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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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Obama es un poco raper

O al menos eso se desprende de la música que le gusta, que hoy en día es lo mismo que decir «lo que lleva en el iPod». Y sí, ya sé que es bien distinto llevar algo en el cacharro a que te guste realmente (y ya no digamos a conocerlo en profundidad). Pero no entremos en disquisiciones sobre las desventajas del mundo tecnológico en el que nos ha tocado vivir. Hoy no.

Una cosa está clara: hace casi un par de años, cuando estaba a punto de convertirse en el primer presidente negro (o casi) de la historia de EE UU, los informativos de todo el planeta vertieron toda la información habida y por haber sobre su persona, su pasado, sus vicios, sus virtudes… y también sus gustos. Entonces nos enteramos de su afición a los Rolling, Elton John o Earth Wind and Fire… Pero las cosas han cambiado. Y a medida que los garrulos del tea party ha ido endureciendo sus posturas y haciéndose con una parcela de poder entre las filas republicanas, Obama ha ido necesitando escuchar música con un poco más de punch y mala baba. Normal.

El caso es que la edición americana de la revista Rolling Stone ha preguntado al mandamás del mundo libre por las 2.000 canciones que ocupan su reproductor, a lo que ha respondido que lo suyo es el hip hop. «Jay-Z ya solía estar entre los que más escuchaba, pero ahora tengo un poco de Nas y un poco de Lil Wayne». Ahí queda eso.

Como el trabajo de un presidente es tratar de quedar bien con todo el mundo, mister Obama también ha querido dejar claro que escucha un poco de todo, especialmente algunos must de la música americana, desde clásicos del folk como Bob Dylan hasta leyendas del jazz como Charlie Parker, John Coltrane o Miles Davies, amén de pastiches inclasificables que deben gustar a todo yanki de bien, como Sheryl Crow. Incluso música clásica dice que escucha. Si es que es un ecléctico, el tío.

Por alguna razón, todo lo que tenga que ver con los gustos personales de los personajes públicos nos hace como mucha gracia. Por eso, en su día, con la excusa de las elecciones de marzo de 2008, me puse en contacto con políticos de todo signo para averiguar sus gustos musicales y echarnos unas risas. Pensé que,  con eso de estar en plena campaña, iban a perder el culo por presentar su lado cultural ante la gente, pero sólo me respondieron Joan Puigcercós, Rosa Díez y Gaspar Llamazares (todavía estoy esperando a que lo hagan los del PP y PSOE). Y el hecho es que no salieron tan mal parados como muchos hubieramos  pensado. Más lamentable (aunque representativo de este país nuestro, eso sí) fue el resultado que obtuvo Darío Manrique cuando investigó en su blog sobre los gustos de los miembros de la selección española de fútbol.

Al parecer, los nuevos gustos musicales de Barack le vienen de sus hijas. Igual le vendría bien a Zapatero que las suyas le recomendaran un par de grupos. O igual no.

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Obama, el musical

Dios, por favor. Que alguien les diga que paren. Que paren ya, por Dios.

La fiebre por los musicales ya roza el absurdo, la estupidez, el más ridículo de los sinsentidos. Y lo peor es que el público acaba dando la razón a los que, un buen día, se sientan en una mesa redonda (quizá cuadrada) y tienen una idea tan brillante como esta. «Oye, ¿y si hacemos un musical sobre Obama?» dice uno en pleno brainstorming. Y el resto, lejos de partirse la caja, contestan algo como «¡eh tío, que gran idea!. Seguro que viene a verlo todo Dios. Al fin y al cabo es el tipo más conocido del planeta».

El invento, en otro alarde de originalidad, se llama «Hope», y no se estrenará en Estados Unidos, sino en Alemania, el próximo 17 de enero. Un espectáculo biográfico sobre el 44º presidente yanki al ritmo de tonadillas como «Rock the vote”, “Help somebody” o el inevitable “Yes we can”. Ay, madre.

Y yo digo: estoy hasta los huevos de Obama. Y más que de él, de los que no hacen más que adularle como si de Gandhi se tratara. Que no, que no. Que aunque me alegrase de su elección como el que más no deja de ser lo que es: un tío con una capacidad de maniobra bastante limitada. Que el hecho de que sea negro no significa que encarne el tan sobado sueño americano, viniendo como viene de una familia adinerada que le permitió estudiar en carísimas universidades (si no, de qué). Que las políticas injustas de su país apenas se van a mover un ápice de las de su paupérrimo predecesor, del que por cierto ha mantenido buena parte de su equipo (especialmente el dedicado a la política exterior).

Ojalá me equivique, pero Obama es un bluff. Eso sí, su musical contribuirá a seguir endiosando su figura un poco más, si cabe. Y dentro de poco, prepárense para verlo en su teatro con nombre de marca comercial más cercano. Al tiempo.

Obama canta «mierda, hijos de puta, negrata…» en versión techno

Oh, Internet. El eje sobre el que gira el nuevo milenio. Herramienta de comunicación de poder infinito. Y también lugar en el que, por definición, gente con demasiado tiempo libre se dedica a cosas raras, a menudo absurdas y, de cuando en cuando, hasta divertidas.

No sé en qué categoría estaría la noticia que hoy nos ocupa. Lo que es cierto es que, por el mero hecho de tener como protagonista a Barack Obama, ha ocupado un espacio significativo en blogs y publicaciones de postín.

La historia es la siguiente: en 1995, Barack Obama publicó el libro Dreams from my Father. Como es habitual en EE UU, se editó una versión del libro leída por el propio Obama (los llamados audio books, prácticamente inexistentes en España). En uno de los pasajes, el presidente electo reproducía una conversación con un compañero de secundaria. Dicha conversación contenía frases pronunciadas por su compañero como «There are white folks and there are ignorante motherfuckers like you» (Hay tipos blancos y luego hay hijos de puta ignorantes como tú), «This shit’s getting way too complicated for me» (esta mierda se está volviendo demasiado complicada para mí), «You ain’t my bitch, nigga» (no eres mi perra, negrata), y otras lindezas por el estilo.

Hace un par de días, a la actriz y locutora de radio April Winchell se le ocurrió subir estas frases a su página web (lo raro es que nadie lo hubiera hecho antes). Al día siguiente, el asunto ya estaba en Youtube.

Y claro, a los dos días de salir la chorronoticia, otro freak ya tenía preparado un remix techno con las malsonantes palabras en boca de Obama. Y a triunfar:

De momento, nada tan insuperable como la versión de «Sunday Bloody Sunday» de U2 a manos de George W. Bush. Esto sí que lleva curro…



Músicos demócratas, músicos republicanos

La colombiana Shakira ha declarado hoy que, si pudiera, votaría por Barack Obama en las próximas elecciones presidenciales de EE UU. Lo ha hecho en un comunicado en el que expresa que el candidato demócrata «es la persona que puede traerle al mundo el verdadero mensaje de EE UU».

Así, a priori, parece de lo más normal que los músicos yanquis salgan a la palestra para mostrar su apoyo al ex senador de Illinois. No sorprende cuando se trata de celebridades como Bruce Springsteen o Michael Stipe, de R.E.M., que llevan años metidos en el ajo demócrata. Pero esta vez, después de dos mandatos de Bush y ante la posibilidad real de que Obama gane en la cita electoral, son muchos los que se han lanzado a la arena política y han mostrado públicamente sus preferencias.

Arcade Fire lo hicieron hace meses a través del blog de su cantante, Win Butler, ante la posibilidad de que Hillary se impusiera en las primarias. En su web, Beastie Boys invitan a sus fans a registrarse e ir a votar, e incluso cuelgan vídeos de discursos de Obama. Kanye West ha participado activamente en la campaña demócrata, Stevie Wonder ha definido al candidato negro como «una mezcla entre JFK y Martin Luther King”, Jeff Tweedy, de Wilco, le ha dedicado algún que otro concierto… Y así podríamos seguir hasta el infinito: Neil Young, Morrisey, Les Savy Fav, 50 Cent, Yo La Tengo, Pearl Jam, Pink Floyd… Todos han expresado de una u otra manera su esperanza de que Obama gane el 4 de noviembre.

Cabría pensar que apoyar la causa demócrata es lo más consecuente entre los músicos. Pero también hay quien está con McCain. Son menos, eso es cierto, pero están ahí. Es el caso de Alice Cooper, convertido al cristianismo en 2007 y desde entonces ferviente defensor de las causas conservadoras, o de Ted Nugent, afamado guitarrista de rock and roll y abiertamente republicano. Sammy Hagar, ex miembro de Van Halen y Montrose, fue una de las estrellas de la última convención del partido, donde coincidió con músicos de country como Gretchen Wilson o Charlie Daniels. Especialmente llamativo fue el posicionamiento del icono del reggaeton, Daddy Yankee, que apareció en dicha convención (en la foto) para declarar que «McCain lucha por la comunidad hispana». Y a buen seguro, otros ya fallecidos como Johnny Ramone, reaccionario convencido y pro Asociación Nacional del Rifle, hubieran dado su apoyo sin fisuras al canoso sucesor de Bush.

En nuestro país, este tipo de declaraciones públicas de apoyo a un candidato u otro son menos frecuentes que al otro lado del charco, lo cual no sé si es una virtud o un defecto. Aun así, en el pasado hemos visto a gente como Ana Belén, Víctor Manuel, Joaquín Sabina o Miguel Bosé pedir el voto para ZP. En el lado contrario no recuerdo a muchos haciendo campaña para el PP, más allá de Julio Iglesias, que pidió en el 96 la mayoría absoluta para Aznar, o Alejandro Sanz, que afirmó que el ex presidente, del que es amigo personal, había hecho «una buena gestión», lo cual tampoco es un apoyo claro. También el simpar Bertín Osborne ha mostrado su simpatía por el partido de la gaviotilla en alguna ocasión. Pero claro, otorgarle la calificación de músico quizá sea mucho decir…