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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Barack Obama y las guerras fantasmas

La prensa escruta hasta el más mínimo movimiento público de Barack Obama. Ayer comentaban en la CNN que el próximo presidente de EEUU está leyendo el libro Ghost Wars del periodista Steve Coll, ganador en dos ocasiones del premio Pullitzer y presidente de la New America Foundation.

Entre la inacabable sucesión de elogios que recibe Obama, hay uno que se repite con bastante asiduidad: que se trata de un hombre muy interesado por la historia.

Parece que durante la campaña electoral estaba estudiando con detenimiento los primeros años de gobierno de Ronald Reagan, otro presidente que tuvo que enfrentarse a importantes desafíos apenas asumió el poder.

El libro de Steve Coll, publicado en 2005, relata de forma amena, casi novelística, cómo los EEUU armaron y brindaron fondos, durante la guerra contra los soviéticos en Afganistán, a ciertos islamistas que luego se convertirían en sus enemigos más acérrimos, entre los que se encontraba Bin Laden.

Tiene algún paralelo con las obras de Seymour Hersh, por lo extraordinaria que resulta la información que brinda, aunque su presentación es mucho más ordenada que la del periodista que alcanzó la fama denunciando los crímenes de EEUU en Vietnam.

Aprender de la historia

Resulta positivo que Obama se fije en el pasado para no repetir los mismos errores. Si hay algo que sorprende de muchos políticos es lo ignorante que son de los avatares de tiempos pretéritos y la pasión con que se obstinan en imitarlos.

Quizás haya sido Robert Fisk el periodista que ha señalado con mayor acierto cómo las fallidas estrategias seguidas por Occidente durante las últimas décadas en Oriente Próximo no son más que una repetición del pasado.

Pero también es cierto que se espera tanto de Obama que no le va a alcanzar con mostrarse más dialogante y menos beligerante que sus antecesores. No le será suficiente con sacar a las tropas de Irak, negociar con los talibanes en Afganistán y tratar de desmontar Guantánamo (lo que no es una tarea sencilla).

Desafíos sin precedentes

Por otra parte, muchos de los desafíos que debe enfrentar carecen de claros precedentes, como el derrumbe del sistema financiero globalizado y el cambio climático.

The Economist se pregunta en su último número qué hará Obama con respecto a las matanzas en el Congo y Darfur. En este caso sí hay antecedentes: la vergonzosa retirada de Somalia, la inacción de la ONU frente al genocidio de Ruanda, en contraposición a los resultados menos insatisfactorios en Sierra Leona, Liberia y Kosovo.

Sin embargo, no parecen suficientes para que se establezca una línea clara de actuación. Y tal vez sea en el ámbito de las llamadas «intervenciones humanitarias» donde Obama podría llegar a demostrar una profunda transformación de la lógica que impulsa a EEUU a movilizar a sus soldados por el mundo. Entonces sí se trataría de una auténtica revolución.