Estoy dramatizando Estoy dramatizando

"... no me despiertes, si duermo, y si es verdad, no me duermas". (Pedro Calderón de la Barca, 'La vida es sueño')

Archivo de octubre, 2014

Piense antes de juzgar

5estrellasEl principio de Arquímedes

Si han leído alguna otra entrada de este blog o alguna columnita en su versión impresa, tal vez sepan ya que a servidora le gusta darle vueltas al coco más que a un tonto un lápiz. Creo que las obras que le indican explícitamente al espectador dónde está el bien y dónde está el mal, lo subestiman; al contrario, encuentro mucho más interesantes aquellas que le hacen pensar.

Es una virtud que sin duda tiene El principio de Arquímedes, una pieza de Josep Maria Miró galardonada con el Premio Born de Teatro en 2011 y cuya producción, estrenada en catalán en el Grec 2012, se ha adaptado ahora al castellano.

El principio de Arquímedes narra el conflicto que surge cuando trasciende que un monitor de natación ha abrazado y besado a un niño en la piscina. Se trata de un texto actual, de diálogos finos y verosímiles, con un par de perlas de humor sexual incluidas.

El principio de Arquímedes

Roser Batalla y Rubén de Eguia en ‘El principio de Arquímedes’. (Foto: David Ruano)

Para conducir a la reflexión de la que hablaba antes, utiliza una admirable estructura de escenas más o menos breves y temporalmente alteradas que trocea el conocimiento del espectador y lo aproxima a los puntos de vista que tienen de la situación cada uno de los cuatro personajes. El concepto queda reforzado por un planteamiento escenográfico —no se lo arruinaré detallándoselo— de inteligentísima concepción y no menos inteligente ejecución (firmada por Enric Planas). Ahora bien, si se produce la magia del teatro —que se produce, se lo aseguro—, es porque tan compleja maquinaria dramatúrgica se ha trasladado a las tablas con un código brillantemente sencillo y fácil de seguir para cualquier espectador, logrando un equilibrio formidable. Tanto que, de hecho (van a permitir que me tire el pisto), tras ver la función y sin conocerlo de antemano, supe que autor y director eran la misma persona, que el responsable de la obra, vaya, es uno y ‘bino’ —por suerte, no me gano la vida con el humor—.

En el aspecto actoral, la palma se la lleva Roser Batalla. Interpreta a la envarada responsable del club de natación, a la que solo desarma, con una precisión magnífica, con gestos sutiles, en el único fragmento en que ella se refiere a su vida personal. Rubén de Eguia, a quien veo que me referí como “descubrimiento” —más pisto, estoy insoportable hoy— hace cuatro años con motivo de La vida por delante, está ágil en el papel protagonista. Y también tiene sus momentos sobresalientes, como en las gracietas sexuales a las que me refería antes. Me encantaron, además, ciertos pequeños detalles de la dirección, por ejemplo, la naturalidad con la que en determinados pasajes se solapan las frases de ellos o de los otros actores (nosotros vimos a Albert Ausellé como Héctor, y Santi Ricart).

¿No le he encontrado defectos? A decir verdad, un par de ellos, pero de poca importancia, nimios en comparación con los aciertos. A ver si creían que va una regalando las estrellitas de cinco en cinco por ahí.

Título original: El principi d’Arquímedes.

Texto y dirección: Josep Maria Miró.

Traducción: Eva Vallines.

Reparto: Albert Ausellé, Roser Batalla, Rubén de Eguia y Santi Ricart.

Escenografía: Enric Planas.

Vestuario: Albert Pascual.

Iluminación: David Bofarull.

Diseño de sonido: Damien Bazin.

Producción: Bitó Produccions.

Sala: Teatro de la Abadía (sala José Luis Alonso), Madrid.

Colores son Priscilla

3estrellasPriscilla, reina del desierto

¿Alguna vez os habéis parado a pensar cuánto facilitaría la vida que todo respondiese a las expectativas que genera? ¿Que los gobiernos cumpliesen el programa electoral por el que fueron elegidos, que el chico con el que quedaste a través de una web de citas midiese 1,80 como aseguró, que las cremas antiarrugas en verdad eliminasen las arrugas?

Priscilla, reina del desierto sí es lo que parece, sí ofrece lo prometido. Desde luego, no una dramaturgia de Pulitzer, ni unas interpretaciones de Tony. Pero de colores, de luces, de pelucas, de tacones, de postizos, de desenfado… De todo eso, va sobrado.

“The best feel-good show since Mamma mia! —algo así como “el mejor espectáculo para animarse” o “para hacerte sentir bien” o incluso “el espectáculo más animado” o “el espectáculo con mejor rollo desde Mamma mia!”, diríamos nosotros—. Parece que así describió este musical (su adaptación londinense) el británico Sunday Express, y me gusta que la productora aquí haya incluido esa referencia en la promoción, porque ciertamente Priscilla tiene mucho que ver con el show basado en las canciones de ABBA. Comparten esencia ligera y afán de divertir, y ambos se sostienen sobre sus números musicales; además de que los dos cuentan con versión cinematográfica, claro —en el caso de Mamma mia!, posterior a la teatral—.

Priscilla, reina del desierto

El trío protagonista de ‘Priscilla, reina del desierto. El musical’.

Priscilla, sin embargo, juega con una potente baza de la que carece Mamma mia!: una escenografía y una iluminación apabullantes. Todo el espectáculo es un torrente estético. Cantantes suspendidas en el aire, un autobús de tamaño real cubierto de leds que gira en el escenario, un enorme zapato de tacón que se desliza desde su techo, bolas de discoteca, efectos de luces proyectados en las paredes de la sala…

Vestuario, peluquería y maquillaje merecen una mención aparte. Se usan en torno a 500 trajes y 200 pelucas. Tantos que algunos se lucen en escena durante menos de un minuto. Incluyen genialidades como un vestido con chanclas, otro que incorpora un gran caramelo con envoltorio a la altura de las caderas, otro del que cuelgan tubos de telas rematados en bolas que hacen un efecto estupendo con el movimiento, pantalones de campana con franjas de colores que acaban en unas plataformas bajo los pies…

Decía al comienzo que no estamos ante una dramaturgia de Pulitzer ni unas interpretaciones de Tony. Cierto. Creo que se han cuidado poco la historia y el texto, y que se los relega a un segundo plano. En el terreno actoral, con todo, sería injusto no reconocer el trabajo de José Luis Mosquera (se alterna con Mariano Peña), que brinda una Bernadette encantadora, tierna y muy verosímil.

Los números musicales, por su parte, funcionan gracias a la orquestación, los arreglos y una orquesta dirigida con tino por Julio Awad. En el aspecto vocal los encontré mejorables, sobre todo por lo que respecta a algunos temas de Madonna (ains), pero sin duda salvo a las divas —Patricia del Olmo, Rosanna Carraro y Aminata Sow—. Sí me convenció la idea de combinar español e inglés en las letras de las canciones, aunque (ains otra vez) también se podría perfeccionar un poquito más esa pronunciation. You know.

Título original: Priscilla, Queen of the Desert.

Libreto: Stephan Elliot y Allan Scott (basado en la película original distribuida por Metro Goldwyn Mayer Inc.).

Traducción y adaptación del libreto: Miguel Antelo.

Dirección artística adaptación española: Ángel Llàcer.

Dirección musical: Manu Guix y Julio Awad.

Director: Simon Philips.

Elenco: José Luis Mosquera, Jaime Zatarain, Christian Escuredo, Etheria Chan, Susan Martin…

Adaptación: Simon Philips.

Diseño de vestuario: Tim Chappel y Lizzy Gardiner.

Diseño de iluminación original: Nick Schlieper.

Diseño de maquillaje: Cassie Hanlon.

Diseño de iluminación: Carlos Torrijos.

Orquestaciones: Stephen Spud Murphy y Charlie Hull.

Producción: SOM Produce y Nullarbor Productions en asociación con MGM on Stage.

Sala: Nuevo Teatro Alcalá (sala principal), Madrid.