Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

Entradas etiquetadas como ‘fallaci’

Vidas cruzadas: Oriana Fallaci y Tiziano Terzani

Las vidas de Tiziano Terzani y Oriana Fallaci tuvieron extraordinarias coincidencias. Ambos nacieron en Florencia. Se dedicaron al periodismo. Y se consagraron en la profesión durante la guerra de Vietnam, donde se conocieron personalmente.

Ambos escribieron libros. Los de Tiziano, al principio, menos exitosos que los de Oriana. Obras como Pelle di leopardo (1973), Giai Phong! La liberazione di Saigon (1975), Holocaust in Kambodscha (1981), en las que narraba sus experiencias en Indochina.

Los de ella, como Penélope en la guerra (1962), Entrevistas con la historia (1974), Carta a un niño que nunca nació (1975) o Un hombre (1979), rápidamente le dieron fama mundial.

Sus vidas se volvieron a cruzar 30 años más tarde. Después del 11 S, Oriana comenzó a publicar una serie de furibundos artículos contra el Islam, y en supuesta defensa de la cultura occidental, que luego darían vida a la obra La rabia y el orgullo (La esfera de los libros), que se situó en los primeros puestos de venta de todo el planeta.

Esos artículos fueron contestados por Tiziano en Il Corriere de la Sera. Y también serían el punto de partida de un libro Cartas contra la guerra(RBA), que se editaría en media docena de idiomas, y que se ubicaría en el segundo lugar de las listas italianas.

El último punto de encuentro fue la enfermedad. Tanto Oriana como Tiziano padecían cáncer. Y ambos se trataron en Nueva York.

De sus vivencias con este mal surge el anteúltimo libro de Tiziano Un altro giro di giostra, en el que relata también las experiencias en los Himalaya, junto a los sadhus (ascetas) que lo ayudaron a enfrentarse a la inminencia de la muerte.

Muchos dicen que fue justamente esta enfermedad la que agrió el carácter de Fallaci, la que la hizo enfrentarse al mundo con rabia y con orgullo. Tiziano prefirió ir despojándose poco a poco de la vida, imbuido en la filosofía de ese Oriente místico en el que había pasado tres décadas. Su magnífico libro, Un adivino me dijo (RBA), es justamente un viaje por los maestros espirituales, curanderos y adivinos de Asia.

A Tiziano Terzani lo conocí en la India. Y, desde el primer día, sentí una enorme admiración por ese periodista apasionado, seductor, que tenía mil anécdotas que contar, con ministros, con presidentes, en la guerra. Y que, curiosamente, empezó tarde en la profesión, a los 32 años. Hasta el momento había trabajado como ejecutivo en Oliveti, compañía que se dedicaba a la fabricación de máquinas de escribir.

Junto a su mujer, la escritora de origen alemán Angela Staude (cuyos diarios de China y Japón muestran una extraordinaria sensibilidad), y sus dos hijos, Folco y Saskia, se fue a vivir a Pekín, donde comenzó a escribir para la revista Der Spiegel.

Fui el padrino de la boda de Folco en Calcuta, y estuve en su casa en Florencia por última vez en junio de 2004, cuando fui a presentar en Italia mi libro Il mercato degli Innocenti.

En aquel momento Tiziano ya estaba agonizando. Por las tardes le dictaba a Folco la que sería su obra póstuma: La fine è il mio inizio. Libro que Folco acabaría de escribir en diciembre del pasado año en mi casa de Buenos Aires y que, apenas salió a la venta, en marzo de 2006, se puso en el primer puesto de las listas italianas.

Según Folco, su padre murió de forma tranquila, en paz. Sentía que había tenido una vida plena, significativa, como lo demuestra en las páginas de La fine è il mio inizio, una obra reflexiva, cargada de humanidad, en la que repasa buena parte de su carrera. El legado de un maestro.

Hubo un consejo que me dio Tiziano y que nunca olvidaré. Me dijo: «En tu vida como periodista vas a tener la oportunidad de estar en el lugar adecuado en el momento justo en pocas ocasiones. No las dejes pasar». Y eso fue lo que hice cuando, caminando por las calles de Phnom Penh, descubrí a un conocido pederasta en el 2002. O lo que hice en Gaza, durante los meses de julio y agosto de esta año, recordando sus palabras.

Más allá de las divergencias, de los enfrentamientos, de las posiciones encontradas, de los puntos en común, dos grandes periodistas, cuyo compromiso, su pasión y su lucha serán echadas en falta. Un referente, una fuente de inspiración, para los jóvenes que venimos detrás, que buscamos nuestro camino en esta profesión, y también para los millones de lectores que los siguieron en todo el mundo, que descubrieron la compleja realidad en la que vivimos a través de sus ojos.