Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

Entradas etiquetadas como ‘muro cisjordania’

EEUU, Israel y las lápidas de hormigón que dividen Oriente Próximo

Al recorrer la Cisjordania ocupada desde 1967 por el Estado de Israel, que el próximo día 14 cumple sesenta años de vida, se encuentran a cada paso estas construcciones de hormigón que parecen enormes lápidas.

Todo un símbolo de la marginación por la raza, así como por el mesianismo religioso, los intereses relacionados con el agua, la tierra, la especulación inmobiliaria y la industria armamentística, que sufren los palestinos.

Un símbolo que se repite en Irak, donde los EEUU han desperdigado estas enormes construcciones de concreto por todo el país, replicando el modelo israelí de dominación a través de la segregación y la exclusión a las que, en un giro dialéctico imposible de aceptar desde el derecho y la razón, llaman “medidas de defensa”.

Exportar el modelo

Claro que todas las ocupaciones a lo largo de los siglos han seguido características similares, pero cuando los historiadores miren hacia las primeras décadas del siglo XX, quizás concluyan que el modelo que hoy se ha extendido por Oriente Próximo fue en buena medida creado, ensayado y desarrollado por Israel.

País destacado en la detención preventiva y en la tortura de los ciudadanos de los territorios que no le pertenecen, en el bombardeo de las zonas civiles, y en el desarrollo de tecnologías de última generación para la subyugación de la población dominada.

Un negocio fantástico, tanto para el sector público como para las empresas privadas, que comienza con los aviones no tripulados de reconocimiento y ataque, en los que Israel es sin duda líder mundial, y que exporta a países como India, China, Francia y Suiza por unos 600 millones de dólares anuales.

Siguiendo por los zeppelines de observación, que en algún momento se dijo que EEUU compraría para vigilar la frontera con México, donde la compañía militar israelí Elbit Systems ha conseguido un suculento contrato, y donde en estos días se supo que Blackwater va a establecer una nueva base. ¿Para llevarse su parte del negocio de cazar inmigrantes ilegales?

Para terminar con los cursos de entrenamiento que militares hebreos en activo y retirado imparten en decenas de países, incluido Zimbabue, como explica Justin Raimondo en Antiwar a través del artículo «Israel loves Mugabe».

Todo esto sin contar el armamento convencional, del que Israel se ha convertido en 2007 el cuarto vendedor a nivel planetario con contratos India, Turquía, EEUU y Gran Bretaña que alcanzan los 2.932 millones de euros.

Las vallas de EEUU

Ya en su momento Robert Fisk denunció la participación de militares israelíes en la construcción de los diversos muros de hormigón que dividen Bagdad, pues la sinergia entre ambos países en cuestiones estratégicas y armamentísticas es fluida.

Los bloques de hormigón se producen en la ciudad de Gopala, en el Kurdistán iraquí, al vertiginoso ritmo de 50 toneladas de concreto al día.

La colocación tiene lugar durante la noche, bajo la protección de helicópteros Apache. En algunas semanas se han llegado a instalar unos 2.000, según informa The Washington Post. A tal velocidad que cuando los soldados se paran frente a ellos al día siguiente, aún el cemento está fresco.

El más destacado de estas sucesiones de bloques de hormigón es el que encierra al miserable distrito chií de Sadr City, donde viven 2,5 millones de personas, y cuya puesta en sitio se aceleró últimamente, como informa el New York Times.

Justamente allí tuvieron lugar durante las pasadas semanas enfrentamientos que han dejado como saldo más de mil muertes. La CNN afirma que el 60% de las víctimas han sido mujeres y niños, una proporción de asesinatos de civiles similar a la que Israel obtiene cada vez que invade la franja de Gaza con sus tanques Merkava.

La misma manipulación

Y una respuesta, por parte de las fuerzas castrenses estadounidenses que recuerda al argumento que tan a menudo dan los altos mandos hebreos: “Los terroristas usan a los civiles como escudos humanos”.

En este sentido, la sinergia entre ambos países va más allá del ámbito militar y también tiene lugar en el sector de la propaganda, con el uso reiterado hasta el paroxismo de la excusa del terrorismo para perpetuar la ocupación, y la perversa lógica de culpar al enemigo por las muertes de inocentes provocadas por ataques indiscriminados en zonas civiles.

Esos muros de hormigón con forma de lápidas que florecieron en Gaza y Cisjordania, para luego extenderse al Líbano durante la ocupación, y reproducirse ahora en Irak y Afganistán, son todo un símbolo de los intereses espurios y las mentiras que han cubierto de sangre la región.

Los muros que nos dividen (2)

A la prolija descripción de esos muros que nos separan esbozada por Eduardo Galeano, habría que sumar ahora la barrera de contención, formada por pesados bloques de concreto, que se está levantando en Bagdad para aislar a los distritos de más conflictivos, aquellos de los salen los escuadrones de la muerte y los coches bombas.

Robert Fisk – que además de ser un periodista lúcido y valiente como pocos, dispuesto en todo momento a arremeter contra el poder, tiene la virtud de siempre mirar hacia atrás en la historia -, escribió sobre esta cuestión un reportaje hace unas semanas que aparecía en la portada de The Independent. En base a la experiencia de iniciativas similares en Argelia y Vietnam, su vaticinio sobre los resultados del muro de Bagdad no resultan alentadores.

La idea, desarrollada por el General David Petraeus, con la ayuda de al menos cuatro oficiales israelíes, es cercar a 30 de los 98 distritos de la sangrienta y mutilada urbe irakí, una ciudad próspera y pujante hace 20 años, que hoy podría ser considerada la capital mundial del sufrimiento. Quienes quieran entrar y salir de ellos tendrán que tener documentos de identidad especialmente acreditados.

La piedra de angular del poder

Todos estos muros que están surgiendo en el mundo, desde Irak, pasando por Cisjordania hasta la frontera entre EEUU y México, exhiben la soberbia de un poder sordo y prepotente que prefiere la estrategia de la negación del otro, de la falta absoluta de comprensión y de empatía ante su realidad.

Los analistas han repetido hasta el hartazgo que la solución del conflicto en Irak pasa por un diálogo entre las partes involucradas. Sin embargo, cuando al semana pasada Condolezza Rice se reunió con el ministro de exteriores sirio, Walid al Muallem, lo único que hizo fue acusarlo de dejar salir de su territorio a terroristas suicidas con destino a Irak. Ni una palabra de autocrítica por parte de la Secretaria de Estado del país que invadió justamente Irak en base a mentiras, con una soberbia y una ignorancia que llevaron a la nación del Tigris y el Éufrates al caos y la destrucción. Más que dialogar, ceder y escuchar, recriminar de forma maniquea, atacar.

Tampoco el Gobierno israelí da muestra alguna de comprensión hacia los legítimos reclamos palestinos. Más sencillo resulta apoyar a los 400 mil colonos judíos que viven en ese 22% de territorio que, según Naciones Unidas, no les pertenece, y encerrar a los habitantes autóctonos de la región en guetos. Como decía en este blog el magnífico pensador israelí Gideon Levy, el muro de Cisjordania no sirve para evitar los atentados suicidas sino para que Israel pueda ocultar bajo la piedra la realidad de su política de conquista colonial y apartheid.

Con respecto al muro de la frontera de México y a la valla de Melilla, nos sirven a los occidentales para no tener que ver esas tierras yermas y paupérrimas que se mueren en la miseria más absoluta, en parte por nuestros propios excesos, por nuestra insaciable avidez de crecimiento material, por nuestra ausencia de empatía.

El muro de nuestras limitaciones

La Real Academia de la Lengua define «empatía» como la «identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro». Ryszard Kapuscinski, maestro de periodistas, escribió que se trata de un término derivado del Psicoanálisis. A mí siempre me ha parecido una palabra sumamente atractiva porque no ha sufrido el desgaste y la manipulación que sí han padecido vocablos como libertad, justicia o democracia.

El muro se sitúa en las antípodas de la empatía. Significa renunciar definitivamente a la menor posibilidad de ponerse en el lugar del otro, de hacer nuestras sus circunstancias. En este sentido, hay un pasaje de los Vedas, textos fundacionales del hinduismo, que siempre me ha fascinado. En él se dice que el hombre que sólo se preocupa por sí mismo es el hombre de piedra. El hombre que tiene como principal preocupación a su familia es el hombre animal. Y el hombre que que ama a todos sus semejantes por igual es un hombre-dios. Una idea que el filósofo Immanuel Kant sintetizó con extraordinaria lucidez: actúa como si tu máxima fuera la de todos los demás.

Cuatro mil años han pasado desde la redacción de las escrituras hinduístas. Y, más allá de las fascinantes herramientas tecnológicas que hemos creado, a la vista de la situación en que se encuentra nuestra especie resulta evidente que seguimos anclados en la piedra de nuestros muros. Continuamos cautivos en la pesada losa de nuestra incapacidad para comprender que el destino de cada uno de nuestros semejantes es nuestro destino.