Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Sobre cómo no conseguir una acreditación de prensa en el Congo (1)

Primera planta de las oficinas de la ANR (Agencia Nacional de Información) en Bukavu, organización a la que todos aquí conocen como la “policía secreta”. Frente a mí Gertrude, su directora interina. Una mujer rubicunda, entrada en años, tocada por una peluca alta y pomposa como una tarta de boda.

Imposible evitar que los ojos se me vayan a los cabellos ensortijados que le cuelgan del mentón. Aunque me lo han explicado, reexplicado y perjurado mil veces, sigo sin asumir que a los congoleños les parezcan sensuales las mujeres con barba.

– ¡Mi hijo! – exclama Gertrude haciendo que los demás empleados que se encuentran en el despacho sonrían obsecuentes -. Te devolvemos el dinero ahora mismo si ése es el problema.

– Mamá Gertrude – le cojo la mano y se la beso -. No hace falta que me devuelva el dinero. Confío en usted ciegamente.

– Toma, toma el dinero – insiste y señala la puerta a uno de los empleados. Quiere que lo vaya a buscar.

– No, por favor – me interpongo, aunque lo cierto es que nadie se movido del sitio -. Tiene que comprender Mamá Gertrude que he venido con mi equipo a rodar desde España y como no tenemos el permiso llevamos cinco días sin hacer nada, sentados en la habitación del hotel.

Es verdad que estamos esperando el permiso. Pero es mentira que no hayamos salido a grabar. Hemos estado rodando a diestra y siniestra. Doce horas al día. Ellos lo saben del mismo modo en que yo sé que están demorando el permiso para ver si más dinero pasa de mis bolsillos a los suyos. Cooperación internacional creo que lo llaman.

– Hijo mío, enviamos tu solicitud a Kinshasa y no nos responden.

– Ya lo sé Mamá Gertrude. La burocracia de la capital. Como si Mobutu nunca se hubiera ido – a la gente de provincias le encanta el discurso contra el poder central, que siente que la ignora -. Lo que no entiendo es que todos esto días en los que he venido para ver si estaba el permiso no me quisieras atender. Hoy me he tenido que enfadar y montar el numerito para que finalmente me recibieras.

– Madame Gertrude, trabajo con Hernán hace años y le puedo asegurar que todo lo que escribe es positivo. No es como los americanos y los belgas, viene de España, un país amigo del Congo – interviene Selemani, nuestro guía y traductor.

– Mi hijo, tu puedes filmar en esta ciudad aunque el permiso no esté listo. Lo sabes. Lo que no puedes hacer es ir filmar a las minas.

– ¿A las minas? Mamá Gertrude, ¿cómo me dice eso? ¿Qué se me ha perdido en las minas? Ya sabe que estamos haciendo un documental sobre la vida social del Congo. Nada de política.

Lo cierto es que tenemos planeado salir esta misma tarde hacia las minas. El año pasado fuimos a las de Walungu, como ya contamos en este blog, donde la policía secreta nos hizo la vida imposible.

Este año queremos adentrarnos aún más en el territorio controlado por el FDLR. Vamos a ir a los yacimientos de oro y casiterita en la región de Mwenga. Sabemos que sin el permiso el viaje puede ser un desastre debido a los puestos de control del ejército, las delegaciones de la ANR y esos miles de ojos que tienes la sensación de que siempre te están mirando aquí en el Congo.

Termina en la próxima entrada…

La casa de las víctimas de la violación en la guerra del Congo

Hay historias que como consecuencia de los perentorios plazos de los viajes guardan matices, desarrollos, que se nos escapan.

Hace dos años conté en este blog desde el Congo la historia de Nsimire, esclava sexual durante ocho meses de los soldados hutus del FDLR que decidió no abortar y dar a luz a la niña que le había engendrado alguno de sus captores. Le puso de nombre Asima, que quiere decir “Amada por Dios”.

“En  el campamento de los Interhamwe había 28 chicas retenidas. Le doy gracias a Dios por haber sobrevivido”.

Lo que no sabía, y descubrí hoy mismo al volver a ver a Nsimire y Asima, es que en esa descascarada y paupérrima casa en las que las retraté viven otras mujeres víctimas de la violación como arma de guerra: Chantal, Solange y Mapendo.

“Me violaron dos soldados del FDLR a los 14 años. Me trajeron aquí, al hospital. Cuando regresé a Kamanyola, los soldados me volvieron a violar. Por eso prefiero estar en esta casa, aunque vivimos en la miseria al menos me siento segura”, me explica Mapendo, que tiene 16 años y lleva cinco meses de embarazo.

Foto: HZ

De accidentes en el Congo

Tras cuatro días de viaje a las minas de la región de Mwenga – que me tuvieron, entre otras cosas, alejado de estas páginas -, regreso a Bukavu y me encuentro con la noticia de la desaparición más de 270 personas tras el naufragio de dos barcos en los ríos del Congo.

Dejando a un lado el pesar por la evitable pérdida de vidas, lo que extraña – ahora que aún tengo latentes en el cuerpo las irregularidades de las carreteras congoleñas – es que no sucedan más accidentes dado el estado de las infraestructuras en este país en el que nada que sea público parece funcionar como es debido.

También sorprende la paciencia de la que dan cuenta los congoleños. Si bien el Land Rover en el que viajábamos sufrió cuatro pinchazos; en media docena de ocasiones tuvimos que empujarlo debido a problemas con la batería; y ya en los últimos kilómetros se rompió el freno, por lo que encaramos la larga curva descendente de la Nacional Dos hacia Bukavu sin respirar con excesivo brío; ninguno de mis compañeros de periplo – conductor, traductor, integrante de ONG de defensa de los DDHH – se quejó o dio señales de hastío en momento alguno.

Supongo que en cierta medida es la forma en que se encaran aquí los “safaris”. Safari Njema! No se sabe a qué hora se llega ni parece importar demasiado a qué hora se deba o pueda hacerlo.

Porque en nuestro desplazamiento de hoy desde la ciudad de Kamituga, con algunos de los coches con los que coincidimos en los primeros “check points” después nos volvimos a cruzar y los descubrimos varados con motores rotos, neumáticos pinchados. Rutas plagadas de baches y vehículos que no pasarían la ITV ni en un millón de intentos conformaban sin excepciones el paisaje de nuestro viaje en la región de Mwenga.

Sin noticias del puente

El punto estelar llegó cuando en el camino de regreso encontramos a uno de los puentes, que ya a la ida habíamos cruzado con dificultad debido a la progresiva desaparición de las maderas que lo cubrían, absolutamente desnudo.

Hileras de coches se congregaban a ambos lados. Pasajeros de matatus y camiones bajaban con sus maletas y pugnaban por cruzarlo por uno de los durmientes de la vacilante estructura (la paciencia se había esfumado, y justo en ese momento en el que había un peligro tangible, la gente se empujaba, avanzaba rápida y atropelladamente).

Los vehículos pasaban por dos trozos de madera astillados que apenas se sostenía sobre la estructura de metal. Aunque alguien siempre hacía el favor de dar indicaciones a los conductores, lo cierto es que el accidente daba la impresión de resultar inminente. Alguno de todos esos vetustos cuatro por cuatro y camiones chinos iba a terminar en el fondo del agua. Estaba escrito.

Cuando pasamos al otro lado lo celebramos. Avanzamos hacia Bukavu sin mirar atrás. Sabíamos que a nuestras espaldas la procesión seguía, a cada momento más tumultuosa, más irrefrenable, más al borde del abismo…

Foto: HZ

Sin noticias de la violación en el Congo

La operación del Ejército congoleño para expulsar a los rebeldes hutus de los Kivus pasó de responder al nombre de Kimia II a llamarse Amani Leo. Al frente continúa el coronel Delfin Kahimbi, a quien pudimos entrevistar hace un año en estas páginas y que nos permitió seguir de cerca la ofensiva militar.

Se supone que Amani Leo – que en kiswahili quiere decir Paz Ahora – termina en septiembre. Veremos cuál es le nombre de la próxima operación para tratar de echar a los miembros del FDLR, que llevan desde 1994 enquistados en el este del Congo.

También ha cambiado de nombre la misión de la ONU en Congo, que con mil millones al año de presupuesto es la más grande de todas las iniciativas de mantenimiento de la paz de esta organización (si bien en relación al tamaño del territorio que debe proteger su contingente resulta escaso).

Ahora se llama MONUSCO, haciendo que los carteles y papelería de la misión hayan tenido que ser cambiados, incluidas las acreditaciones de prensa a nombre de la ya desaparecida y cuestionada MONUC. Esta mañana, la máquina para hacer las acreditaciones no funcionaba. Hace un año, tampoco. Tendré que conformarme con una carta de la encargada de prensa de la misión en Bukavu.

Primeros días en Congo. Valiosísimo tiempo perdido en buscar permisos de la policía, del ejército, antes de poder salir a rodar. Mientras esperamos, le comento a mi buen amigo Selemani Mwati que las cosas parecen estar cambiando, que los medios internacionales se han lanzado de una vez por todas a hablar del uso de la violación como arma de guerra. Finalmente el Congo se sitúan en el centro de las noticias.

En la televisión del hotel Mille Collins de Kigale se repetían las coberturas y debates de CNN, Al Yazira y BBC sobre lo que aquí lleva años pasando. «¿Terminará la impunidad en RDC?», se preguntaba France 24. Hasta un par de medios nacionales se pusieron en contacto conmigo para pedirme reportajes, algo que nunca antes había sucedido con respecto a este país.

“No tenía noticias”, afirma Selemani sin mostrarse demasiado emocionado. Tampoco Jeanette Mabango da la impresión de verse afectada por el coro de voces de especialistas que se congregan estos días en la televisión internacional para debatir sobre la violación de 154 mujeres en el pueblo de Luvungi.

Víctima ella también de las atrocidades de esta guerra, la encuentro por tercer año consecutivo para retratar cómo sigue su vida. Le presento a mis nuevos compañeros de rodaje: Alberto y Miguel. A pesar de la calidez y generosidad con que nos recibe, por un instante vislumbro que para ella no son más que nuevos nombres, nuevas cara. Más de lo mismo.

Parte de guerra I

Hoy arrancamos una nueva sección en Viaje a la guerra con la que pretendemos seguir de forma periódica los avances y retrocesos de los conflictos armados. Esperamos que nos ayude a alcanzar un doble objetivo: no perder el contacto con muchos de los sitios en los que hemos estado y a los que volvemos de forma regular, y tener una visión más amplia del estado de la violencia en el mundo.

REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO (RDC)

La operación Kimia II, que seguimos este año desde la provincia de Kivu Sur, está llegando a su fin. Perseguía, como nos contó en Bukavu el comandante Delfin Kahimbi, sacar de territorio congoleño a los hutus que llegaron en 1994 y que son responsables de parte del control de los minerales y de aterrorizar a la población civil. Según un informe sumamente crítico publicado esta semana por Human Rights Watch, la operación provocó la muerte de 1.400 no combatientes. Por otra parte, acusa a las tropas congoleñas de cometer robos y violaciones. Veremos, en nuestro próximo desembarco del mes de marzo en la RDC, cuánto poder mantienen aún las fuerzas rebeldes. El miedo ahora es a las represalias que puedan sufrir los civiles cuando los hutus salgan de la selva.

IRAK

Tras meses de bloqueo por parte del vicepresidente Tareq Al-Hashemi, las elecciones generales se celebrarán el próximo 7 de marzo. El incremento de los atentados con coche bomba y la incapacidad de los políticos para encontrar acuerdo en el número de nuevos escaños a repartir hizo que muchos temieran el regreso de la guerra civil. Por otra parte, ayer se retiraban las tropas iraníes que la semana pasada habían ocupado un pozo petrolero que disputan ambos países. La tercera noticia proveniente de Irak, que señala que los insurgentes pueden ver las imágenes de los aviones no tripulados, ha generado una repercución ciertamente exagerada (ya había salido la misma información en el año 2002 en Kosovo). En este blog hemos visto con lujo de detalle cómo funcionan esas transmisiones, por lo que nos cuesta creer que puedan ser de mucha utilidad para los grupos paramilitares suníes.

NIGERIA

El pasado 25 de octubre, los grupos que llevan año combatiendo al gobierno y a las empresas petroleras en el Delta del Níger, alcanzaron un acuerdo para dejar las armas. Siguiendo el legado del gran Ken Saro Wiwa, sus reivindicaciones originales eran que los recursos del petróleo se repartieran entre los habitantes locales como compensación por el daño medioambiental, pero muchas de ellas han terminado por convertirse en organizaciones delictivas que viven del secuestro y la extorsión. Ayer, el Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger (MEND), lanzó el primer ataque desde octubre para protestar porque las negociaciones se han estancado (en buena medida por el frágil estado de salud del presidente Umaru Yar’Adua). Desde hace décadas, el gran error los políticos y de las compañías petroleras extranjeras como Shell ha sido que la avaricia primase sobre cualquier atisbo de reparación y justicia social. Volver a la misma lógica implica que instalarse nuevamente en una ecuación negativa para todos, ya que los grupos armados fueron capaces de reducir la producción de la región a una tercera parte.

SUDÁN

En nuestra visita del pasado mes de octubre a Sudán fuimos testigos de las crecientes tensiones entre el norte y el sur del país como consecuencia de la organización de las elecciones generales que tendrán lugar en abril del año próximo y que serán la antesala del tan temido como esperado referéndum de autodeterminación del año 2011. El arresto, la semana pasada, de dos líderes del SPLM en Jartum disparó las tensiones. Afortunadamente, las noticias que llegaban estos días hablan de un acuerdo de base con el NPC para la celebración de las elecciones. “Esto nos ha dado esperanzas para el futuro”, me comenta un amigo que trabaja en el sur de Sudán. “Si hay violencia, creemos que se va a reducir a la región de Abyei”.

SOMALIA

La llegada al poder del islamista moderado Sharif Ahmed, nos hizo pensar en marzo que podría estar ante el comienzo del fin del caos en Somalia. Sin dudas, menospreciamos el poder de Al Shabab, organización integrista vinculada con Al Qaeda que fue la que encabezó la lucha contra las tropas etíopes y que ahora acusa a Sharif Ahmed de traidor y pro occidental. Las lapidaciones que están teniendo lugar en Somalia son una demostración del poder de Al Shabab, del mismo modo en que el reciente pedido de ayuda a la comunidad internacional por parte del presidente es una muestra de su extrema debilidad.

La guerra por el coltán (4)

Inocence Mukawati nos recibe en su oficina del siempre bullicioso y convulsionado barrio de chabolas de Kadutu, situado en la periferia de Bukavu. Desde allí dirige un negocio familiar de minerales que comenzó en los años setenta. Junto a su despacho de acumulan las bolsas con coltán y caserimita, los motores de la guerra que en las provincias orientales de la República Democrática del Congo ha costado ya cinco millones de vidas.

La empresa de Inocence no pasa por su mejor momento. Sobre su escritorio, cubierto de polvo, tiene una báscula para el coltán, una foto con el presidente Joseph Kabila y una bandera pequeña bandera congoleña.

– El negocio funciona de la siguiente manera: desde Bukavu envío a comerciantes con dinero para que compren coltán, caserimita y oro en las minas de Kivu Sur. Ellos lo compran y lo traen aquí. En el camino las guerrillas y el ejército les cobran impuestos para dejarlos pasar.

– ¿El suyo es un negocio legal?

– Tenemos todos los permisos en regla.

– ¿Cómo está estructurado el negocio ilegal?

– Los minerales salen a través de Ruanda y Burundi sin que exista ningún control, sin que los congoleños, que somos los dueños de los recursos, podamos sacar provecho alguno.

– ¿Qué opina de empresas como la sudafricana Banro, que sí ha recibido permisos legales de Kinshasa?

– Conozco el trabajo de Banro en Muwenga, que es la región en la que nací, y no he visto que beneficie de forma alguna a la comunidad local.

– ¿Sería ese su pedido a las empresas y gobiernos?

– Sí, que hagan lo posible para que la exportación de minerales sirva a los congoleños. No puede ser que la población de una tierra tan rica pase hambre. Necesitamos reglas claras y oportunidades. Los congoleños estamos deseosos de ponernos a trabajar y prosperar.

Los culpables

El testimonio de Inocence Mukawati, que nos sorprende por su franqueza, confirma algunos datos fundamentales y conclusiones finales que ofrece Global Witness en el informe Faced With a Gun, What Can You Do?, del que ya hemos hablado en este blog. El documento más actual sobre la extracción ilegal de minerales en el Congo y la guerra.

Documento de 116 páginas que señala, en otros grupos armados como los Mai Mai y el CNDP, la vinculación en el expolio de las fuerzas hutus del FDLR que “sacan dinero y minerales a los mineros de forma sistemática, cobrando una tasa del 30% en algunas áreas y en puertos de control en las carreteras… El FDLR a veces comercia abiertamente, vendiendo en los mercados y ciudades… Su comercio se ha vuelto tan lucrativo que los residentes locales los llaman ‘grandes hombres de negocios’”.

También acusa a las fuerzas gubernamentales del FARDC de estar involucradas en el negocio: “El caso más flagrante es el de la mina de Bisie, la más grande de casiterita en la región, que produce el 80% de lo que se exporta desde Kivu Norte… el beneficio para el FARDC alcanzaba los 120 mil dólares al mes al cobrar una comisión de 0,15 céntimo de dólar por cada kilogramo de casiterita… En algunas minas funciona un sistema en el que los mineros trabajan días de la semana para determinados soldados o comandantes. Los soldados también exigen un 10% de los minerales y efectivo en los numerosos puestos de control en las carreteras… Comandantes o unidades militares son dueños de determinadas minas”.

Con respecto a los comerciantes como Inocence Mukawati, llamados comptoirs, señala a diversas compañías con base en Bukavu y Goma como Groupe Olve, Muyeye, MDM y Panju. Señala que si bien el comercio legal de coltán ha aumentado en 2007 y 2008, el 90% del oro sigue saliendo sin control alguno hacia Burundi y Ruanda.

Fuera del territorio congoleño, las acusadas son THAISARCO, la quinta compañía mundial de producción de lata, propiedad del gigante británico Amalgamated Metal Corporation, y algunas compañías belgas como Trademet y Traxys.

A este complejo panorama se podría sumar la implicación de la población civil en regiones como Walungu, como pudimos comprobar en nuestro accidentado viaje a las minas de Maroc. Los enfrentamientos, no pocas veces mortal entre miembros de las tribus bashi, habitantes de las colinas de Calanga, por el control de los minerales agrega un nuevo nivel de violencia en la pugna por los recursos del Congo.

(Fotos: HZ)

Continúa…

El blues de los niños soldado del Congo

Madrugamos para dirigirnos al cuartel general de la operación Kimia II, que está ubicado en la antigua residencial de Mobutu Sese Seko, el dictador cleptómano y corrupto por antonomasia. Amanece sobre el lago Kivu, cuyas orillas están salpicadas de antiguas mansiones coloniales belgas a cuyas espaldas se levantan las precarias casas de adobe y lata de los barrios más pobres de Bukavu.

A lo lejos vislumbramos a las tropas del FARDC, el ejército gubernamental, que se preparan para partir hacia la región de Shabunda en el marco de la operación Kimia II, destinada a terminar con la presencia de fuerzas hutus en territorio congoleño. Gracias a la autorización del coronel Delfin Kahimbi, nos disponemos a acompañar a estar fuerzas para conocer de primera mano el desarrollo de esta cuestionada operación militar.

Mientras esperamos a que esté todo listo para partir, en la parte del cuartel donde funciona el helipuerto descubrimos a un grupo de jóvenes vestidos con uniformes militares. Preguntamos a los oficiales: se trata de niños soldado que acaban de salir de la selva para entregar las armas y volver a la vida civil.

Cambio de planes

Nueva autorización del coronel Kahimbi – que ya nos había manifestado su intención de terminar con el empleo de menores en la guerra – y repentino cambio de planes: dejamos a un lado por el momento la operación Kimia II y nos centramos en los jóvenes. Tomamos la decisión de seguir a los niños durante los primeros días para ver cómo progresan, cómo se adaptan a la nueva realidad en que se encuentran, qué esperan del futuro.

Uno de los coordinadores del hogar de tránsito de la organización BVES – cuyos proyectos conocimos el año pasado – entrevista a cada uno de los niños. Anota el acrónimo de la fuerzas de las que formaban parte, el nombre de sus comandantes, el rango que tenían, la manera en que fueron reclutados, la zona de la que son originarios, el nombre de sus padres. Un proceso que demora horas. Vital para que la Cruz Roja rastree a sus familias. Importante en estos momentos para los militares, pues quieren separar a los menores de los adultos.

Al final, de los 32 presentes sobre la explanada, 29 son calificados como niños soldados. Tras un discurso de Kahimbi, que todos siguen en silencio bajo el sol, se les entregan ropas de civiles y se les señala una tienda en la que deben pasar para cambiarse. Lo hacen entre risas, con cierta vergüenza, como una suerte de juego. La última en entrar a es una de las dos niñas presentes (más adelante sabremos que ambas fueron sometidas a reiterados abusos sexuales).

Arriba un autobús de la ONU al que los niños marchan vestidos con sus vaqueros y camisetas, aunque descalzos. Algunos cantan, otros miran a la nada con incertidumbre, con evidente perplejidad ante el repentino cambio de escenarios y perspectivas en su vida. En el hogar de la organización BVES se les da la bienvenida. Su director, Murhabazi Nachegabe, les explica las normas básicas de convivencia: nada de peleas, respeto a los profesores.

Las reglas de convivencia

Después viene una clase de higiene básica y prevención de enfermedades, con especial énfasis en el sida. Los niños que ya están en el hogar, también ex soldados, ayudan a los coordinadores a realizar la exposición (se suponía que iban a pasar un vídeo, hasta llevaron un antiguo televisor a la sala en la que estaban los muchachos, pero la ausencia de electricidad frustró los planes).

Llega la hora del baño y luego la comida. Los jóvenes con los que hablamos se muestran felices de haber dejado de ser soldados. «Era una vida muy dura. Comíamos mal, no dormíamos, nos trataban como animales«, afirma Joseph Tyne. Oriundo de Kivu Sur, tiene 15 años y presenta una importante herida además de tener los ojos visiblemente inflamados.

Por la tarde se les entregan sandalias (algunos se quejan de que no tienen cinturones). Continúan las entrevistas. El coordinador que habla con los jóvenes en busca contradicciones, alegatos falsos, en sus testimonios. Nos explica que a veces mienten por miedo a las represalias de sus antiguos comandantes.

Provienen en su mayoría de grupos de Kivu Norte como el CNPD, los Mai Mai y Pareco, que se han ido integrando al ejército congoleño a través del proceso de Amani. De allí la capacidad del coronel Kahimbi de exigir a sus mandos que enviasen a Bukavu a cuantos niños soldados hubiese en las unidades.

Ansiosos por volver

La primera noche en el centro de BVES no resulta tranquila. Peleas entre los recién llegados y los que ya estaban allí. Cristales rotos. Al día siguiente la tensión continúa. Los nuevos se niegan a entrar a clase. «No quiero estudiar, no quiero perder tiempo aquí, quiero volver a mi casa», afirma Joseph Tyne, que explica que en el futuro se dedicará a cultivar la tierra de su familia. En su caso, los hutus del FDLR lo secuestraron hace cinco años de la escuela y lo enrolaron por la fuerza en sus filas (patrón similar al de otros testimonios que ya recogimos en este blog).

Desde entonces nada ha sabido de los suyos. El programa de desmovilización establece como plazo máximo tres meses de permanencia en el hogar. Otro de los jóvenes nos explica que sí quiere aprender a escribir y leer, pero cuando esté de regreso en su aldea, no ahora.

La tensión se atenúa al tercer día con la llegada de los miembros de la Cruz Roja que comienzan a recopilar datos de los menores para ponerse en contacto con sus familias. El final de la agonía parece más tangible. Nos comprometemos con algunos de ellos a que los iremos a visitar cuando estén de vuelta en sus hogares. Y así esperamos hacerlo en nuestro próximo viaje al Congo, para conocer cómo han sido recibidos, si han conseguido reintegrarse en la vida civil, o si han vuelto a las armas, y qué obstáculos y desafíos deben enfrentar.

(Fotos: HZ)

Entrevista al coronel Delfin Kahimbi: “Los prisioneros hutus son enviados de regreso a Ruanda”

Segunda parte de la entrevista al coronel Delfin Kahimbi, máximo responsable de Kimia II, la operación militar que intenta terminar con la presencia de las fuerzas hutus del FDLR en territorio congoleño (una de las principales causas de la violencia que los Kivus sufren desde 1994).

Las críticas de las organizaciones no gubernamentales no han sido pocas. La repercusión en la prensa, por razones que ya analizamos, nula. Entre los desafíos a los que se enfrenta Kahimbi, que al menos ha cambiado la antigua política oficial de relación con los medios de comunicación, se encuentra el hecho de que la mayoría de sus efectivos provienen de grupos irregulares como el CNDP, los Mai Mai y Pareco, que se han integrado al ejército regular congoleño, conocido como FARDC, a lo largo del último año, y que carecen de verdadera formación militar.

Las ONG señalan que, una vez que se termine la ofensiva Kimia II, los hutus volverán y harán pagar el precio a la población civil.

La estrategia es simple: consiste en atacar al FDLR, perseguirlo y acabar con sus posiciones residuales. Puedo confirmar que a ninguna de las posiciones conquistadas, que son 135, el FDLR ha regresado para atacar a la población. Hemos tenido algunos incidentes en Ruzizi, pero la posibilidad de que el FDLR regrese a sus operaciones está totalmente excluida.

Esta segunda fase de la operación Kimia II está dirigida justamente a afianzar estas posiciones. El FDLR ya no cuenta con la estructura militar para recuperar sus cuarteles. Están ahora en el extranjero o en el bosque. Y podemos decir que para Kivu Sur hemos minimizado al máximo los ataques, las represalias y los daños colaterales.

Los guerrilleros del FDLR, que llevan 15 años en la zona, habían desarrollado una actividad terrorista. No son diferentes a los talibanes, pues seguían una doble estrategia: contra las tropas gubernamentales y contra los civiles inocentes. Un comportamiento verdaderamente lamentable, pues es la misma población que los recibió como hermanos, como vecinos.

¿Es esta estrategia terrorista la que provoca las violaciones y mutilaciones sistemáticas a mujeres?

Esta cultura del FDLR no comienza en el Congo, sino en Ruanda en 1994. Allí ya masacraron y violaron a miles de mujeres. Les destruyeron los aparatos reproductores con palos, con machetes, con otras armas. La misma estrategia que han seguido aquí, aunque en el Congo ha sido aún más bizarra, pues muchos de los del FDLR se casaron con mujeres hutus congoleñas en cuyas comunidades cometieron estos hechos barbáricos. No entendemos cómo un ser humano puede cometer estas masacres, estas mutilaciones. No lo entendemos.

¿Qué están haciendo con los prisioneros?

Los tratamos de forma humana, en respeto a la Convención de Ginebra y el derecho de la guerra. Los dejamos a cargo de la MONUC para que proceda a su repatriación.

¿A Ruanda?

Sí, a Ruanda. Aquí puedes ver sus rangos y sus fotos (nos muestra una tabla de Excel con fotos de militares acompañados por sus rangos, unidades y localizaciones)

Los hutus del FDLR son el principal problema de violencia en la región, pero no el único. ¿Qué sucede con otros grupos armados, como los Mai Mai?

Como tú sabes, los Mai Mai surgieron como respuesta a la presencia de las tropas ruandesas en territorio congoleño. Una parte había hecho coalición con el FDLR para hacer frente a los ruandeses, pero a ellos también los hemos neutralizado junto al FDLR. Otros grupos han sido incorporados al ejército, igual que pasó con el CNDP en Kivu Norte. Hace poco se han desmovilizado 400 combatientes. Y estamos esperando a un grupo llamado Mai Mai Kapuku, que están a punto de llegar y que se va a integrar al ejército.

¿Con cuántos efectivos cuenta el FARCD para esta operación? En la MONUC nos han hablado de unos 8 mil.

Ocho mil son los efectivos a los que la MONUC ha brindado apoyo logístico. Pero en la primera parte de la operación usamos 12.600 efectivos. Para la segunda fase hemos sumado otros diez mil, por lo que en total la operación Kimia II ha contado con unos 22 mil efectivos contra el FDRL.

Una crítica que se hace a la operación Kimia II es que parte de las fuerzas no las conforman soldados profesionales sino miembros de milicias que sea han sumado al ejército. ¿Cómo se mantiene la disciplina?¿Cómo se evita que exploten las minas dejadas por el FDLR, que cometan una vez más violaciones a los derechos humanos?

Efectivamente, usted tiene razón. Actualmente, nuestras fuerzas cuentan con efectivos del CNDP, de Pareco y Mai Mai. Lo que hacemos es responsabilizar al oficial al mando de cada unidad de los crímenes que puedan cometer sus soldados. Cada oficial tiene a su cargo seis soldados. Tenemos casos aislados de indisciplina, pero no son generalizados.

Consciente de que parte de nuestras fuerzas no están integradas por soldados profesionales, yo mismo me desplazo al terreno para controlar la disciplina, para hacer comprender a los soldados las reglas que tienen que cumplir.

Entrevista al coronel Delfin Kahimbi: “La paz llegará al Congo en 2010”

En la entrada anterior repasábamos los intrincados antecedentes de Kimia II, la operación militar destinada a terminar con los grupos armados de hutus ruandeses que llegaron a la República Democrática del Congo tras cometer el genocidio de 1994 y que ahora se agrupan bajo el nombre de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR).

Su presencia – que se ha financiado gracias control de recursos minerales como el oro y el coltán, y que se basa en una estrategia de constantes agresiones a la población, incluida la violación sistemática de miles de mujeres – ha mantenido sumidas en la violencia y el subdesarrollo a las provincias orientales del país.

También leíamos algunas de las numerosas críticas a esta operación, como la del International Crisis Group, que pidió su cese inmediato. Críticas a las que se suman varias ONG señalando el alto coste que está teniendo en la población civil y el extenso historial de crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos que ostenta el ejército regular del Congo, conocido bajo el acrónimo FARDC.

Nos recibe en su despacho el coronel Delfin Kahimbi, máximo responsable de la operación Kimia II. Formado militarmente en China, de 40 años de edad, Kahimbi tiene un punto ya a su favor, que lo aparta de la respuestas esquivas y negativas por parte de los mandos castrenses que recibimos en anteriores visitas al Congo: quiere que la prensa esté al tanto de lo que sucede (aunque la prensa en general brilla por su ausencia. A las convocatorias a los medios solo asisten un par de periodistas locales con vetustas grabadoras y cámara de vídeo). Hasta nos brinda la posibilidad de seguir a las tropas del FARDC en su despliegue militar por la región.

Para romper el hielo, un comentario: aparenta menos edad de la que tiene. «Todos los hombres bajitos damos la impresión de ser más jóvenes», se explica.

¿Cuál es el origen de la operación Kimia II?

Kimia II es una operación militar que sigue a la operación Kimia I, que se lanzó en 2008, en coordinación con la MONUC, para combatir a las fuerzas del FDRL ruandesas en respuesta a los protocolos de Nairobi. Kimia I tuvo varias etapas. La primera, limitar los movimientos del FDLR. La segunda, privarlos de los recursos minerales que explotan ilegalmente en el Congo. Pero justo en agosto de 2008 comenzó la ofensiva del CNDP que hizo que la operación Kimia I se suspendiera.

Ofensiva que propició meses más tarde la detención del propio Laurent Nkunda…

Así es, en enero de 2009 se detuvo a Nkunda, y los jefes de Estado del Congo y de Ruanda lanzaron una operación conjunta contra las fuerzas del FDLR en la provincia de Kivu Norte. Esta operación duró hasta el 25 de febrero de 2009, pues el contrato acordado era de un mes. A partir del día 26 de febrero nos pusimos a trabajar en la operación Kimia II. Los miembros del CNDP de Nkunda pasaron a formar parte del FARDC.

¿Qué pretende Kimia II?

Esta operación consiste básicamente en continuar en la provincia de Kivu Sur las operaciones que se iniciaron en la provincia de Kivu Norte, que se interrumpieron con la salida de las tropas ruandesas. Fue entonces que me nombraron comandante de esta operación. Yo llegué a la provincia de Kivu Sur en abril. Lo primero que hice fue preparar la fase previa de la ofensiva, teniendo en cuenta que las fuerzas del FDLR estaban intactas, nadie había amenazado su poder desde 1994. El 12 de julio recibimos la autorización oficial para desplegarnos.

¿Qué fuerzas tenía el FDLR al comienzo la operación?

Como había dicho, el FDLR estaba intacto. Controlaba el negocio de los minerales, mantenía el poder administrativo sobre muchas comunidades. Es decir, el Estado se encontraba ausente. La provincia de Kivu Sur tiene ocho regiones. El FDLR estaba presente en siete. La excepción era la isla de Idjwi. La primera prioridad de la operación Kimia II era destruir las bases y santuarios del FDLR. Destruirlas y ocuparlas. Hasta ahora hemos conquistado el 85% de estas bases. La segunda prioridad era privar al FDLR de las minas que controlaban y explotaban de manera ilegal. La otra prioridad fue y es proteger a la población civil de las represalias que pueda tomar el FDLR. Podemos decir que estas son misiones cumplidas. Y estamos convencidos de que el 2010 será el año en que habrá paz y comenzará el desarrollo económico de la región.

¿Cuál ha sido el saldo de este mes de combates?

Hemos neutralizado 385 combatientes, que han muerto en el campo de batalla o que han sido hechos prisioneros. Hemos comprobado que buena parte de los 3.600 combatientes del FDRL han huido a los países vecinos: Burundi y Tanzanía. Los miembros del FDRL que todavía tienen capacidad de combatir son unos dos mil. Estamos muy contentos de los resultados de la operación y sorprendidos de la rapidez con que alcanzamos los objetivos, como seguramente lo estará la comunidad internacional. Podemos decir que el FARDC ha logrado neutralizar al FDRL, sin apoyo de país alguno, a diferencia de lo que sucedió en Kivu Norte de la mano del ejército ruandés.

¿Pero la MONUC os ha ayudado?

Sí, la MONUC nos ha dado un pequeño apoyo logístico, pero esto ha sido un éxito del FARDC.

¿Por qué, entonces, algunos informes de ONG critican a la operación Kimia II diciendo que están provocando masacres entre los civiles?

Esto ha generado la cólera del gobierno, pues desde el momento mismo en que desplegamos las tropas hemos asistido al espectáculo de las ONG y de las organizaciones internacionales de los derechos del hombre, que han empezado a hacer campaña para subestimar las capacidades del FARDC, para difundir el mensaje de que nuestras tropas se comportan mal sobre el terreno.

Han exagerado, deliberadamente, las crifras de violencia sexual, de violaciones de los derechos humanos, como una forma de boicotear y retrasar la operación. Sabemos que hay gente que gana mucho con la inseguridad en el norte y el sur de Kivu. Sabemos, igualmente, que la presencia de grupos armados en nuestro país es un gran negocio para mucha gente. Hemos combatido estas opiniones y hemos seguido adelante con la operación.

(Foto: HZ)

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La ofensiva militar Kimia II y el final de la violencia en el Congo

Resulta llamativa la nula repercusión que ha tenido en la prensa la operación militar Kimia II, pues, al menos sobre el papel, se trata de una iniciativa destinada a poner fin a una de las causas últimas del conflicto que sacude a las provincias orientales de la República Democrática del Congo: la presencia de los hutus de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) en territorio congoleño, al que llegaron en 1994, tras cometer el genocidio en Ruanda, cuando eran conocidos como los Interahamwe.

Quizás se deba a que el comienzo de la operación Kimia II coincidió con las elecciones en Afganistán, que han acaparado la atención del periodismo internacional. Tal vez responda a que no es la primera en su tipo, sino que se suma a una larga lista de iniciativas parecidas que también en su momento prometían marcar un punto de inflexión y llevar la paz a los Kivus.

En nuestra anterior visita a Congo no se hablaba más que del acuerdo de Goma, firmado el 2 de enero de 2008 por 22 grupos armados (entre los que no se contaba el FDLR), y del proceso de Amani, que en kiswahili quiere decir “paz” y que terminó el pasado 8 de julio habiendo desmovilizado a 3.200 combatientes (de los 28.375 que se planeaba inicialmente).

Los antecedentes

También puede tener alguna influencia lo rápido que se ha transformado el escenario en los Kivus durante el último año. Primero fue la ofensiva de Laurent Nkunda, líder de la milicia tutsis banyamulengue conocida como Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP). Una ofensiva que en agosto de 2008 provocó 300 mil desplazados y puso en jaque, al menos en el discurso, al propio gobierno de Kinshasa (amenaza que alertó también al ejecutivo de Kigale).

Después vino el informe de la ONU que vinculaba al presidente ruandés Paul Kagame con Laurent Nkunda y con el tráfico ilegal de minerales desde los yacimientos congoleños (segundo llamado de atención para Kigale, actor clave en la región de los Grandes Lagos, que depende como pocos estados de la ayuda internacional).

Sin embargo, el punto de inflexión más sorprendente llegó cuando el 20 de enero de 2009 fuerzas ruandesas ingresaron en territorio congoleño con el beneplácito de los presidentes de ambos países. Laurent Nkunda fue arrestado (aunque aquí todos dicen que ahora se encuentra en libertad y que viaja regularmente a visitar a su madre en Goma).

En colaboración con el ejército congoleño, que responde al acrónimo FARDC, las tropas de Ruanda lanzaron un ataque en la provincia de Kivu Norte contra los hutus del FDLR bajo el nombre de «Umoja Wetu» (Nuestra Unidad) que concluyó en febrero con la detención y repatriación de 578 combatientes hutus. Por su parte, los tutsis del CNDP comenzaron a pasar a formar parte del FARDC.

Las críticas

En teoría, la operación Kimia II, que comenzó el pasado mes de julio, pretende terminar con las unidades restantes del FDLR en el bastión en el que llevan 15 años parapetadas: la provincia de Kivu Sur. Aunque se trata de una medida exigida por los habitantes de la zona, Kimia II no está recibiendo pocas críticas. Los más escépticos afirman que se tratará de un mero cambio de manos: al frente de las minas estarán los miembros del FARDC en lugar del FDLR, sin que cambie la situación de vulnerabilidad y explotación de la población civil.

Las ONG, que prefieren un final dialogado del conflicto, expresan preocupación por las represalias del FDLR contra las poblaciones locales (como sucedió tras la operación Umoja Wetu en Kivu Norte). El International Crisis Group ha pedido el cese inmediato de la operación Kimia II y la protección de los civiles.

En nuestros viajes al terreno hemos comprobado el avance en las posiciones del FARDC, como lo constanta la fotografía inicial, que tomamos en las minas de Maroc, territorio de Walungu, donde las tropas gubernamentales recibieron el último ataque del FDLR hace dos semanas.

Ahora nos dirigimos a ver al coronel Delfin Kahimbi, responsable de la operación Kimia II, en su cuartel de la ciudad de Bukavu, que está situado en la antigua residencia particular de Mobutu Sese Seko. En una entrevista exclusiva para 20 Minutos que publicaremos mañana le preguntaremos acerca de los progresos de la misión, le daremos la posibilidad de que responda a las críticas que está recibiendo Kimia II, que en kiswahili significa «calma».

(Foto: Hernán Zin)

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