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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Robo de coches, menores y violencia en Argentina (2)

Seguimos adelante en la investigación sobre el aumento de la violencia urbana en Argentina, centrándonos ahora en el que parece ser uno de sus fenómenos más destacados: el robo de coches. La estadía en la barriada conocida como Fuerte Apache nos permitió seguir de cerca los controles rutinarios que establece la Gendarmería para tratar de encontrar vehículos que fueron sustraídos.

“Tienen pibes que dan vueltas en moto y que informan de dónde estamos, así los ladrones tratan de colarse”, nos explica un suboficial durante el operativo. “Una vez que el vehículo está dentro de Fuerte Apache lo dejan sin tocar durante media hora, por si tiene GPS. Si nadie viene a buscarlo, entonces bajan de los edificios y en una hora le sacan todo. Lo dejan como un esqueleto”.

Prueba de esta afirmación es la interminable hilera de coches famélicos, irreconocibles, en los huesos, que se sucede en el cuartel de la Gendarmería en Fuerte Apache. También lo son varias calles sin salida que visitamos dentro de la barriada, a las que les han quitado el alumbrado público para poder actuar con mayor impunidad. Allí fue donde los gendarmes encontraron el automóvil de Héctor, el conductor de remís del que hablamos en la entrada anterior del blog.

Los jóvenes a los que entrevistamos en Isla Maciel y Fuerte Apache afirman que el robo de coches es un negocio lucrativo. “Por las cuatro ruedas te dan mil pesos”, explica Matías, que a los 19 años acaba de salir de prisión. Se trata de unos 200 euros. El resto de las partes, como las puertas, los frenos o los amortiguadores, cotizan menos en los “desarmaderos”, que es como aquí se conoce a los desguaces.

Ante la pregunta por el uso de la violencia, las respuestas de los jóvenes son similares. “¿Qué vas a hacer? ¿Poner dos cables debajo del volante? Eso sólo pasa en las películas”, decía Rubén con sorna. “Acá hacemos lo más fácil, que es usar el fierro para robar los autos”. La facilidad también está dada porque los vehículos más modernos, que paradójicamente son los menos robados, cuentas con sistemas complejos de arranque.

Números en aumento

Más allá de los intentos del gobierno de la provincia de Buenos Aires por hablar de “campañas orquestadas” al referirse a la reciente ola de asesinatos cometidos durante robos de coches, lo cierto es que las cifras publicadas recientemente por las aseguradoras argentinas señalan un aumento de la sustracción de vehículos del 22% en relación al año 2008.

Cifras que alcanzan a las del peor período del que se tenga noticia: 2002, el año que sucedió a la crisis financiera conocida como “corralito” (fueron casi 100 mil los vehículos robados, más del doble de los que se matricularon como “0 kilómetro” en el mismo período).

Por modelos, el Volkswagen Gol es el más robado, seguido por el Fiat Duna, el Fiat Uno, el Fiat 147 y el Peugeot 504. Como mencionábamos antes, se trata de vehículos usados, de bajo perfil, cuyos repuestos tienen una importante salida en los desarmaderos. Ante el aumento de robos en 2002, se lanzó una campaña agresiva contra estos negocios, que son una de las claves para terminar con el problema, ya que ellos compran las partes sin preocuparse por el origen, porque estén “manchadas de sangre”, como se suele decir aquí.

Según algunos expertos, aquella acción hizo que los delincuentes optaran por una modalidad que rápidamente se expandió, el “secuestro exprés”, que generó una enorme alarma social por casos como el de Axel Blumberg (en prisión entrevistamos a varios jóvenes que cumplían condenas por secuestros cometidos en aquellos años).

Impunidad y desguaces

Ahora el secuestro exprés ha remitido en Argentina, en parte debido a la acción policial y a que necesita de una infraestructura bastante elaborada – lugar para retener al secuestrado, comunicaciones, recepción del dinero -, a diferencia del robo con violencia.

¿Qué ha hecho que los desarmaderos hayan vuelto a tener tanta impunidad? Algunos especialistas señalan que se mudaron a zonas menos visibles, que ya no se encuentran a la vera de las carreteras como antaño. Con respecto a las tiendas de ventas de repuestos, que deben ofrecer documentos de garantía del origen lícito de las piezas que venden, se señala como culpable a la connivencia tanto de los inspectores como de la policía, sin dejar de lado a los clientes que eligen comprar estas mercancías al ser más baratas.

En una serie de allanamientos realizados hace tres meses en la calle Warnes, epicentro de la venta de repuestos en la ciudad de Buenos Aires, se encontraron nada menos que 970 mil piezas sin comprobantes, que corresponderían a unos 8.000 vehículos pertenecientes, no por mera casualidad, a los modelos más robados. Uno de los negocios más famosos de la capital, llamado “Los hermanos”, tenía 20 mil piezas de origen ilegal.

El pasado 15 de enero era detenido Elvio Fernández, apodado «El rey del corte», cuando conducía un camión lleno de repuestos. En el año 2002 llegó a tener 100 depósitos con piezas de automóvil, y su facturación diaria superaba los 300 mil pesos (56.650 euros al cambio actual).

Fotos: HZ

Robo de coches, menores y violencia en Argentina (1)

Argentina se ha despertado con un nuevo crimen que, según fuentes policiales, fue cometido por menores de edad. Tres adolescentes que tras robar un Ford Escort habrían intentado apoderarse de un Chevrolet Meriva, a cuyo conductor mataron por oponerles resistencia. Las fuerzas de seguridad detuvieron a uno de los presuntos asaltantes en la barriada marginal conocida como Villa Pineral.

Se apoda El Peine y tiene 13 años. Hace apenas unas semanas se escapó de un centro penitenciario en el que estaba recluido por otro atraco violento que realizó en octubre. En aquel incidente, el comerciante Edgardo Zelicovici recibió un balazo en el pómulo izquierdo.

El nombre de la nueva víctima de El Peine y sus compañeros es Carlos Bonano, un humilde transportista de 40 años. La zona, el partido bonaerense de Tres de Febrero, es la misma en la que el futbolista Fernando Cáceres resultó baleado por otro grupo de jóvenes en noviembre cuando también intentaban robarle el vehículo en el que viajaba con su novia (recientemente entrevistamos allí a sus familiares).

La ola de robos con asesinatos por parte de menores que tanta conmoción social está causando en la Argentina comenzó a principios de 2009, con la muerte del camionero Daniel Capristo. Al oír la alarma del coche, salió de su vivienda ubicada en Lanús para encontrarse con un adolescente de 14 años que le pegó seis disparos con una pistola 9 mm. Otros casos similares fueron los de la arquitecta Renata Toscano, Sandra Almirón, Ana María Castro y el bancario Gonzalo Etcharrán.

El caso de Héctor

El robo de vehículos para ser descuartizados y vendidos por piezas parece ser uno de los ejes fundamentales de la violencia que está padeciendo una parte importante de la Argentina. A partir del próximo post analizaremos algunos de los datos fundamentales de este fenómeno y conoceremos los testimonios de primera mano de algunos de sus protagonistas.

Por ahora, rescatar el reciente encuentro que tuvimos recientemente con Héctor (en la fotografía), que trabaja de lo que aquí se conoce como “remís” (del francés remise, que significa «enviado», es el que transporta a pasajeros en un coche privado a cambio de una tarifa fija). Lo encontramos en la barriada de Fuerte Apache, también ubicada en el partido de Tres de Febrero, junto a los restos de su coche.

“Me contrató una pareja con un bebé en Tigre, que es donde está la remisería. Me dijeron que venían para Caseros. Como iban con el bebé, no sospeché, pero cuando estábamos por la zona el tipo sacó un fierro y me lo puso en el cuello. Me obligó a bajarme en una esquina y siguió para Fuerte Apache”.

Así cuenta lo sucedido mientras observa con resignación el vehículo. La rápida intervención de la Gendarmería permitió a los ladrones sólo sacarle los neumáticos. De no haber tenido lugar, en menos de una hora el vetusto Renault con el que Héctor trabaja se habría convertido en apenas un esqueleto.

“Nada, a volver a Tigre y a comenzar a laburar para pagar las gomas”, afirma con resignación mientras da los datos del asaltante al gendarme que le toma la denuncia. Aunque ambos saben, como veremos en la próxima entrada del blog, que pocos efectos tendrá.

Foto: HZ