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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

Archivo de marzo, 2012

Los músicos y la huelga

Hace unos días, la revista Rolling Stone publicaba un artículo en el que preguntaba a varios músicos sobre su postura de cara a la huelga general de ayer. Entre los más entusiastas defensores del paro, Ramoncín, Love of Lesbian, Depdro o Joaquín Sabina. Y, sin embargo, quienes realmente daban en el clavo eran los legendarios Obús: «Si los músicos tuviéramos que protestar, haríamos huelga todos los días del año», apuntaba su líder, Fortu. No exagera: trabajar en este mundo es sinónimo de precariedad. Los músicos actúan por cantidades de dinero que no llegan siquiera a la categoría de miserable. Conozco técnicos de sonido de salas de renombre que no tienen ni han tenido jamás un contrato ni tienen a nadie que defienda sus derechos laborales. Y sacar adelante una banda conlleva, salvo en contadas ocasiones, perder bastante más dinero del que se ingresa. Esa es la cruda realidad del día a día del músico.

Canciones para empezar bien la semana: ‘Dragonfly’, de Paul Weller

Vuelve uno de los auténticos pesos pesados de la música británico. Y por extensión, de la música internacional. Vuelve un hombre que, misterios del cuerpo humano, cada vez canta mejor. Un artista que sigue teniendo muchas cosas que decir en lo musical y que, afortunadamente para sus fans, no falta a su cita con ellos cada poco tiempo. Paul Weller, el modfather, está de vuelta y tiene nuevo disco: Sonik Kicks, que verá la luz mañana en nuestro país .

Los que estén familiarizados con la carrera del señor Weller se sorprenderán con un disco en el que ha llevado su sonido un paso más allá. A sus 53 años, el ex líder de The Jam y The Still Council ha decidido reinventarse, dejando de lado la vena más folk y soul de discos como As is now o el rock psicodélico de otros como Wake up the nation para adentrarse en los terrenos del kraut y la electrónica. Pero que nadie se asuste: las melodías marca de la casa y sus raíces musicales siguen presentes en todas las composiciones de Sonik Kicks, un álbum que desde su salida se situó en el primer puesto de las listas británicas y que se ha llevado de calle a la crítica. Y es que es de agradecer la apuesta por el riesgo a cargo de un tipo que se podía haber acomodado en una fórmula que funciona. No lo hizo en The Jam -banda que abandonó en su momento cumbre de popularidad- y no lo hizo en The Still Councill grabando aquel controvertido Modernism: A New Decade de inspiración house que le valió la expulsión fulminante de su discográfica, Polydoor. Así que, ¿por qué lo iba a hacer ahora?

El primer videoclip de Sonik Kicks, el que nos sirve para empezar este lunes como dios manda, se trata de uno de esos vídeo calificados con el acrónimo como NSFW (No safe for work). Es decir, que no lo veas en el curro porque sale una tipa en cueros.



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Ardor Destómago, el rey y Barbara Streisand

La historia es todo un clásico de los tiempos que corren: grupo punk escribe una canción poniendo de vuelta y media a nuestro campechano monarca. El Ayuntamiento de su ciudad (Segovia, en este caso) la incluye en un recopilatorio de jóvenes talentos locales. La oposición (del PP) lo denuncia y lleva el caso ante la fiscalía. Los medios se hacen eco de la polémica y la recogen, divulgan y amplifican hasta el infinito y más allá. Muchos diarios, como este mismo, recogen incluso la letra íntegra para que todo el mundo pueda juzgar por sí mismo si la cosa es o no para tanto. Y al final, todo hijo de vecino acaba escuchando la canción, leyendo la letra que se pretendía censurar y opinando al respecto en foros o barras de bar a lo largo y ancho de España. E incluso más allá de nuestras fronteras. Es entonces cuando a don Juan Carlos le pitan los oídos mucho más que hace sólo unos días, cuando seguramente ni se hubiera enterado de la existencia de la tonadilla de marras. Sí, el de hoy es uno de los ejemplos más claros que se recuerdan del conocido como efecto Streisand.

Para quien no conozca el término, una breve introducción al mismo. En 2003, la cantante Barbara Streisand denunció a un fotógrafo por publicar en una web una imagen de su mansión en la costa de California. Streisand exigía que la fotografía fuera retirada de inmediato, pero logró exactamente el efecto contrario: varios medios se hicieron eco de la polémica y todo el mundo acabó por conocer la ubicación exacta de su humilde morada. Lo que popularmente se llama que te salga el tiro por la culata o hacer un pan con unas tortas, que diría mi madre.

Precisamente aquel año, 2003, comencé a hacer un programa musical en una radio libre madrileña. Eran tiempos en los que la administración aún no habían declarado la guerra a una manera independiente y sin ánimo de lucro de emitir en las ondas. Libre, tal y como su propio nombre indica, salvo en determinadas materias: poco antes de empezar a hacer el primer programa, el responsable del espacio anterior me dio un consejo: «puedes hablar de lo que te dé la gana, con una sola condición: no nombres al Rey». Aquella advertencia, medio en broma medio en serio, se convirtió inevitablemente en una incitación para recordar la figura del rey de cuando en cuando mientras estábamos en el aire. Afortunadamente, nuestra audiencia no debía superar la media docena de oyentes, y ninguno de ellos debía ser miembro de Manos Limpias  o tener el suficiente tiempo libre y mala baba como para denunciar nuestros inofensivos chascarrillos.

Como bien explica mi compañera Clara Hernández en un reportaje en esta misma web en el que también repasa casos similares (algunos tan épicos y ridículos como el secuestro de El Jueves por parte de la Audiencia Nacional), el artículo 490 del Código Penal establece penas de prisión de seis meses a dos años para las personas que cometan injurias o calumnias consideradas «graves» contra el rey o sus descendientes, y una multa de varios meses (entre cuatro y 20) si la calumnia es «leve». Hay quien, como Izquierda Unida, ha pedido reiteradamente que se derogue dicho artículo, pero por el momento sigue ahí, amenazando a cualquier que, como Ardor Destómago, ose faltar al respeto a nuestro jefe de estado. Ahora, el grupo se enfrenta a 1.800 euros de multa. Muchos pagarían mucho más por una publicidad semejante. Bravo.

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Canciones para empezar bien la semana: ‘I’m the One’, de Descendents

Cualquier excusa es buena para traer a colación a uno de los grupos clave de mi adolescencia. Los californianos Descendents jugaron un papel fundamental en la década de los 80 como grandes pioneros (con permiso de Bad Religion) en mezclar la potencia y crudeza del punk con las melodías más asequibles y pegadizas del pop. No en vano, bandas que más adelante darían el salto al estrellato como Green Day o Blink 182 deben gran parte de su sonido al grupo de Hermosa Beach.

¿Y por qué dedicamos este post a Descendents? Pues porque son uno de los grupos que acaban de ser confirmados para la próxima edición del Resurrection Fest, que tendrá lugar en del 2 al 4 de agosto en la localidad gallega de Viveiro, por donde también pasatán Suicidal Tendencies, Good Riddance, At the Gates, Blood For Blood, Converge, Unearth o Hatebreed, entre otros. Una cita imprescindible para los amantes del punk y el hardcore y que ya se ha convertido en un clásico de nuestro calendario festivalero.

Para arrancar esta semana, y dado que a algunos nos ha tocado trabajar, nada mejor que la energía de «Im the one», perteneciente a uno de mis discos preferidos del grupo, Everything sucks.

Milo, la carismática mascota del grupo, y un servidor os deseamos buen lunes.

i’m the one
i’ve been here for you all along
i’m the one
who’s shoulder you’ve been cryin on
nice guys finish last
no one knows as good as me
we’re just good friends
and you come to me for sympathy
you tell me that i’m not your type
still you call me late at night
everytime he picks a fight
after all he’s said and all he’s done
i’m the one
i’ve been here for you all along
i’m the one
who’s shoulder you’ve been cryin on
he’s a total dick
that’s the truth and you know i’m right
from everything you say
theres no way he’ll ever do you right
you love a man who treats you wrong
you think you’ll change him
but you’re wrong
he’ll use you he’ll say so long
after all he’s said and all he’s done
i’m the one
i’ve been here for you all along
i’m the one
who’s shoulder you’ve been cryin on
i’m the one who wants you more than anything
you don’t feel the same way you made it clear to me
but i’ll stand my ground and maybe
you’ll hear what i’ve been sayin
after all i’ve said and all i’ve done
i’m the one
i’ve been here for you all along
i’m the one
who’s shoulder you’ve been cryin on
i’m the one
i’ve been here for you all along
i’m the one
who’s shoulder you’ve been cryin on
i’m the one

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The Hives están de vuelta

Y aunque aún tardemos un poco en poder escuchar las canciones de su nuevo disco, Lex Hives, que verá la luz el 21 de junio, la banda ya ha adelantado el que será primer single, Go Right Ahead, que se puede escuchar a través de la edición americana de la revista Rolling Stone. Además, ha puesto en circulación cinco pequeños y singulares videos en los que cada miembro del grupo toca el comienzo del tema con su respectivo instrumento, como puedes ver al final de este post.

Han pasado cinco largos años tras el último trabajo de The Hives, aquel Black and White. Un tiempo no exento de problemas, en palabras de su propio vocalista, Howlin Pelle Almqvist, según reconoció recientemente en una entrevista para el semanario británico NME:  «Fueron años terribles para la banda. Ahora igual salimos de la oscuridad, pero tuvimos muchos problemas. Problemas de todo tipo. Problemas del rock, pero por suerte ahora desaparecieron». «Problemas del rock» probablemente sea un bonito eufemismo para hablar de drogas. Y sin embargo, poco nos importa, pues la banda sueca parece mantener intacto su punch y sus ganas de diversión, como ya demostró en la última edición del festival Dcode, de Madrid, donde hicieron menear al bullarengue a 13.000 fans enloquecidos.

Lex Hives parece mantener intacto el característico estilo de la banda, a mitad de camino entre el garage, el punk y el rock, con esos temas de tres minutos y esos cavernarios riffs marca de la casa. El álbum ha sido producido por los propios Hives y mezclado por Andrew Scheps (Adele, Red Hot Chili Peppers), con dos temas adicionales mezclados por D. Sardy (Marilyn Manson, Slayer) y Joe Zook (Weezer, Modest Mouse). La edición de lujo del álbum de Lex Hives contiene varios temas a modo de bonus producidos por Josh Homme, líder de Queens of the Stone Age. Right Ahead se publicará en vinilo de 7 pulgadas coincidiendo con la próxima edición del Record Store Day, el próximo 21 de abril.



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‘Nocturniquet’, lo nuevo de Mars Volta

El sexto disco de Mars Volta es, a buen seguro, uno de los acontecimientos más esperados del año por los amantes del rock progresivo más inquieto. Por si fuera poco, el lanzamiento de Noctourniquet, lo nuevo del dúo de El Paso (Texas) viene además acompañado de otro regreso, el de su anterior banda, At the Drive In, todo un referente para los amantes del punk y el hardcore más arriesgado y libre de corsés.

A estas alturas, sorprender a su audiencia debería resultar verdaderamente complejo para una banda como Mars Volta. No en vano, Cedric Bixler-Zabala y Omar Rodríguez han tocado palos tan absolutamente marcianos a lo largo de su discografía que cualquier movimiento, por extremo y difícil que pudiera parecer a priori, no debería pillar a nadie con el pie cambiado. Y sin embargo, Nocturniquet viene dipuesto a darnos la vuelta a la cabeza una vez más. Para abrir boca, han sorprendieron a propios y extraños con dos singles rompedores: The Malking Jewel muestra ecos de Tom Waits, Nick Cave o incluso The Cramps; Zed and Two Naughts, por su parte, deja clara su pasión por los sintetizadores y la electrónica, eso sí, sin perder ni un ápice de su característico sello sonoro. Ello, a pesar incluso de la salida de su anterior batería, el virtuoso Thomas Pridgen, al que ha sustituído el no menos dotado Deantoni Parks. Pero como viene siendo habitual en ellos, hay mucho más. De hecho, definir como rock progresivo a Mars Volta sería quedarse ridículamente corto. Dominan desde los terrenos del jazz y el kraut hasta las músicas tradicionales latinoamericanas. Y todo ello tiene su pertinente reflejo en esta nueva bomba sonora que, como viene siendo habitual, tiene un hilo conductor: el álbum narra, en forma de capítulos, los sueños de un niño respecto a su propia vida.

Nocturniquet verá la luz el próximo 27 de marzo. Y desde ya, promete ser uno de los discos del año.

Siempre tarde

Con la ayuda de algún que otro amigo experto en la materia, he decidido zambullirme en el -para mí- desconocido mundo de Twitter. Lo hago, en principio, con el objetivo de promocionar mi grupo de música, más que con el de informar al resto del mundo sobre los pormenores de mi vida personal.Y de la misma manera que me ocurrió hace ya bastante tiempo con Facebook, tengo la sensación de llegar un poco tarde.

Es la misma sensación que percibo cuando levanto la tapa de mi viejo Nokia, que ni es táctil, ni es smart, ni hace virguería alguna, pero funciona y resiste los golpes que da gloria (todos lo sabemos: cuanto más viejo es un cacharro, más tiempo nos dura. Caprichos de la obsolescencia programada). La misma sensación que cuando me preguntan si tengo whatssap o wifi en el móvil. E incluso la misma que cuando veo a la gente sacar su teléfono para mirar el correo cada cinco minutos cuando, en medio de una conversación, se produce el silencio más breve y mímimamente incómodo, momento en el que todos echan mano a su pequeño e inteligente celular. Nos estamos volviendo idiotas, pienso. O quizá el idiota soy yo, pues reconozco que, muy probablemente, haría algo similar si uno de esos prodigiosos aparatos cayese en mis manos. Porque una cosa está clara: determinados artículos de consumo pasan de sernos muy útiles a resultarnos absolutamente indispensables con una facilidad pasmosa. Somos así. Y así, todos acabamos pasando por el aro antes o después. Yo también lo haré. Aunque es posible que, cuando lo haga, vuelva a ser tarde.  Como siempre.

Quizá sea hora de reivindicar un poco más de impuntualidad tecnológica.

Soñar la música

Esta mañana me he levantado algo confuso. Recordaba vagamente lo que había soñado sólo unos momentos antes pero, más que cualquier imagen, tenía una canción adherida a la cabeza. Su estribillo ha estado poderosamente fijado a alguna remota parte de mi cerebro durante toda la noche, poniendo banda sonora a mis caóticos sueños, repitiéndose una y otra vez como un disco rallado. Aún debatiéndome entre la estrecha frontera que los separa débilmente de la vigilia, me he dirigido a la cocina para preparame un café. Allí, justo antes de que rompiera a hervir inundando la casa con su estimulante olor, me he dado cuenta de la anomalía: nunca he escuchado esa canción. No existe en ninguna parte, salvo en mi cabeza. Y a los pocos minutos, la he olvidado sin remedio. Ahora sólo espero que llegue de nuevo la noche para, quizá, volver a soñarla otra vez.

(Ilustración: María Gil).