Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Congo: la guerra por el coltán (2)

Hace apenas unas horas hemos regresado de las minas en la región de Walungu. Un viaje más allá de las carreteras, a pie por las montañas, hacia una zona sin ley, donde diversas comunidades, empresas privadas, rebeldes hutus del FDLR y soldados del ejército regular del Congo (FARDC) se disputan el control de los recursos minerales.

Los pueblos mineros tienen un ambiente propio del lejano Oeste, entre el alcohol y las peleas. Auténticos barrios de chabolas que cuelgan de acantilados. Los niños constituyen buena parte de quienes trabajan en los yacimientos. Las condiciones laborales no podrían ser más paupérrimas y arcaicas.

Mientras procesamos el material – y cruzando los dedos para que no se corte la luz, ya que tenemos tres o cuatro horas de electricidad al día – os dejamos algunas fotografías del viaje y otro texto que había preparado para tratar de comprender la génesis, estructura y lógica de esta pugna por los minerales, auténtico motor de la violencia en esta zona del mundo.

La gran guerra africana

La República Democrática del Congo cuenta con cerca del 80% de las reservas mundiales de coltán, seguida por Australia, que tiene un 10%, y Brasil y Tailandia que se reparten el restante 10%.

Sumamente valioso y sencillo de extraer, el coltán fue uno de los minerales que potenció el accionar de las múltiples facciones armadas que se enfrentaron en la gran guerra que asoló al Congo entre 1998 y 2003.

Un informe elaborado por expertos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en 2002 señaló a decenas de militares y gobernantes de Congo, Uganda, Ruanda, Burundi y Zimbabue que, perfectamente organizados, se lucraron con la exportación de minerales a Europa, Asia y América.

Por otra parte, acusó a 85 empresas occidentales de “directa o indirectamente, de forma deliberada o negligente” prolongar el conflicto, enriquecer a individuos y financiar a las facciones armadas.

Periodistas como Johann Hari, que estuvo en la zona, establecen una relación directa entre estas denuncias y nuestros propios hábitos de consumo: “Estos recursos no fueron robados para ser usados en África. Fueron saqueados para que nos los vendieran. Mientras más compramos, más los invasores robaron y masacraron. El aumento en el uso de los teléfonos celulares causó un aumento en las muertes”, escribía en el periódico británico The Independent.

El negocio de Ruanda

Después del final de la gran guerra en 2003, que llevó a la retirada de los ejércitos extranjeros, fueron las milicias que quedaron en el terreno las que controlaron parte del negocio de la minería.

La connivencia de Ruanda en el robo de los minerales previo a 2003 ha quedado documentada. Ya en 1999, un informe de la ONU sostenía que el 80% de los 320 millones del presupuesto militar de Ruanda se pagaban con minerales del Congo. Se estima que 2001, el Ejército de Ruanda ganaba 20 millones de dólares al mes solamente del coltán.

Lo que llamaba la atención era la cantidad de este producto que un país tan pequeño como Ruanda, de apenas ocho millones de habitantes, exportaba: 1440 toneladas al año. Otro documento de la ONU demostraba que la producción real del país en su propio territorio era de 83 toneladas anuales, el resto provenía de su vasto y caótico vecino, al que había puesto de rodillas en dos guerras. Bautizaba a Paul Kagame, su presidente: “el padrino de la explotación ilegal de recursos naturales”.

La salida de Nkunda

Un nuevo estudio de la ONU, publicado en diciembre de 2008, vuelve a señalar al gobierno de Ruanda. Habla claramente de la relación entre el presidente Paul Kagame, empresarios de su país y el estrafalario líder rebelde Lauren Nkunda, que siempre ha dado como argumento de su lucha armada la protección de los tutsis en terreno congoleño.

Esto ha puesto en juego el mayor recurso del “país de las mil colinas”, la ayuda internacional, que significan el 60% de sus ingresos. Y ha dejado en muy mal lugar a Paul Kagame, que una y otra vez ha negado su relación con Nkunda.

Quizás esto fue lo que llevó en el pasado mes de enero a las fuerzas ruandesas a invadir una vez más Congo, aunque en esta ocasión con la venia del presidente Kabila, para arrestar a Laurent Nkunda. Desde entonces, las fuerzas tutsis del CNDP se han integrado al ejército congoleño.

En el mes de abril se lanzó la operación Kimia II, con la intención de terminar con los hutus del FDLR, que también controlan parte del negocio de la minería en el Congo. Operación a cuyo comandante hemos podido entrevistar esta semana y que seguiremos a partir de mañana junto a los soldados de las FARDC.

(Fotografías: HZ)

Continúa…