Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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De Nicaragua a los periodistas muertos en guerra: un modelo de comunicación horizontal

Última etapa de este recorrido por los recuerdos del 2007… Después de Líbano vino Nicaragua, por donde acababa de pasar el huracán Félix. La inmersión en la fascinante cultura de los miskitos y el dolor de descubrir que la ayuda humanitaria no llegaba, y que en muchas de las aldeas arrasadas por el temporal los niños pasaban hambre.

También, a lo largo del año, algunas historias de compañeros que perdieron la vida, en la sección Morir para Contar. Como el gran Tim Lopes, con cuyo hijo Bruno, tuve la suerte de poder conversar tras haber visitado la favela Morro do Alemao.

Se cierra el círculo

Ahora vuelta al comienzo en Argentina, en una suerte de círculo que se cierra. Y otra vez esta mesa, pero con nuevo libro, que os tiene por segunda ocasión como cómplices escribas, al igual que el año pasado con Llueve sobre Gaza

Más allá de ser un espacio en el que se cuentan historias del mundo, en este sentido veo también Viaje a la guerra como un lugar de encuentro de personas con motivaciones similares, con una forma parecida de ver la vida. Algo que sería muy difícil de conseguir hoy en el mundo real, por las prisas, por lo escindidos que normalmente estamos.

Siempre he añorado los cafés de tiempos pretéritos, como el Gijón o el Comercial, en que la gente se sentaba a hablar sin mirar el reloj, sin estar empujada por la realidad. Cafés que eran una escuela de vida. Y creo que el blog tiene algo de eso.

Un modelo horizontal

Viaje a la guerra me ha dado muchas satisfacciones. Desde el premio de la Fundación Bip Bip, hasta numerosas menciones en la prensa, tanto sea el periódico Haaretz de Israel como en El Periódico de Aragón. Rescato una reseña de la periodista Susana Reinoso que salió la semana pasada en La Nación, ya que menciona la relación que mantenemos todos los que nos encontramos aquí regularmente.

Más tarde, Hernán Zin se atrevió con la operación de castigo colectivo del gobierno israelí de Ehud Olmert sobre la población de la franja de Gaza, luego del secuestro del soldado Gilad Shalit en 2006. El resultado fue Llueve sobre Gaza (Ediciones B), un libro asfixiante sobre las condiciones de vida de los habitantes, que Zin compartió en vivo. En una notable combinación de recursos, merced a las nuevas tecnologías, 20 Minutos articula las vibrantes crónicas periodísticas de Zin, con videos de sus recorridos por sitios inenarrables donde malvive la gente.

El más reciente desafío de Zin, encarado desde su blog, ha sido prohijar un libro sobre los muros que dividen al mundo en el siglo XXI. La novedad de este libro es que se nutre, abiertamente, con los aportes reveladores de sus lectores. «Por causa del muro de Cisjordania, declarado ilegal por la Corte Internacional de La Haya, miles de niños pierden buena parte del día en los check points para llegar a la escuela», escribe Zin. Su libro –que parte con la caída del Muro de Berlín–incluye otros conceptuales, como el de muro de la información, la brecha entre ricos y pobres y los muros mentales-espirituales

Lo llamativo, en esa blogocrónica conmovedora que Zin construye con la ayuda de sus lectores es el intercambio que nutre lo que será un libro en el futuro. Y el ritmo en la recopilación de datos sobre los ignominiosos muros de este siglo –México-EE.UU, India-Pakistán, Arabia Saudí-Yemen– es inédito. La comunicación es hoy un impactante camino de dos vías, que se cruzan en el instante exacto en que es imprescindible contar la vida.

Y es una razón de orgullo, algo que tomo como una buena señal, que alguien se haya fijado en la dinámica de un espacio que más que nunca creo que aspira a ser horizontal, de diálogo, de intercambio de ideas, porque hace tiempo que he dejado de creer en la comunicación vertical, en la que uno habla y los demás escuchan.

A través de Internet nos vamos acercando a un modelo más plural y democrático. Y esa es una de las razones de ser de Viaje a la guerra: no sólo dar voz a los oprimidos, a los olvidados, sino ser un lugar para hablar sobre la violencia, sobre la pobreza, sobre el cambio climático, y sobre cómo podemos hacer para construir un mundo más justo.

Lo dicho amigos: ¡muchas gracias por estar allí cada día, por sumaros a esta iniciativa, y los mejores deseos para el 2008!

Del cambio climático en África al videojuego de Hezbolá: elige una historia

Sigo adelante con este repaso de los destinos que fatigamos a lo largo 2007 en Viaje a la guerra. Tantos encuentros extraordinarios, tantas lecciones aprendidas, tantos lugares diversos. Y una pregunta que os lanzo: ¿cuál ha sido la historia que más os ha impactado? ¿Cuál el testimonio que ha perseverado en vosotros?

De las favelas de Brasil en febrero a los campamentos saharauis en marzo. Siguiente parada: los barrios de chabolas de Kenia. Y luego Addis Abeba, la capital de Etiopía, para emprender un largo recorrido en todoterreno hacia el desierto donde los nómadas afar están padeciendo una crisis sin precedentes como consecuencia del cambio climático.

En junio llegamos la India, mi antiguo hogar durante tres años, donde nos preguntamos si el famoso milagro del que todos hablan ha llegado a afectar a los estratos más pobres de la sociedad. Y allí, un reencuentro muy emotivo para mí: con Ershad, a quien conozco desde que era un niño de la calle y que hoy es un adulto pleno, alejado de la miseria y metido en el mundo laboral.

Más adelante vino Líbano, a un año de la guerra con Israel. La presentación del videojuego de Hezbolá, un largo recorrido por el sur del país y el encuentro con el doctor Ibrahim que pasó los 33 días de conflicto armado encerrado en un hospital.

Entre los recuerdos: la masacre de Marwahin. La visita a la antigua prisión de Jiam, destruida durante la guerra de 2006 por los bombarderos israelíes. Y el coche de la muerte, una historia que me resulta imposible de olvidar.

Después vendría el último destino: regresamos a América Latina en el mes de octubre. Desembarcamos en Nicaragua. Y, tras un alto entre los niños que buscan basura en La Chureca, partimos hacia el norte para adentrarnos en la tierra de los miskitos y transitar las zonas devastadas por el huracán Félix.

Un año, el 2007 que, más allá del blog, me animaría a señalar que será recorrardo en tiempos futuros como el punto de inflexión en relación al cambio climático. Finalmente parece que todos hemos comprendido la importación de establecer un nuevo vínculo con el planeta en que vivimos. Está ahora en nuestras manos, en cada pequeño gesto cotidiano, situarnos a la altura de este desafío en el que tanto nos jugamos.

Continúa…