también que por cada función de Los miserables que he visto invitada, he visto otra pagando.

Los más fieles de mis (¿había dicho cientos de miles? de mis ¡millones! de) seguidores estarán pensando, claro, que me ciega la subjetividad porque se trata de mi musical favorito. Cierto es que en mi teléfono se van alternando como tonos de llamada On my own (en español, Solo para mí), One day more (Sale el sol), Stars (Estrellas)… Pero también que cualquiera que vea este montaje apreciará su elevado coste y reconocerá su calidad.

… Y ahora es cuando confieso que incluso yo tenía mis dudas sobre esta versión para gira. Dudas que quedaron disipadas por completo hace unas semanas en el Teatro Calderón de Valladolid.

Creí que de una forma u otra los decorados se habrían adaptado, que se habrían reducido para facilitar su traslado y su disposición en los distintos tipos de cajas escénicas. Si ha sido así, yo no conseguí percibirlo.

Además, temí que los cambios en el reparto hubieran podido dar al traste con la magia del musical. Bueno, hacer olvidar a Gerónimo Rauch es simple y llanamente imposible, pero el Jean Valjean de su compatriota Nicolás Martinelli tiene su encanto. Armando Pita está estratosférico: borda al pícaro Thenárdier y se entiende a las mil maravillas con su partenaire, la gran Eva Diago (ahora sir Mackintosh nos lo ‘secuestrará’ para llevárselo a Londres, como ya hizo con Rauch). Me volvió a conquistar la presencia de Ignasi Vidal y me asombró la evolución de Guido Balzaretti, su Marius tan elegante y limpio, rayando la perfección. Me quedé con ganas de ver otra vez a Lydia Fairén, que no tiene la mejor voz del mundo pero lo suple con vena y agallas.

Los miserables (2013)

Ignasi Vidal (Javert) y Nicolás Martinelli (Jean Valjean) en ‘Los miserables’.

Luego, se ha mantenido la atención que implica el respeto por el trabajo de uno mismo y, en este caso, por el público. Se han cuidado los detalles de igual modo que en 2010. Se han modificado algunas líneas del libreto, se ha potenciado el aspecto interpretativo y se han introducido con muy buen resultado pequeños nuevos arreglos musicales. (Si no eres muy fan de Les Miz, te aconsejo que te saltes este paréntesis, que tiene un poco de flipada, un poco de postureo y un mucho de friquismo. Me encanta como, ya al final del Epílogo y, por tanto, del musical, cuando el coro canta “Do you hear the people sing? / Say, do you hear the distant drums?” —en castellano, “Canta el pueblo su canción / Oyes el eco del tambor”—, el silabeo de “Say, do you hear the distant drums?” —o de “Oyes el eco del tambor” — abandona de alguna forma el legato de la línea melódica para imitar el sonido del tambor. Pues, bien, tuve la impresión de que en esta revisión se ha remarcado esa idea.)

Desafortunadamente, no todo el mundo puede disponer de los 70 euros que, en efecto, vale una butaca de patio de Los miserables en fin de semana en el Teatro Cervantes de Málaga, donde estará del 20 de junio al 20 de julio (luego vendrán Barcelona, Bilbao, Salamanca, Logroño, Zaragoza…), aunque hay entradas a partir de 22 euros. Pero si puedes disponer de ellos, no dudes que serán bien invertidos.

… It is the future that they bring / When tomorrow comes
(Son los redobles del futuro / Que empieza hoy)

Autores: Claude-Michel Schönberg y Alain Boublil, basado en la novela de Victor Hugo.

Traducción española: Albert Mas Griera.

Dirección: Laurence Connor y James Powell.

Director residente en España: Daniel Anglés.

Director musical: Arturo Díez Boscovich.

Elenco: Nicolás Martinelli, Ignasi Vidal, Armando Pita, Guido Balzaretti, Lydia Fairén, Elena Medina, Eva Diago, Carlos Solano, Talía del Val…

Escenografía: Matt Kinley.

Producción: Cameron Mackintosh Ltd., Stage Entertainment España.

Sala: Teatro Calderón, Valladolid.

¿Repetimos?

Este fin de semana veré de nuevo el La vida es sueño de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Lo decidí en cuanto me enteré de que la iban a reponer. Si no lo hice ya la pasada temporada, fue solo porque para cuando la hube visto, para cuando me hubo vuelto loca el Segismundo de la Portillo –me gusta anteponerle el artículo de las grandes– y quise repetir, quedaban funciones… pero localidades disponibles, ni la primera.

Total, que hace unos meses, en cuanto salieron a la venta, L. y servidora nos tiramos en plancha a comprar nuestro par de entradas centradas de fila 7 –porque una pide y acepta invitaciones cuando va a trabajar, pero los vicios (por lo general) se los paga–. Hicimos bien en no dejarlo pasar: ahora, como cabía esperar, están agotadas.

Time al tiempo

Álvaro Tato e Íñigo Echevarría, de Ron Lalá, en una escena de ‘Time al tiempo’. (DAVID RUIZ)

No será la primera vez que repita montaje. Vi en sendos pares de ocasiones, por ejemplo, La omisión de la familia Coleman y Tercer cuerpo, de Claudio Tolcachir, y las vería encantada por tercera vez si las repusiesen, igual que repetiría El viento en un violín. Cayeron tres veces cada uno –y caerían una cuarta– el musical Spamalot de Monty Python dirigido por Tricicle y Time al tiempo de Ron Lalá, dos espectáculos muy diferentes pero igual de desternillantes. Mi récord, eso sí, lo tiene Los miserables: he asistido a cinco funciones y pronto tocará la sexta.

Me consta que hay gente para la que seis son incluso pocas y que cuenta por decenas las veces que ha visto su obra favorita…

Y también sé que hay quien no entiende que con una función no nos baste. «¿Acaso va a cambiar en algo la próxima vez?», me han llegado a preguntar. Pues no en sentido estricto, pero sí teniendo en cuenta que una representación de un espectáculo en directo nunca es exactamente igual que la anterior. En cualquier caso, no se trata de eso, sino de volver a vivir una experiencia que, por un motivo u otro, te ha llenado y de descubrir cosas –en las buenas obras las hay, y quien no lo ha hecho nunca no se puede imaginar cuántas– que antes te pasaron desapercibidas.

Ahora, lo realmente gracioso viene cuando el sorprendido en cuestión te confiesa que su película preferida la ha visto tantas veces que podría escribir sus diálogos sin cometer ni un solo error…