Llevo meses esperando este momento. Y mentiría si no dijera que he vivido con una ministeria inusitada cada uno de los avances que ha ido difundiendo con cuentagotas TVE. A decir verdad, pocos productos nacionales me provocan tanta expectación como El Ministerio del tiempo. Pero la serie de Onza Entertainment no sólo cambió la manera de consumir televisión en España -con una audiencia en diferido que evidenciaba su fidelidad-, sino que logró que muchos escépticos creyeran de nuevo en la ficción patria y en la oferta seriéfila de la cadena pública.
Así, la segunda temporada de El Ministerio del tiempo lo tenía difícil. Después de una primera entrega que aterrizó en nuestras pantallas como un soplo de aire fresco y con capítulos tan redondos como el de Lorca, las expectativas de esa legión de fans sufridora iba in crescendo conforme se eternizaba su regreso, que finalmente llegó anoche a TVE.
Y aunque se suele decir que las segundas partes nunca fueron buenas… las nuevas tramas de la patrulla de agentes que luchará por preservar la historia de España (Alonso, Amelia y Julián) tira por tierra ese dicho tan trillado.
Javier Olivares, creador de la serie junto a su hermano fallecido Pablo, prometió nivel, oscuridad y aventuras. Y, desde luego, ha cumplido.
Sabía que su público, que el año pasado demostró una presencia y dedicación extrema en redes a pesar de que a la serie le costó encontrar su sitio en la parrilla, era exigente y no iba a consentir una segunda temporada floja. Es pronto para decirlo, pero el primer episodio supera con creces todas las expectativas.
Arranca, precisamente, con el regreso de Julián (Rodolfo Sancho) al Ministerio, meses después de que fracasara tratando de salvar a su mujer en la misión que cerró la entrega anterior. Esa fatal desenlace le obligó a desvincularse temporalmente de su trabajo como agente y a someterse a un tratamiento psicológico para superar el trance. Pero las secuelas perduran. Y por ese mismo motivo se verá apartado de la primera línea, así como de la patrulla que encabeza Amelia Folch (Aura Garrido).
Es la excusa perfecta para que Sancho compagine otros trabajos, como Mar de plástico, con la serie de La1. Pero tranquil@s, aunque su protagonismo se verá rebajado y ahora recaerá sobre los hombros de Garrido y Fresneda, la cadena ha dejado claro que no desaparecerá del todo. Veremos cómo evoluciona. Pero estoy convencida de que la historia tiene potencial como para sobrevivir sin el personaje de Julián entre sus filas, aunque preferiría no tener que llegar a ese extremo.
La serie revelación de 2015 tiene muchos aciertos. Pero siento debilidad por uno de ellos: los chistes ‘privados’ con los que la serie deleita a sus espectadores -que por lo general se centran en la ignorancia de Alonso de Entrerrios- se convierten en una fórmula exitosa de conectar con su público. Me refiero a las escenas en las que palabras tan aceptadas por nuestro tiempo -como ADN- suponen todo un misterio para el personaje al que encarna (el gran) Nacho Fresneda.
¡Qué grandes son estos tipos (actores, creadores, guionistas, directores)! ¡Y qué larga se ha hecho la espera! Menos mal que ya los tenemos cerca. Con la nueva temporada El Ministerio del tiempo demuestra, una vez más, que se puede hacer ficción española entretenida y de calidad.
Post dedicado a Eduardo Casado y Arancha Serrano, dos ministéricos hasta la médula 🙂
Os recuerdo que me podéis seguir en Twitter y en Facebook para seguir comentando frikadas varias. ¡Os espero!