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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

Archivo de febrero, 2012

Canciones para empezar bien la semana: «Simple song», de The Shins

El regreso de The Shins es, con toda probabilidad, uno de los más esperados de este 2012. Al fin y al cabo, la banda de Albuquerque (EE UU), llevaba ya cinco largos años sin publicar nuevo material. Todo un lustro desde que entregaran aquel Wincing the night away en el que, si bien no llegaron al nivel del que para un servidor es su obra maestra, el casi perfecto Chutes too narrow (2003), sí mantuvieron el listón a un nivel más que digno, inalcanzable para tantas y tantas bandas actuales.

Ahora, la banda liderada por James Mercer vuelve con Port of morrow, su primer disco fuera del sello que les vio crecer, Sub Pop, y el primero que editan a través de su propia discográfica, Aural Apothecary, que cuenta con el apoyo de la multinacional Columbia, filial de Sony Music. Y a tenor de lo que hemos podido escuchar en su primer single, Simple song, el cambio no parece haber afectado lo más mínimo a sus postulados. The Shins siguen perfilandose como auténticos genios a la hora de construír melodías adictivas, de las que se agarran a tu cabeza para no abandonate durante horas, y haciendo parecer sencillo algo que en realidad es enormemente complejo. Una de esas canciones mágicas marca de la casa, que además cuenta con un genial videoclip, y que hoy nos sirve para arrancar esta semana de la mejor de las maneras posibles.

Well, this is just a simple song, To say what you done.
I told you ‘bout all those fears, And away they did run. You sure must be strong,
And you feel like an ocean being warmed by the sun.
When I was just nine-years-old, I swear that I dreamt, Your face on a football field,
And a kiss that I kept, Under my vest.

Apart from everything, With the heart in my chest.
I know that things can really get rough, When you go it alone,
Don’t go thinking you gotta be tough, To bleed like a stone.

Could be there’s nothing else in our lives so critical, As this little hole.
My life in an upturned boat, Marooned on a cliff.
You brought me a great big flood, And you gave me a lift. Girl, what a gift.
Will you tell me with your tongue, And your breath was in my lungs,
And we float up through the rift.

I know that things can really get rough, When you go it alone.
Don’t go thinking you gotta be tough, To bleed like a stone.

Could be there’s nothing else in our lives so critical, As this little hole.
Well, this would be a simple song, To say what you done.
I told you ‘bout all those fears, And away they did run.

You sure must be strong, When you feel like an ocean being warmed by the sun.
Remember walking a mile to your house, Aglow in the dark?
I made a fumbling play for your heart, And the act struck a spark.
You wore a charm on the chain that I stole, Especial for you.
Love’s such a delicate thing that we do, With nothing to prove, Which I never knew.

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La música nos trae sin cuidado

Fíjese atentamente el astuto lector en la fotografía que encabeza esta entrada.

Fue tomada ayer por el fotógrafo de esta casa, el gran Jorge París, y ha salido publicada hoy en la edición impresa de este diario como parte de un reportaje firmado por un servidor. Entre los músicos de la imagen se encuentra el libanés de origen armenio Ara Malikian (izda.) probablemente uno de los mejores violinistas del planeta. También estaba allí, aunque no se le ve en la foto, el tenor José Manuel Zapata, quien ha llevado su voz a escenarios como el Teatro Real de Madrid, el Liceo de Barcelona o la Scala de Milán. Ambos, junto a otros tres virtuosos músicos, bajaron al metro de la capital para presentar el espectáculo de ópera y humor Los divinos, que se estrena hoy en los teatros del Canal. Tocaron, cantaron, bailaron y dieron mucho la nota, en parte por lo llamativo de su indumentaria. Y sin embargo, a muchos viajeros como el de la foto no consiguieron arrancarle siquiera uno de sus auriculares. Ni una mirada.

La curiosa situación me recuerda a un experimento que realizamos hace años en 20 minutos, percisamente con Ara Malikian como protagonista. Al igual que ayer, bajó al suburbano para tocar el violín, y una aplastante mayoría de los viajeros no le hizo el más mínimo caso. El Washington Post realizó un vídeo muy similar protagonizado por otro maestro del mismo instrumento, Joshua Bell, en el que se le puede ver interpretando obras de Bach durante 45 minutos en el metro de Washington. El resultado fue el mismo.

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Adiós a Michael Davis (recordando a MC5)

Cuando fallece un artista al que admiras, como periodista experimentas una sensación agridulce y extraña: por una parte disfrutas escribiendo sobre su vida y su carrera; por otra, eres consciente de que se trata de una muy mala noticia. Cuando se juntan, como este fin de semana, dos pérdidas tan tristes como las de Enrique Sierra y la de Michael Davis de MC5, uno se enfrenta además a un pequeño dilema: sobre cuál de los dos escribir. No hay duda de que la popularidad del primero es, en nuestro país, infinitamente superior, lo que provoca que su nombre haya inundado los medios españoles durante este fin de semana. Incluso es posible que muchos lectores no conozcan a MC5. Ambas cosas me han llevado en última instancia a decantarme por ellos. Entremos en materia, pues.

Haga el lector un esfuerzo de teletransportación para situarse a sí mismo en el Detroit de octubre 1969. Concretamente, en el estadio Grande Ballroom, donde una de las más prometedoras bandas del momento está a punto de hacer su aparición. Ni siquiera tienen un disco en la calle, pero ya han sido portada de la Rolling Stone por lo incendiario y salvaje de su sonido. El momento es singular: los Beatles acaban de hacer su última y memorable actuación sobre el tejado de Apple, las protestas contra la guerra de Vietnam crecen en número y el movimiento hippie toca techo con Woodstock, al tiempo que algunos de sus sectores comienzan a radicalizar sus postulados: sólo unos pocos días antes del concierto, la Familia ideada por Charles Manson había asesinado a Sharon Tate y otras cuatro personas en Los Angeles. La contracultura florecía, afectando de manera muy especial a la creación artística, fuera cual fuera su naturaleza. Y la música, como no podía ser de otra manera, estaba allí para poner banda sonora a la historia.

MC5 era una salvaje banda de ryhtm and blues que se atrevió a llevar al límite su propuesta, anticipándose varios años a la explosión del punk en cuanto a actitud y sonido. Rob Tyner, Wayne Kramer, Fred Smith, Michael Davis y Dennis Thompson cargaron su música de contenido político -en parte, por la labor de su gurú, el poeta posteriormente encarcelado Joh Sinclair, fundador del partido marxista Panteras Blancas- y lo trasladaron de forma directa y cruda a la atónita audiencia. El resultado de aquel concierto quedó plasmado para siempre en un disco de debut, Kick Out the Jams, en cuyos surcos se percibe como en pocos la peligrosidad que debería ser inherente a toda banda de rock. El grito de guerra que dio inicio al recital, «kick out the jams, motherfuckers!» provocó un veto salvaje al grupo por parte de las autoridades: su disco no se pudo vender en las grandes superficies y su carrera quedó marcada para siempre.

Personalmente, siempre me pareció una pena que no se llegase a grabar una versión de estudio de aquel álbum. Seguramente muchas de sus redondas canciones habrían marcado más aún si cabe a varias generaciones y hubieran sonado más en muchos reproductores. Pero el hecho es que escuchar Kick out the jams sigue siendo, hoy por  hoy,  un auténtico viaje en el tiempo:

Tan solo un año después de aquello, y ya desvinculados de John Sinclair, MC5 grabaron el que para un servidor es su mejor álbum, Back in the U.S.A. Mucho más domesticados en todos los sentidos -también en su sonido, lo que les hizo perder cierta pegada- MC5 presentaban una colección de canciones sobresaliente (High School, Tonight, Call me animal, Teenage lust…) que, sin embargo, no obtuvo respuesta del público. Tampoco lo hizo el que se convirtió en su último trabajo, el igualmente influyente y algo más experimental High Times, que puso punto y final a su carrera.

Muchos años después, algunos tuvimos la suerte de disfrutar de su reunión -ya sin su vocalista, fallecido en 1994- como DKT/MC5, en la que volvieron a demostrar su buen estado de forma a pesar de los años junto a cantantes de la talla de Lisa Kekaula (Bellrays) o Handsome Dick Manitoba (The Dictators). Allí estaba también Michael Davis, que nos dejó el pasado viernes a los 68 años de edad, dejando tras de sí una corta pero espectacular carrera y unas frenéticas líneas de bajo.

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Canciones para empezar bien la semana: ‘The Gravedigger’s Song’, de Mark Lanegan

Vuelve Mark Lanegan. Vuelve la voz más profunda y cavernosa del rock. El ex líder de Screaning Trees ocupa estos días las portadas de los medios especializados de medio planeta. Y no es para menos. Su nuevo disco, Blues Funeral -el primero como The Mark Lanegan Band desde Bubblegum, de 2004- es una auténtica joya en la que vuelve a demostrar su habilidad para moverse en terrenos de lo más variado: del folk a la electrónica, del rock al blues, siempre imprimiéndole a todo un halo de oscuridad de lo más adictivo y personal. Puro Lanegan.

El tema que abre el disco, The Gravedigger’s song, nos sirve para arrancar esta semana con buen pie. También, y de paso, para recordar su inm inente paso por nuestro país. El próximo 27 de marzo estará en Bilbao (Kafé Antzokia), el 28 en Santiago (Sala Capitol), el 1 de abril en Madrid (Sala Kapital) y el  2  en Barcelona (Apolo).

With piranha teeth
I been dreaming of you
and the taste of your love so sweet
honest its true

through my heart flows sleep
and the dark heavy rain
where the gravedigger’s song is sung
you’ve been torturing me

tout est noir, mon amour
tout est blanc
je t’aime, mon amour
comme j’aime la nuit

love, is the medicine good?
is the crow flying eight miles high?
over wire and wood

shovel down six feet
with a head heavy pain
the magnolia blooms so sweet
and it fades just the same

to the stars my love
to the sea
to the wheels my love
till they roll all over me

oh love, i been thnking of you
with razor white teeth so sharp
honest its true

in my blood flows sleep
and the dark heavy rain
the magnolia blooms so sweet
only torturing me

to the stars my love
to the sea
to the wheels my love
till they roll all over me

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El eterno debate

Antes de ayer, mientras veía en la tele la muy decepcionante Alcatraz, la nueva serie del creador de Perdidos, el primer anuncio del intermedio me hizo saltar del asiento. Ahí estaba Álvaro, amigo de la adolescencia, anunciando un coche en el que «cabe todo, hasta un concierto de The Right Ons», su banda de soul y rock and roll de ls que hemos hablado en alguna ocasión.

Aunque la primera reacción fue de sorpresa, no puedo sino alegrarme por ellos. Cuando una banda alcanza cierto estatus –especialmente el que conlleva aparecer en televisión o en determinadas radios comerciales– a menudo surgen un sinfín de voces en contra de su decisión de formar parte del entramado mainstream. El debate es tan eterno como absurdo: al fin y al cabo, en los planes de casi cualquier banda está el intentar hacer llegar su música al mayor número de gente posible. Y si eso ocurre manteniendo intacto tu espíritu, tu sonido y tu dignidad, bienvenido sea.

Soy un hijo de puta (entrevistando a Bebe)

La cita era en el hotel Me de la madrileña plaza de Santa Ana. Allí estaba, con un moqueante resfriado, la cantante que más bilis desata entre nuestros lectores, que se despachan a gusto con ella en cada noticia que protagoniza con calificativos tan originales como «perroflauta», «macarra» o «feminazi». La misma que hace un par de meses pronunció, en la presentación de su nuevo disco ante los estupefactos medios, la recordada frase «los periodistas sois todos unos hijos de puta», además de otras perlas como «Si queréis os enseño las bragas». La misma que ha publicado un tercer disco que ha hecho correr ríos de tinta por lo singular de canciones como el primer single, K.I.E.R.E.M.E. La simpar María Nieves Rebolledo, más conocida como Bebe.

Hay en la mirada de Bebe -guapísima en las distancias cortas, por cierto- un halo de desconfianza. Como si sentarse ante un periodista entrañara todo un desafío. Como si, de entrada, todos tuviésemos oscuras intenciones. Quizá me equivoque, pero nada más saludarla me da la sensación -como con otros tantos artistas-, de que conceder entrevistas no es precisamente la parte de su trabajo que más le gusta.

Trato de ganarme la simpatía de Bebe con preguntas centradas en su nuevo disco: lo atrevido de su nuevo viraje musical o el papel que ha jugado el productor francés Renaud Letang (responsable del sonido de artistas como M.I.A., Manu Chao o Luz Casal) en el conseguidísimo sonido de su nuevo disco. Y por momentos, Bebe se muestra dulce y parlanchina. Especialmente cuando se le menta el eclecticismo del que hace gala en Un poquito de rocanrol, en el que tan pronto tira por caminos como la electrónica y el hip hop como abraza ese pop-rock canallesco que la llevó a la fama con temas como Malo o Ella. «El sonido del disco no es algo premeditado», asegura. «Me ha salido así. Pero está claro que estoy en un momento muy positivo y con mucha fuerza, en parte porque ser madre me ha dado mucha energía, y me apetecía probar cosas nuevas, con ritmos potentes».

De entre las cosas que me han llamado la atención de las declaraciones recientes de la cantante es eso que ha dicho de que «este es el disco más punk» de su carrera. Tengo curiosidad. ¿Qué es para ti el punk, Bebe? «El punk es una actitud. No tiene nada que ver con llevar una cresta. Punki es mi padre en muchos momentos, y aparentemente no tiene nada de punk». No conozco al padre de Bebe, pero no puedo estar más de acuerdo: El punk es una actitud. Y si me apuran, insultar a tu propio público es deliberadamente punk. Ya lo hacían Kaka de Luxe, solo que en su caso sus conciertos no eran precisamente un showcase para los medios de comunicación organizado por una multinacional.

La reflexión sobre el término nos lleva, inevitablemente, a abordar la parte más espinosa de la entrevista. ¿Por qué lo hiciste, Bebe? ¿No estuvo un poco feo aquello? «No me preocupa lo más mínimo. Ni me arrepiento». No le preocupa, pero acto seguido se despacha a gusto contra el compañero que publicó las imágenes. «El periodista que subió ese vídeo a Internet, que encima ni siquiera ha dado la cara, se dedicó a editar una parte muy concreta del concierto. Debería dedicarse a escribir libros de cocina». Ahí queda eso. O no, espera, que dice más: «Se debió de sentir muy ofendido porque no sabe lo que es un concierto, pero cosas como esas se dicen en muchos conciertos. La diferencia es que no hay periodistas delante».

En ese momento la entrevista da un giro y entra en barrena. Aunque cambio de tema, Bebe se pone a la defensiva, aunque sin perder la media sonrisa. «¿Te consideras una persona sincera?», pregunto. «No te voy a contestar lo que quieres oír», me espeta. «A buen entendedor, pocas palabras bastan». Debo de ser bastante mal entendedor, pienso, pues no tengo la más remota idea de a qué se refiere. El encuentro, o al menos la parte mínimamente sustancial del mismo, concluye ahí. A las clásicas preguntas sobre sus planes de futuro, que a menudo sirven para bajar la tensión en entrevistas como esta, obtengo las clásicas respuestas de «no tengo ni idea de qué voy a hacer mañana». Apago la grabadora, dos besitos corteses -a pesar del resfriado-, y a correr. ¿Una entrevista de mierda? Sí, pero la cosa no daba para más. Y me soluciona un post, oyes. Cosas de periodistas, que ya se sabe cómo somos: todos unos hijos de puta.

Foto: Jorge París.

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‘Needing/Getting’: la nueva maravilla de Ok Go en forma de videoclip

A estas alturas, cuando se cumplen diez años del debut discográfico de Ok Go, se puede discutir sobre si los de Chicago son una gran banda o sólo una más de entre las muchas que pueblan el panorama del indie rock. Pero lo que nadie en su sano juicio se atrevería a poner en duda es que el grupo ha firmado algunos de los videoclips más impactantes y originales de lo que va de milenio. Y eso, coincidirán conimigo, no es en absoluto tarea sencilla.

Anoche se estrenó en Youtube el nuevo vídeo de Ok Go, Needing/getting, y desde aquí sólo podemos, una vez más, rompernos las manos a aplaudir. Rodado en un desierto de Los Angeles, el grupo toca, montado en un coche, más de 1.000 instrumentos dispuestos y afinados para la ocasión. Otra auténtica maravilla audiovisual dirigida por  Brian L. Perkins y Damian Kulash Jr. Hela aquí.

El estreno nos viene que ni pintado para repasar la trayectoria de la banda a través de sus videoclips. A pesar de que cuentan con más de una decena en su haber, en su particular top 3 se situarían, sin duda, Here it comes again, This too shall pass y All is not lost.

El primero de ellos reventó los contadores de Youtube. No era para menos: Here it comes again es una sublime lección de cómo hacer un vídeo con cuatro duros y una original coreografía, algo que ya habían comenzado a explorar -aunque de manera mucho más insustancial-  en la primera versión de Don’t Ask Me, segundo single de su álbum de debut. Su lanzamiento revolucionó la Red y llegó incluso a ser parodiado en Los Simpson. Una obra maestra:

El éxito de Here it comes again provocó una agria polémica con su discográfica, EMI, que prohibió el «embed» de sus vídeos argumentando que de esa manera no obtenía beneficios por la publicidad en Youtube, una situación que -afotunadamente para nosotros- acabó resolviéndose. El incidente provocó, incluso, que el grupo grabara un vídeo pidiendo perdón a sus fans de la popular web de vídeos. Eso sí, manteniendo intacto su característico sentido del humor:

En 2010, Ok Go dieron un paso más allá con el que hoy por hoy sigue siendo mi vídeo favorito, el espectacular This too shall pass . A pesar de que el vídeo contó (como es habitual en ellos) con una primera y descacharrante versión, fue la segunda y definitiva la que se convirtió en un auténtico viral en la Red. Un sublime plano secuencia inspirado en el efecto dominó y la máquina de Rube Goldberg para cuya consecución se invirtió más de un mes de trabajo, medio centenar de intentos fallidos y complejos cálculos matemáticos. El resultado es simplemente sobrecogedor.

El pasado verano, y de manera similar a como ya hicieron Arcade Fire en We used to wait, Ok Go decidió introducirse en el mundo del HTML 5 para crear, en colaboración con Google, un vídeo interactivo: All is not lost, para el que, además de la versión interactiva, también crearon una versión sencilla de cara a su visionado en Youtube:

¿Te has quedado con ganas de más vídeos de Ok Go? Prueba con WTF, End Love o A million ways.

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El punk se estudiará en la universidad

Hace un par de meses, un amigo residente en Malmö me contaba, ante mi sorpresa, que la ciudad sueca ha sido la primera del mundo en instaurar un bachillerato de skate. Una opción educativa en la que los estudiantes, además de aprender matemáticas, historia y el resto de materias típicas de las que se imparten en un instituto, dedican buena parte de la jornada escolar a patinar supervisados por un profesional. La iniciativa, que partió de un grupo de skaters locales, convenció al ayuntamiento, que entendió que el skate fomentaba entre los adolescentes valores tan saludables como la superación, el esfuerzo y la vida sana. Algo así como el sueño de mi adolescencia, vaya.

En España, a pesar de estar a años luz de Escandinavia en tantas y tantas materias, también surgen propuestas interesantes relacionadas con el mundo de la educación, y más concretamente en el área que nos ocupa: la música. Hoy nos trae aquí una de ellas: La Universidad de Oviedo pondrá en marcha, dentro del llamado Aula de Música de Extensión Universitaria, el curso Hazlo tú mismo. Los discursos y las escenas del punk. A lo largo de 15 días (del 16 de febrero al 3 de mayo en Oviedo y del 14 de febrero al 2 de mayo en Gijón), realizará «un recorrido por la escena punk a ambos lados del charco, sus raíces y sus huellas posteriores». El curso partirá de las bandas anteriores que plantaron la semilla, como Iggy Pop y sus Stooges o The Velvet Underground, para concluir en el movimiento post punk y new wave de principios de los 80, además de los subgéneros posteriores como el hardcore. Entre medias, claro está, Ramones, Sex Pistols, The Clash y todos los nombres clave para entender el género y su filosofía. El curso, que impartirán profesores como Igor Paskual ( guitarrista y compositor de Loquillo) o Mar Álvarez (integrante de ‘Pauline en la Playa’), entre otros, prestará especial atención al impacto del punk en España a través del legado de grupos como Kaka de Luxe, las Vulpess, Parálisis permanente o Siniestro Total. La matrícula, cuyo plazo de inscripción concluye el 16 de febrero, es gratuita y abierta a cualquier interesado, y los estudiantes podrán convalidar la actividad por un crédito.

Es posible que los más puristas entiendan que un movimiento contracultural como el punk no debería tener cabida en la enseñanza oficial. Y sin embargo, no deja de ser una buena noticia que todo aquel que se diga interesado en la música pueda profundizar los entresijos de un movimiento que influyó profundamente a varias generaciones a lo largo y ancho del planeta.

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