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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

Archivo de la categoría ‘Reuniones, rupturas’

Gracias, R.E.M.

Cuando una gran banda toma la decisión de separarse, se producen de manera prácticamente infalible e instantanea dos reaccciones contrapuestas. Por un lado están los que se entristecen sobremanera y le dedican toda una retahila de parabienes: para los fans, nunca hubo ni habrá nadie como ellos. Por el otro, abundan los que creen que hace mucho que pasó su momento, que sus mejores discos vieron la luz hace ya demasiado tiempo y que, desde hace años, se dedican poco menos que a dar palos de ciego.

El caso de R.E.M. no ha sido una excepción. Y a pesar de que es cierto que sus últimos álbumes no están a la altura de obras maestras como Out of Time o Automatic for the People, la mayoría de ellos mantuvieron el listón a una altura que ya quisieran para sí muchos de sus compañeros de generación, alguno de los cuales, dicho sea de paso, deberían tomar buena nota de cómo retirarse a tiempo y con estilo. R.E.M. lo han hecho.

Ayer se nos fue una banda única. Hoy su legado nos sigue perteneciendo a todos como parte de la banda sonora de nuestras vidas. Gracias por las canciones.

Adiós a The White Stripes

Eran en torno a las cinco de la mañana y estábamos ya bastante borrachos. Habíamos acabado en casa tras desfogarnos a base de bailes ridículos en Moby Dick y aún quedaban una botella de ginebra en el armario. Era el momento perfecto para que surgiera de la nada una de las más habituales y recurrentes discusiones entre los amantes del rock: The White Stripes, ¿héroes o villanos? Round one: fight.

Mi bando estaba claro: Jack White es un genio, y uno de los culpables de que el rock and roll goce de buena salud en pleno siglo XXI. Un tipo que destila autenticidad y buen gusto por los cuatro costados, y que posee el don de convertir en oro casi todo lo que toca (sus discos con Dead Weather y, especialmente, The Raconteurs, son altamente recomendables). Un artista que ha triunfado haciendo buena música incluso en su faceta como productor, que entre otras cosas ha posibilitado que regresen a la actualidad nombres tan fundamentales como el de Wanda Jackson. Habrá a quien le escueza que su índice de popularidad se haya disparado, gente a la que le dé grima que el riff de Seven Nation Army se haya convertido en himno futbolero en boca de hordas de garrulos. Pero no deja de ser positivo: abre puertas.

Como había acuerdo en lo esencial y discutir borracho es estimulante y hermoso, la apasionada batalla dialéctica derivó entonces hacia la otra mitad del dúo: Meg White no toca una mierda. Es sosa. Es torpe. Pero ah, amigos, en esa dulce torpeza reside buena parte del encantador primitivismo de grupos como The White Stripes. Porque una cosa está clara: si para triunfar en la música hubiera sido necesario el virtuosismo hoy día no podríamos disfrutar de tantos y tantos grupos que han hecho suya la máxima de «menos es más». En este blog sólo se hablaría de rock progresivo. Y creedme: sería un puto coñazo.

Por aquel momento, aún no sabíamos que Jack y Meg estaban a punto de anunciar su separación. Ayer se hizo oficial lo que hasta ahora era sólo un rumor alimentado por la escasez de noticias de los últimos meses. The White Stripes lo dejan. Y lo hacen «no por por diferencias o por falta de entusiasmo», sino por el deseo de que su música «sea recordada en su mejor momento», en una decisión que les honra y de la que deberían tomar nota unos cuantos.

Sirva pues este post para rendir homenaje a una banda irrepetible. Larga vida a The White Stripes. Y a las discusiones regadas con ginebra.

El regreso de The Get Up Kids

Son cientos los discos que pasan por el reproductor de un melómano a lo largo de su vida. Y sin embargo, sólo unos pocos dejan en él una profunda e imborrable huella.

The Get Up Kids son, para un servidor, los responsables de algunos de esos discos. Cuando en 2001 llegó a mis manos «Something to write home about» sentí una sensación similar a la que había experimentado en mi preadolescencia con «Doolittle» de Pixies o en plena época de acné onanista con «Punk in Drublic» de NOFX. Algo así como «esto es lo que necesitaba escuchar en este momento». Desde el arranque de la insuperable «Holiday» hasta las más reposadas «Valentine» o «I’ll catch you», las más guitarreras «Ten Minutes» y «Red Letter Day» o la acústica «Out of reach». El segundo LP de la banda de Kansas City me caló tan hondo que, a día de hoy, no puedo escuchar ni una sola de sus canciones sin que se me encoja el corazón.

The Get Up Kids nunca superaron su obra magna. Le dieron continuidad con el muy digno (y más pop) «On a wire», sorprendieron con un disco de versiones y caras B, «Eudora»,  que pese a ello no pasó de la mera anécdota, y erraron el tiro con el prescindible «Guilt Show». Se separaron en 2005.

Hace apenas un año y medio, la que fuera banda capital del llamado emo pop anunciaba su esperado regreso. Lo hizo publicando el EP «Simple science», que sirvió de excusa para pasar por nuestro país hace unos meses y ofrecer un par de conciertos memorables. Y pese a que sus nuevas canciones estaban lejos de sus momentos de mayor inspiración, había ganas de saber cuál sería su siguiente paso. En principio, éste consistía en lanzar todas sus nuevas composiciones a través de su propio sello en tres EPs sucesivos, el primero de ellos, el mencionado «Simple Science». La idea no terminó de cuajar, y finalmente Matthew Pryor y compañía optaron por un LP.

Hoy, he encendido la radio del coche de camino al periódico y me he dado de bruces con una grata sorpresa. En 180 grados de Radio 3 ha sonado «Regent’s Court», una de las canciones que formarán parte de «There are rules». El álbum (del que pudimos realizar una primera escucha en su myspace hace varias semanas) nos trae de vuelta a unos Get Up que tratan de explorar nuevos caminos sonoros sin traicionar sus postulados: intensidad, melodía y guitarras.

«There are rules» saldrá a la venta el próximo 25 de enero. Será entonces momento de juzgarlo intentando luchar contra la nostalgia, esa que a veces nos impide ver en nuestros grupos favoritos nada comparable a lo que en su día nos hizo estremecernos.

¿Vuelven Nirvana?

Desde que Kurt Cobain se volara la tapa de los sesos en 1994, muchos son los que han especulado con una posible reunión de Nirvana, más allá de la obviedad de que sin su rubio y carismático vocalista tal empresa no pasaría de mera anécdota. Con todo, resucitar a Nirvana nunca pareció demasiado viable: Todos conocemos la brillante trayectoria de Dave Grohl, tanto en Foo Fighters como con Queens of the Stone Age o Them Crooked Vultures. Mal de dinero no parece que vaya, circunstancia muy habitual en este tipo de casos. Por su parte, Krist Novoselic desapareció del mapa mediático para dedicarse a labores políticas. Y aunque nunca dejó de tocar, sus incursiones con bandas como Sweet 75 o Eyes Adrift no llegaron demasiado lejos. Por si fuera poco, la presencia de Courtney Love -poseedora del 98% de los derechos de la banda tras una ardua batalla legal con Dave y Krist- no parecía poner las cosas fáciles de cara a una hipotética reunión.

Pero en el mundo de la música todo es posible, incluso lo que a priori resulta más inverosímil. A principios del año que ahora termina, una declaraciones de Dave Grohl en las que aseguraba que volver a juntar a Nirvana para grabar temas nuevos era «definitivamente una posibilidad» desataron los rumores en la Red. Además, Novoselic ha regresado a la actualidad para participar en la grabación de un tema del nuevo disco de Foo Fighters. Y hace tiempo que Dave, Krist y Courtney parecen haber enterrado el hacha de guerra. Pero el elemento que más ha dado que hablar ha sido la reunión, sobre un escenario, de Dave, Krist y Pat Smear, quien fuera segundo guitarrista de Nirvana durante los últimos meses de vida del grupo. Fue el pasado jueves en Los Angeles, durante una actuación sorpresa de Foo Fighters ante 500 fans en la que, juntos, tocaron Marigold, una cara B de Heart-Shaped Box y única canción de Nirvana compuesta por Grohl.

Ante los rumores, los fans se encuentran divididos en dos grupos. Unos piensan que una reunión, tanto para grabar un nuevo disco como para una gira, sería una meada fuera del tiesto, una falta de respeto que haría quedar mal a sus supervivientes. Sin Kurt, Nirvana no tiene sentido. Otros, por contra, creen que el papel de Dave y Krist en la banda fue suficientemente importante como para retomar Nirvana con otro vocalista (entre los nombres que han sonado, Wesley Scantlin de Puddle of Mudd, sobre el que Dave aseguró, medio en broma, medio en serio, que sería «perfecto» para emular a Cobain).

Yo estoy con los primeros. Porque hay cosas que es mejor dejar como están.

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OMG, vuelven OMD

La generación del synth pop de la primera mitad de los años 80 estuvo plagada de grupos infames. Es así. De hecho, escuchar hoy en día a muchas de aquellas bandas que combinaron el espíritu punk, las melodías pegajosas y los cacharros tipo minimoog provoca en el oyente una curiosa mezcla de nostalgia y risión. Y de las pintas de algunos, mejor ni hablamos.

Con eso y con todo, aquel primario tecno-pop dejó un inolvidable poso en la gente que entonces éramos unos niños. Cuando íbamos de vacaciones, en la radio del Seat Ronda de mi padre sonaban sin parar las canciones de grupos como Ultravox, Soft Cell o Visage. Pero sobre todo, las de Orchestral Manoeuvres in the Dark. Qué momentazo, divisar el mar en el horizonte a ritmo de «Enola Gay».

Os suelto todo esta pequeña turra autobiográfica por algo: Vuelven OMD. Pero no lo hacen para recordar sus viejos hits en citas festivaleras (ya les vimos hace un par de años en el desaparecido Summercase), sino para volver a editar un disco con todos los miembros originales del grupo: Paul Humphreys, Andy McCluskey, Martin Cooper y Malcolm Holmes.

El disco, que llevará por título “History of Modern”, verá la luz a finales de año y será su primera referencia después de “Universal”, editado hace catorce largos años. Y aunque lo más probable es que no pase de la mera anécdota revivalista, era un ejercicio de justicia dedicarles un pequeño hueco en esta humilde bitácora. Gracias por aquellos estribillos. Machacones, sí. Pero épicos.

El adiós de Half Foot Outside

Hoy me levanto con la noticia de que Half Foot Outside han decidido poner punto y final a su carrera. Después de 12 años y seis discos, la banda de Pamplona se despide. Lo hace por «la imposibilidad de crecer y evolucionar como banda, ya que vivimos en ciudades distintas, por lo que nos cuesta un montón juntarnos para ensayar o componer temas nuevos», según explican en un comunicado. Antes de disolverse definitivamente, ofrecerán dos últimos conciertos: uno el 7 de mayo en el bar Subsuelo de su ciudad natal y otro en el Primavera Sound, a finales del mismo mes.

He disfrutado mucho de la música de Half Foot Outside. Muchísimo. Su último disco, Heavenly, y especialmente el anterior, Perfect From the distance, han sonado sin parar en mi cabeza durante los últimos años. Se encuentran, sin ninguna duda, en mi top cinco de grupos nacionales. Pocos como ellos han sabido aunar en este país la melodía con las guitarras poderosas. Desde sus inicios más hardcore hasta sus últimos coqueteos con el power pop, su evolución ha estado marcada por la coherencia y el buen hacer. Una banda sobresaliente, de esas que sacarse de la chistera cuando alguien dice que en España no se hace nada comparable a lo que viene de fuera. Un grupazo, cojones.

Cuando una banda se separa, sus fans se entristecen. Pero toca quedarse con lo positivo. HFO se van dejando un legado para disfrutar, siendo honestos consigo mismos y en el punto más álgido de su carrera. Y todos debemos estar orgullosos.

Hasta siempre y gracias por vuestra música.

http://www.myspace.com/halffootoutside

El adiós de Fortune Tellers

Fortune Tellers, una de las mejores bandas de pop sesentero y psicodelia del panorama nacional, han decidido poner punto y final a su carrera. Después de diez años de sólida trayectoria, los madrileños se despiden con un concierto en la sala Sol que tendrá lugar el próximo 13 de febrero. Las entradas se pueden comprar en Escridiscos.

Es posible que muchos no conocieran la propuesta de Fortune Tellers. Y es una pena, porque dejan un legado más que jugoso, de esos que sirven de bofetada en la cara para los que aseguran que en España no se hace buena música. Dos discos más que solventes, melodías para enmarcar, una voz portentosa al frente y una envidiable solidez en directo les valieron para ganarse el respeto y la admiración de un considerable número de fans.

Valga este breve post como merecido homenaje y reconocimiento a una banda fundamental en la escena madrileña de la última década. Una banda cuyo nombre, a buen seguro, se revalorizará después de desaparecer.

Larga vida a la música de Fortune Tellers.

John Lydon resucita a PiL

Hay cosas que es preferible mantener enterradas para no corromper su espíritu original. O quizá no. Porque, a veces, resucitar a una banda extinta hace décadas puede significar una oportunidad para que nuevas generaciones disfruten de su sonido en directo. El eterno y cansino debate sobre las reuniones de viejas glorias.

El que hoy os traigo es un caso especial. PiL (Public Image Ltd.) fue una de las bandas más influyentes e innovadoras de finales de los 70 y primeros 80. Tras la separación de los Sex Pistols, su vocalista, John Lydon, se propuso dar forma a un proyecto en el que poder dar rienda suelta a sus gustos más dispares. Así, el sonido de PiL fue evolucionando hasta tocar estilos tan alejados de lo que hasta ese momento había sido el punk como el reggae, las músicas del mundo o el disco. Una banda absolutamente inusual con la que contribuyó decisivamente a dar forma a un nuevo género, el post punk, del que también formarían parte grupos como Talking Heads, Wire o Gang of Four.

Ahora, 17 años después de su último concierto, Lydon ha levantado el teléfono para llamar a sus antiguos compañeros de PiL y realizar, en diciembre, una gira de cinco conciertos por Inglaterra. Según ha declarado Lydon al periódico británico The Guardian, los motivos de la reunión son sentimentales: su situación actual, con un hermano enfermo de cáncer y la reciente muerte de su padre, le recuerdan a la época en la que puso en marcha la banda, en la que perdió a su compañero en los Sex Pistols, Sid Vicious, y a su madre.

Veremos si el viejo Lydon, hoy con unos cuantos kilos de más pero la misma mala leche, mantiene la dignidad de una banda inimitable.

PiL «Public Image» (1979):

Leyendas travestidas

La suya es una batallita contada en innumerables ocasiones. Un clásico de la historia del rock: grupo que durante su tiempo de vida apenas se come un rosco es reivindicado con el paso de los años –y separación mediante– como pionero e influencia básica para multitud de grupos posteriores, todos ellos de repercusión y éxito mucho mayor.

Los New York Dolls se formaron en la Gran manzana en el lejano 1971. Sin apenas saberlo, fueron los encargados de poner las bases de un género, el punk, que explotaría a finales de la década, lo que les ha hecho compartir la etiqueta de proto-punk con bandas como los Stooges de Iggy Pop, The Dictators o MC5. Ellos dieron el pistoletazo de salida a una escena que, poco después, situaría a Nueva York en el centro del mundo del rock con bandas como los Ramones, Blondie, Television o Talking Heads. Y lo hicieron aportando además el desparpajo del glam, con una estética de travestidos y un desmedido descaro que heredarían en los 80 las insufribles bandas de hair metal.

Hoy, y con sólo dos de sus miembros originales vivos (el cantante David Johansen y el guitarrista Syl Sylvain), vuelven tras publicar nuevo álbum en 2006, de título más que apropiado One Day It Will Please Us to Remember Even This. (Algún día nos gustará recordar incluso esto). Seguro que sí.

Ahora es el momento. Comienza el debate entre los que creen que el grupo que viene a tocar (hoy en Madrid, mañana en Zaragoza, pasado mañana en Barakaldo y el sábado en Zaragoza) es sólo la sombra de lo que fueron los New York Dolls, y los que, por el contrario, están convencidos de que ésta es una gran ocasión (quizá la última) para ver sobre las tablas a un grupo legendario. Abran fuego.

The New York Dolls: Personality crisis:

Stray Cats, despedida y cierre

Stray Cats dicen adiós. El que ha sido grupo estandarte del revival rockabilly durante los últimos treinta años se despide. Y lo hace con una gira, el Farewell Tour, que les tiene estos días por España. El sábado estuvieron en Bilbao, el domingo en Zaragoza, esta noche en San Pedro del Pinatar (Murcia) y mañana en Madrid.

Stray Cats son toda una leyenda viva. Formados en 1979 en Massapequa, una localidad de gracioso nombre ubicada en la neoyorquina Long Island, Brian Setzer (voz y guitarra), Lee Rocker (contrabajo) y Slim Jim Phantom (batería), compartían su amor por el sonido de las bandas de rock and roll de los 50. Sin embargo, aquel no parecía ser el momento más apto para triunfar haciendo rockabilly al otro lado del charco. Así que la banda hizo las maletas y se embarcó rumbo a Inglaterra, donde no tardaron en dar con un sello interesado en grabar su primer disco, el homónimo Stray Cats. El éxito fue fulgurante, gracias a hits como Runaway Boys, Rock this Town o Stray Cat Strut. A aquel primer disco le siguió el igualmente recomendable Gonna Ball, tras cuyo lanzamiento la banda decidió volver a EE UU.

De nuevo en casa, una maniobra discográfica dio como fruto el álbum Built for Speed, que recopilaba las canciones de sus dos primeros discos. Todo un acierto: Stray Cats se convirtieron en los abanderados de lo retro y en los reyes del revival rockabilly, que se extendió como la pólvora. Quién lo hubiera dicho: las canciones de Stray Cats pasaron a sonar en medio planeta, sus discos se vendían como churros y sus tupes adornaban las carpetas de miles de adolescentes. En medio de aquel revuelo la banda publicó su tercer trabajo, el sobresaliente Rant n’ Rave.

Pero por debajo de todo el éxito subyacían unas diferencias entre los tres miembros del grupo que siempre han estado presentes. Ello les ha llevado a sucesivas separaciones y reencuentros, el último de los cuales tuvo lugar en 2004. Así pues, parece que esta es la definitiva. Tras el Farewell Tour, los miembros de Stray Cats se dedicarán a sus respectivos proyectos: Setzer a su banda de neo swing The Brian Setzer Orchestra, y Rocker y Phantom a sus bandas en solitario. Una ocasión para decirles adiós como se merecen: bailando sus imparables hits. Hasta siempre.