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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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La guerra contra los niños de Gaza

Si en algún lugar del mundo existiese algo así como la representación de nuestra conciencia colectiva, en esa suerte de muro deberían estar grabados a fuego los nombres de los 346 niños que en estas tres semanas de ofensiva israelí han sido asesinados en Gaza. Para que nadie los olvide. Para vergüenza de cada uno de los responsables directos e indirectos de estos actos de barbarie.

27 diciembre 2008: Ibtihal Kechko (niña, 10 años), Ahmed Riad Mohammed Al-Sinwar (niño, 3 años), Ahmed Al-Homs (niño, 18 años), Ahmed Rasmi Abu Jazar (niño, 16 años), Ahmed Sameeh Al-Halabi (niño,18 años), Tamer Hassan Al-Akhrass (niño, 5 años), Hassan Ali Al-Akhrass (niño, 3 años), Haneen Wael Mohammed Daban (niña, 15 años), Khaled Sami Al-Astal (niño, 15 años), Alaat Mokhless Bassal (niño, 18 años), Aaed Imad Kheera (niño, 14 años), Abdullah Al-Rayess (niño, 17 años), Odai Hakeem Al-Mansi (niño, 4 años), Allam Nehrou Idriss (niño, 18 años), Ali Marwan Abu Rabih (niño, 18 años), Anan Saber Atiyah (niño, 13 años), Camelia Al-Bardini (niña, 10 años), Lama Talal Hamdan (niña, 10 años), Mohammed Jaber Howeij (niño, 17 años), Nimr Mustafa Amoom (niño, 10 años).

29 diciembre 2008: Ismail Talal Hamdan (niño, 10 años), Ahmed Ziad Al-Absi (niño, 14 años), Ahmed Youssef Khello (niño, 18 años), Ikram Anwar Baaloosha (niña, 14 años), Tahrier Anwar Baaloosha (niña, 17 años), Jihad Saleh Ghobn (niño, 10 años), Jawaher Anwar Baaloosha (niña, 8 años), Dina Anwar Baaloosha (niña, 7 años), Samar Anwar Baaloosha (niña, 6 años), Shady Youssef Ghobn (niño, 12 años), Sudqi Ziad Al-Absi (niño, 3 años), Imad Nabeel Abou Khater (niño, 16 años), Lina Anwar Baaloosha (niña, 7 años), Mohammed Basseel Madi (niño, 17 años), Mohammed Jalal Abou Tair (niño, 18 años), Mohammed Ziad Al-Absi (niño, 15 años), Mahmoud Nabeel Ghabayen (niño, 15 años), Moaz Yasser Abou Tair (niño, 6 años), Wissam Akram Eid (niña, 14 años). 30 diciembre 2008: Haya Talal Hamdan (niña, 8 años)

31 diciembre 2008: Ahmed Kanouh (niño, 10 años), Ameen Al-Zarbatlee (niño, 10 años), Mohammed Nafez Mohaissen (niño, 10 años), Mustafa Abou Ghanimah (niño, 16 años), Yehya Awnee Mohaissen (niño, 10 años), Ossman Bin Nizar Rayyan (niño, 3 años), Assaad Nizar Rayyan (niño, 2 años), Moaz-Uldeen Allah Al-Nasla (niño, 5 años), Aya Nizar Rayyan (niña, 12 años), Halima Nizar Rayyan (niña, 5 años), Reem Nizar Rayyan (niño, 4 años), Aicha Nizar Rayyan (niña, 3 años), Abdul Rahman Nizar Rayyan (niño, 6 años), Abdul Qader Nizar Rayyan (niño, 12 años), Oyoon Jihad Al-Nasla (niña, 16 años), Mahmoud Mustafa Ashour (niño, 13 años), Maryam Nizar Rayyan (niña, 5 años).

1 enero 2009: Hamada Ibrahim Mousabbah (niño, 10 años), Zeinab Nizar Rayyan (niña, 12 años), Sujud Mahmoud Al-Derdesawi (niña, 10 años), Abdul Sattar Waleed Al-Astal (niño, 12 años), Abed Rabbo Iyyad Abed Rabbo Al-Astal (niño, 10 años), Ghassan Nizar Rayyan (niño, 15 años), Christine Wadih El-Turk (niño, 6 años), Mohammed Mousabbah (niño, 14 años), Mohammed Iyad Abed Rabbo Al-Astal (niño, 13 años), Mahmoud Samsoom (niño, 16 años), Ahmed Tobail (niño, 16 años), Ahmed Sameeh Al-Kafarneh (niño, 17 años), Hassan Hejjo (niño, 14 años), Rajeh Ziadeh (niño, 18 años), Shareef Abdul Mota Armeelat (niño, 15 años), Mohammed Moussa Al-Silawi (niño, 10 años), Mahmoud Majed Mahmoud Abou Nahel (niño, 16 años), Mohannad Al-Tatnaneeh (niño, 18 años), Hani Mohammed Al-Silawi (niño, 10 años), Ahmed Al-Meshharawi (niño, 16 años), Ahmed Khodair Sobaih (niño, 17 años), Ahmed Sameeh Al-Kafarneh (niño, 18 años), Asraa Kossai Al-Habash (niña, 10 años), Assad Khaled Al-Meshharawi (niño, 17 años), Asmaa Ibrahim Afana (niña, 16 años), Ismail Abdullah Abou Sneima (niño, 4 años), Akram Ziad Al-Nemr (niño, 18 años), Aya Ziad Al-Nemr (niña, años), Ahmed Mohammed Al-Adham (niño, 1 año), Akram Ziad Al-Nemr (niño, 13 años), Hamza Zuhair Tantish (niño, 12 años), Khalil Mohammed Mokdad (niño, 18 años), Ruba Mohammed Fadl Abou-Rass (niña, 8 años), Ziad Mohammed Salma Abou Sneima (niño, 9 años), Shaza Al-Abed Al-Habash (niña, 13 años), Abed Ziad Al-Nemr (niño, 12 años), Attia Rushdi Al-Khawli (niño, 16 años), Luay Yahya Abou Haleema (niño, 17 años), Mohammed Akram Abou Harbeed (niño, 18 años), Mohammed Abed Berbekh (niño, 18 años), Mohammed Faraj Hassouna (niño, 16 años), Mahmoud Khalil Al-Mashharawi (niño, 12 años), Mahmoud Zahir Tantish (niño, 17 años), Mahmoud Sami Assliya (niño, 3 años), Moussa Youssef Berbekh (niño, 16 años), Wi’am Jamal Al-Kafarneh (niña, 2 años), Wadih Ayman Omar (niño, 4 años), Youssef Abed Berbekh (niño, 10 años).

5 enero 2009: Ibrahim Rouhee Akl (niño, 17 años), Ibrahim Abdullah Merjan (niño, 13 años), Ahmed Attiyah Al-Semouni (niño, 4 años), Aya Youssef Al-Defdah (niña, 13 años), Aya Al-Sersawi (niña, 5 años), Ahmed Amer Abou Eisha (niño, 5 años), Ameen Attiyah Al-Semouni (niño, 4 años), Hazem Alewa (niño, 8 años), Khalil Mohammed Helless (niño, 12 años), Diana Mosbah Saad (niña, 17 años), Raya Al-Sersawi (niña, 5 años), Rahma Mohammed Al-Semouni (niña,18 años), Ramadan Ali Felfel (niño, 14 años), Rahaf Ahmed Saeed Al-Azaar (niña, 4 años), Shahad Mohammed Hijjih (niña, 3 años), Arafat Mohammed Abdul Dayem (niño, 10 años), Omar Mahmoud Al-Baradei (niño, 12 años), Ghaydaa Amer Abou Eisha (niña, 6 años), Fathiyya Ayman Al-Dabari (niña, 4 años), Faraj Ammar Al-Helou (niño, 2 años), Moumen Alewah (niño, 9 años), Moumen Mahmoud Talal Alaw (niño, 10 años), Mohammed Amer Abu Eisha (niño, 8 años), Mahmoud Mohammed Abu Kamar (niño, 15 años), Marwan Hein Kodeih (niña, 6 años), Montasser Alewah (niño, 12 años), Naji Nidal Al-Hamlawi (niño, 16 años), Nada Redwan Mardi (niña, 5 años), Hanadi Bassem Khaleefa (niñas, 13 años).

6 enero 2009: Ibrahim Ahmed Maarouf (niño, 14 años), Ahmed Shaher Khodeir (niño, 14 años), Ismail Adnan Hweilah (niño, 15 años), Aseel Moeen Deeb (niño, 17 años), Adam Mamoun Al-Kurdee (niño, 3 años), Alaa Iyad Al-Daya (niña, 8 años), Areej Mohammed Al-Daya (niña, 3 meses), Amani Mohammed Al-Daya (niña, 4 meses), Baraa Ramez Al-Daya (niña, 2 años), Bilal Hamza Obaid (niño, 15 años), Thaer Shaker Karmout (niño, 17 años), Hozaifa Jihad Al-Kahloot (niño, 17 años), Khitam Iyad Al-Daya (niña, 9 años), Rafik Abdul Basset Al-Khodari (niño, 15 años), Raneen Abdullah saleh (niña, 12 años), Zakariya Yahya Al-Taweel (niño, 5 años), Sahar Hatem Dawood (niña, 10 años), Salsabeel Ramez Al-Daya (niña, 6 meses), Sharafuldeen Iyad Al-Daya (niño, 7 años), Doha Mohammed Al-Daya (niña, 5 años), Ahed Iyad Kodas (niño, 15 años), Abdullah Mohammed Abdullah (niño, 10 años), Issam Sameer Deeb (niño, 12 años), Alaa Ismail Ismail (niño, 18 años), Ali Iyad Al-Daya (niño, 10 años), Imad Abu Askar (niño, 18 años), Filasteen Al-Daya (niña, 5 años), Kamar Mohammed Al-Daya (niño, 3 años), Lina Abdul Menem Hassan (niña, 10 años), Sin identificar (niño, 9 años), Sin identificar (niño, 15 años), Mohammed Iyad Al-Daya (niño, 6 años), Mohammed Bassem Shakoura (niño, 10 años), Mohammed Bassem Eid (niño, 18 años), Mohammed Deeb (niño, 17 años), Mohammed Eid (niño, 18 años), Mustafa Moeen Deeb (niño, 12 años), Noor Moeen Deeb (niño, 2 años), Youssef Saad Al-Kahloot (niño, 17 años), Youssef Mohammed Al-Daya (niño, 1 año).

7 de enero 2009: Ibrahim Kamal Awaja (niño, 9 años), Ahmed Jaber Howeij (niño, 7 años), Ahmed Fawzi Labad (niño, 18 años), Ayman Al-Bayed (niño, 16 años), Amal Khaled Abed Rabbo (niña, 3 años), Toufic Khaled Al-Khahloot (niño, 10 años), Habeeb Khaled Al-Khahloot (niño, 12 años), Houssam Raed Sobeh (niño, 12 años), Hassan Rateb Semaan (niño, 18 años), Hassan Ata Hassan Azzam (niño, 2 años), Redwan Mohammed Ashoor (niño, 10 años), Suad Khaled Abed Rabbo (niña, 6 años), Samar Khaled Abed Rabbo (niña, 2 años), Abdul Rahman Mohammmed Ashoor (niño, 12 años), Fareed Ata Hassan Azzam (niño, 13 años), Mohammed Khaled Al-Kahloot (niño, 15 años), Mohammed Samir Hijji (niño, 16 años), Mohammed Fareed Al-Maasawabi (niño, 16 años), Mohammed Moeen Deeb (niño, 17 años), Mohammed Nasseem Salama Saba (niño, 16 años), Mahmoud Hameed (niño, 17 años), Hamam Issa (niño, 1 año).

8 enero 2009: Anas Arif Abou Baraka (niño, 7 años), Ibrahim Akram Abou Dakkka (niño, 12 años), Ibrahim Moeen Jiha (niño, 15 años), Baraa Iyad Shalha (niña, 6 años), Basma Yasser Al-Jeblawi (niña, 5 años), Shahd Saad Abou Haleema (niña, 15 años), Azmi Diab (niño, 16 años), Mohammed Akram Abou Dakka (niño, 14 años), Mohammed Hikmat Abou Haleema (niño, 17 años), Ibrahim Moeen Jiha (niño, 15 años), Matar Saad Abou Haleema (niño, 17 años). 9 enero 2009: Ahmed Ibrahim Abou Kleik (niño, 17 años), Ismail Ayman Yasseen (niño, 18 años), Alaa Ahmed Jaber (niña, 11 años), Baha-Uldeen Fayez Salha (niña, 5 años), Rana Fayez Salha (niña, 12 años), Rola Fayez Salha (niña, 13 años), Diyaa-Uldeen Fayez Salah (niño, 14 años), Ghanima Sultan Halawa (niña, 11 años), Fatima Raed Jadullah (niña, 10 años), Mohammed Atef Abou Al-Hussna (niño, 15 años)…

Fuente: Al Jazeera.

Los soldados israelíes que se niegan a matar inocentes en Gaza

En nuestro último viaje a Israel pudimos entrevistar a soldados hebreos que, arrepentidos de las acciones que habían realizado contra la población palestina, decidieron levantar la voz creando la organización Breaking the Silence.

Historia tras historia de maltrato y vejación a los habitantes de Gaza y Cisjordania. Palizas, abusos, burlas, detenciones arbitrarias. Para que nadie dude de sus palabras emplean las fotografías que se sacaban – imágenes que resuenan a las que los soldados estadounidenses se hicieron en Abu Graib – y que exponen por todo Israel.

Lo que buscan es concienciar a la población israelí de que no se trata de hechos aislados, sino de la lógica misma del Tsahal, de la manera en que han actuado todos los ejércitos de ocupación a lo largo de la historia: diseminando la humillación, la opresión y el terror entre los ocupados, que siempre los superan en número y en voluntad de lucha (ya que pugnan por su libertad).

La mejor defensa de Israel: terminar la ocupación

También existen soldados que se niegan de lleno a formar parte de las actividades castrenses. Se los conoce como refuseniks (sarvanim, en hebreo). Algunos de ellos son miembros de Courage to Refuse.

Organización que surgió en el año 2002 a raíz de una carta redactada por el capitán David Zonshein y el teniente Yaniv Itzkovits, ambos miembros de una unidad de elite con más de ochos años de experiencia en el Líbano y los Territorios Ocupados. Una misiva valiente, lúcida, que fue firmada por más de cincuenta soldados y oficiales.

“Nosotros, que entendemos que el precio de la Ocupación es la pérdida del carácter humano del IDF y la corrupción de toda la sociedad israelí. Nosotros, que sabemos que los Territorios no son parte de Israel, y que todos los asentamientos deben ser evacuados. Declaramos que no vamos a seguir luchando esta guerra por las colonias. No vamos a seguir luchando más allá de las fronteras de 1967 para dominar, expulsar, matar de hambre y humillar a todo un pueblo”.

Al día de hoy, la organización cuenta con 628 integrantes, de lo que 280 han sido juzgados por cortes marciales y han pasado hasta 35 días en la cárcel. Hecho este, que implica una importante renuncia. No por el tiempo que permanecen en prisión, sino porque el Ejército es el sitio en el que se forja y cohesiona la sociedad israelí. Y una mancha en el expediente significa convertirse en un paria, en un traidor, de cara a futuras oportunidades laborales y tantos otros aspectos de la vida en Israel.

En la ofensiva del año 2006 contra Gaza también levantaron la voz, y publicaron un anuncio en el periódico Yedioth Ahronoth en el que se leía:

“Los disparos y bombardeos del IDF en Gaza contra zonas residenciales densamente pobladas son crímenes de guerra que destruyen la seguridad y la moralidad de Israel. La verdadera seguridad nunca se va a conseguir matando a niños. Es el deber y la obligación de cada soldado del IDF negarse a derramar la sangre de inocentes”.

La semana pasada, después del bombardeo de la escuela de la ONU, los miembros de Courage to Refuse difundieron una misiva similar en el periódico Haaretz. Hasta el momento, son ocho los reservistas que han respondido a este llamado a la sensatez y la verdad. El pasado lunes, uno de ellos recibió una condena de 14 días de prisión por ello. Desde entonces, sus compañeros no han dejado de manifestarse en las calles.

«El mundo está de acuerdo con nosotros»

Los primeros actos de insubordinación se remontan al año 1970, cuando un grupo de estudiantes envió una carta a la ministra Golda Meir expresando sus reservas en relación a la ocupación de Gaza y Cisjordania. De allí saldría, años más tarde, el movimiento conocido como Shministim, que está compuesto por estudiantes del último curso que se niegan a realizar el servicio militar en los Territorios Ocupados.

Pero el movimiento más potente de todos es Yesh Gvul ( que en hebrero quiere decir “todo tiene un límite”). Surgió en 1982, durante la invasión del Líbano que terminaría con la vida de millares de inocentes. La petición de no participar en la ofensiva, que se entregó a Ariel Sharón, contó con más de tres mil firmas de reservistas.

Entre los refuseniks más destacados está Adam Keller, que en 1988 escribió con aerosol en 117 tanques: “Soldados del IDF, negaros a ser ocupantes y opresores”. Fue condenado a tres meses de prisión.

Tras volver de una misión de “asesinato selectivo” en Gaza, el piloto Yonatan Shapira comprendió que acababa de cometer un crimen de guerra. Para terminar con la vida de Salah Shehadeh, había lanzado desde su F16 una bomba de una tonelada sobre la vivienda del líder de Hamás. Catorce personas habían muerto. Entre ellas, nueve niños.

Entonces escribió una carta a los medios, que firmó con 27 de sus compañeros en septiembre de 2007. Se lo acusó abiertamente de traidor y fue dado de baja de las fuerzas armadas. En una entrevista en televisión, la gente votó mayoritariamente en su contra. “Los espectadores no están de acuerdo con vosotros”, le dijo el periodista. “La mayor parte del mundo está de acuerdo con nosotros”, contestó él.

En los túneles de Gaza

«Israel está exagerando la amenaza de los túneles. Es parte de su guerra de propaganda. ¿Qué se cree que pasan por allí: tanques, misiles tierra aire? Porque si es así, aún no hemos visto a Hamás utilizar este armamento», afirmaba y se preguntaba hace unos días un analista en Al Jazeera.

El 22 de julio de 2006, cuando estábamos en este blog en Gaza, pudimos adentrarnos en uno de esos túneles, que se han convertido en uno de los objetivos de la actual ofensiva del Tsahal, y cuya desaparición constituye una de las principales exigencias de Israel en caso de que acepte el alto el fuego de la Resolución 1860 del Consejo de Seguridad y se retire de la franja.

Desde entonces, EEUU ha dado 23 millones de dólares a Egipto para que termine con ellos. Medida que no parece haber dado frutos, pues los túneles, que además de armas han servido para el tráfico de personas, animales y mercancías como cigarrillos, se han multiplicado.

Hay otros reportajes sobre estos túneles, como del de Paul Martin para The Times, o como el de Zouheir Alnajjar para Collective Journalism, que pueden servir para comprender mejor este fenómeno, y tratar de valorar si las afirmaciones del analista que aparecía en Al Jazeera son acertadas o no.

A continuación, el reportaje que realizamos en los asfixiantes pasajes subterráneos que conducen de Gaza a Egipto:

Jaled Kishta, de 39 años de edad, pertenece a una de las dos principales familias que se dedican a cavar túneles en Rafah, localidad situada junto al corredor que separa Gaza de Egipto. Un negocio sumamente lucrativo, que ha convertido en millonarios a varios de sus parientes. Según sus estimaciones, hay entre 20 y 30 túneles principales que cruzan la frontera. Y más de 300 pasajes secundarios que se van abriendo desde distintas localizaciones para despistar a las autoridades, y que suelen conectarse a los túneles principales.

“Si por un AK 47 pagas 400 dólares en el extranjero, al fusil que entra por un túnel debes agregarle otros 200 dólares. Y organizaciones como Hamás hacen grandes pedidos, de miles de fusiles –explica Jaled–. Esta primera ganancia se reparte por partes iguales entre los excavadores. El dueño del túnel, además de su porción de los beneficios, aprovecha para ingresar otro cargamento similar que luego venderá por su cuenta en el mercado negro”.

“En 1982, Israel y Egipto llegaron a un acuerdo por el que dividieron a Rafah en dos. Familias como la mía quedaron separadas. Así que fueron las primeras en empezar a cavar túneles entre las casas que estaban situadas a uno y otro lado de la alambrada”, cuenta Jaled.

La segunda Intifada, que empezó en el año 2000, llevó a que el Ejército israelí luchara con mayor ahínco por terminar con el tráfico ilegal de armas a través de los canales subterráneos. Decenas de viviendas próximas a la frontera fueron destruidas para evitar que en su interior se cavaran túneles. “Mi propia casa, que estaba en primer línea, fue demolida –afirma Jaled–. Pero eso no sirvió para detener el contrabando. Ahora se buscan lugares más alejados, más originales”.

Tras la retirada de Israel de la franja de Gaza, la presión ha recaído sobre Egipto, que intenta poner fin al tráfico en la zona. Las personas detenidas por colaborar con esta actividad reciben condenas que alcanzan los 30 años de prisión.

“Desde que se fueron los judíos, aquí se trabaja con tranquilidad. La Autoridad Palestina no se mete con nosotros. El problema lo tenemos del otro lado. Lo que hacemos es que los túneles salgan a la superficie en medio de los cultivos y tomamos todas las precauciones posibles para que no sean descubiertos”, explica Jaled.

Estima Jaled que doce excavadores han muerto en los túneles desde 1982. Las principales razones han sido los derrumbes y las descargas eléctricas producidas al entrar en contacto los sistemas de iluminación con la humedad de la tierra. En los últimos tiempos, el Ejército egipcio comenzó a inyectar gas venenoso en el interior de los pasajes subterráneos. Dos primos de Jaled perdieron la vida intoxicados.

A pesar de todo, el comercio continúa. “Para los jóvenes es una gran oportunidad de ganar dinero –señala Hammad–. Aquí no hay empleo, no hay forma alguna de progresar. La vida tiene muy poco valor. Si no te matan en un ataque, te mueres de hambre. Así que los chicos piensan que, si tienen que morir, lo mejor es que sea tratando de hacer algo útil”.

Además de contratar los servicios de familias como las de Jaled, que cuenta con unos 12.000 integrantes solamente del lado palestino, para que les traigan rifles y explosivos, Hamás construye sus propios túneles, que son utilizados para llevar a sus hombres a ser entrenados en el extranjero o para cometer atentados, como el que planeaban el pasado 25 de junio cuando secuestraron al soldado Gilad Shalit.

La historia de un excavador

Abu Hammad es un joven corpulento, de grandes manos, curtidas, manchadas de tierra, que tiene tres hijos y que acaba de cumplir 31 años. Comenzó a trabajar en los túneles en el año 2002: “La cosa empezó por casualidad. Vi que en la casa de un vecino había varios hombres que entraban todas las noches. Como conocía a uno de ellos, me acerqué para preguntarle qué era lo que estaban haciendo. Y fue entonces cuando me ofrecieron que trabajara para ellos, que formara parte del grupo”.

De la primera experiencia en un túnel no tiene buenos recuerdos: “Hacía mucho calor, me costaba respirar. Tuve que echarle cojones para que no pensaran que estaba asustado –dice–. Pero con el tiempo me fui acostumbrado y ahora me siento muy cómodo. Paso trece horas al día en su interior sin ningún problema”.

Los grupos que trabajan bajo tierra suelen tener unos diez integrantes. Cantidad ésta que se puede llegar a duplicar en situaciones excepcionales, cuando hay un pedido urgente y el túnel tiene que estar operativo en el menor tiempo posible.

Para construir un pasaje subterráneo de un kilómetro, la medida habitual de los que avanzan hacia Egipto, tardan por lo menos seis meses. El jefe de la operación cubre los gastos de materiales y alimentos, además de poner la casa o el invernadero desde el que se realiza la obra. Una vez que ha pasado la mercancía, descuenta la inversión del beneficio final.

“Del lado palestino progresamos a buen ritmo, unos diez metros al día, porque hacemos túneles estrechos, de 80 centímetros de alto por 60 de ancho. El problema lo tenemos del lado egipcio. Ahí no podemos utilizar motores para sacar la tierra porque los soldados nos escuchan. Y hacemos túneles de mayor tamaño, para traer las mercancías lo más rápidamente posible”, precisa Abu Hammad.

Se suele creer que los equipos están dirigidos por arquitectos e ingenieros. Pero esto no es cierto. Los jóvenes, en su mayoría de origen humilde, carentes de estudios, trabajan guiados por el conocimiento que ha pasado de unos a otros a lo largo de los años.

“Cavamos hasta dar con la tierra más firme. Pasamos la arena hasta que la encontramos. A veces, a tres metros de profundidad, otras, a quince. Depende de la zona –explica Abu Hammad–. Lo importante para nosotros es trabajar con un material firme, para evitar así los derrumbes, aunque sea más difícil de excavar”. Una vez que han alcanzado la profundidad adecuada, avanzan guiados por una brújula. Y, cada diez metros, sacan tubos de metal a la superficie que actúan como sistema de ventilación.

Lo que sí hacen es jurar sobre el Corán que no revelarán a nadie el trabajo que realizan. Y cada uno se especializa en una función. Abu Hammad se encarga habitualmente de los motores. Hasta el momento ha participado en tres operaciones. Cuando el túnel está terminado, el dueño les quita los teléfonos móviles y los obliga a permanecer en su interior para prevenir así posibles soplos a las autoridades israelíes. Sólo él sabe cuándo pasará la mercancía.

Abu Hammad ha construido tres pasajes subterráneos. Recuerda la ocasión en la que, además de armas, entró una familia. El padre y los niños lo lograron. Pero la madre fue detenida en el último instante por las autoridades egipcias. También tiene presente la ocasión en la que tuvieron que comprar a unos soldados egipcios que los descubrieron.

Ahora trabaja para reabrir un túnel utilizado hace tres meses para traer armas. Dice que está cansado de este oficio, que no ha ganado tanto dinero como creía, y que espera dar un buen golpe que le permita

retirarse: “Mi mujer pensaba que tenía un puesto como camarero en un restaurante de Jan Yunis, pero un día tuve que contarle la verdad, ya no le podía seguir mintiendo –afirma con evidente desazón–. La operación que más me hizo ganar fue hace dos años: me dio 10.000 dólares, con los que abrí una tienda. Ojalá logre retirarme pronto. Me preocupa que algo me pueda pasar y que mis hijos se queden sin padre”.

La disyuntiva de Israel en Gaza: ¿tercera fase o retirada?

Según escribe Reuven Pedatzur en el periódico Haaretz, la operación Plomo Fundido, que comenzó el 27 de diciembre, tenía como objetivo dar un poderoso golpe a Hamas, destruyendo sus principales edificios y causando un gran número de muertes, con el fin de lograr que la organización integrista levantara rápidamente la bandera de la negociación.

Por esta razón, la ofensiva de las fuerzas aéreas hebreas fue sorpresiva; tuvo lugar un sábado, primer día de la semana para los musulmanes; atacó edificios llenos de personas sin previo aviso para que los desalojasen; y lanzó sus bombas sobre un grupo de jóvenes recién salidos de la academia de policía (aunque esto constituyera una violación de la Cuarta Convención de Ginebra, ya que los policías no son considerados combatientes).

Dar un golpe contundente sobre la mesa de Gaza, generar una breve y profunda ola de destrucción era, en opinión de Pedatzur, la consigna (teoría que comparten otros analistas militares como Amos Harel y Avi Issacharoff). Para ello, la Fuerza Aérea de Israel contaba con un banco de objetivos seleccionados con meticulosidad durante los meses previos.

Los problemas y dudas llegaron después: “Cuando quienes planearon la lucha se dieron cuenta de lo que debería haber estado claro desde el comienzo, que el gobierno de Hamás no iba a levantar la bandera blanca después de la destrucción de los primeros cien objetivos, la movilización terrestre se hizo inevitable”, afirma Pedatzur.

Segunda fase: ofensiva terrestre

La segunda fase de la ofensiva, que consistió en la invasión terrestre, se puso en marcha el domingo 4 de enero. Como pronosticamos en este blog, su propia lógica iba a potenciar aún más la muerte de civiles, que hasta el momento constituían el 30% de los muertos, y que han pasado a ser más de la mitad de los fallecidos.

Filtraciones a la prensa señalan que, de la llamada “troika” constituida por el Primer Ministro Ehud Olmert, la Ministra de Exteriores Tzipi Livni y el Ministro de Defensa Ehud Barak, sólo Olmert estaría plenamente decidido a seguir adelante con la operación hasta las últimas consecuencias, hasta esa tercera fase de la operación que se creyó que iba a entrar en marcha ayer, cuando se lanzaron miles de folletos sobre la franja de Gaza.

Ante la perspectiva de poder ganar las próximas elecciones, ni Barak y Livni quieren llegar a las urnas con una guerra en marcha, ni con más soldados fallecidos, en especial si se trata de reservistas, a cuyas muertes la población civil parece más sensible (en estos momentos miles esperan a las puertas de la franja, y sólo algunos han entrado).

Tampoco los debe entusiasmar demasiado la hipotética perspectiva de convertirse en primer ministro con la censura de la opinión pública internacional, cuya justificada indignación ante las matanzas en Gaza y el bloqueo aumenta por instantes, según lo demostraron tantas y tantas manifestaciones en buena parte del planeta. En este sentido, la fecha clave parece ser el 20 de enero: día en que Obama tomará el poder.

¿Tercera fase?

Se ha especulado mucho con la tercera parte de la operación Plomo Fundido. Uno de los planes para su articulación podría consistir en controlar la franja desde donde estaban los antiguos asentamientos judíos – que dominaban el 40% de la tierra cultivable de Gaza – y desde allí dividirla en cuatro partes, incluido el eje vertical que constituye la avenida Saladino.

Si la segunda fase de operaciones elevó dramáticamente el número de víctimas, que ya alcanzan las 900, una tercera fase, que incluiría la lucha cuerpo a cuerpo, casa por casa, en núcleos urbanos, resultaría terriblemente letal para la población local que, por más panfletos que se tiren desde el aire, no tiene a dónde huir debido a que Israel sigue manteniendo las fronteras cerradas a cal y canto.

También podría potenciar el número de fallecidos entre los propios soldados del Tsahal. Hasta ahora, los momentos en los que han estado más en riesgo, han sido aquellos en los que ha entrado en la ciudad de Gaza, donde Hamás cuenta con un complejo sistema de túneles. Lo mismo se puede esperar de Yabalia, aunque no de Jan Yunis, la segunda ciudad más grande de la franja, por donde los tanques ya han pasado en varias ocasiones sin encontrar demasiada resistencia.

Algunos medios señalan que Hamás logró secuestrar a un soldado de la brigada Golani, que rápidamente fue liberado, a través de uno de estos túneles. En este escenario, las ventajas tecnológicas de Israel pierden ascendiente.

¿Objetivo realista?

Para Pedatzur, el error en la operación es que agotó en apenas unos días todos los objetivos que se había fijado bombardear, y ahora tiene dificultades para encontrar nuevos, por lo que, otras de las ventajas que tiene Israel, la aérea, quedaría de este modo opacada.

Pero su mayor crítica es a la falta de metas concretas. ¿Golpear a Hamás o destruirlo? ¿De qué modo? Hasta ahora, el lanzamiento de cohetes apenas ha descendido un 50% a lo largo de la última semana.

Toda esta historia – al igual que los constantes mentidos y desmentidos de los portavoces israelíes, las masacres contra inocentes y las denuncias de empleo de armamento por lo menos controvertido – resuena a la guerra contra Hezbola de 2006, que dio un severo golpe a la moral del IDF y que provocó la creación de la comisión Winograd.

Entonces tampoco la finalidad última de la ofensiva quedaba bien determinada. Hezbolá había secuestrado a dos soldados que intentaba cambiar por Samir Kuntar y otros detenidos, como ya había hecho en 2003. ¿Qué se quería hacer con Hezbolá? ¿Destruirlo, castigarlo? ¿Golpear a la población civil para que se enfrentara a la organización de Hassan Nasralá?

existe una diferencia notable con la operación en el Líbano: aquella se lanzó se forma precipitada, mientras que la actual se planeó durante meses. Hasta se construyó una réplica de algunas calles de la ciudad de Gaza en el desierto del Negev, para que los soldados pudieran entrenarse.

Fervor nacionalista

Quizás sea pronto para sacar conclusiones, pero lo que parece haber sucedido es que, ante la contundencia de los primeros golpes, el cansancio de la población israelí con los Kassam y la habitual parcialidad de los medios hebreos, en especial de las televisiones, se generó tal fervor belicista en la opinión pública que no sólo la imagen de Barak mejoró en las encuestas, sino que se produjo una suerte de bola de nieve nacionalista, exitista, como sucede en casi toda guerra, que dio aliento a esta ofensiva hasta el punto que resultó imposible de detener durante la primera fase.

Como pasó en 2006 con Hezbolá, la gente creyó que se vencería rápidamente a Hamás, y que así el problema de Gaza volvería a ponerse debajo de la alfombra (o detrás del muro, para ser más exactos), bloqueo incluido, para que todos pudieran seguir con su vida cotidiana.

Tal vez Olmert, que tiene el apoyo del resto del gabinete, y nada que perder, logre lanzar la tercera fase de la ofensiva, lo que no garantiza el éxito contra Hamás.

De no ser así, tampoco la salida de las tropas de Gaza resultará rápida o total. Recordemos que el IDF tardó más de dos semanas de salir de Líbano en 2006, aunque ya se había aprobado la resolución 1701 de la ONU.

Sólo el tiempo…

A medida que pasen los días, y que bajen las pasiones en Israel (los editoriales de Haaretz, por ejemplo, han cambiado de tono y dirección, hablan ya de retirarse lo antes posible), la idea de la imposibilidad de la victoria militar sobre Hamás, o de su altísimo coste en vidas propias y ajenas, irá ganando peso.

En 2006, nos opusimos firmemente en este blog a la guerra. Consideramos que, ante el hecho consumado de Hezbolá, el camino era el diálogo. El tiempo nos dio la razón: al año siguiente se negoció el cambio por los prisioneros, lo que hizo quedar en un gesto futil y sin sentido, la destrucción del sur del Líbano, con más de 1.300 civiles muertos, y los más de cien fallecidos del lado israelí.

También hemos censurado la operación Plomo Fundido. Y sólo el tiempo dará su veredicto. Consideramos que Israel tenía muchas otras opciones: levantar el bloqueo a Gaza, como no lo hizo durante la tregua; profundizar en la vía de negociación con Hamás para detener el lanzamiento de misiles Kassam, que ha dicho por activa y por pasiva que está dispuesto a aceptar el 67 como frontera; pero, sobre todo, ir a la causa del problema que, más allá de los maniqueismos de cierta parte de la prensa, no deja de ser el mismo de siempre: el final de la ocupación, que dura ya 41 años.

Masacre en Gaza: 21 muertos entre el personal médico

Gracias al testimonio de Alberto Arce, el martes informábamos acerca de las trabas impuestas por el Ejército de Israel para que las ambulancias lleguen a los heridos. Y, como en anteriores ofensivas militares en Gaza y en Líbano, de los reiterados ataques contra el personal sanitario.

Estimábamos en seis el número de miembros de equipos médicos que habían muerto. Ayer, en una rueda de prensa, responsables de organizaciones de ayuda humanitaria elevaron esta cifra al denunciar que 21 paramédicos han sido asesinados desde el comienzo del ataque el pasado 27 de diciembre.

Pero no sólo los paramédicos, incluido un integrante de Oxfam, han sufrido bajas. También varios trabajadores de la ONU.

“He perdido la confianza en Israel”, declaró John Ging, director de UNRWA (la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos), en relación al ataque perpetrado ayer por el Tsahal contra un convoy de ayuda que terminó con la muerte de un conductor.

“Nos habían asegurado que a lo largo de los días que estos incidentes no se iban a repetir, y yo lo había aceptado de buena fe debido a nuestro imperativo humanitario”.

No resulta habitual una declaración tan tajante por parte de una agencia de la ONU. Y, menos aún, que esta agencia decida suspender el auxilio que presta a más de un millón de palestinos en Gaza. Hecho que habla de la virulencia y repetición de los ataques que han sufrido sus trabajadores humanitarios a lo largo de los últimos 13 días a manos del Ejército israelí.

Frenar a las ambulancias

Pero más sorprendente resulta aún la acusación lanzada por el Comité Internacional de la Cruz Roja, cuyo compromiso con las víctimas de la guerra y su neutralidad han sido siempre ejemplares.

Esta organización declaró que “los militares israelíes han fallado en su obligación bajo el Derecho Humanitario de cuidar y evacuar a los heridos”.

El incidente al que se refiere la organización con base en Ginebra está relacionado con varios supervivientes de un ataque al barrio de Zeitún. Los bombardeos provocaron una docena de muertos, pero también numerosos heridos, entre lo que se contaban cuatro niños.

Los soldados israelíes, que estaban situados a apenas 80 metros de las víctimas, tardaron cuatro días en dejar que se acercaran los paramédicos. Sabían de la existencia de los heridos, los podían ver, pero una y otra vez les negaron el acceso.

Ya hemos alabado en anteriores entradas el valor de los médicos en zonas de conflicto. En esta ocasión, tuvieron que caminar durante dos kilómetros y llevar sobre sus hombros a las víctimas debido a que no se les permitió entrar con las ambulancias. Los muertos permanecen aún en el lugar.

86 horas de espera

La organización israelí Betselem, se ha sumado a estas acusaciones, y ha ampliado el número de casos de heridos atrapados en sus casas o bajo escombros, exigiendo al IDF que permita el acceso de las ambulancias.

También nos hicimos eco de la denuncia realizada por Amira Hass el lunes en el periódico Haaretz: cinco miembros de la familia A’aiedy, entre los que se contaban dos ancianas octogenarias y tres de sus bisnietos, permanecían heridos en sus casas.

La autora de Drinking the sea at Gaza, a quien tuvimos el honor de entrevistar en este blog, se puso en contacto con la organización Médicos por los Derechos Humanos, que llamó al Ejército israelí para coordinar la evacuación.

En un artículo publicado el miércoles, Amira sostenía que aún no habían recibido ayuda alguna, que se estaban colocando agua y sal en las heridas. Habían pasado 86 horas desde el ataque.

Hace unos minutos, el Consejo de Seguridad acaba de acordar una resolución, con la abstención de EEUU, que exige el fin de los enfrentamientos en Gaza. Sin embargo, Al Jazeera informa en directo que la ofensiva continúa.

De tener éxito la tardía iniciativa de la ONU, esperemos que el Ejército israelí ponga en marcha las investigaciones correspondientes para aclarar responsabilidades en estas violaciones del Derecho Humanitario, y castigar a los culpables. Incluido el bombardeo de una escuela de la ONU que acabó con la vida de 41 civiles.

Fadel Shana, séptimo periodista asesinado por el Ejército israelí

En el cuerpo de Fadel Shana, el cámara de Reuters asesinado ayer por el Ejército israelí, se encontraron dardos de metal de una pulgada de largo, conocidos en el argot militar como “flechettes”.

También había rastros de este armamento, que se desprendió del obús disparado por el tanque hebreo, en el chaleco antibalas que llevaba puesto y en el que se leía en letras fluorescentes la palabra: PRENSA, así como en su coche, claramente identificado como un vehículo empleado por periodistas.

Se trata de un arma controvertida, cuyo uso se trató de evitar ante el Tribunal Supremo hebreo, pero sin éxito. Especialmente, por sus efectos indiscriminados.

Human Rights Watch ha condenado el empleo de esta munición, que despliega cientos de dardos por el aire, en zonas habitadas por civiles. El Tsahal la había dejado de utilizar en Gaza en 2003, aunque luego la rescataría en Líbano en 2006.

En el caso de Fadel Shana, que no hacía más que cumplir con su deber de informar, los dardos le entraron a través del cuello y el hombro, alcanzado su pecho y parte de la espina dorsal. El reportero que lo acompañaba, sonidista, se encuentra en estado crítico.

El editor en jefe de Reuters News, David Schlesinger, afirmó que “la evidencia del examen médico subraya la importancia de una investigación imparcial y honesta por parte del Ejército de Israel y de su gobierno”.

Otra investigación, que si se lleva a cabo, se sumará a la larguísima lista de las que ya ha realizado el Ejecutivo de Ehud Olmert. Desde la muerte de la familia Galia en junio de 2006, pasando por la segunda matanza de Qaná en julio o el asesinato de la familia Al Kafarna de Beit Hanún en el mes de noviembre del mismo año.

Indiferencia ante los civiles palestinos

El gobierno de Israel ha dejado en claro en la guerra de Líbano de 2006, y en su actuación a lo largo de los últimos dos años en Gaza, que la Cuarta Convención de Ginebra, que establece el deber de respetar la vida de los civiles en un conflicto armado, no es una de sus prioridades.

El bloqueo mismo de Gaza constituye una violación de la legalidad internacional y el Derecho Humanitario. Como lo es también el empleo de personas a modo de escudos humanos, una práctica habitual de ese ejército que en algún momento de la historia se llamó el “más moral” del mundo.

También en la incursiones armadas en Gaza, el completo desdén por la vida de los civiles se hace evidente para quienes realizamos un seguimiento exhaustivo del número de víctimas.

Entre julio y septiembre de 2006, el Tsahal mató a 450 personas en Gaza, la mitad eran mujeres y niños (aunque luego Ehud Olmert dijera ante el parlamento israelí que eran terroristas, lo que levantó las críticas de numerosas organizaciones de derechos humanos).

Otro reportero muerto

En aquel verano sangriento de 2006, que pasé en Gaza, otro vehículo de Reuters fue alcanzado por las balas israelíes. Y de las guardias que realicé en el hospital Al Shifa, recuerdo el arribo también de conductores de ambulancias heridos, así como de Ibraheem al-Otlah, cámara de televisión alcanzado por varios disparos, cuya tía lloraba a la puerta de la sala de operaciones.

El mismo Fadel Shana ya había sido había sufrido heridas en agosto de 2006, cuando un avión israelí disparó contra el vehículo en que viajaba, también identificado como un coche de prensa. Tenía 21 años. Y podría haber decidido cambiar de profesión, pero siguió adelante.

Rescato de aquel tiempo la entrevista que realicé con el cámara de la agencia Ramatán, Zakaria Abu Hardib, que fue herido en dos ocasiones mientras realizaba su labor en Gaza.

A pesar de no controlar bien el brazo derecho debido a las lesiones, pudo filmar los segundos que siguieron a la muerte de la familia Galia en la playa de Yabalia, en junio de 2006. Material por el que recibió el premio del Rory Peck Trust.

Una reflexión impostergable

El Ejército israelí ha matado a siete periodistas desde el año 2001. El caso más sonado fue el del británico James Miller, que también tuvo la desgracia de filmar su propia muerte.

El último, hasta ayer, Imad Ghanem, cámara de televisión que retrataba cómo sacaban a heridos del campo de refugiados de Bureij cuando fue asesinado en julio de 2007.

Cabe preguntarse si la rabia de los soldados israelíes, ante la muerte de sus tres compañeros, explica de alguna manera que en su incursión ayer en Gaza mostraran tan poco aprecio por la vida de los inocentes como Fadel Shana (o de los cinco niños que también mataron).

También creo pertinente indagar qué impacto tienen en estos jóvenes soldados mensajes políticos que amenazan con un “holocausto” en Gaza, o los llamamientos de ciertos líderes ultraortodoxos a la venganza contra los palestinos. Según el rabino Shmuel Elyahu, «se debería colgar de un árbol a los hijos de los terroristas».

Situaciones que un Estado que se denomina a sí mismo como “la única democracia de Oriente Próximo” y al que se le llena la boca hablando día tras día de “terrorismo”, debería examinar y repensar, tanto como el uso de los «flechettes» en zonas urbanas.

Por ahora, más que reflexiones, lo que deseo es expresar mi admiración y aprecio por todos los profesionales que en Gaza se juegan la vida día a día para contar la noticia.

Se vuelve a cerrar el cerco sobre Gaza

Egipto ha comenzado a articular las órdenes recibidas desde EEUU y ya está cerrando la frontera sur de Gaza. Como escribía ayer, Hosni Mubarak camina por una delicada cornisa: entre la complacencia hacia el país que le da miles de millones de dólares cada año, y la solidaridad que buena parte de los egipcios espera que ejercite hacia el drama humano palestino.

La pregunta ahora es: ¿cerrará del todo la frontera o permitirá el libre movimiento de personas y mercancías? ¿Los informes que maneja la prensa israelí, de grupos armados palestinos que habrían aprovechado para salir y dirigirse a Israel para cometer atentados, nos harán lamentar una nueva escalada de violencia?

El Consejo de Seguridad de la ONU está debatiendo una resolución sobre Gaza. Aunque menciona la seguridad del sur de Israel y el lanzamiento de Qassam, parece que es muy crítico con el comportamiento del gobierno de Israel, por lo que EEUU está impidiendo que el texto vea la luz.

La pugna en los pasillos con los diplomáticos árabes ha estado cruzada de amenazas, según narra The Jerusalem Post. Aunque si miramos la historia reciente, no cuesta vislumbrar que el texto no será aprobado, y que el sufrimiento de los habitantes de Gaza carecerá de su condena en el ámbito internacional.

Nuevo escenario para Israel

Ayer comentaba que Ehud Olmert podría haber hecho deliberadamente coincidir la presión extrema sobre Gaza por la inminente publicación del Informe Winograd sobre la guerra de Líbano de 2006, para distraer así la atención de los ciudadanos israelíes. Informe del que saldría muy mal parado. No sería la primera vez que un gobernante hebreo usa esta táctica.

Un ministro de su gobierno ya ha salido a decir que lo sucedido estos días es una “oportunidad” para que Israel se desvincule definitivamente del destino de Gaza, como informa The Indepenent. Quizás intenta convertir el fracaso en la política de castigo colectivo en una victoria.

Lo que sí parece claro es que la administración Olmert se ha visto constantemente superada por las consecuencias de sus actos como sucedió en Líbano en 2006. Y que no ha sido capaz de prever las reacciones de Hamás o Hezbolá, lo que abriría una nueva etapa en la región. Situación que sin dudas llevaré a Israel a replantearse sus estrategias en el futuro.

Dialogar

Las preguntas retóricas que me hacía ayer con respecto a Hamás suscitaron un encendido debate en este blog. Lejos estoy de tener la más mínima estima hacia esta organización, pero sigo sosteniendo que, ya que había ganado las elecciones y que llevaba meses protagonizando una tregua unilateral, lo interesante por parte de la UE hubiese sido tomarse tu tiempo en lugar de secundar la postura de EEUU.

Buscar y potenciar a los sectores moderados dentro del grupo integrista, que podría haber cambiado como consecuencia del ejercicio del poder, en lugar de dar alas al gobierno de Ehud Olmert para que pusiera en marcha el bloqueo y la operación militar que no ha conducido más que a una escalada brutal de muertos y sufrimiento.

Cuando se trata de buscar la seguridad, de defender la vida de inocentes, de uno y otro lado, creo que el diálogo debe ser perseguido hasta las últimas consecuencias. Y que las etiquetas y la propaganda deben ser dejadas de un lado. Pero para eso se necesitan líderes lúcidos y valientes, algo de lo que parece carecer en política exterior esta Europa tibia y sin rumbo.

El mismo error que se cometió hace dos meses al dejar fuera de Annapolis a Hamás, como bien señala Lluís Bassets en El País.

Levantar la voz

Pero dejemos a un lado las pasiones enfrentadas que suscita este tema. Para todos aquellos que quieran levantar su voz, se han convocado dos manifestaciones en Madrid de las que me hago eco.

Ambas piden que se termine el castigo colectivo en Gaza. Y, más importante aún, que se vaya de una vez por todas al fondo de la cuestión: el fin de la ocupación que se perpetúa desde 1967.

* Concentración en solidaridad con la población de Gaza y toda Palestina que se celebrará el próximo sábado a las 21:30 en la Plaza del Dos de Mayo en el centro de Madrid, con velas encendidas por Gaza contra el bloqueo y el silencio.

* Concentración ante la Embajada de Israel el próximo lunes 28 de enero a las 19:00. Calle Velázquez 150.

Huir de Gaza, desaparecer a toda costa

Otra historia que se repite. Ayer, los cortes de luz, la falta de agua, medicinas y alimentos. Hoy, la estampida humana provocada por la presión de Israel sobre los habitantes de Gaza, idéntica a la que presencié en julio de 2006, cuando esta concatenación de tragedias humanas y sádicas prácticas políticas acababa de comenzar tras el secuestro del soldado Gilad Shalit.

La desesperación empujaba a la gente a tratar de huir de Gaza. Niños, mujeres, ancianos. Enfermos, heridos. Se acercaban cada día al puesto fronterizo de Rafah, supervisado por la UE, controlado por la Autoridad Nacional según el acuerdo firmado con Ariel Sharon en 2005, pero dominado de facto por Israel.

Miles de personas que pugnaban por huir. Masas que se amontonaban, que se empujaban, imbuidas en el tórrido calor, para escapar del horror de la mísera vida, bajo las bombas y el embargo, del infierno de 365 kms2 llamado Gaza.

Los observadores de la UE estaban indignados, fuera de las declaraciones oficiales, por la actitud del gobierno de Israel, que abría y cerraba la frontera a su antojo, que jugaba con esa gente que, teniendo pasaporte extranjero, deseaba irse de una vez por todas de esa Gaza que prometía ser próspera y libre tanto durante el comienzo de los Acuerdos Oslo, como en el 2005, tras la «desconexión» de los colonos israelíes.

Cuando la presión fue tanta, como está sucediendo ahora, se abrieron varios huecos en la verja y la gente corrió hacia Egipto. Una mujer moría como consecuencia de los disparos de un helicóptero hebreo.

Los túneles de Hamás

Leo en la prensa israelí los detalles sobre la noticia. No me sorprende descubrir que los titulares muestran preocupación, no por el drama palestino, sino por el posible ingreso de «armas y terroristas”. Aunque lo cierto es que se trata de una alarma infudada. Gaza está plagada de armamentos, desde AK47 hasta RPG, ya que entran por esos túneles que pude recorrer.

Eso túneles angostos, asfixiantes, que reptan por las entrañas de la tierra hasta Egipto desde el interior de las casas palestinas. Esos túneles por los que comenzó el primer gran castigo contra Gaza, la Operación Lluvia de Verano, ya que a través de uno de ellos salieron los miembros de los Comités Populares de la Resistencia que secuestraron a Gilad Shalit para cambiarlo por las mujeres y niños que están en prisiones israelíes.

Un secuestro que dio la excusa a Ehud Olmert para cerrar la franja a cal y canto, y para recrudecer los ataques que ya llevaba varios meses articulando a pesar de la tregua de Hamás. Recordemos la horrorosa y gratuita muerte de la familia Galia.

¿La oscuridad como metáfora?

Ayer me preguntaba si la oscuridad de Gaza, oculta del mundo bajo el manto de la penumbra producido por la ausencia de corriente eléctrica, no sería una metáfora del deseo de no ver, de no sentir la más mínima empatía, de negar la realidad, ante el sufrimiento de tanta gente inocente (como algunos de los comentarios vertidos en este blog dejaron «ver»).

Pero lo cierto es que no hacen faltan sombras ni vendas para que haya quien se muestre insensible ante el sufrimiento palestino. Es más, al ser testigo de la falta de proporción que suele caracterizar desde siempre a la respuesta israelí, creo que en algunos – lo repito, ¡algunos! – hay un deseo inconsciente de llevar a los palestinos al punto de claudicar ante la falta de apoyo del mundo, ante la histórica injusticia que padecen, de empujarlos a que lo dejen todo y se marchen.

Como comentaba alguien en este foro: “Los palestinos perdieron la guerra, Israel conquistó el territorio, que se marchen con sus hermanos árabes y que nos dejen en paz”. O como subrayaba hoy un lector del Jerusalem Post: «¡Excelente, que se vayan!».

Parece que en eso están.

Gaza, en busca de un título

De fondo: un violín desafinado. El infatigable anciano que rasga las cuerdas con la esperanza de que algún conductor le de unas monedas. Sería un agradable hilo musical, si supiera tocar el instrumento. Pero lo cierto es que parece no tener idea de música, y las notas que enlaza de manera casual e imprevisible desafían los preceptos básicos de la armonía. Eso, o es un artista conceptual.

Lo cierto es que se trata de un hombre entrañable, que está en una situación muy difícil. Trabajar toda una vida para terminar solo, mendigando en una esquina, me parece sumamente injusto, una mierda. Por eso lo saludo con cordialidad al pasar a su lado, aunque cuando no logro escribir y escucho el ruido que hace de doce del mediodía a doce de la noche, a veces me sienta tentado de salir al balcón y tirarle cordialmente una maceta.

De oyentes involuntarios de los conciertos del anciano, las miles de personas que viven en los edificios de treinta, cuarenta plantas, que pueblan este barrio porteño. «Una ciudad de pie», como escribiera el genial Celine en relación a Nueva York, tan distinta en este sentido a Madrid, que yace recostada aunque sin demasiada placidez.

En primer plano, la mesa tras la que me he parapetado con todos mis bártulos. Los mismos que este año me han seguido a lo largo de los viajes, de hotel en hotel. Un poco confusos, huérfanos, acostumbrándose al cambio de horario, pero fieles. Los cuadernos, los recortes de prensa, los borradores, los libros con referencias útiles o no, el ordenador, la impresora, el disco de memoria, los bolígrafos, los informes de organizaciones de derechos humanos. Viaja ligero de equipaje, dicen los sabios. Tengo que trabajar, les respondo mientras avanzo por los pasillos del aeropuerto cargado de maletas.

Me vine a Buenos Aires para escapar de la locura de Madrid en fiestas, y terminar el libro sobre Gaza que parte de las entradas de este blog. Ante todo, un alegato contra el castigo colectivo, una denuncia de la tremenda situación que han vivido los civiles en el conflicto. Un recordatorio de tantas personas inocentes a las que he visto perder la vida.

Gaza durante la Operación Lluvia de Verano, día a día, con escasez de electricidad, agua, medicinas y alimentos. Paupérrima, desesperada, bajo las bombas que no cesaban, desgarrada por el dolor y la barbarie.

Hoy he llegado a la página número 100. La cima empieza a aparecer entre las nubes. Después vendrán las correcciones, la verificación de datos y el envío a la editorial para que salga publicado en marzo.

Ante la cercanía del final me inquieta no tener título. Acaricio unos cuantos, juego con ellos, repaso las páginas escritas para ver si encuentro alguna frase o expresión que me pueda dar una pista.

Y se me ocurre esta idea, quizás un poco egoísta, de escribir en el blog una entrada pidiendo títulos, una consulta a todos vosotros, que me habéis acompañado en Gaza, o que os habéis incorporado después, alguna sugerencia.

Esta es la foto que creo que debería ir en la portada. La historia de la menor de las hermanas Okal, una de las que más me han marcado en Gaza (aunque quizás sea demasiado dura, no sé).

Y los títulos que tengo en mente, y que no me terminan de convencer son: «El sitio de Gaza», «Muerte en Gaza», «El infierno en Gaza». Creo que la palabra «Gaza» debería ir.

Aunque también me atrae jugar con el nombre de la operación militar: Lluvia de verano. Por lo que quedaría algo así: «Lluvia de verano en Gaza», «Llueve sobre Gaza». No sé. Todo son dudas. Si no os parece un disparate, pido el comodín de vuestra amistad.

El periódico «The Independent» se moviliza para ayudar a Gaza

Bajo el título «Un llamamiento en favor de la gente necesitada», el prestigioso periódico The Independent, en el que escriben periodistas por los que siento tanta admiración como Robert Fisk o Patrick Cockburn, anunciaba ayer en portada que dedicará los beneficios de su tradicional subasta navideña a los habitantes de Gaza.

Una decisión valiente, acertada, del que es, a mi entender, uno de los diarios más originales y mejor escritos del mundo. Una decisión que su editor justificaba afirmando que los palestinos «están sufriendo el peor momento de su historia».

Uno de los artículos principales, firmado por Donald Macintyre desde Gaza, describía la situación: 400 muertos, falta de luz, de agua, de medicinas, hambre, desesperación. Y hacía un llamamiento a actuar en favor de las «víctimas inocentes» del conflicto, dando ejemplos de personas que necesitan ayuda urgente.

Los premios

La subasta anual de The Independent cuenta con 41 lotes, por los que pujan los lectores, que incluyen ofertas tan interesantes como:

* Pasar un día en la redacción del periódico, desde la reunión matinal hasta el cierre (que el año pasado la ganó un lector que ofreció 2.251 libras).

* Un almuerzo en el exclusivo restaurante The Ivy, con Simon Kelner, editor del periódico (en la anterior edición la puja alcanzó las 3.750 libras esterlinas).

Y toda una serie de propuestas sumamente originales, que implican diversas actividades con los columnistas y redactores más prestigiosos de la publicación.

Todo lo recaudado será entregado a tres ONG británicas con las que habitualmente colabora The Independent: la organización médica Merlin, The Welfare Association, que trabaja en situaciones de emergencia, y Anti-slavery International, una excelente asociación cuya labor conocí cuando investigaba la prostitución infantil en Camboya.