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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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La disyuntiva de Israel en Gaza: ¿tercera fase o retirada?

Según escribe Reuven Pedatzur en el periódico Haaretz, la operación Plomo Fundido, que comenzó el 27 de diciembre, tenía como objetivo dar un poderoso golpe a Hamas, destruyendo sus principales edificios y causando un gran número de muertes, con el fin de lograr que la organización integrista levantara rápidamente la bandera de la negociación.

Por esta razón, la ofensiva de las fuerzas aéreas hebreas fue sorpresiva; tuvo lugar un sábado, primer día de la semana para los musulmanes; atacó edificios llenos de personas sin previo aviso para que los desalojasen; y lanzó sus bombas sobre un grupo de jóvenes recién salidos de la academia de policía (aunque esto constituyera una violación de la Cuarta Convención de Ginebra, ya que los policías no son considerados combatientes).

Dar un golpe contundente sobre la mesa de Gaza, generar una breve y profunda ola de destrucción era, en opinión de Pedatzur, la consigna (teoría que comparten otros analistas militares como Amos Harel y Avi Issacharoff). Para ello, la Fuerza Aérea de Israel contaba con un banco de objetivos seleccionados con meticulosidad durante los meses previos.

Los problemas y dudas llegaron después: “Cuando quienes planearon la lucha se dieron cuenta de lo que debería haber estado claro desde el comienzo, que el gobierno de Hamás no iba a levantar la bandera blanca después de la destrucción de los primeros cien objetivos, la movilización terrestre se hizo inevitable”, afirma Pedatzur.

Segunda fase: ofensiva terrestre

La segunda fase de la ofensiva, que consistió en la invasión terrestre, se puso en marcha el domingo 4 de enero. Como pronosticamos en este blog, su propia lógica iba a potenciar aún más la muerte de civiles, que hasta el momento constituían el 30% de los muertos, y que han pasado a ser más de la mitad de los fallecidos.

Filtraciones a la prensa señalan que, de la llamada “troika” constituida por el Primer Ministro Ehud Olmert, la Ministra de Exteriores Tzipi Livni y el Ministro de Defensa Ehud Barak, sólo Olmert estaría plenamente decidido a seguir adelante con la operación hasta las últimas consecuencias, hasta esa tercera fase de la operación que se creyó que iba a entrar en marcha ayer, cuando se lanzaron miles de folletos sobre la franja de Gaza.

Ante la perspectiva de poder ganar las próximas elecciones, ni Barak y Livni quieren llegar a las urnas con una guerra en marcha, ni con más soldados fallecidos, en especial si se trata de reservistas, a cuyas muertes la población civil parece más sensible (en estos momentos miles esperan a las puertas de la franja, y sólo algunos han entrado).

Tampoco los debe entusiasmar demasiado la hipotética perspectiva de convertirse en primer ministro con la censura de la opinión pública internacional, cuya justificada indignación ante las matanzas en Gaza y el bloqueo aumenta por instantes, según lo demostraron tantas y tantas manifestaciones en buena parte del planeta. En este sentido, la fecha clave parece ser el 20 de enero: día en que Obama tomará el poder.

¿Tercera fase?

Se ha especulado mucho con la tercera parte de la operación Plomo Fundido. Uno de los planes para su articulación podría consistir en controlar la franja desde donde estaban los antiguos asentamientos judíos – que dominaban el 40% de la tierra cultivable de Gaza – y desde allí dividirla en cuatro partes, incluido el eje vertical que constituye la avenida Saladino.

Si la segunda fase de operaciones elevó dramáticamente el número de víctimas, que ya alcanzan las 900, una tercera fase, que incluiría la lucha cuerpo a cuerpo, casa por casa, en núcleos urbanos, resultaría terriblemente letal para la población local que, por más panfletos que se tiren desde el aire, no tiene a dónde huir debido a que Israel sigue manteniendo las fronteras cerradas a cal y canto.

También podría potenciar el número de fallecidos entre los propios soldados del Tsahal. Hasta ahora, los momentos en los que han estado más en riesgo, han sido aquellos en los que ha entrado en la ciudad de Gaza, donde Hamás cuenta con un complejo sistema de túneles. Lo mismo se puede esperar de Yabalia, aunque no de Jan Yunis, la segunda ciudad más grande de la franja, por donde los tanques ya han pasado en varias ocasiones sin encontrar demasiada resistencia.

Algunos medios señalan que Hamás logró secuestrar a un soldado de la brigada Golani, que rápidamente fue liberado, a través de uno de estos túneles. En este escenario, las ventajas tecnológicas de Israel pierden ascendiente.

¿Objetivo realista?

Para Pedatzur, el error en la operación es que agotó en apenas unos días todos los objetivos que se había fijado bombardear, y ahora tiene dificultades para encontrar nuevos, por lo que, otras de las ventajas que tiene Israel, la aérea, quedaría de este modo opacada.

Pero su mayor crítica es a la falta de metas concretas. ¿Golpear a Hamás o destruirlo? ¿De qué modo? Hasta ahora, el lanzamiento de cohetes apenas ha descendido un 50% a lo largo de la última semana.

Toda esta historia – al igual que los constantes mentidos y desmentidos de los portavoces israelíes, las masacres contra inocentes y las denuncias de empleo de armamento por lo menos controvertido – resuena a la guerra contra Hezbola de 2006, que dio un severo golpe a la moral del IDF y que provocó la creación de la comisión Winograd.

Entonces tampoco la finalidad última de la ofensiva quedaba bien determinada. Hezbolá había secuestrado a dos soldados que intentaba cambiar por Samir Kuntar y otros detenidos, como ya había hecho en 2003. ¿Qué se quería hacer con Hezbolá? ¿Destruirlo, castigarlo? ¿Golpear a la población civil para que se enfrentara a la organización de Hassan Nasralá?

existe una diferencia notable con la operación en el Líbano: aquella se lanzó se forma precipitada, mientras que la actual se planeó durante meses. Hasta se construyó una réplica de algunas calles de la ciudad de Gaza en el desierto del Negev, para que los soldados pudieran entrenarse.

Fervor nacionalista

Quizás sea pronto para sacar conclusiones, pero lo que parece haber sucedido es que, ante la contundencia de los primeros golpes, el cansancio de la población israelí con los Kassam y la habitual parcialidad de los medios hebreos, en especial de las televisiones, se generó tal fervor belicista en la opinión pública que no sólo la imagen de Barak mejoró en las encuestas, sino que se produjo una suerte de bola de nieve nacionalista, exitista, como sucede en casi toda guerra, que dio aliento a esta ofensiva hasta el punto que resultó imposible de detener durante la primera fase.

Como pasó en 2006 con Hezbolá, la gente creyó que se vencería rápidamente a Hamás, y que así el problema de Gaza volvería a ponerse debajo de la alfombra (o detrás del muro, para ser más exactos), bloqueo incluido, para que todos pudieran seguir con su vida cotidiana.

Tal vez Olmert, que tiene el apoyo del resto del gabinete, y nada que perder, logre lanzar la tercera fase de la ofensiva, lo que no garantiza el éxito contra Hamás.

De no ser así, tampoco la salida de las tropas de Gaza resultará rápida o total. Recordemos que el IDF tardó más de dos semanas de salir de Líbano en 2006, aunque ya se había aprobado la resolución 1701 de la ONU.

Sólo el tiempo…

A medida que pasen los días, y que bajen las pasiones en Israel (los editoriales de Haaretz, por ejemplo, han cambiado de tono y dirección, hablan ya de retirarse lo antes posible), la idea de la imposibilidad de la victoria militar sobre Hamás, o de su altísimo coste en vidas propias y ajenas, irá ganando peso.

En 2006, nos opusimos firmemente en este blog a la guerra. Consideramos que, ante el hecho consumado de Hezbolá, el camino era el diálogo. El tiempo nos dio la razón: al año siguiente se negoció el cambio por los prisioneros, lo que hizo quedar en un gesto futil y sin sentido, la destrucción del sur del Líbano, con más de 1.300 civiles muertos, y los más de cien fallecidos del lado israelí.

También hemos censurado la operación Plomo Fundido. Y sólo el tiempo dará su veredicto. Consideramos que Israel tenía muchas otras opciones: levantar el bloqueo a Gaza, como no lo hizo durante la tregua; profundizar en la vía de negociación con Hamás para detener el lanzamiento de misiles Kassam, que ha dicho por activa y por pasiva que está dispuesto a aceptar el 67 como frontera; pero, sobre todo, ir a la causa del problema que, más allá de los maniqueismos de cierta parte de la prensa, no deja de ser el mismo de siempre: el final de la ocupación, que dura ya 41 años.