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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

Archivo de la categoría ‘Radio y TV’

Radio 3 cierra ‘Carne cruda’

Todos los que lo escuchaban lo sabían: Carne Cruda era uno de los mejores programas, si no el mejor, de toda la parrilla de Radio 3. Ácido, inteligente, mordaz… pero sobre todo, entretenido. Todo lo que se le puede pedir a un buen programa de radio, vaya.

Hoy me reincorporo a mi mesa de trabajo con la nefasta noticia de que la dirección de la radio pública ha decidido retirar de su parrilla el programa conducido por Javier Gallego. Él mismo lo comunicaba esta mañana a sus oyentes en la página de Facebook del programa con un extenso mensaje en el que explicaba que se cumplen «los peores temores de muchos oyentes», a pesar de que el director de la cadena, Tomás Fernando Flores, había asegurado hace un mes que el espacio continuaría esta temporada.

A pesar de que la cadena alega «motivos económicos» para la suspensión del programa (incluso a pesar de que el equipo se bajó el sueldo un 20% para que cuadraran las cuentas), Gallego y muchos otros -empezando por el que escribe estas líneas- ve una clara intención política tras la decisión. No hay que ser especialmente avispado para creerlo así: Carne Cruda era un programa incómodo. Una suerte de grano en el culo para los que entienden la radio y la televisión pública como plataformas monolíticas de propaganda del Gobierno de turno. Quieren volver al modelo Urdaci, y no tienen el más mínimo interés en ocultarlo. Es más, se vienen frotando abiertamente las manos desde que ganaron las elecciones pensando en la escabechina que iba a tener lugar en la radio y televisión pública. Había muchos a los que pegar una patada en el culo por el bien de España, así que parecía sólo una cuestión de tiempo. A base de volver a poner corridas de toros, cepillarse todo lo que huela a cultura y borrar del mapa a todo periodista incómodo y con criterio que se ponga por delante, el ente público cada vez se va a ir pareciendo más a Telemadrid. ¿Alguien lo dudaba? Yo, desde luego no. Así que triste, sí. Pero para nada sorprendido.

Desde aquí, mi más sincero pésame a todos los que disfrutábamos cada día con Carne Cruda. Hoy somos un poco más pobres de espíritu.

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El eterno debate

Antes de ayer, mientras veía en la tele la muy decepcionante Alcatraz, la nueva serie del creador de Perdidos, el primer anuncio del intermedio me hizo saltar del asiento. Ahí estaba Álvaro, amigo de la adolescencia, anunciando un coche en el que «cabe todo, hasta un concierto de The Right Ons», su banda de soul y rock and roll de ls que hemos hablado en alguna ocasión.

Aunque la primera reacción fue de sorpresa, no puedo sino alegrarme por ellos. Cuando una banda alcanza cierto estatus –especialmente el que conlleva aparecer en televisión o en determinadas radios comerciales– a menudo surgen un sinfín de voces en contra de su decisión de formar parte del entramado mainstream. El debate es tan eterno como absurdo: al fin y al cabo, en los planes de casi cualquier banda está el intentar hacer llegar su música al mayor número de gente posible. Y si eso ocurre manteniendo intacto tu espíritu, tu sonido y tu dignidad, bienvenido sea.

Dani Martín ha muerto

"Cu-cuuu"La noticia era más falsa que un billete de seis euros y, sin embargo, corrió como la pólvora en la Red: Dani Martín había muerto decapitado en el programa de Pablo Motos, según se especificaba incluso en la Wikipedia. Es lo que tiene hacer una enciclopedia entre todos. Pero el hecho es que la web de Antena 3, haciendo gala de una impecable ética periodística, había alimentado el bulo calificando el momento como «dramático». Incluso el propio Hormiguero había tratado de engañar a la audiencia diciendo que «no sabían qué había pasado»  y que pronto emitirían un comunicado.

La broma no tardaba en enmascarse. Lo hacía a través de Twitter con las disculpas por parte de los responsables del programa (que, eso sí, han logrado un share de lo más jugoso) y también de Dani Martín, que se ha convertido en trending topic mundial. Las críticas al programa de Pablo Motos por parte de un sector de la audiencia, al que no le ha hecho ninguna gracia que en pleno prime time se hiciera pasar por real un simple truco de magia, no se han hecho esperar.

El autor de 16 añitos sigue, pues, vivito y coleando. ¿Pero qué hubiera ocurrido si, efectivamente, su cabeza hubiera rodado por el plató de El Hormiguero? Imaginar es gratis:

Dani Martín se habría convertido en un icono. Como siempre pasa en este país nuestro, hasta sus más acérrimos detractores tendrían hermosas palabras que dedicarle. «En el fondo era un gran tipo», dirían los que siempre le pusieron de subnormal para arriba. «Tenía mucho talento», afirmarían los que vomitaban con sus canciones. «Su aparente chulería era un mecanismo de defensa producto de su sensibilidad de chico de barrio», escribirían los iluminados columnistas de dominicales.

Las ventas de sus discos se multiplicarían, lo que, sumado a que El Canto del Loco ya son una banda superventas, les convertiría en el grupo que más discos ha vendido en la historia del pop español. Los responsables de Sony Music se frotarían las manos durante un tiempo (luego se las volverían a llevar a la cabeza al ver que no salen del pozo sólo a base de La Oreja de Van Gogh).

Su recién publicada biografía, Soñar no es de locos, se agotaría en pocas horas. Saldrían tres publicaciones más en un sólo año: El lado oscuro de Dani Martín (la biografía no autorizada), el coleccionable en fascículos Los cochazos de Dani Martín y el métódo ilustrado Cantar con la nariz es fácil, que incluiría un dvd.

La camiseta de Johnny Cash que lució en El Hormiguero se vendería como los churros en los H&M, Bershka y similares. Todos los chavales y chavalas lucirían orgullosos la célebre fotografía de Jim Marshall en su pecho. Los fans de Cash se suicidarían en masa.

Pablo Motos sería sometido a un juicio mediático sin precedentes al que seguiría el banquillo. Pero el juez le soltaría pronto tras sentenciar que «es un tipo muy majo que gusta a toda la familia». Al poco, Antena 3 editaría un dvd con el programa completo.

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Aberraciones musicales en tu tele amiga

No es ningún secreto que el espacio que dedica la televisión de este país a la música es ínfimo, paupérrimo, casi inexistente. En los últimos tiempos hemos sido testigos de la desaparición progresiva de la práctica totalidad de los programas que la tenían como protagonista. Algunos, como Fly Music, el único canal en abierto que ofrecía videoclips medianamente decentes, pasaron a mejor vida en un cortísimo espacio de tiempo. Otros, decanos como la MTV, han optado por transformarse a marchas forzadas en una cadena centrada casi exclusivamente en los más deleznables realitys. Actualmente, apenas La 2 hace un hueco a la música en horarios intempestivos con Los Conciertos de Radio 3 y Mapa Sonoro. Hoy día, progamas legendarios como La Edad de Oro o Aplauso tendrían muy pocas posibilidades de hacerse un hueco en la parrilla.

Da la sensación de que la música no interesa a la audiencia mayoritaria. ¿O sí? Puede que sí. Sólo hace falta revestirla de talent show al más puro estilo OT, Factor X o similares. Si es posible, además, salpicarla de cierto famoseo casposo, el cóctel ya resultará irresistible: la plebe acudirá fiel a la cita como moscas a la mierda.

Dado que los famosos ya han bailado, alguna lucidísima mente de Antena 3, ese canal que echa los Simpsons, ha ideado (o comprado a alguna cadena americana, lo mismo da) el originalísimo Tu cara me suena, un programa en el que varios famosos competirán para ver quién canta mejor, y que esta noche irrumpirá en el prime time de la cadena. Por el escenario desfilarán nombres como Santiago Segura, Josema Yuste, Carolina Ferre, Silvia Pantoja o Toñi Salazar. El jurado estará formado por Àngel Llàcer, Carlos Latre, Carolina Cerezuela y Mónica Naranjo. Insuperable. Por si fuera poco, la aberración estará dirigida por Manel Fuentes, uno de los tipos con menos gracia -y ya es decir- de entre los muchos que aparecen en radio y televisión creyéndose graciosos.

Lo más curioso del asunto es que tan brillante idea ya se le había ocurrido a alguien antes. Y encima, a los propios genios de Antena 3. Fue en 2006, se llamaba Cantas o qué y nació como respuesta al éxito de Mira quién baila. Sofía Mazagatos, Antonia Dell’Atte y Carmen Janeiro hicieron un ridículo tal que el programa sólo llegó a las dos emisiones. Será que no aprendieron la lección.

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¿Qué fue de la MTV?

Veo poco la televisión. Prácticamente nada, exceptuando un rato antes de dormir que suele coincidir con Buenafuente y las noticias del canal 24 h. La veo aún menos desde que descubrí ese prodigioso invento llamado cable HDMI con el que conectar el ordenador a la tele. Es por ello que, hasta ayer, no me había dado cuenta de que tengo la MTV en casa, gracias a ese otro invento, la Televisión Digital Terrestre, consistente en ofrecer la misma basura en 50 canales en vez de en seis.

Hace tiempo que la MTV no es siquiera la sombra de lo que fue. El pasado fin de semana lo pude comprobar viendo el último reality que se han sacado de la manga, «Ya no estoy gordo». El nombre lo dice todo: una oronda adolescente  yanqui se propone adelgazar 45 kilos en un verano para que dejen de reírse de ella. Sangre, sudor, lágrimas y un final feliz muy a la americana. Glorioso.

Nacida como una plataforma para emitir vídeos musicales las 24 horas del día, hoy la MTV está exclusivamente centrada en espacios a cada cual más abominable. Nada queda de aquella cadena que llevó el concepto de vídeo musical a millones de hogares en los 80 y que contribuyó de manera decisiva en los 90 a elevar el rock alternativo a la categoría mainstream. El cambio ha sido tan sustancial que incluso hace un año se decidió eliminar de su célebre logotipo la leyenda inferior «Music Television». El argumento de la cadena fue que “la gente que ve el ca­nal hoy no se refiere a MTV como un canal de música”, según explicó su directora de marketing, Tina Exarhos. Efectivamente: quien a día de hoy siga buscando música en la MTV lo lleva crudo.

El próximo 1 de agosto se cumplen 30 años de la primera emisión de la MTV, que echaba a andar con aquel vídeo de los Buggles que vaticinaba el ocaso de las estrellas de la radio en favor de la llegada de los videoclips. Hoy los tiempos han cambiado, y una cadena centrada exclusivamente en la música parece abocada al fracaso. Y pese a todo, los que crecimos con ella creemos que se merece un pequeño homenaje por lo que llegó a ser. Aunque sea casi en forma de epitafio.

P.D. El reality me enganchó tanto que tuve que sacrificar la siesta.

4 horas, 15 minutos

El dato resulta llamativo: cada español pasa al día, de media, 4 horas y 15 minutos sentado frente al televisor. Ayer, un experto aseguraba en un programa de radio que la caja tonta tiene los días contados por culpa de -o gracias a- Internet. Hoy, a la vista del dato, todo parece indicar lo contrario: la tele goza de buena salud.

Cuatro horas son muchas horas, especialmente si las comparamos con el tiempo que dedicamos a otras actividades culturales. Hace tiempo me hice eco en este blog de una encuesta que reflejaba, entre otras cosas, que sólo tres de cada diez españoles había visitado un museo durante el último año, dos de cada diez habían acudido al teatro, la mitad fue al cine y casi seis de cada diez leyeron un libro. A su vez, el 84% de los españoles dicen escuchar música al menos una vez por semana.

Eché de menos algunos datos complementarios. ¿A qué se refería la encuesta con «escuchar música»? ¿Se considera como tal el hilo musical del ascensor de la oficina? ¿La música de los bares? ¿Los politonos de los móviles? ¿Carlos Baute?

Y es que el término cultura a veces puede resultar confuso. Nadie discute que los libros lo son y, sin embargo, la oferta editorial también cuenta con títulos que aportan al lector un bagaje cultural similar al que obtiene el espectador de La Noria. El cine también forma parte de eso que llamamos industria cultural, pero un elevado número de películas no llegan ni siquiera a cubrir las mínimas dosis de entretenimiento exigible (ya no hablemos de culturizar al espectador).

Quizá habría que empezar por debatir la posibilidad real de que coexistan dos maneras de entender la cultura: una que la concibe como una forma de ofrecer meros minutos diseñados para no pensar más de la cuenta y otra que, en ocasiones, requiere que el receptor ponga un poco de su parte.

Yo, por la mía, ya he cumplido por hoy y me voy a casa. Que nadie me moleste durante las siguientes 4 horas y 15 minutos.

(Ilustración de Eneko).

Un mundo sin ‘O.T.’ es posible

Suena casi a utopía, a sueño tan inalcanzable como un mundo sin guerras, injusticias o viejas que se cuelan en la cola del bus. Pero es posible. Y cada vez parece estar más cerca.

Operación Triunfo, aquella mezcla entre concurso y reality que llegó a nuestras vidas en 2001 para demostrarnos que la música aún podía caer más bajo, corre el riesgo de desaparecer de la parrilla incluso cuando su presente edición no ha hecho más que empezar. Ni siquiera el reclamo de Pilar Rubio ha conseguido ganarse el favor de la audiencia. Y mira que está buena.

Algo va realmente mal cuando hasta Dani Martín critica con dureza el formato. Operación Triunfo 2011 arrancó con unas cifras mediocres (apenas un 16% de share en su esteno, el 16 de enero) y un aluvión de quejas de todo tipo a través de Twitter. Pero ayer la debacle alcanzó dimensiones épicas. Aparte de Dani Martín, muy pocos (sólo un 13%) tuvieron el estómago de tragarse semejante hez catódica. La mayoría se decantaron por Jack Sparrow y sus Piratas del Caribe o por Desafío vertical, otro híbrido entre concurso y reality ideal para los que gustan de ver al prójimo pasándolas putas, pero con el aliciente del siempre simpático Jesús Calleja.

¿Las razones de tan profundo fracaso? No tengo ni la más remota idea. Así que he realizado un pormenorizado estudio entre mis compañeras de trabajo. Una de ellas (la única que lo vio), me confirma que tanto Pilar Rubio como los concursantes y el jurado dan bastante pena, que la realización es lamentable y la interpretación de las canciones un despropósito. Independientemente de que la factura sea mejor o peor, se me ocurre que no se puede quemar un formato durante tantos años y pretender que a la gente le siga llamando la atención más allá de aquellas forzadas salidas de tono de Risto Mejide, acaso el último resquicio de gracia que tuvo OT desde que Soraya entonó «Poyeya» en lugar de «Por ella», en una de esas legendarias apariciones televisivas a la altura del tetazo de Sabrina o el ataque de histeria de Matías Prats.

Pero no, no descorchen el champán todavía. A los ideológos de la caja tonta aún les quedan muchos recursos para seguir sacando partido a la música, aunque sea utilizándola de refilón. Tiempo al tiempo.

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Por la supervivencia de las radios libres

Hace unos años tuve la oportunidad de introducirme en el incomparable mundo de la radio. Primero, colaborando en el programa Radio Clash con mis buenos amigos David y Pedrosa. Poco después, poniendo en marcha el mío propio, Prozac Sonoro, en una desangelada pero entrañable emisora de San Blas llamada Radio Carcoma. Cada domingo dedicaba la última hora de la tarde a la música en un espacio que, aparte de los amigos que pasaban por allí habitualmente, apenas contaba con dos oyentes fijos: mi madre y un inquietante freak que se sabía de memoria toda la parrilla. Lo hice durante tres largos años. Aún lo echo de menos.

Hoy, las radios libres como Radio Carcoma se encuentran en serio peligro de extinción. La Ley Audiovisual aprobada a principios de este año y el nulo apoyo que reciben por parte de ayuntamientos y comunidades autónomas pueden hacer que, en poco tiempo, estos reductos de la cultura altruísta pasen a ser sólo un bonito recuerdo del pasado. Sin embargo, no todas se encuentran en la misma situación: mientras que en comunidades como Cataluña se ha llegado a acuerdos para la creación de una ley específica que ampare a los medios comunitarios, en otras como Madrid se han aprobado decretos que anulan las concesiones a las radios culturales.

Defender con uñas y dientes la labor de las radios libres y luchar por su supervivencia no es un ejercicio de romanticismo, sino una batalla por defender un derecho recogido en la Constitución, cuyo artículo 20 reconoce el derecho a «expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones por cualquier medio de difusión».

Una de las radio libres más veteranas de España, Radio Vallekas -con más de 25 años de emisiones a sus espaldas-, lleva tiempo lanzando un grito desesperado para luchar contra lo que parece inevitable. Por ello, entre otras acciones, ha organizado para el próximo 13 de noviembre un concierto para recaudar fondos en el que actuarán las bandas Antigua, Punto de mira, Mr. Rock, Caskärrabias, Templanza, Kain Tubal, Cardinal y Star Mafia Boy. El precio: 12 euros. Acudir es sólo una manera más de reivindicar el derecho de los ciudadanos a un espacio en las ondas. Un espacio ajeno a los intereses políticos, sin publicidad ni ánimo de lucro. Un espacio libre.

John Cobra

Oh, dios. Vuelvo de un breve periplo por el extranjero, enciendo la televisión, y descubro que el tema del que más se habla en España es la gloriosa, impagable aparición televisiva de un tal John Cobra en la gala de Eurovisión. Debates en los magazines matinales, artículos en los periódicos, encendidos foros en la Red… No es para menos. ¿Acaso alguien recuerda a un personaje que haya tenido la osadía de espetar al público «comedme la polla» en la cadena pagada por todos los españoles?

Una vez visto el vídeo, la vergüenza ajena me embarga. Tan chusco es el espectáculo ofrecido por el «rapero» (pongamos el término entre comillas por respeto a los que sí lo son), como la reacción del público, el ñoñismo pijo de Anne Igartiburu o las palabras de José María Iñigo diciéndole que se había «descalificado para siempre». Todo bastante lamentable. En la línea habitual de Eurovisión.

Lo mejor del asunto es que la jugada le ha salido redonda al tal Cobra. Según publica la página de noticias de Terra, las televisiones privadas están dispuestas a pagar lo que sea para ficharle. Antena 3 le ha ofrecido un jugoso contrato de exclusividad, y Tele 5 le ha ofrecido entre 30.000 y 40.000 euros para que aparezca en el programa Sálvame Deluxe del próximo viernes.

Y una vez más, la pregunta es: ¿nos hemos vuelto gilipollas? No. Siempre lo fuimos. Lo que ocurre ahora es que, hoy día, y en aras de parecer modernos y democráticos, algunos apuestan por dar la oportunidad al pueblo de participar a través de la Red en ciertas iniciativas (siempre intrascendentes, claro está). Y como no podía ser de otra manera, el pueblo habla. En este caso, los responsables de aupar al Cobra al estrellato han sido los lectores de Forocoches.com -los mismos que eligieron a Curry Valenzuela como la más sexy de la tele-. Pues ole sus huevos. Porque quizás, gracias a esto, los responsables de este esperpento se empiecen a dar cuenta de que Eurovisión sólo sirve para que unos hagan el ridículo y otros se llenen los bolsillos. En el caso de John Cobra, ha conseguido ambas. Bravo.

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P.D. Os pondría el vídeo de Cobra liándola parda en la gala, pero los señores de RTVE la han retirado de Internet.

Buenafuente, los late nights y la música

Si hay algún programa de televisión al que soy asiduo (más allá de series como Los Simpson, Futurama, Perdidos y Me llamo Earl), ese es Buenafuente. Será que soy un poco vinagre, pero no es fácil que algo me haga reír. Detesto los monólogos tipo El club de la comedia, las pelis chorras con las que todo el mundo se parte, tipo El otro lado de la cama, y en general, a los graciosetes de la pequeña pantalla. Sin embargo, Buenafuente consigue sacarme la sonrisa casi a diario. Y Berto, auténticas carcajadas.

Pero esto no es un blog de tele, que para eso ya están los expertos en la materia. Hoy quiero reflexionar sobre las actuaciones musicales que forman parte de este programa, ahora mismo el único Late night de nuestra televisión. Y es que el tema tiene miga.

Cuando Buenafuente anunció, en sus primeras emisiones en Antena 3, que el programa tendría música en directo, muchos nos mostramos esperanzados. Por fin un programa con actuaciones como dios manda y sin play backs (un invento que debería haber sido abolido hace años por dignidad de los propios artistas). Pero con el paso del tiempo, ese entusiasmo inicial se fue tornando en desilusión, hasta el punto de que, hoy en día, el momento de la actuación es para mí igual a momento zapping. Y es que, salvando las excepciones (que también las hay, es cierto), los grupos que lleva Buenafuente a su programa siguen la línea de artistas tan estimulantes como Shalia Durcal, La Oreja de Van Gogh, Álex Ubago, Fran Perea, Maná, Paulina Rubio, Melendi u OBK (la actuación de éstos últimos, el pasado miércoles, fue de juzgado de guardia, dicho sea de paso). En fin, pura crema, qué voy a contaros.

Si tenemos en cuenta que el bueno de Andreu ha copiado el formato de sus primos hermanos yanquis, como Conan O’Brien, David Letterman o Craig Kilborn, bien podría tomar nota de muchos de los grupos que suelen llevar éstos a sus respectivos espacios. Un par de ejemplos de música que sería absolutamente impensable escuchar en Buenafuente:

The Mars Volta en The late show with David Letterman:

Rocket from the Crypt en The Late show with Craig Kilborn:

Existen, tanto en España como en todas partes, multitud de bandas interesantes con cosas que decir, no carne de multinacional con managers que negocian la promoción de su producto en los 40 Principales y en los anuncios de las televisiones generalistas. Hazles un hueco a todas esas bandas un poco más arriesgadas, Andreu. Ve más allá del mundo politono, aunque el público no dé palmas y bailotee. Porque si lo haces, estarás haciendo un gran favor a la cultura musical de este país.