Este es el hombre que lideró la agresión y el robo que sufrimos Jon Sistiaga y quien escribe estas palabras ayer en el estadio de Independiente de Avellaneda, minutos antes de que comenzara el partido contra Racing que terminaría 4 a 1 en favor de los locales.
Una agresión cuyos detalles comparto aquí porque creo que reflejan en profundidad la perversa lógica de las barras bravas en Argentina:
1. Cobardía:
Cuando hablamos frente a frente no se animó a pegarnos. Lo hizo por la espalda. Y acompañado de numerosos miembros de la barra. Hienas que se lanzaron sobre nostros por detrás. La masa sorda y cobarde que nos fue rodeando sin que nos diéramos cuenta.
2. Violencia:
Nosotros simplemente estábamos caminando por el acceso a la tribuna popular del Estadio. Teníamos todos los permisos del club para estar allí, emitidos por las autoridades elegidas democráticamente por los socios.
Pero el hombre de la captura de vídeo – que la policía nos informa que es el capo de la barra de Independiente, Pablo Álvarez, alias «Bebote» – nos dijo que no podíamos estar allí y nos amenazó para que nos fuéramos. Al ver que defendíamos nuestro derecho a movernos libremente por un club que no es de su propiedad ni en el que ejerce responsabilidad alguna, entonces lanzó la agresión. Lo repito, por la espalda. Y en amplia superioridad numérica.
3. Impunidad:
No sólo teníamos los permisos para estar allí sino que estábamos acompañando a la policía en su operativo de seguridad. Ni Pablo Álvarez ni sus hombres dudaron en pegarnos y robarnos parte de los equipos aunque estuvieran con nosotros dos oficiales. «Pensé que no salíamos vivos», nos confesó después Vichi, sargento de la policía de Buenos Aires.
4. Delincuencia y connivencia:
Que la autoridades políticas argentinas permitan que un hombre con el prontuario que tiene Pablo Álvarez domine el acceso de la prensa a las tribunas populares de un club tan importante como Independiente, y lo use como base para sus negocios espúrios – con una facturación mensual de miles de euros según las denuncias hechas en la justicia -, habla de la corrupción generalizada y de la connivencia del poder político con estos grupos mafiosos. Única razón por la que siguen existiendo.
Denuncia
Paradójicamente, Javier Cantero, presidente de Independiente, ganó las elecciones del club en diciembre prometiendo que no iba a amparar ni financiar a las barras bravas. Lo que demuestra que las hinchadas empiezan a dejar de respaldar y admirar a los violentos.
Pablo Álvarez, en un gesto ridículo, le ofreció a Cantero su dimisión como jefe de la barra. Por supuesto que el flamante presidente de Independiente no la pudo aceptar ni rechazar, pues al llamado Bebote nadie lo había elegido como jefe de nada. Si algún poder tenía o tiene es como consecuencia del matonismo y la violencia. Quizás entre sus méritos destaque que fue uno de los barras bravas deportados de Sudáfrica por indeseables en el Mundial 2010.
Ojalá otra fuerza, la del Estado, se imponga y brinde apoyo a Javier Cantero. Primer presidente de un club argentino que da la espalda a las barras. Nuestra denuncia ya está en la justicia.
Ahora empieza el proceso para prohibir el acceso de este tipo, este auténtico Bobote, como lo ha rebautizado Sistiaga, o Pavote como lo llaman las hinchadas rivales, a un estadio cuya fiesta de ayer, en la victoria contra Rancing, no debería tener posibilidad alguna de empañar.