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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Apuntes del país más miserable del mundo

De todos los países desde los que he escrito este blog, la República Democrática del Congo es en el que más tiempo he pasado. Una nación tan vasta como caótica e ingobernable. Paradójicamente, rica como pocas en su subsuelo. Y ya, de manera oficial, la más pobre del planeta. Merecedora del último puesto del nuevo Índice de Desarrollo Humano de la ONU.

Soldados del Ejército del Congo en patrulla en minas de coltán en Maroc, Kivu Sur. Foto: Hernán Zin.

Soldados del Ejército del Congo en patrulla en minas de coltán en Maroc, Kivu Sur. Foto: Hernán Zin.

Paupérrima, sobre todo en la zona oriental, en la región de los Kivus, epicentro de la guerra que costó la vida a más de cinco millones de personas – la mayoría murió no por la violencia sino por el hambre – y escenario habitual de las historias que tantas veces he plasmado en estas páginas.

Pero no se trata de una pobreza evidente como aquella ciudad de Calcuta en la que viví a principios de los noventa. No hay gente famélica, mendigando, enferma, tirada en las calles. De tierra roja, montañas coronadas siempre por nubes y magníficos lagos, las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur resultan a primera vista deslumbrantes, como también lo son las provisiones de sus minas de oro, diamantes, coltán o casiterita.

El aspecto general de las ciudades y los pueblos es humilde pero sin acercarse de lejos a las estampas infernales de niños harapientos, montañas de basura y barrios de chabolas de tantos lugares del mundo como los que retraté en el documental Villas Miseria. Inclusive Kadutu, que es la barriada más grande Bukavu, goza de cierto orden y limpieza.

Miseria subyacente

Aunque no destaca en el primer encuentro, la pobreza en la RD del Congo existe, de eso no hay dudas. Se vislumbra en los trajes apolillados que usa la gente; en esos mercados callejeros en los que quizás en un puesto alguien tiene como toda mercadería apenas cinco tomates; en las carreteras sin asfaltar y los edificios públicos que se caen a pedazos.

Recuerdo que tomé conciencia de la dimensión de la ausencia de recursos entre la gente común del Congo cuando seguí de cerca a Vumilia Balangaliza, mujer víctima de la guerra, cuya historia conté en este blog en 2008, 2009 y 2010 (fallecería en 2011). Difícil olvidar que el almuerzo que preparaba a sus niños cada día no consistía más que en un puñado de alubias colocadas en un cuenco con agua fría.

Rapiña propia y vecina

Desde tiempos de Leopoldo II, la historia del vasto territorio que recorre el río Congo es esa para la población local: la de un rancio plato de alubias contra un paisaje tan extraordinariamente bello como generoso. El rey de Bélgica provocó la muerte a más de diez millones de congoleños mientras decía que estaba brindando ayuda humanitaria. Lo único que le interesaba era la extracción del caucho de un territorio que le había sido entregado por la Conferencia de Berlín a título personal.

Conguito minero

Después vino Mobutu Sese Seko, cabeza de una cleptocracia feroz, que llegó al poder tras el asesinato de Patrick Lumbumba por orden de la CIA. Uno de los hijos de Mobutu manejaba su Ferrari por el aeropuerto de Kinshasa, pues no había otra ruta pavimentada, mientras la gente de a pie malvivía en la indigencia. Eso lo dice todo sobre un regimen que mantuvo al país en el atraso más absoluto y en una corrupción crónica que aún continúa a todo nivel de la administración pública.

«Les petites Mobutus», bauticé en este blog hace cuatro años a esos policías y funcionarios que a todas horas y por las más peregrinas de las razones, nos querían sacar dinero. Para mordernos como fuera. Alguna que otra vez, inclusive metiéndome en prisión. Un cáncer, sin duda, para la sociedad congoleña.

Tres años antes de que Mobutu dejara el poder para terminar enterrado en Marruecos, el genocidio de Ruanda traspasó las fronteras del Congo sumiéndolo en un conflicto armado que en dos fases duraría hasta 2003.

Hecho este que abriría también la veda a las naciones vecinas para disputarse los recursos de los Kivus, lo que generó una guerra de baja intensidad llevada a cabo por milicias – FDLR, Mai Mai, CNDP ahora transformado en M23 – que se dedican a expoliar los minerales de la zona y que suelen emplear la violación como método de control de las poblaciones locales.

La mano del hombre

Originario de Calcuta, el premio nobel de economía Amartya Sen sostuvo en algunas de sus obras capitales que las grandes hambrunas del siglo XX no han sido consecuencias directas de la naturaleza, pues se contaba con recursos suficientes para alimentar a la población, sino de la acción del hombre, tanto la especulación con los precios como la violencia.

La República Democrática del Congo, que se estrena en el último puesto del famoso índice del PNUD, parece ser el ejemplo por antonomasia. Un plato de alubias frente a un paisaje extraordinario, que nos recuerda también que si bien hay partes de África que están experimentando un deslumbrante crecimiento, hay otras que siguen varadas en la perversa lógica de tiempos pretéritos.

La censura silencia una de las mejores emisoras de África: Radio Okapi

Radio Okapi está íntimamente ligada a este blog y a mi experiencia en la República Democrática del Congo.

Patrulla de tropas paquistaníes de la ONU en Kivu Sur, RDC. Foto: HERNÁN ZIN

En junio de 2008, cuando desembarqué por primera vez en la ciudad de Bukavu, fue de los profesionales de esta radio – situada en el interior de la base de la misión de Naciones Unidas, en aquel momento llamada MONUC – que recibí los primeros conejos e indicaciones sobre cómo moverme y buscar historias en aquella zona del país.

Una zona nada sencilla para trabajar, tanto por la presencia de numerosos grupos armados como por la reticencia del Gobierno de dejar a los periodistas realizar su labor. De hecho, dos años más tarde, en la enésima visita a la ciudad, terminaría detenido por la policía secreta. Pero esa es otra historia.

Hoy la historia es la de un joven periodista de Radio Okapi, Didace Namujimbo, que me ayudó aquel día en que aparecí en el cuartel de la ONU bastante desorientado, con más preguntas que respuestas, y con la ambición de empezar a rodar un documental sobre la violación como arma de guerra.

Didace, que era un hombre sumamente amable, humilde, contenido en las formas, y generoso en la información que brindaba, llevaba la voz cantante en la emisora. Quien no conociera la historia de la radio o el potente contenido de su programación, nunca hubiese pensado que aquel hombre se estaba jugando la vida. Literalmente, pues un año antes, otro integrante de Radio Okapi, Serge Maheshe, había sido asesinado.

A los dos meses de mi partida de Bukavu, como conté entonces en estas páginas, varios pistoleros esperaron al alba a Didace en la puerta de la radio y lo asesinaron. Didace, que hablaba alto y claro en los micrófonos de Radio Okapi, tanto fuera de violaciones, como de expolio mineral o de corrupción, se había ganado enemigos desde los militares del FARDC hasta los rebeldes hutus del FDRL, tutsis del CNDP y mai mai.

¿Voz a los rebeldes?

En un país caótico, disfuncional y paupérrimo hasta el paroxismo como la República Democrática del Congo, Radio Okapi es una de las pocas cosas que funciona con eficiencia y profesionalidad (junto al tráfico de minerales, que debe ser de los más eficientes del planeta).

Se trata de la radio en francés más escuchada del África subsahariana, que cuenta con el respaldo de la misión de Naciones Unidas para el Congo, ahora llamada MONUSCO, y que es financiada por la fundación suiza Hirondelle.

O mejor dicho, se trataba, pues tras el alzamiento rebelde del M23, cuyos hombres tomaron durante diez días el control de la ciudad de Goma, el gobierno de Kinshasa ha decidido poner fin a las emisiones de Radio Okapi.

Las razones que ha dado, ante las quejas del Enviado Especial de Naciones Unidas, es que durante los días de toma de la urbe que yace a los pies del volcán Virunga la emisora dio voz a los «terroristas». Algo que sus locutores niegan. Ellos sostienen que solo se dedicaron a orientar a la población civil ante la incertidumbre de una nueva invasión militar (en 2008, Laurent Nkunda llegó hasta las puertas de la Goma con los soldados del CNDP, provocando el éxodo de 300 mil refugiados. Años antes, durante la Segunda Guerra del Congo, la milicia tutsi RCD causó estragos en la urbe).

Con unas riquezas en el subsuelo valoradas en 28 billones de euros, el 30% de las reservas mundiales de diamantes y el 70% de las de coltán, la RDC no debería estar en el último puesto de los 187 países analizados en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas.

Quizás sea hora, además de sancionar con dureza a Ruanda por su constante expolio y desestabilización de la RDC, de sentarse a reflexionar seriamente sobre si tiene sentido un Estado tan vasto e ingobernable.

Y si no sería conveniente dividirlo para que pueda ser mejor gestionado en lugar de seguir respetando las fronteras trazadas por la Conferencia de Berlín en 1884, que crearon el Estado Libre del Congo para usufructo personal de Leopoldo II.

Pregunta que se hacía Peter Pham hace dos días en el NYT y que quizás deberíamos empezar a formularnos seriamente a la luz de la terrible situación que ancianos, hombres, mujeres y niños, llevan padeciendo en las provincias orientales del país desde 1994. Cinco millones de muertos, el 80% de las violaciones del planeta, hambre y miseria sobre una tierra extraordinariamente rica.

Somalia, Congo, Uganda, Bosnia, Ruanda… balance de fin de año en Viaje a la guerra

Se nos escapan las últimas horas del 2010, de la primera década del siglo XXI, y toca hacer balance de lo vivido, también aquí en Viaje a la guerra. Un balance que no podría ser más positivo.

El mero hecho de poder seguir recorriendo el mundo, contando historias, en medio de tantas complicaciones económicas y de incertidumbres en la profesión, no deja de ser en sí un privilegio, un triunfo, algo que celebrar y agradecer.

. ARGENTINA

Comenzamos el año fatigando a lo largo de tres meses los barrios más marginales y conflictivos de la provincia de Buenos Aires: desde Ciudad Oculta, pasando por Isla Maciel, la villa 1-11-14 y el barrio Ejército de los Andes (Fuerte Apache). Entrevistamos a políticos, gendarmes, sociólogos, jóvenes armados y víctimas.

La idea era tomar el pulso a la violencia urbana de esta parte en el mundo. Problema que se ha situado en el primer puesto de las preocupaciones de los lationamericanos, superando al desempleo. Una región que despega, que levanta la cabeza, y que se empieza a ver lastrada por el uso de las armas.

. NUEVA YORK

En mayo realizamos varias entrevistas en la sede de la ONU, lugar cuyas decisiones, informes y operaciones están siempre presentes en las entradas de este blog.

. BOSNIA HERZEGOVINA:

En julio asistimos al 15 aniversario de la masacre de Srebrenica (ver vídeo junto al maestro Gervasio Sánchez). Dentro de la investigación que llevamos años realizando sobre la violencia sexual – que será la base del documental, «La guerra contra las mujeres», que estreno en 2011 – visitamos aquellos sitios en que las mujeres fueron encarceladas y violadas de forma sistemática: desde Foca, pasando por Visegrad y la periferia de Sarajevo. Entrevistamos a víctimas y activistas que luchan por llevar a prisión a los culpables de semejantes atrocidades.

. KENIA:

Una vez más, Nairobi se convirtió en nuestra base en África. Lugar de encuentro con amigos, preparación de viajes y descanso. Volvimos a Kibera, el barrio de chabolas más grande de África (escenario de mi último documental, «Villas Miseria»). También estuvimos en la barriada de Korigocho.

Coincidimos, en la capital keniana, con algunos hechos destacados como la promulgación en julio de la nueva constitución – que quita poderes al presidente y descentraliza la administración –, fugaz paso de Omar al Bachir incluído, y el viaje en noviembre de William Ruto a La Haya, líder kanlenjin, para enfrentarse a las acusaciones lanzadas por Moreno Ocampo.

. RUANDA:

De paso hacia la República Democrática del Congo, durante el mes de julio, nos encontramos con un proceso electoral muy cuestionado por la detención de opositores y la censura a la prensa. Como era de esperar, Paul Kagame, aliado cada día más incómodo de Occidente, ganó las elecciones.

. RD CONGO

Por tercer año consecutivo volvimos a Congo Kinshasa. Mes de agosto. Nos reencontramos con víctimas de la violencia sexual como Vumilia, Jane y Janette. Lidiamos con el torpe acoso de la Policía Secreta y nos desplazamos a las minas, en esta ocasión, en la región de Kamituga, pues los minerales siguen estando en la base de este conflicto que ha terminado con la vida de cinco millones de personas. La elección de Kamituga estuvo condicionada por el oro, dada la caída del precio del coltán.

. UGANDA

Fue uno de los primeros destinos de Viaje a la guerra, en 2006. Resultó muy satisfactorio descubrir la desaparición de la gran mayoría de los campos de desplazados en la región acholi, así como el desarrollo de Gulu (ver vídeo). El viaje tuvo lugar a principios de septiembre. Nos volvimos a encontrar con Rosemary Nyrumbe, que sigue realizando una extraordinaria labor en favor de las niñas secuestradas por el LRA.

. SOMALIA

Sin dudas ha sido el punto culminante de nuestros viajes. Hacía cuatro años que estaba intentando poner los pies en Mogadiscio. Finalmente, el día 1 de noviembre, este deseo se hizo realidad (ver vídeo). Además de la maltrecha capital, dividida entre AMISOM y Al Shabab, pasamos por Garowe, Galkayo y Bosaso, en la región semiautónoma de Puntlandia (epicentro de la piratería en el país).

. SOMALILANDIA

Interesante descubrimiento, sobre el que pienso escribir en próximas entradas. Hargeisa es como uno se imagina a Somalia si algún día termina la guerra civil.

Tras este breve repaso a lo escrito y vivido este cuarto año de Viaje a la guerra, agradeceros a los lectores por la compañía, las palabras de amistad, las reflexiones, críticas y sugerencias (muchas de las cuales, signo de los tiempos, han pasado por la página de FB). Asimismo, por qué no, a los que entran sólo para gastar una broma, cabrearse o incordiar (curioso, nunca salen del anonimato y pasan por FB). No deja de ser una muestra de atención e interés.

Después, por supuesto, a los responsables de este periódico por seguir apoyando Viaje a la guerra más allá de la complicada crisis que estamos viviendo. Y a los compañeros de 20 Minutos, por la amistad y la complicidad.

Foto: Recorrido por Mogadiscio en blindado de la Unión Africana.