Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Adiós a un maestro: Ryszard Kapuscinski

Se acaba de ir uno de los grandes periodistas de nuestro tiempo. Un maestro de esta profesión. A esta altura, no queda mucho que añadir acerca de su trabajo. El reconocimiento a su labor ha sido unánime. Pero, sobre todo, a su compromiso moral.

Sorprendió al mundo a principios de los años setenta con su magnífico libro El emperador. Un complejo entramado de voces, un relato polifónico basado en los testimonios de los cortesanos etíopes, en el que descubre la personalidad de un ser tan enigmático y extravagante como Haile Selassie, el dios hecho hombre de los rastafaris, un hombrecillo pequeño y despótico, vanidoso y confabulador como pocos. Entre los que alabaron esta obra iniciática estaba nada menos que Gabriel García Márquez.

Después vino El Sha, libro en el que narra la vida de Reza Pahlevi, sin dejar de recordarnos que este “amigo de Occidente” había llegado al poder como consecuencia de un golpe de estado y que en sus cárceles torturaba y asesinaba a sus adversarios.

Lo siguió El Imperio. Magnífico texto, el más ambicioso de sus escritos, movido en cada una de sus páginas por un poderoso aliento literario (potenciado gracias al uso de la primera persona), en el que combina los recuerdos de su infancia con la descripción de la Unión Soviética.

Aunque el libro que más éxito le ha dado entre los lectores españoles ha sido Ébano. Un fresco apasionante, pletórico de vida, del continente africano. Allí pasó treinta años como corresponsal de la Agencia Polaca de Noticias, pernoctando en pensiones de mala muerte, viajando en autobús, en tren, al margen de la parafernalia de los grandes medios y los reporteros estrella.

Como estoy lejos de casa, para no perder la sana costumbre, no tengo este libro a mano. Pero no lo necesito para recordar algunos de sus pasajes más maravillosos: la pensión en la que había sentado residencia, que era como una balsa a la deriva, y en la que convivía con una serie de personajes marginales, fracasados; el viaje en camión a través de la noche en el Sáhara, en medio de las tormentas de arena, a punto de morir de sed…

Tantas imágenes que nos han guiado a quienes tuvimos la posibilidad de recorrer también el continente negro. Imposible sumergirse en las fáuces de África sin la compañía de su voz, sin descubrir su mirada en tantos gestos y lugares.

El gran legado de Kapuscinski fue su periodismo de a pie. Comprendió mejor que nadie que las grandes noticias pasan por los testimonios anónimos, que a la historia la forjan los ciudadanos. Por eso sus obras rezuman humanidad. En este sentido, podría considerarse el sucesor del George Orwell que escribió libros tan extraordinarios comoDown and Out in Paris and London.

En estos tiempos en los que para hablar de todo, inclusive de la guerra, se abusa de las declaraciones oficiales; en los que a veces los periodistas no parecemos más que meros portavoces de los políticos, de sus ruedas de prensa sin derecho a pregunta y de sus estrategias de poder; Kapuscinski debe ser un referente al que no podemos dejar de acudir en buscar de orientación.

Me hubiese gustado conocerlo en persona. Muchas veces me imaginé conversando con él, por esa extraña e ilusoria cercanía que los libros nos regalan con sus autores. Amigos que tuvieron ese privilegio me han dicho que era un hombre humilde, de una educación exquisita. Nos quedan sus obras, un retrato original, lúcido y apasionante de las últimas décadas del siglo XX.