Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Las mismas aeronaves trafican armas y llevan ayuda humanitaria

A lo largo de las últimas semanas los militares británicos han sufrido un importante número de bajas en la provincia afgana de Helmand, lo que ha generado no pocas críticas al primer ministro Gordon Brown, en especial, y como ya sucedió en el pasado, por la lentitud para proveer a las tropas con el equipamiento necesario para luchar contra la insurgencia.

El pasado martes, los talibanes derribaron un helicóptero que se aproximaba a una base británica en Sangin. Se trataba del modelo monomotor en operaciones más grande del mundo: un Mi-26 de 30 toneladas de peso. Los seis tripulantes ucranianos murieron así como un niño afgano que fue aplastado por los restos de la aeronave.

Un incidente que ha generado no pocas polémicas. En primer lugar, porque la falta de helicópteros obliga a la OTAN emplear aeronaves civiles en zonas de combate que carecen de defensa ante un ataque con lanzagranadas RPG como el del 14 de julio.

Pero como si esto no fuera poco, Pecotox Air, la compañía moldava a la que la OTAN alquiló el helicóptero, no sólo tiene prohibida la entrada al espacio aéreo europeo debido a fallos de seguridad en su flota sino que ha sido denunciada por tráfico de armas (para evitar más críticas, el gobierno de Brown defendió que el helicóptero no llevaba insumos para las tropas sino ayuda humanitaria).

No importa la carga ni el mantenimiento

No es la primera vez que se da un caso así. Es más, hasta se podría decir que en muchos sentidos es la norma, pues las empresas de las ex repúblicas soviéticas que se dedican a alquilar helicópteros y aviones para volar en zonas de conflicto parecen no tener problemas para llevar armas ilegales, ayuda humanitaria o mercenarios.

Lo vimos en este blog haca unos años en ocasión de la detención del famoso traficante de armas Víktor Bout en Bangkok, cuya flota de aviones – Cargo Airlifts, Airline Transport, Air West, Aerocom and TransAvia Export – fue alquilada en Irak por los EEUU hasta principios de 2006.

En un reciente informe, el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), señala que «el 90% de las aeronaves identificadas en el tráfico de armas han realizado labores también para la ONU, la UE, la OTAN y las grandes organizaciones no gubernamentales».

Otro denominador común entre los empresarios de Europa del Este que alquilan estas aeronaves sin cuestionar las cargas, además de la velocidad con la que cambian los nombres de sus compañías, es el pésimo mantenimiento que realizan de sus equipos. Tanto es así que de las 172 compañías de cargo prohibidas por la UE, 80 están vinculadas al tráfico de armas.

Pensar que el mismo avión que trafica las armas luego lleva la ayuda humanitaria para las víctimas no dice poco de nuestro mundo. Se han dado casos tan surrealistas como que la compañía Aerolift fuese contratada tanto por Dyncorp, empresa militar privada que realiza no pocas labores para el gobierno de EEUU en Colombia (y en cuyo campamento nos alojamos en este blog cuando estuvimos en Sudán), como para llevar armas a Al Shabab, organización vinculada a Al Qaeda que amenaza no sólo con impedir cualquier clase de progreso en Somalia, sino con desestabilizar a toda la región.