Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Quemarse para huir de la opresión en Afganistán (1)

“Mi padre volvió borracho una noche. Me dijo que me había perdido jugando a las cartas y que me debía casar con un hombre mayor”, explica Shahnaz, que se levanta tímidamente el pantalón del salwar kameez para mostrar las cicatrices que desfiguran su pierna. “Yo tenía nueve años”.

Al igual que cientos de niñas y jóvenes en Afganistán, Shahnaz no pudo soportar el brutal destino que le había tocado y se prendió fuego. Niñas que son vendidas por sus padres a hombre que les sacan cuarenta, cincuenta años de edad. Jóvenes que viven encerradas en la cocina, bajo el burka, hostigadas por sus familias políticas, maltratadas, golpeadas.

“No tenía vida. No hacía más que trabajar cuidando a mis hermanos, limpiando la casa, cocinando. Para peor, mi padre se enfadaba cuando yo prendía la televisión”, afirma Razie, en el salón de una humilde vivienda de adobe en la que se mezclan el olor a comida y orines. Las cicatrices le cubren el pecho y parte de la cara. Lastiman de solo verlas. Sin embargo, ella mira a la cámara con entereza y dignidad.

Una catalana en Herat

Aunque Gloria Company conoce bien la historia de estas adolescentes, no puede evitar emocionarse al escucharlas. Se disculpa, recupera la compostura y sostiene: “Estaban tan desesperadas que no calcularon las consecuencias de lo que iban a hacer, de la locura que iban a cometer”.

Madre de tres hijos, esta catalana formada como enfermera, y curtida en numerosas profesiones y vocaciones, lleva desde 2002 comprometida en la lucha por los derechos de la mujer afgana.

Al frente de la ONG Asociació de Cooperació per Afganistán (ACAF), brinda apoyo a jóvenes auto inmoladas en el instante mismo en que llegan al hospital de la ciudad de Herat, próxima a Irán, donde más de 600 mujeres se quemaron sólo en 2006.

“No tienen edificios altos desde los que saltar, ni barbitúricos, ni saben cómo coger un arma. Además, siempre están acompañadas. La gasolina que usan para cocinar es lo que tienen más a mano”, señala Gloria.

La quema de mujeres es una práctica que también tiene lugar en India y Bangladesh, donde la presa le ha dado el nombre de sari burning. Allí los maridos les echan combustible y las desfiguran cuando las familias fallan a la hora de pagar la dote. Emplean el fuego por una cuestión cultural, ya que tradicionalmente, la viuda en la india se tiraba en la pira funeraria cuando moría su marido en lo que se conocía como sati.

Algunos expertos señalan que la autoinmolación en Afganistán llegó por el ejemplo de las mujeres de otro país donde vive en un estado de constante opresión: Irán. Y fue justamente Herat, por vecindad geográfica, la puerta de acceso.

Continúa…