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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Mikel y el accidentado avión de Pamir Airways en Afganistán

Nuestro último viaje a Afganistán comenzaba con una crónica en este blog no ausente de cierta ironía sobre el caótico viaje de Dubai a Kabul a bordo de la desconocida aerolínea Pamir Airways. Esto es lo que escribí en julio de 2008:

El único avión que constituye la flota de Pamir Airways aún presenta el legado de sus anteriores dueños. Los carteles que pueblan la cabina se solapan en chino, inglés, ruso y portugués.

Un avión descascarado, con los asientos sucios y la alfombra cubierta de machas negras, cuya tripulación parece superar en número al pasaje. Media docena deazafatas de aspecto caucásico y al menos cuatro pilotos, también de ojos celestes y cabello rubio.

A uno de ellos, el más joven, lo había visto minutos antes a pie de pista, dando patadas a los neumáticos para comprobar si estaban en buen estado.

A las dos semanas de estar en Afganistán apareció Mikel Ayestaran en la mítica Gandmack Lodge de Kabul. Dejó sus cosas a dos puertas de distancia, frente al jardín en el que suele verse al reportero de Fronline y propietario del hotel, Peter Jouvenal, junto a su mujer y sus hijos. Como los que conocen su trabajo ya habrán deducido, la luz de la habitación de Mikel era la última en apagarse y la primera en encenderse. Sólo así consigue este auténtico pluriempleado del periodismo cumplir con su fantástica ración diaria de crónicas para EITB, ABC, Punto Radio… por mencionar sólo algunas.

Conversando en alguno de los escasos momentos en los que no lo encontraba grabando, editando, escribiendo o comunicando por teléfono sus crónicas, me contó que también había tomado desde Dubai aquel vuelo de Pamir Airways. Así lo había contado en Salam Agur, su blog:

Las tres grandes compañías afganas son Ariana –la Iberia en versión Afganistán- Kam Air y Pamir. Vuelan a diario desde Dubai y sus vuelos están llenos. Comprar sus billetes por Internet es posible, pero supone un ejercicio de buena fe que yo hace tiempo perdí con las compañías de este país en las que prima el billete físico y pagado en metálico. Ariana está en mi lista negra, y en la de IATA, por sus retrasos y sus aparatos viejos y desgastados, así que me quedaban Kam Air o Pamir. Opté por esta última.

Me puse a hacer cola a las 12,30 am y estuve en primera línea hasta que su responsable llegó a las 4,30. ¡Quedaba un billete! Sólo uno, pero en Primera. No importa, todo sea por viajar a Kabul, aunque haya que pagar 300 USD por montarse en esa especie de batidora blanca con claros restos de su paso por países como Rusia o China. Pamir, toda una referencia en el mundo de la aviación moderna. Guardaré el billete junto a los de Ariana, Koryo (aerolínea de Corea del Norte), Aseman (reina del Tupolev en Irán) y Yemenia.

Más allá del avión, a los dos nos había llamado la atención otra característica de aquel viaje que habíamos reflejado en nuestros respectivos blogs: los destinos de los aviones que al alba partían de la terminal número dos de Dubai y cuyos nombres parpadeaban en las pantallas. Él los había llamado “El trío de la muerte”. Yo los había comparado con una ruleta rusa:

Los primeros dos vuelos partían hacia Bagdad. El siguiente a Mogadiscio. El tercero a Peshawar. Luego venían los que llevaban a Kabul. Y la lista volvía a comenzar, inquietante, como una ruleta rusa: Peshawar, Kabul, Bagdad…

Aunque meses más tarde me encontré con Mikel en España – en la exposición de los grabados de Goya, «Los horrores de la guerra», que tuvo lugar en Salamanca, por aquello de demostrar que no somos gente monotemática -, no le pregunté si se había animado a volver a Dubai en aquel vetusto avión de Pamir Airways. Ni tampoco sé si repitió experiencia en sus sucesivos retornos al país del Hindu Kush, que no han sido pocos. Yo no tuve el placer de repetir la experiencia, pues los últimos dos años en este blog los hemos dedicado a los conflictos armados en Sudán, Somalia y la República Democrática del Congo.

En realidad, si soy sincero, cuando tuve la oportunidad decidí no hacerlo. Opté por la moderna y eficiente Kam Air, aunque eso me obligara a sacar un nuevo ticket y regalar el dinero de un asiento vacío a Pamir Airways, que tampoco le vendría mal a sus exiguas finanzas. En su momento me dije que estaba exhausto, que ya había tentando a la suerte demasiadas veces en un mismo viaje volando a Herat en la aerolínea estatal Ariana, dando vueltas en coche por doquier junto a Salem y recorriendo el valle del Tagab en los humvees de la 101 División Aerotransportada de EEUU. Supongo que, en el fondo, no fue más que pura cobardía.

Por eso cuando ayer leí en el New York Times que aquel avión de Pamir Airways se había caído a las 8:30 de la mañana en el paso de Salang – que durante años permitió resistir a Ahmed Shah Masud en el valle del Panshir – experimenté una lóbrega sensación. Y recordé que algo había escrito al respecto:

Pamir Airways existe. Difícil saber durante cuánto tiempo más, pero al menos hoy, esta aerolínea de un sólo avión y origen desconocido, es una realidad. El cartel colgado sobre los mostradores de facturación así lo indicaba.

En realidad no se trata del mismo avión. Wikipedia ha actualizado la página dedicada a Pamir Airways y sostiene que la compañía cuenta ahora con cinco aeronaves, más allá del Boeing 707-320 con el que empezó a funcionar. Añade que fue la primera línea aérea privada en recibir en la historia de Afganistán el certificado de operador aéreo por parte del Ministerio de Aviación. Hecho que tuvo lugar en 1995. Lo que el artículo no menciona es que en aquel año el país se encontraba en el peor momento de su guerra civil, con la capital en ruinas y dividida por los señores de la guerra. Difícil imaginar dónde o cómo funcionaba aquel ministerio.

La propia Pamir asegura en su renovada página web – tan moderna en comparación a la versión -5.0 que ofrecía en 2008 -, que ha llevado a miles de peregrinos al haj en Arabia Saudí y que su actual lema es «Viaja con confianza».

Este terrible accidente – que costó la vida a 44 personas, entre las que se cuentan cinco miembros de la tripulación del Antonov 24 siniestrado y tres ciudadanos británicos – constituye sin dudas un revés para el progreso de esta compañía, que podría sumarse a larga lista de aspiraciones frustradas en el corrupto, paupérrimo y asolado Afganistán, con la tan anunciada batalla de Kandahar a punto de comenzar y una campaña bélica estival que promete ser la más cruenta desde la invasión de 2001; con unas frágiles relaciones entre Hamid Karzai y los gobiernos de la coalición internacional.

Seguramente sea Mikel quien pueda dar respuesta a este pregunta ya que, como no podía ser de otra manera, se encuentra de regreso en el país. Habrá que leer en su blog cómo ha llegado hasta allí.

Fotos: HZ

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