Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Rumbo al caos de Somalia

Somalia iba a ser uno de los primeros destinos de este blog. Se suponía que después de Sudán realizaríamos una breve visita a Gaza en julio de 2006 para luego volver a Nairobi y volar a Mogadiscio en un avión de la ONU, ya que la llegada al poder de la Unión de Cortes Islámicas había provocado cierta estabilidad en el país.

Nuestro desembarco en Gaza coincidió con el secuestro del soldado israelí Gilad Shalit y con la brutal operación militar lanzada en respuesta por el gobierno de Ehud Olmert: Lluvia de Verano, que terminó con la vida de más de 300 civiles inocentes.

Fue entonces cuando decidimos quedarnos en la franja para dar testimonio de lo que sucedía, ya que la prensa se había desplazado mayoritariamente hacia el norte como consecuencia de la confrontación con Hezbolá que se inició el 12 de julio. De aquella experiencia en el encierro del territorio más densamente poblado de Oriente Próximo surge el libro Llueve sobre Gaza.

Meses más tarde, cuando estuvimos libres para tratar de entrar a Somalia, los accesos se habían angostado y entumecido por culpa de la invasión etíope respaldada por la administración Bush que tuvo lugar en diciembre de 2007.

Si bien la asunción como primer ministro de Sharif Ahmed, integrante de la Unión de Cortes Islámica cuyo perfil trazamos en febrero, parecía augurar el comienzo de tiempos mejores tras 17 años de guerra y caos, lo cierto es que Somalia vive su peor momento. La ofensiva de las fuerzas de Al Shabab, que cuenta con apoyos de Al Qaeda y a la que no está pudiendo hacer frente elgobierno. La masiva crisis humanitaria, que se ve potenciada por lo peligroso que es el acceso de extranjeros al país: 3,64 millones de personas, casi la mitad de la población, que necesita ayuda urgente.

En pocas horas partimos hacia Nairobi, desde donde empezaremos a acercarnos a la realidad de Somalia. Primero en los campos de refugiados de Dadaab y luego en Somalilandia, abriendo contactos, buscando historias, sopesando las posibilidades de acceso al resto de esta nación devastada. Como siempre hacemos, mientras preparamos el viaje, estos días recorreremos la historia lejana y reciente de este país.

(Foto: Getty Images)

¿Seis meses para el colapso de Pakistán?

Algunos de los análisis que se escriben últimamente sobre Pakistán resultan preocupantes. David Kilcullen, antiguo asesor de la administración Bush, declaraba la semana pasada en el Sidney Morning Herald que el país “podría colapsar en seis meses”.

La seguridad del mundo está en riesgo… Pakistán tiene 173 millones de habitantes, cien armas nucleares, un ejército más grande que el de EEUU, y los cuarteles de Al Qaeda en las dos terceras partes del territorio que el gobierno no controla.

El mismo 13 de abril, Juan Cole, en su página Informed Comment, salió al cruce de las declaraciones de David Kilcullen, a las que calificó de “bizarras”.

El gobierno controla firmemente la mayor parte del país, que es Sindh y Punjab. Hay inestabilidad en Baluchistán por los deseos de Baluch de una mayor autonomía, pero esta vasta y empobrecida provincia sólo tiene el 5% de la población. La mayor parte de la Provincia de la Frontera Noroeste (NWFP) es patrullada por la policía y el ejército de Pakistán. Así que no hay “dos tercios” del país que el gobierno no controle.

Juan Cole afirma que es “absurdo” pensar que una guerrilla rural como los talibanes podría “tomar” un país como Pakistán que cuenta con un ejército de 650 mil hombres y medio millón de reservistas. Cree que muchos analistas occidentales se sienten incómodos con un gobierno civil en Pakistán y que sobredimensionan el tamaño y el poder de los talibanes.

Con respecto a Al Qeda escribe: “No hay evidencia de que quede mucho de ella. La prensa paquistaní dice que hay ocho mil combatientes extranjeros en las FATA (Áreas tribales bajo administración federal), pero muchos parecen ser uzbekos, tayikos, etc… que se metieron en problemas con sus propios gobiernos, en lugar de los clásicos “árabes afganos” de Al Qaeda”.

Pequeños grupos terroristas pueden resultar letales, y los EEUU pueden ser golpeados nuevamente por Al Qaeda, inclusive desde las FATA. Pero dudo que haya otro ataque de las proporciones del 11S. La noción de que esta región remota montañosa con un pocos grupos tribales rebeldes y puritanos, y un pequeño número de guerrilleros extranjeros, constituye una amenaza para la civilización occidental (e inclusive para el ejército de Pakistán), parece fruto de la fantasía.

En un punto intermedio entre ambas visiones parece situarse el famoso periodista Ahmed Rashid, quizás uno de los mayores expertos en los talibanes. Ayer, en el programa de Fareed Zakaria en la CNN, comentaba también las palabras de David Kilcullen.

No creo que el país vaya a colapsar en seis meses… Pero lo que resulta preocupante es la expansión de los talibanes al Punjab que hemos visto en los últimos meses. Una expansión crítica, porque el Punjab es el corazón político, económico y agrícola de Pakistán. Si tienes a los talibanes causando caos en Punjab, no creo que haya un colapso, pero sí una creciente situación de anarquía en la que el Estado pierde el control.

Según explica Ahmed Rashid, los talibanes estarían saliendo de las zonas tribales en la frontera con Afganistán hacia territorios como el valle de Swat, donde han impuesto la sharia y que colinda con el propio estado de Punjab, lugar de residencia del 40% de la población de Pakistán.

El otro eje de esta estrategia de supuesto avance hacia el poder en Pakistán pasaría por la alianza con grupos extremistas del Punjab y Cachemira.

Grupos que han estado luchando contra la India en las últimas décadas, que tienen base urbana en Punjab y que ahora están vinculados a los talibanes, a los que les brindan apoyo y bases para que se establezcan en Punjab. Lo que digo es que los talibanes, que son un movimiento esencialmente pastún, tienen en este momento aliados en el Punjab. Y esta es la primera vez que existe una alianza entre los pastunes en el norte y los extremistas en el sur.

El problema que señala Ahmed Rashid parece similar al mismo que tenía EEUU en su gasto de defensa y en la estrategia de sus alto mandos castrenses durante los primeros años de la administración Bush: que aún seguían pensando en un conflicto en términos tradicionales, con estados como Irak o Irán en la mira, y no de lucha contra grupos insurgentes. Estrategia que Barack Obama ha transformado de raíz, como lo demuestra el nuevo presupuesto del Secretario de Defensa Robert Gates.

Los generales paquistaníes están negando cuál es la verdadera amenaza. Siguen diciendo que India es la verdadera amenaza. Pero si le preguntas a las gentes en general, ellas te dirán que la India no está a punto de capturar el Punjab, mientras que los radicales sí lo están. Debemos salir de este estado de negación.

En este sentido, Ahmed Rashid sostiene que los once mil millones de dólares que la administración Bush dio al ejército paquistaní, sin que siquiera el Congreso de EEUU supiera cómo se empleó el dinero, constituyeron un error.

Afirma que en estos momentos lo que hay que buscar es un complejo equilibrio entre “ayudas y presiones” para que el ejército de Pakistán haga frente a los talibanes. «Si los militares pudieran ser movidos en la dirección correcta, tenemos un ejército lo suficientemente grande para que pueda hacer frente a la amenaza de los fundamentalistas», concluye el autor de libros como Taliban, Jihad o Descent Into Chaos.