Estoy dramatizando Estoy dramatizando

"... no me despiertes, si duermo, y si es verdad, no me duermas". (Pedro Calderón de la Barca, 'La vida es sueño')

Dicho queda

3estrellasMierda de artista

Lean los versos que siguen. A continuación, pónganles la musiquilla más tonta que se les venga a la cabeza.

Buenos días, panadero

Hoy me llevo una artesana

¿Son 80? Aquí los tiene

Igualmente. Hasta mañana

¿Ya? Pues sepan que solo la genética, que no se estiró demasiado con mis cuerdas vocales, la vergüenza y la consideración hacia los oídos del tendero me impiden ir a comprar el pan con rima y canturreando.

Sí…, una es musicalera por antonomasia y por eso tira fuegos artificiales (mentalmente, cuestión de logística) las pocas (cuestión de logística también, supongo) ocasiones que se presenta un musical original en español.

Pues, bien, guardaba un par de luces de bengala y algún que otro petardito de cuando vi Pegados, y no se me ha ocurrido mejor motivo para hacerlos estallar que el estreno de Mierda de artista, la nueva criatura de Ferran González, Joan Miquel Pérez y Alícia Serrat.

Si Pegados partía de una historia genial, la de dos jóvenes que se quedan encajados durante un esporádico encuentro sexual en el aseo de una discoteca, esta no se queda atrás. Mierda de artista se basa en la biografía del italiano Piero Manzoni (Soncino, 1933 – Milán, 1963), famoso por vender como arte huevos duros con la huella de su pulgar impresa, por firmar los cuerpos de varias personas y llamarlos ‘esculturas vivientes’ o, sobre todo, por cobrar a precio de oro 90 latas metálicas con excrementos suyos en el interior –hoy se exponen en el MoMA, en el Pompidou, en la Tate… y se ha llegado a pagar por ellas más de 120.000 euros–.

Así que de nuevo tenemos un extravagante punto de arranque y de nuevo también una trama más que consistente para tratarse de un musical. Además de un puñado de temas destacables, como el que interpretan Manzoni y la periodista Paola Pisani la primera vez que están juntos en el taller, el que cantan todos mientras fabrican la Mierda o, mi favorito, el tema central, el más exitoso en ese arte musicalero de ir alimentando las ganas del oído y de ir a más, El arte es colosal. Imperdonables, eso sí, algunas pequeñas dejadeces del libreto: vale que un musical es en esencia relajado, pero siempre se puede evitar rimar «a mí» con «a mí»…

Mierda de artista

Ferran González, Gemma Martínez, Frank Capdet, Nanina Rosebud y Xènia Reguant en ‘Mierda de artista’. (Foto: Jaime Villanueva)

En el elenco repiten Ferran González, impoluto en el papel de Piero Manzoni, Xènia Reguant (Apollonia Avaloni), Joan Miquel Pérez (Agostino Bonalumi) y Gemma Martínez, magnífica como Sofia Canevaro. El contrapunto perfecto a la avasalladora representante de Manzoni lo pone la inseguridad de Paola Pisani, a la que da vida Nanina Rosebud. (Este personaje, el de la periodista, por cierto, tiene uno de los mejores puntos cómicos de la obra cuando explica por qué teme un ataque de lobos.)

En la escenografía se aprecia una notable mejora con respecto a Pegados, queda muy bien resuelta. No se puede decir lo mismo, sin embargo, del vestuario; hay hechuras que están un nivel por debajo de los demás elementos de la producción.

Luego, resulta curioso que de algunas de las fortalezas del espectáculo surjan también algunas de sus debilidades, todas por redundancia. Tiene gracia la primera vez que un personaje maldice la ubicación de un cuadro, tiene más gracia aún que un segundo personaje maldiga la ubicación del mismo cuadro e incluso tiene gracia que lo haga un tercer personaje, pero a partir de la cuarta vez, la cosa se convierte en abuso y pierde toda la fuerza. Ocurre tres cuartos de lo mismo con el metateatro: la capacidad de sorpresa de que los actores ‘abandonen’ sus papeles para referirse a asuntos del montaje es limitada; o das con un buen chiste –que hay alguno, sí– o se acabó la risa. Y con el empleo repetido del humor obsceno… aunque aquí, una vez más, debo admitir que tengo un criterio absolutamente minoritario, porque en mi función las mayores carcajadas del público sobrevinieron de las mayores guarrerías del guion.

Ahora, antes de poner el punto final y de que ustedes piensen que me voy de erudita, es cuando les cuento que Mierda de artista incluye unas cuantas de esas coreografías cursis típicas de comedia musical que encajan con las canciones de tempo más rápido y les confieso que me hacen muchísima gracia, que no me cansan, que me encantan, que me pirran. Hala. Dicho queda.

Autores: Ferran González y Joan Miquel Pérez.

Dirección: Alícia Serrat.

Dirección musical: Joan Miquel Pérez.

Elenco: Ferran González, Gemma Martínez, Xènia Reguant, Nanina Rosebud, Frank Capdet, Joan Miquel Pérez, Eloi López, Paco Weht.

Escenografía: Nil Brullet.

Vestuario: Laia Cambrils.

Coreografía: Marta Tomasa.

Producción: Irene Reig, Kaktus Music.

Sala: Teatros del Canal (sala Verde), Madrid.

1 comentario

  1. «Esta semana alguien me preguntó si el feminismo seguía siendo necesario en los tiempos en los que vivimos.

    El argumentario para justificar la no necesidad del feminismos en nuestra sociedad actual fue el que he escuchado miles, por no decir millones de veces: Que si la Constitución y su artículo catorce, que si la “discriminación positiva” que se está dando, que si las mujeres somos unas maltratadoras psicológicas, que pretendemos que nos “mantengan”, que si hay tantas denuncias por violencia de género es por los medios que exageran mucho y sólo sacan los casos de mujeres pero también hay hombres maltratados y no salen en los telediarios, que si los “pobres hombres” se encuentran acorralados y ya no saben cómo relacionarse con nosotras porque temen ser denunciados a la mínima broma que nos pueden gastar,…y así un largo etcétera.

    Aseguro a quien pueda leer esto que hice un ejercicio de paciencia voluntaria para escuchar (de nuevo) este argumentarlo por ver si alguna novedad pero sólo había una y no estaba en el mensaje, sino en quien lo sustentaba: Una mujer joven, de unos apenas veinte años.

    Y voy a comenzar mi respuesta diciendo lo mismo que le dije a ella: que soy feminista por convicción y que mi pretensión es que los derechos humanos de hombres y mujeres sean realmente los mismos en todas partes y desmaquillar y desnudar las desigualdades para hacerlas visibles y corregirlas. Que no me vale el llamado “derecho natural” que justifica que somos diferentes porque la naturaleza nos ha hecho diferentes.

    A partir de ahí intenté (creo que sin mucho éxito al menos de inmediato) explicarle a esta joven que el feminismo no sólo era necesario, sino que es imprescindible si realmente nos creemos que somos una sociedad democrática.

    Y es necesario porque aunque no se quiera ver, seguimos tratando de forma desigual a niñas que a niños incluso antes de nacer, porque nos socializamos de manera desigual y por tanto asumimos roles desiguales. Porque el patriarcado pervive en cada rincón de nuestra mente e incluso de nuestros corazones permitiendo incluso que haya gente que justifique la mayor de las desigualdades: el terrorismo machista. Porque sigue habiendo instituciones como la iglesia católica que niega explícitamente derechos a las mujeres y sigue considerándonos como subsidiarias de los hombres, y otras como la RAE que considera, a través de sus definiciones, que las madres no engendramos sólo parimos. Porque se siguen pisoteando nuestros derechos y libertades, como por ejemplo nuestro derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo y nuestra maternidad. Porque se nos siguen relegando a puestos de segunda o tercera categoría en los espacios de toma de decisiones. Porque seguimos cobrando menos por realizar el mismo trabajo. Porque aunque las aulas universitarias están llenas de mujeres, son los hombres quienes las dirigen. Porque aunque las mujeres tenemos una mayor expectativa de vida, los estudios sobre salud se siguen realizando mayoritariamente sobre los hombres. Porque la historia nos sigue ocultando las obras de arte y aportaciones de todo tipo realizadas por mujeres. Porque nuestros cuerpos de mujeres son utilizados como campos de batalla allá donde los hombres lo deciden, sea en un conflicto armado o en un conflicto de pareja. Porque nuestros cuerpos de mujeres son secuestrados y maltratados para ser explotados sexualmente en otros países o lugares del mundo. Porque los derechos humanos de las mujeres son pisoteados sistemáticamente en muchas zonas del mundo e incluso de nuestro mundo particular. Porque en los espacios simbólicos que nos imponen ya existe toda esa desigualdad y violencia simbólica o estructural desde antes de nacer. Porque la pobreza de ceba en mujeres y niñas. Porque nos matan por ser mujeres.

    Y así muchísimos argumentos más que se podrían resumir en uno: Mientras exista una sola mujer en el mundo a quien hayan pisoteado uno sólo de sus derechos humanos, el feminismo no sólo será necesario, será imprescindible».

    por Tere Mollá
    21/01/2013

    07 junio 2014 | 01:49

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