Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Encuentro con Janaina, una joven traficante de la favela

En este tercer día de visita a la favela Maré, una de las más grandes de Río de Janeiro, finalmente comienzo a encontrar algunas de las historias que he venido a buscar. Y la perspectiva para los próximos días no podría ser mejor: he conseguido contactos para entrar a uno de los lugares más asolados por la violencia en estos momentos, hacia donde me dirigiré mañana al amanecer.

La verdad es que estaba bastante ansioso y frustrado. Gente que faltaba a las citas, hermetismo, entrevistas fallidas, impedimentos a la hora de sacar fotos. Varias jornadas de zozobra e incertidumbre. Pero como sucede siempre en la vida, hay un instante en que la suerte cambia y el viento empieza a soplar a favor.

El encuentro de esta tarde con Janaina ha sido sumamente revelador con respecto al mundo de los niños que integran los grupos armados en las favelas. Ella entró a formar parte del «tráfico» [como aquí se conoce a la venta de droga] cuando tenía 16 años, y fue subiendo escalones hasta llegar a ser una de las primeras mujeres gerentes del negocio.

Tomamos un café y conversamos durante varias horas en la favela. Janaina habla de forma honesta, frontal. No elude las preguntas incómodas ni vacila a la hora de responder. Tiene un vocabulario mucho más rico del que hubiera imaginado. Es simpática, extrovertida. Desea luchar para alcanzar una vida mejor y progresar, aunque no se arrepiente de lo vivido: si regresase atrás en el tiempo, y estuviera en circunstancias similares, volvería a hacer lo mismo.

Mientras hablamos pasan los helicópteros de la policía militar. A lo lejos se escucha el sonido de disparos. Si cierro los ojos, estoy de regreso en Gaza. Como es tarde, ya los jóvenes han salido a patrullar armados las calles. Las favelas de Río de Janeiro están en guerra, sin dudas.

¿Cómo fue que entraste en el negocio de la venta de drogas?

Mis amigos del barrio se fueron metiendo en el tráfico, y yo hice lo mismo. Era dinero fácil, no hacía más que recados. Iba a comprar comida, y, cuando volvía, el gerente me decía que me quedara con el vuelto.

¿Hubo alguna otra razón además del dinero?

Siempre me gustaron las armas. De pequeña vi a una mujer que iba con los traficantes con una pistola y pensé que quería ser como ella. No sé, imaginaba que todo el mundo me iba a respetar, que iba a tener prestigio. Pensaba que la gente iba a decir: “Caramba, mira esa garota que va con un arma”.

¿Sucedió así?

Sí, cuando había una fiesta «funky» [música que se escucha en las favelas principalmente, de letras explícitas, sexuales, violentas] yo iba con mi arma y todos me miraban. Venía gente de otros barrios. Eso me gustaba, me hacía sentir poderosa. Sabes cómo son los adolescentes, que necesitan esas cosas, que los demás los observen para sentirse bien.

¿Cuándo conseguiste tu primera arma?

Estuve trabajando un tiempo como ayudante, pero no era bastante para mí, así que dije que yo también quería ser “vapor” [en la jerga de las favelas quiere decir “vendedor”], y ellos me aceptaron. Entonces me dieron mi primera pistola.

¿Cuál fue el arma más grande que has tenido?

Un fusil 762, de los que usa el ejército. También tuve muchas pistolas.

¿Quién te enseñó a usar el fusil?

Mis compañeros. Ellos me enseñaron todo. También a conducir moto, auto. No tuve que ir a la autoescuela.

¿Tenían un lugar para practicar?

No, disparábamos al aire para probar las armas nuevas. Y las usábamos cuando venían las otras facciones.

¿Has matado a alguien?

No, nunca maté a nadie. Nosotros sólo nos defendíamos cuando venían para tratar de echarnos y quedarse con el negocio.

¿En qué facción estabas? [En las favelas de Río de Janeiro hay tres facciones: Comando Rojo, Tercer Comando y ADA, que es el acrónimo de “Amigos de los amigos”. Suelen estar enfrentadas, aunque también establecen alianzas].

Estaba en el Comando Vermelho [Rojo], que es el que domina la favela Maré.

¿Cómo eran los enfrentamientos?

Terribles. En el año 2002 un día entraron y mataron a nueve personas. Dos de ellos «bandidos» [traficantes] y siete inocentes que estaban en la calle. Venían en camiones.

¿Y el «dueño» [jefe principal del comando en la favela] cómo era?

Después de vapor yo pasé a ser «soldado» [jóvenes encargados de la seguridad]. Trabajaba para él. Tenía mucha confianza en mí. Me decía, “vamos, que hay una operación”, y yo lo acompañaba con los otros «soldados». Tenía 22 años y era el hombre más poderoso de la favela. Los vecinos lo respetaban porque no se metía en los asuntos familiares, aunque todas las decisiones importantes tenían que tener su aprobación.

Conmigo era bueno, pero a veces podía ser un hombre muy cruel. Cuando descubría a algún delator le arrancaba los brazos, y lo paseaba por la favela. A los ladrones les cortaba un dedo del pie o de la mano.

¿Tú has visto eso?

Sí, pero nadie dice nada. Es el castigo a los delatores y a los violadores.

¿Sigue vivo el «dueño» de la favela?

No, murió hace dos años, lo mató la policía.

Continúa…

Fotos: Hernán Zin

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