Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Hospitales sin jefes, periódicos sin jefes, astilleros sin jefes ni patrones…

Durante la crisis del año 2001 que terminó de hundir a la Argentina en la miseria, cientos de miles de personas se quedaron sin empleo. Comenzó a darse entonces un fenómeno curioso en varias empresas: los trabajadores, en lugar de irse a sus casas, se quedaban a tratar de sacar adelante a las compañías, ya sin la presencia de los dueños que habían declarado la banca rota y la suspensión de pagos.

Asesorados por el abogado Luis Caro, y sin más capital que su propia capacidad de trabajo, las gestionaban entre todos, dividiendo las ganancias por partes iguales y tomando las decisiones en asambleas.

Una de las primeras empresas recuperada por sus empleados en la Argentina fue Ghelco, productora de dulces y jaleas para grandes compañías alimenticias como Nestlé. Junto a sus trabajadores, Luis Caro entró un día por la fuerza y la puso a funcionar.

En aquel momento tenían un solo cliente que se comprometió a comprar él mismo las materias primas. Con lo que les pagó a fin de mes, hicieron frente a los gastos de luz y pudieron adquirir nuevos insumos. No fue poco el tiempo que tardaron en hacerla rentable. Pero hoy tienen una amplia cartera de clientes y todos cobran un sueldo tres veces superior al que percibían cuando la empresa no les pertenecía.

Luis Caro sorprende ante todo por su extraordinaria capacidad de trabajo y por su férreo compromiso con el modelo de gestión horizontal, igualitaria que ha creado. Durante varios días lo acompaño a visitar diversas empresas recuperadas, desde hospitales, fundiciones, fábricas de cerámicas, hasta un periódico y unos astilleros.

No deja de sonreír, de estrechar manos, de escuchar atentamente las preguntas de los trabajadores. En cinco años, su organización ha facilitado la toma de más de 150 compañías.

En la entrada de Ghelco señala con orgullo la hilera de coches nuevos. “Antes venían en colectivo, ahora tienen sus propios autos”, afirma. “Pero sus vidas no han cambiado sólo en lo material, también han aprendido a creer en sí mismos, en sus posibilidades, ya que han tenido que aprender a hacer de todo, de labores comerciales hasta marketing y publicidad”.

La recuperación de Ghelco no fue sencilla. Luis Caro luchó en los tribunales, aduciendo principalmente el derecho a trabajar de la gente, hasta que la legislatura de la provincia de Buenos Aires entregó la empresa a sus empleados.

Eso sí, aún tienen que pagar las deudas que el antiguo dueño había contraído. Una de las claves del éxito de la empresa, según señala Luis Caro, es que, al no tener que hacer frentes a gastos de dirección ni tener que pagar plusvalías, logra unos costes de funcionamiento muchos menores. “Antes, el 70% de las ganancias eran dedicadas a cubrir los excesivos sueldos de los jefes«.

Aunque ha recibido ofertas para ingresar en política, él prefiere seguir siendo independiente ya que está convencido que la suya no es una lucha . Él afirma que con las empresas recuperadas está demostrando “que se puede lograr un capitalismo más justo e igualitario”.

Por eso dice que no le ha gustado el documental La Toma, que fue exhibido en los cines españoles, y que es obra de la autora de libro No Logo, Naomi Klein, y de su marido, Avy Lewis.

“Nos muestran a los que tomamos las fábricas como miembros de la izquierda internacional, pero no es así. Tan sólo somos personas que defendemos el derecho a tener empleos dignos y alimentar a nuestras familias”.