Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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A la caza de los aviones no tripulados: Rusia, Georgia e Israel

Hace más de dos años escribíamos en este blog que los aviones no tripulados, también conocidos como “drones”, tendrían cada día un mayor protagonismo en los conflictos armados. Desde entonces, la demanda de estas aeronaves, que pueden realizar labores tanto de reconocimiento como de ataque, ha crecido exponencialmente, al igual que su capacidad letal y autonomía.

Según un reciente documento del Departamento de Estado, EEUU pasó de tener unas 300 unidades en el año 2002, a contar con más de siete mil en la actualidad. Solamente en Afganistán e Irak las horas de vuelo se duplicaron desde el año 2006, pasando a unas 400 mil. Con respecto a los drones de combate, el incremento de las horas de vuelo fue de un 94% entre 2007 y 2008 que protagonizaron 71 aviones Predator.

Una de las consecuencias de este aumento de la presencia de las aeronaves no tripuladas es que ha generado tensiones en no pocos lugares del planeta, especialmente cuando han realizado ataques en territorios sobre cuyos mandos carecen de soberanía, o cuando han sido derribadas. En las siguientes entradas de Viaje a la guerra haremos un recorrido por los incidentes más relevantes de estos dos años.

Prólogo de guerra transcaucásica

El domingo 20 de abril de 2008, un avión no tripulado Hermes 450 con bandera georgiana y fabricado en Israel por la empresa Elbit Systems, que en teoría había sobrevolado Abjazia, era derribado por la Fuerza Aérea rusa. Aunque en un primer momento Tbilisi negó lo sucedido, del mismo modo en que lo había hecho un mes antes con un incidente similar, poco tiempo tardó en usarlo a modo de argumento contra Rusia.

El presidente georgiano Mijáil Saakashvili, que se había comprometido durante la campaña electoral que lo llevó al poder en 2003 a terminar con las aspiraciones separatistas de Abjazia y Osetia del Sur, aprovechó la ocasión para lanzar una febril misión de relaciones públicas con la entrada a la OTAN en el horizonte de sus aspiraciones.

Un portavoz militar ruso declaró a Reuters que las acusaciones eran “absurdas”. Pero Saakashvili, que habló durante cuarenta minutos con Putin a raíz del incidente, contaba con una prueba difícil de refutar: el vídeo filmado por el propio avión no tripulado antes de ser abatido.

Según muestra la BBC, en él se ve cómo un MIG 29 cambia de rumbo, lo enfrenta y le dispara sobre las aguas del mar Negro. El 26 de mayo de 2008, una comisión de observación de la ONU terminaría por dar la razón a Georgia.

Fracaso georgiano

Las tensiones entre ambos países fueron aumentando, hasta que en agosto, durante los primeros días de los Juegos Olímpicos de Beijing, comenzó una guerra abierta que terminó con la derrota de Georgia. Saakashvili no recibió el apoyo que esperaba de Occidente más allá de las condenas y el enfriamiento de algunos meses de las relaciones con el Kremlin.

Pero no todo quedó ahí, otros drones cayeron después del conflicto. El 23 de septiembre, las autoridades de Tbilisi declararon que acababan de derribar en su territorio un avión no tripulado ruso. El 17 de noviembre de 2008, afirmaron que un aparato similar cayó cerca de Osetia del Sur. Siete soldados y un niño resultaron heridos. Dos ingenieros castrenses georgianos fueron asesinados cuando intentaron acercarse a los restos del aparato.

Desprestigiado por el fracaso militar, Saakashvili se enfrenta ahora a manifestaciones populares similares a las que terminaron con su antecesor, el antiguo ministro de Mijaíl Gorbachov, Eduard Shevardnadze. Y, a su vez, con quien lo precedía: Zviad Gamsajurdia, primer presidente del país. En lo que parece ser ya una tradición georgiana tanto como los periódicos enfrentamientos con Rusia por las regiones secesionistas y la indiferencia de Occidente.

El amigo israelí

Se estima que Georgia tiene unos cuarenta aviones no tripulados, principalmente modelos Skylark y Hermes 450 de fabricación israelí. Los rebeldes de Abjazia afirman que han derribado siete de estas aeronaves, gracias a misiles tierra-aire Buk, pero Tbilisi sólo ha aceptado una de estas supuestas bajas, la que provocó el MIG 29 ruso.

Resulta lógico que Israel sea el proveedor de Georgia, pues es el país puntero en esta clase de tecnología, y porque entre ambas naciones existe una estrecha vinculación.

Además de armas, contratistas militares israelíes entrenaron a las fuerzas de élite georgianas que lucharon contra los rusos. Entre ellos se encuentra el brigadier general Gal Hirsch, que tras tener que renunciar por el fracaso de Israel en la guerra contra Hezbolá de 2006, montó la empresa privada Defense Shields. Esto llevó a Hasan Nasralá (que no pierde ocasión de azuzar a sus enemigos) a decir que los georgianos habían perdido contra los rusos por culpa de Hirsch.

Pero no son pocos los que han criticado esta relación en el propio Israel, ya que consideran que Rusia, por su ascendiente sobre Siria e Irán, es un aliado más importante al que no se debe generar malestar alguno. Por esta razón, las ventas de armamento se limitaron a equipos de infantería y visión nocturna, excluyendo misiles, tanques y cazas.

Lo que no impidió que Moscú reiterase sus quejas a Israel hasta que, el 5 de agosto de 2008, el gobierno de Tel Aviv declarara que suspendía las ventas a Georgia. Si bien son empresas privadas quienes producen estas armas, incluidos los drones, tienen que contar con aprobación oficial para poder exportarlas.

La paradoja de esta historia es que el 18 de noviembre de 2008, el gobierno ruso, que vende misiles a Irán y Siria, aseguró que comprará aviones no tripulados nada menos que a Israel, pues su flota se encuentra ya obsoleta.

Morir para contar en Georgia

Rusia esperaba el momento de poder devolver a Occidente el agravio supuestamente cometido al alentar y amparar la independencia de Kosovo.

El presidente georgiano Mijaíl Saakashviliy, al elevar el 8 de agosto el nivel de confrontación en la provincia separatista de Osetia del Sur, les brindó a Vladimir Putin y Dmitri Medvedev la oportunidad de tomarse la revancha.

Sin dudas, habrá un antes y un después de este conflicto, en el que el Kremlin ha dejado bien en claro su preeminencia en el Cáucaso. Es posible que desde la distancia temporal hasta se llegue a calificar como un punto de inflexión, como el surgimiento de un nuevo equilibrio planetario de poderes posterior a la guerra de Bush contra el terror.

Mucho se ha escrito sobre las motivaciones de Saakashviliy, aspirante a formar parte de la OTAN: que recibió luz verde de Washington, que sobrestimó el apoyo de Occidente más allá de que su ejército fuera entrenado y pertrechado por EEUU e Israel, que sus credenciales democráticas no son tan impecables como se ha hecho creer.

Si algo queda en claro es que no cosechó el éxito esperado, y que resulta posible que la población de su país le pase cuentas en un futuro cercano.

Tampoco se puede negar que, como siempre sucede, ha sido la gente de a pie – más allá de que pueda ser participe o no del espíritu gregario que está también la base de esta disputa – la que se llevó la peor parte, la que pagó el precio de unas estrategias de poder en las que el petróleo una vez más tiene un rol preponderante.

Ataques a la prensa

Entre las víctimas, cuyo número oscila tanto en fallecidos como desplazados, se cuentan tres periodistas muertos y más de diez heridos. Cifra extremadamente alta para un conflicto de tan corta duración y que habla a las claras del nivel de violencia que se sufrió.

En este sentido, no sólo recuerda a Bosnia y Kosovo por la ruptura étnica y por la presencia de algunos de los mismos actores, antes secundarios y ahora en primera fila, y viceversa, sino también por lo sangriento que ha resultado para la prensa.

Alexander Klimchuk, fotógrafo ruso de 27 años, fue encontrado sin vida en la capital de Osetia del Sur. Conocido como Sasha, estaba al frente de la agencia Caucasus Images y colaboraba con ITAR-TASS. Sus imágenes había sido publicadas por The New York Times, Newsweek y Le Monde.

Zaza Chachechiladze, editor del periódico The Messenger, lo recuerda como «un periodista talentoso, inteligente, arriesgado, que no eludía los desafíos».

Bombas de racimo

Giga Chikhladze apareció también muerto junto a Alexander. Era georgiano, colaboraba con la versión rusa de Newsweek y tenía 30 años. Dejó tras de sí a su mujer y a dos niños pequeños, Sophie y Luca.

Stan Storimans era mayor, había cumplido 39 años, y estaba planeando editar un libro con sus memorias tras dos décadas de cubrir conflictos armados desde Afganistán hasta el Congo. Trabajaba como cámara para la cadena holandesa RTL.

Falleció en Gori, bajo fuego de mortero. En un incidente en el que perdieron la vida cuatro civiles y resultaron heridos dos reporteros, uno también holandés y otro israelí. Según Human Rights Watch, entre la munición que mató a Storimans se encontraron evidencias de que se podrían haber tratado de bombas de racimo.

Nuevas amenazas

Expertos explican estas vidas perdidas y mermadas a la falta de un frente único, a la confusión que esto provoca, y a la profusión de grupos armados además de los ejércitos regulares. En el siguiente vídeo se ve cómo se dispara a dos periodistas turcos, cerca de la frontera con Rusia.

El mes de agosto ha sido el peor del año. Trece periodistas perdieron la vida, lo que asciende a 61 el número de fallecidos desde enero.

A pesar de que la violencia está decreciendo en Irak, aún sigue siendo el lugar más peligroso para la prensa, que en 2008 ha terminado con la existencia de una decena de profesionales. Pakistán, México y Filipinas se están perfilando como escenarios cada día más peligrosos para la profesión.

Quizás haya llegado el momento de que los gobiernos den vida a una nueva convención para la protección de los reporteros en conflictos armados. Objetivo por el que persigue la iniciativa Press Emblem Campaign, con base en Suiza.