Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Emily Sowarne: una abuela ciega al frente de sus siete nietos como consecuencia del sida

Me despido de la abuela Elizabeth con cierta tristeza. Su compañía me ha resultado sumamente inspiradora. Siento que he sido testigo de lo más sublime de la condición humana: la capacidad de entregarse sin límites ni condiciones, de resistir, de seguir adelante, con fuerza, estoicismo y serenidad, a pesar de la injusticia y la adversidad.

Continúo recorriendo las calles de Kliptown, la barriada más pobres de Soweto, en busca de historias del sida. Los recuerdos de la abuela Elizabeth vuelven una y otra vez. Sus gestos delicados, su parsimonia. La palabra justa para hacer sentir segura a su familia.

Kliptown, con sus techos de chapa, sus arterias sin pavimentar y sus endebles viviendas, fue el lugar desde donde Nelson Mandela lanzó su lucha contra el apartheid hace 52 años. Aquí firmó en 1955, durante el Congreso del Pueblo, un documento clave en la campaña de resistencia popular a la opresión de los blancos: la Carta por la Libertad.

Paradójicamente, aunque su nombre se encuentra en todos los libros de historia, Kliptown es hoy una de las zonas más postergadas de Soweto. Mientras que en otros barrios de este antiguo township para negros, desde el que bajaban cada día para trabajar para los blancos en la ciudad, se han edificado grandes casas y la vivida ha prosperado, aquí sigue imperando la miseria y la exclusión. Poco ha cambiado en medio siglo.

Es una de las quejas que recojo una y otra vez en las entrevistas que realizo. La fractura social entre la población negra: aquella que ha progresado materialmente y la que sigue viviendo de manera igual de paupérrima que cuando el poder hegemónico lo ejercía el Partido Nacional a través de sus políticas racistas y de exclusión.

Eunice Mahlangu me lleva a visitar a otra abuela del sida, cuya historia resulta igual o más desgarradora aún que la de la abuela Elizabeth, ya que esta mujer, que también perdió a sus hijas a causa del VIH, no sólo está al frente de sus siete nietos, sino que, además, es ciega.

Otra vez me sumerjo en el universo desgarrador de estas vidas mutiladas por la enfermedad y la pobreza. Y nuevamente me siento fascinado por la capacidad de lucha de esta gente. Desde el primer momento Emily Sowarne despierta mi más profunda admiración…

Continúa…