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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Jorge Tasín: “Para terminar con la violencia hay que redistribuir”

“Tiene que haber justicia. Si un chico comete un crimen tiene que pagar por él, pero que los chicos maten cuando roban, que no valoren la vida ajena no nos tiene que sorprender, porque nadie valora la vida de ellos”, es la primera respuesta que da Jorge Tasín en su proyecto de la paupérrima barriada porteña conocida como Ciudad Oculta.

El objetivo de la entrevista con Jorge es tratar de poner en contexto algunas de las crónicas sobre jóvenes armados que realizamos en este blog hace varias semanas en la Isla Maciel y Fuerte Apache, como parte de la investigación que estamos desarrollando desde diciembre sobre el aumento de la violencia en Argentina.

“Son chicos que no van a la escuela, que los rechazan en los programas de las cooperativas, que viven hacinados en la villa, sin esperanzas, al margen de la sociedad. Nunca se les enseñó a valorar su propia vida. Son chicos violados y desvalorizados desde siempre. Como mucho tiene de pilar a sus madres. Pero esas mujeres son a su vez maltratadas por los demás”.

Como comentaba en la anterior entrada del blog, se podrá discrepar o no de las opiniones de Jorge Tasín, pero no se puede negar la autoridad que le da llevar diez años trabajando en Ciudad Oculta, y haber sido autor de un libro tan revelador y profundo como “La oculta, vivir y morir en una villa miseria argentina”.

“Que los chicos maten es un problema, pero no es la raíz del problema. La raíz del problema es la injusta distribución de la riqueza”, continúa Tasín. “Yo tengo muchos amigos de clase media, empresarios. Y a veces cenando me preguntan por el barrio. Lo que les digo es que si en vez de ganar tanto ganasen un poco menos y pagasen mejor a sus empleados, entonces no habría tanta pobreza, tanta inseguridad”.

El principio y la droga

La génesis del proceso de rápido declive hacia la pobreza que ha vivido la Argentina la sitúa en el gobierno militar de Videla. “Ahí se empezaron a aplicar los primeros programas neoliberales, con Martínes de Hoz, que concentraron la riqueza en pocas manos. Se iban a realizar privatizaciones pero vino la democracia. El gobierno de Alfonsín fue apenas una pausa para lo que iba venir después. El menemismo terminó con lo que iniciaron los militares. Creo que los españoles deberían hacer una reflexión sobre la participación de sus empresas en las privatizaciones de Argentina”.

Tasín ya se ha limpiado las manos de pintura. Comparte un mate con Aída Perugino, una psicóloga que colabora en el proyecto Sueñitos, y el cámara y el productor que vienen conmigo. El debate se abre cuando habla de los Kirchner, que opina que lo han decepcionado.

“Este país ha estado creciendo a tasas del 5%, pero la riqueza no ha llegado a los pobres, sigue en pocas manos. No soy peronista, pero si hubo un momento en que hubo una transferencia de riqueza hacia los pobres en este país fue durante el gobierno de Perón”, sostiene retomando una tesis que defiende con datos estadísticos en su libro.

Con respecto a las drogas, y en especial el paco, que muchos señalan como causante del incremento de la violencia, él tiene dudas. “Hace unos años vos veías cada tarde decenas de chicos que se tomaban el colectivo para salir a robar. El paco causa ahora tantos estragos, que ni siquiera salen, se quedan en la villa, se roban en la villa unos a otros. Por eso la villa está ahora llena de rejas. Es como una barrera de contención con el resto de la sociedad”.

La siguiente fase de su proyecto es un hogar para jóvenes maltratadas. “Cuando las chicas se quedan embarazadas en Bolivia o Paraguay, las mandan para acá. Y pasa que tienen parientes que las abusan, que les pegan, porque están solas, porque viven hacinados en una caseta. Queremos hacer un centro en el que reciban protección”.

Fotos: HZ

Jorge Tasín: «Aún hay gente que cree que los pobres son santos»

La primera impresión que da Jorge Tasín no es la de un teólogo y escritor, sino la de un albañil. Avanza a recibirnos por las calles de Ciudad Oculta con las manos y la cara manchadas de pintura, vestido con una camiseta sin mangas y unos vaqueros gastados.

“Estamos aprovechando las vacaciones para pintar el jardín”, se disculpa. “Queremos que cuando vuelvan de las vacaciones los chicos lo encuentren lleno de colores”.

Allí precisamente nos conduce a través de la calles de Ciudad Oculta, uno de los barrios de chabolas más postergados de la ciudad de Buenos Aires (cuya génesis narramos en la anterior entrada del blog). Casas a medio terminar, cruzadas de cables, cubiertas de chapas de zinc. Carros tirados por caballos o por personas. Y la imponente y silenciosa silueta de esa mole de hormigón, el llamado Hospitalito, siempre presente, como un símbolo de tantas cosas que pudieron ser y que nunca fueron en este país.

Algunos sueños

Mientras se saca la pintura de las manos y pide a una de sus colaboradoras que cebe unos mates, Jorge nos explica cuál es la finalidad de Sueñitos, la guardería que desde hace tres años coordina en el barrio. “Es un lugar de alegría, ternura y cariño. Queremos que los chicos recuerden siempre que al menos en un momento de sus vidas se los ha tratado de esta manera, porque lo que hay ahí fuera es muy jodido”.

Del proyecto participan 30 niños, que son la vía para brindar también ayuda a sus familias. “Lo llamamos Sueñitos porque la época de los grandes sueños, las grandes utopías, ya terminó. Ahora lo único que nos quedan son los pequeños sueños, cambiar la realidad de a poco”. El próximo paso del proyecto será un centro para jóvenes maltratadas.

El desembarco de Jorge Tasín en Ciudad Oculta tuvo lugar hace diez años. “Cuando me bajé del autobús lo hice con miedo, por la mala fama del lugar. Con el tiempo aprendí que es como cualquier otro sitio: hay gente buena y gente mala”, explica. Y continuación añade: “Acá viene toda clase de gente a ayudar. Mucha que cree que los pobres son santos. Yo esa etapa de idealización de la pobreza ya la dejé atrás”.

Al igual que lo hace en su libro,“La oculta, vivir y morir en una villa miseria argentina”, Jorge habla con claridad de la violencia que se sufre en Ciudad Oculta. Podrán gustar o no sus opiniones críticas con el poder y con las clases acomodadas – que leeremos en la próxima entrada del blog –, pero tiene la autoridad de quien está en el sitio, de quien cada día se enfrenta a esa realidad acerca de la cual otros escriben desde las vagas certezas de la distancia.

“El otro día fui con la carretilla a tirar unos escombros y dos chicos se me acercaron con un palo. Aunque estaban drogados tuve suerte, me reconocieron y no me pegaron”, cuenta. «Disculpá loco, disculpá, me dijeron. Me iban a dar un palazo para robarme una carretilla».

Fotos: HZ

Rumbo a la porteña Ciudad Oculta

Tras haber conocido de primera mano en este blog la vida en barriadas bonaerenses como Fuerte Apache, Isla Maciel, Villa Soldati, Villa Lamadrid, Villa Elvira o la Villa 1-11-14, ahora nos adentraremos en el asentamiento conocido como Ciudad Oculta, que se encuentra en la Capital, en la frontera entre Lugano y Mataderos.

Si todo sale bien, tendremos un guía de excepción: Jorge Tasín, que coordina en este barrio paupérrimo y marginal las actividades de un proyecto para hijos con padres adolescentes llamado Sueñitos. Este licenciado en Teología, nacido en 1955, es asimismo el autor del libro «La oculta, vivir y morir en una villa miseria argentina», que publicara hace poco más de un año Ediciones B.

Una obra sumamente recomendable, que combina los relatos en primera persona de los habitantes del barrio con apuntes estadísticos y una historia exhaustiva del desarrollo del chabolismo en Argentina.

Una historia que va desde el crecimiento industrial de los años cuarenta que atrajo a hordas de trabajadores a Buenos Aires desde las provincias del interior y países limítrofes, pasando por los planes de erradicación forzosa en tiempos de la dictadura de Videla – la Villa 15 pasó a ser conocida como La Oculta después de que los militares construyeran un muro a su alrededor para esconderla de los turistas durante el Mundial de Fútbol de 1978 – y las funestas consecuencias sociales del programa de ajuste neoliberal que articuló el gobierno de Carlos Menem.

Con respecto a los datos, rescato algunos que me han llamado la atención y que sirven para entender mejor algunos de los fenómenos de la violencia en Argentina que hemos estado describiendo en el blog a lo largo de los últimos dos meses:

El censo 2001 indicó que Argentina padece un déficit habitacional de cuatro millones de casas, que casi la mitad de sus habitantes viven apiñados en casilla de chapa y cartón con pisos de tierra, usando el agua que brota de napas contaminadas, sin cloacas ni recolección de basura.

En relación al aumento de la pobreza:

Los inequívocos números de la historia reciente dicen que, en Argentina, desde finales del setenta hasta los primeros años de este siglo, la distancia de ingresos entre ricos y pobres – son datos oficiales – se agrandó treinta veces: en tres décadas, más de treinta veces… En verdad, por sobre la sensación de descontrol y naufragio, lo que hubo fue una brutal transferencia de riqueza desde los sectores de menores recursos hacia los estratos sociales más altos.

La principal característica de la fisonomía de Ciudad Oculta es que se encuentra a los pies de una enorme mole de hormigón en ruinas, a la que llaman «El hospitalito». Iba a ser un hospital para niños especializado en enfermedades respiratorias. Se comenzó a construir en tiempos de Perón (1946 -1955), pero la Revolución Libertadora que lo sacó del poder no siguió adelante con las obras.

Con sus tiznadas paredes de cemento raso, porosas y lúgubres, la inmensidad del Hospitalito está rodeada por los ranchos más ranchos de La Oculta. Es la zona de los carreros, quienes con sus carritos de madera traccionados a sangre humana salen día a día a cartonear, esto es, revolver bolsas de basura buscando plomo, cobre, aluminio, cartones, vidrios, papeles o cualquier elemento o artefacto todavía capaz de ser de alguna manera mercadeado.

Bienvenidas las inquietudes, dudas o preguntas que quieran que le haga a Jorge Tasín.

Foto: Indymedia Argentina