Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

Archivo de mayo, 2012

Soñar con aviones llenos de cocaína

Ya en otras ocasiones he hablado en estas páginas de proyectos de documentales y libros que en algún momento he vislumbrado, pergeñado, pero que aún no he podido hacer realidad. Proyectos que, como decía el maestro mejicano Octavio Paz, pueden llegar a representar mejor al autor que las obras a las que sí logró dar vida.

Restos del avión que trasladó la cocaína de Colombia al desierto de Malí en noviembre de 2009. / JON SISTIAGA

Hace un par de años presenté aquí aquella idea para hacer un documental en la República Democrática del Congo sobre cómo su historia de sufrimiento, abuso y explotación se repite una y otra vez. Y, hace unos pocos meses, compartí con vosotros parte del primer capítulo de 13 Objetos, serie por la que tengo una enorme estima.

En lo alto de mi ranking personal se encuentra una historia de la que mucho me ha hablado Jon Sistiaga, que la conoce como pocos, y que si me seduce es porque aúna dos elementos de gran valor narrativo: las peripecias de un personaje sumamente singular y un contexto tan apasionante, inquietante, como desconocido. La historia del llamado Air Cocaine.

Un gallego en África

A lo largo de la última década, África Occidental se ha convertido en una de las rutas del narcotráfico más importantes del mundo. Países como Guinea Bissau reciben cada año toneladas de drogas procedentes de América Latina que luego de ser procesadas y reempaquetadas son enviadas a Europa.

Una ruta de la que apenas han hablado los medios de comunicación si bien este comercio cargado de violencia, dinero sucio y corrupción está teniendo un impacto sumamente negativo en los habitantes de la región, y está gestando una serie de narcoestados, o estados fallidos, que tarde o temprano serán un lastre para el desarrollo de África.

Una ruta en la que ha tenido entre sus promotores a un hombre, español, gallego y pontevedrés para más señas: Miguel Ángel Devesa. Antiguo policía echado por corrupción al que la prensa tampoco ha prestado casi atención aunque se trata de uno de los mayores narcotraficante que jamás ha dado España. El responsable de organizar el vuelo del Boeing 727 que terminó destrozado en el desierto de Mali, y al que los locales bautizaron como Air Cocaine.

(En la próxima entrada, la vida de Miguel Ángel Devesa. Y, como siempre, aquí abierto a vuestras sugerencias e informaciones).

Autobiografía de un terrorista estadounidense en Somalia

En estas páginas ya hemos hablado en varias ocasiones de la andanzas de Abu Mansur Al-Amriki, el terrorista de Al Shabab que se hizo famoso por ser oriundo de los EEUU y por improvisar en You Tube canciones de rap para invitar a los jóvenes musulmanes del mundo a sumarse a la yihad en Somalia.

Abu Mansur Al-Amriki posa con el libro que acaba de publicar en Scribd y en el que cuenta su transformación de joven seguidor de Nirvana a yihadista en Somalia.

It all started out in Afghanistan / When we wiped the oppressor straight off the land / Uni crumbled / rumbled and tumbled / humbled and mumbled / made a power / withdraw and cower/ Land by land / and war by war / only gonna make our black flag soar / drip by drip / shot by shot / only gonna give us the death we sought.

La última vez que nos referimos a él fue en marzo, cuando colgó un vídeo en la red en el que decía que su vida estaba en peligro pues miembros de Al Shabab lo estaban buscando para asesinarlo como consecuencia de “diferencias en sharia y estrategia”.

Desde entonces, corrieron por la Red rumores que decían que había huido de Somalia para entregarse a la CIA, y otros que sostenían que finalmente había sido asesinado por Al Shabab. Para hacer aún más confuso el relato, Al Shabab publicó en su cuenta de Twitter que la vida de Mansur Al-Amriki no estaba en peligro.

Dos meses más tarde, parece que el terrorista estadounidense ha limado asperezas con Al Shabab y Al Qaeda, pues lanzó ayer un nuevo vídeo en el que llama a la yihad global y, en un acto no poco sorprendente, su autobiografía en inglés. Así es, primero el rap y ahora la literatura.

Narcisismo

Después de que medios de comunicación como The New York Times viajaran al pueblo de Daphne, en el estado de Alabama, para indagar sobre los orígenes de este hijo de padre sirio musulmán y madre estadounidense evangelista, Omar Shafik Hammami decide dar ahora su propia versión del camino que lo llevó a pasar de ser un adolescente que jugaba a la Nintendo y escuchaba Nirvana, a abrazar el salafismo para terminar por ser el rostro más conocido a nivel mundial del islamismo radical en Somalia.

La lectura del libro, que está en Scribd, interesa por lo curioso que es el viaje que emprendió este joven de 28 años. Un viaje cuyas vicisitudes narra con una facilidad para la exposición de su vida más íntima, para centrarse en el epicentro del relato, que lo califica indudablemente como vástago de la cultura estadounidense por más tiempo que lleve en Somalia. No en vano afirma que fue una «estrella del fútbol» en su colegio.

Un periplo en el que cuenta cómo discute tras el 11S con otros alumnos, dudando de si ponerse del lado de EEEU o del contrario, y luego se encierra en la mezquita a repetir Alahu Akbar para no poner en cuestión sus creencias hasta que aparece un «clérigo salafista» que lo adoctrina y le borra todo atisbo de vacilación. Después, Mansur Al-Amriki explica que empieza a ser acosado por la CIA y que se ve obligado a emigrar a Canadá, donde conoce a la mujer somalí con la que se casaría.

Valiosa descripción

Sin embargo, lo más interesante del libro – al menos para quien escribe estas palabras – es la descripción de los campos de entrenamiento de Kismayo, ciudad portuaria del sur de Somalia, en los que recala tras haber establecido contactos con los islamistas a través de foros de Internet.

Allí lo recibe en noviembre de 2006 nada menos que Fazul Mohammed, líder de Al Qaeda en África Occidental, del que también ya hemos hablado en estas páginas y que cayó abatido en un puesto de control de Mogadiscio hace casi un año.

Al haber tan poca información sobre Al Shabab, la narración que Mansur Al-Amriki que hace de los campos de entrenamiento de Kismayo, donde es aleccionado en el uso de armas y en la lucha de guerrillas – que en poco tiempo más aplicarían contra los etíopes tras los seis meses de sosiego de la Unión de Cortes Islámicas, en una defensa del territorio cuya estrategia critica – es un material de enorme valor para aquel al que le interese la guerra de Somalia.

Y más aún en un momento como este, en el que tras la ofensiva de estos días de la Unión Africana en el corredor de Afgoye, los islamistas vinculados a Al Qaeda parecen estar viviendo sus horas más bajas.

Estreno de la serie «Volar para contarla» en el sexto aniversario de Viaje a la guerra

¡Preparen las tartas y las velas que en dos semanas Viaje a la guerra cumple nada más y nada menos que seis años!

HZ con tripulación keniana en aeropuerto de Somalia tras sufrir un pinchazo y aterrizaje de emergencia

Aniversario de aquel desembarco inciático en Sudán del Sur que llega con dos razones destacadas para celebrar: que seguimos vivos tras tantos países, tantos aviones y tantos tiros; y, lo que es más meritorio aún, que a pesar de la crisis económica y de los medios de comunicación aquí continúa este blog, infatigable en su voluntad por descubrir, contar y reflexionar los conflictos armados del siglo XXI.

Aniversario para cuya celebración he decidido tirar la casa por la ventana. Fuegos artificiales, confeti, magos… y el estreno en estas páginas de los primeros seis capítulos de la serie documental «Volar para contarla».

Justamente, «Volar para contarla» surgió como una sección en este blog hace ya cuatro años. Y lo hizo por la fascinación que siempre me han despertado los pilotos que conducen con regularidad sus aviones a las zonas más peligrosas del planeta ya sea para llevar ayuda humanitaria, pasajeros, drogas o armas.

Historias que inspiraron la serie documental que veremos aquí en sus primeros capítulos, dedicados a los pilotos que se juegan cada día la vida para viajar a Somalia y a los que tuvimos la oportunidad de acompañar durante semanas para retratar sus extraordinarias vidas cotidianas.

Una forma también de hablar de esa otra globalización, la que prolifera en los estados fallidos, la que se cuela por las grietas del mundo.

Apoyo a Javier Cantero en su lucha contra los violentos del fútbol argentino

Desde que Jon Sistiaga y quien escribe esta palabras fuésemos agredidos y robados por la barra brava de Independiente, la lucha de Javier Cantero, presidente del club de Avellaneda, para desterrar a estos criminales de las gradas ha adquirido nuevos bríos.

A pesar de las amenazas, Javier Cantero, presidente de Independiente, no se rinde en su lucha contra los ultras del club de Avellaneda (Foto: Hernán Zin)

Sin dudas, que dos periodistas llegados desde el extranjero, acreditados por la institución y acompañados por la policía sufrieran una paliza por parte de estos cafres, le dio renovados argumentos para arremeter contra ellos.

Una lucha más importante de lo que parece, ya que si Cantero no se deja amedrentar y recibe apoyos del gobierno y de las autoridades del fútbol local, podría ser la primera vez que un dirigente argentino logra librar a su entidad de esta lacra mafiosa que tanto daño hace al deporte y a la sociedad en general.

Estúpida renuncia

Con el 60% de los votos, Javier Cantero ganó el 18 de diciembre de 2011 las elecciones a la presidencia del Independiente. Ajeno al aparato tradicional de poder de la institución, apenas asumió declaró que no iba a prestar más apoyo a los barras bravas: ni dinero para viajes ni para banderas ni sueldos, como sí hacía el anterior presidente, Julio Comparada.

La reacción del jefe de la barra brava, Pablo Álvarez, alias «Bebote», fue acercarse al flamante presidente y presentarle su “renuncia”. Lógicamente, Cantero no pudo aceptar la renuncia de alguien que si tuvo y tiene cierto poder es por el uso sistemático de la coerción, el matonismo y la violencia, nada más.

Y nada más es Pablo Álvarez. Un delincuente común de amplio prontuario, muy pocas luces y una patológica propensión a la violencia, que si ha logrado mover recursos y personas es debido el apoyo de dirigentes deportivos y políticos argentinos a los que esta clase de personaje suele ser funcional. Como aquellos políticos irresponsables que lo mandaron al Mundial de Fútbol 2010 sólo para que las autoridades sudafricanas lo enviaran de vuelta a Argentina.

Una de las grandes paradojas de este asunto es que estos personajillos que se dicen que son duros y que tienen lo que en Argentina se llama «aguante», siempre atacan en grupo y si están donde están es por el apoyo del poder político, económico y policial. Por lo que más que aguante lo que ejercitan realmente es servilismo al poderoso de turno que les estreche la mano para hacer negocios.

Aguantados por el poder

La lucha del presidente de Independiente contra la barra alcanzó uno de sus momentos cruciales el jueves de la semana pasada cuando 30 violentos lo fueron a buscar y amenazaron en su despacho porque les había prohibido que siguieran guardando las banderas en las instalaciones del club.

Sin embargo, Cantero, que admitió haber pasado miedo, no se amedrentó ante los barras bravas. Redobló su apuesta y pidió a las autoridades que se prohibiera su ingreso al siguiente partido, contra Arsenal, a lo que los ultras liderados por Bebote respondieron lanzando piedras desde fuera del estadio.

En esta disputa que alcanzó caracter público, la gente tomó partido en las redes sociales por Javier Cantero. #FuerzaCantero y #BastaDeBarras llegaron a ser dos de los temas más comentados en twitter.

Justamente fueron las redes sociales el escenario de la segunda andanada de amenazas de Bebote contra Cantero al que públicamente escribió que debía elegir entre «las banderas o la guerra». Esas y otras lindezas plasmó Pablo Álvarez en su muro con decenas de «me gusta» como respaldo. Eso sí, lo hizo con una gramática que denota que además de pocas luces es un tío de paupérrima educación.

Por suerte para la RAE, cuando le amainó la rabia, o cuando su abogado lo llamó para hacerlo entrar en razón, Bebote borró lo escrito. Eso, o no pudo sucumbir a la habitual estrategia ultra de lanzar el puñetazo, la piedra, el insulto, y esconderse entre la multitud.

Solo ante el peligro

Lamentablemente, como bien denuncia el ex juez Mariano Bergés desde la ONG Salvemos el Fútbol, Javier Cantero está solo en su lucha. Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino desde hace décadas, nunca ha hecho nada contra las barras bravas y nada indica que esta vez vaya a cambiar de estrategia.

El comisario Rubén Pérez, responsable del CoProSeDe – organismo que vela por la seguridad en los estadios de Buenos Aires – ni siquiera ha tratado de disimular su habitual manga ancha con las barra bravas y ha excusado a Bebote por lo sucedido en Arsenal.

Sin embargo, no todo está perdido, ya que ahora quienes tienen la posibilidad de dar su apoyo a Javier Cantero, de hacerle el famoso «aguante», son los socios del club. Están convocados para el próximo 11 de mayo, a las 19 horas. Desde estas páginas en las que conocemos bien de cerca a Bebote y sus secuaces, los alentamos a que vayan, a que se animen a comenzar a escribir el final de la historia de la violencia en el fútbol argentino.

A la venta los ladrillos de la última casa en que vivió Osama Bin Laden

Debo confesar que hay un sector de mi casa en el que guardo los recuerdos de aquellos momentos y lugares que significaron mucho para mí estos casi 20 años de trabajo como periodista.

La desaparecida mansión de la ciudad paquistaní de Abbottabad en la que Bin Laden fuera capturado el 2 de mayo de 2011 (REUTERS/Akhtar Soomro).

Un destruido cartel en árabe de una calle de Gaza; una vaina de proyectil de AK 47 recogida de una trinchera en el final de la guerra entre el norte y el sur de Sudán; una lata de USAID convertida en lámpara de un campamento de desplazados de Uganda; un típico sombrero afgano, de esos con forma de ensaimada que asociamos con el desaparecido Ahmad Shah Masud.

Una suerte de fetichismo histórico, ya que refleja eventos que trascienden mi propia experiencia personal y que marcan hitos en nuestro devenir colectivo, que sé que también practican otros compañeros de profesión.

Satélites y muebles también a subasta

Quizás por eso entiendo que haya gente que pague por tener en su poder ladrillos de la casa de la ciudad paquistaní de Abbottabad en la que fuera capturado Osama Bin Laden, como cuenta Rob Crilly en The Telegraph.

La casa, de tres plantas, pasó a mejor vida el mes de febrero. Y es ahora que sus ladrillos y parte del mobiliario salen a la venta. Se pueden comprar unos mil ladrillos por 25 euros.

Según sostiene su dueño, Shakeel Ahmed, desde los primeros días hubo gente que se acercó como si fuera una suerte de atracción turística y con la intención de llevarse algún souvenir. Los antiguos inquilinos de la propiedad, las tres viudas y once hijos de Bin Laden, acaban ser deportados a Arabia Saudí.

Precio magnificado

Justamente la semana pasada tuve la posibilidad de participar en un programa dirigido por Iñigo Sáenz de Ugarte para Hispan TV en el que debatíamos sobre la figura de Bin Laden a un año de su captura y ejecución por parte de EEUU.

Un hombre que si en algún momento gozó de cierto prestigio y ascendiente sobre los musulmanes rápidamente lo perdió cuando centró sus fuerzas en provocar la diaria carnicería que sufrió Irak a partir de 2005, al punto de que su muerte apenas generó significativas reacciones de consternación y de que tanto él como su organización han estado ausentes del mayor movimiento revolucionario de la historia reciente de la región: la llamada Primavera Árabe.

Un hombre que, a la luz de estos eventos, comprendemos que su figura y poder fueron torpe e interesadamente sobredimensionados por Occidente en la llamada «Guerra contra el terror». Los ladrillos con los que se habían erigido lo pilares de su organización no valían tanto como algunos sostenían.