Unos Goya digeribles y predecibles

Los Premios Goya de este año fueron como una película de sobremesa de esas que te engancha y no te permite dormir la siesta, porque en su momento se estrenó en los cines con un éxito aceptable, pero que no pasó de ahí. Que está bien ejecutada e interpretada y poco más. Dani Rovira presentó sus terceros premios consciente de que iba a ser mirado con lupa. Y como la gala en sí, optó por no salirse de un guión establecido y políticamente correcto en comparación con la pasada edición de los ‘cabezones’. Solo los tacones rojos que exhibió como tributo a las mujeres en el cine fueron el único momento discordante de su noche, porque lo que pensaron él y sus guionistas como un guiño a las féminas se convirtió en un taconazo en toda regla.

Pero por todo ello, estos Goya no pasarán a la historia. Los premios concedidos fueron los esperados, quizás con la única sorpresa, grata, de ver cómo una actriz de la solvencia y la solera de Emma Suárez se llevaba dos Goya por dos películas diferentes. Y con un homenaje merecido a Ana Belén, que convirtió su discurso en un ‘ego’ monólogo, pero que se le perdona por el propio ego del personaje. Una tercera mujer dio el momento más emotivo: la cantante y actriz Sílvia Pérez Cruz cantándole a los desahuciados en agradecimiento como mejor sabe a su premio a la mejor canción original.

En una noche en la que el ministro de Cultura reía en la grada, también Almodóvar, la presidenta de la Academia, Yvonne Blake (que hizo gala de un español mejorable y de un discurso igual de plano que la entrega de premios) y hasta el director de la orquesta en directo puesta sobre el escenario, el único que lloraba era J.A.Bayona por los 9 Goyas conseguidos por Un monstruo viene a verme. Competir con una producción de Hollywood en los Goya es hacerlo en superioridad de condiciones.

Hasta Penélope Cruz reía las saboridas bromas que le dedicó Rovira. Y ponía unas caras a la cámara que rivalizaron, y mucho, con las que puso Winona Ryder en los Premios del Sindicato de Actores. Más bien fueron caras de Bélmez.

En conclusión, fue una gala bonita de ver, soportable, y poco emotiva. Sobraron los tacones, el número musical que parece que han de poner siempre con calzador durante los intermedios entre galardón y galardón, hacer un ‘gag’ justo antes de la emisión del obituario y el beso en la boca entre Rovira y su ‘aíta’ Karra Elejalde. Lo mejor de la noche, sin duda, el merecido protagonista: el cine español.

1 comentario

  1. Dice ser TrendyGirls10

    Hombre nosotras no los vimos tan predecibles.
    Ninguna de las Trendys pensamos que Emma Suarez pudiera ganar los dos Goyas a mejor actriz
    Y no por que no los mereciera si no porque la probabilidad jugaba en su contra 😉

    Trendy besos♥♥♥

    14 febrero 2017 | 23:54

Los comentarios están cerrados.