El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Todo el mundo necesita vitaminas, pero no es necesario engañarse con los suplementos

Según Euromonitor, una compañía especializada en estudios de mercado, los españoles nos gastamos cerca de 259 millones de euros el año pasado en suplementos vitamínicos y dietéticos que, en realidad, aun nadie ha demostrado fehacientemente que sirvan para hacer-nada-bueno. Entiéndase esta afirmación referida a nuestro entorno, en un marco de superabundancia alimentaria y con un acceso general a los alimentos que para sí quisieran otros países menos favorecidos.

Plato de suplementosLo más curioso de este dato es que según esta empresa que analiza el consumo en distintas regiones del mundo España es uno de los países que más margen tiene para “crecer” en este sentido (entiéndase por “crecer” gastar aun más dinero) si se compara con el gasto que se destina en otros países de su mismo ámbito al este concepto de la suplementación. Para que te hagas una idea los norteamericanos en el mismo periodo de tiempo se gastaron 25 mil millones de dólares. Si lo ponemos todo en las mismas unidades, esto significa que en España tuvimos un gasto per cápita de unos 5,6€/año en estas zarandajas mientras que en EEUU el gasto per cápita fue de unos 70€/año. Una diferencia importante y es que el caso de los norteamericanos es por demás…

Pero bueno, el caso que más me preocupa es el que me toca más cerca, el de España, pero también y viendo las diferencias con otros países, la que se nos echa encima. Sin ir más lejos, según la opinión de Euromonitor, se espera que los españoles nos gastemos hasta 10 millones de euros más en estos decorativos nutrientes al llegar a 2019.

Decía un poco más arriba que en referencia a los productos multivitamínicos y multiminerales apenas hay pruebas de que sirvan para nada bueno, pero sí alguna de que pueden hacer más mal que bien cuando su uso se cronifica. Tengo pruebas.

Suplementos: Un mal gesto

Suplementos: por lo general, un mal gesto

Esta importante publicación del año pasado Vitamin, Mineral, and Multivitamin Supplements for the Primary Prevention of Cardiovascular Disease and Cancer (Suplementos de vitaminas, multivitaminas y minerales para la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular y el cáncer) concluye que:

Hay muy pocos ensayos que hayan estudiado los efectos de los suplementos dietéticos en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular y del cáncer. De todas formas, entre estos, la mayoría no encontró ningún beneficio en sujetos sanos. […] Además, los resultados obtenidos en otros ensayos realizados sobre poblaciones en riesgo de estas enfermedades desalientan realizar más estudios en la población sana […]

Pero hay más; esta otra publicación de hace apenas dos años (en forma de resumen) Daily multivitamins to reduce mortality, cardiovascular disease, and cancer (Suplementación diaria para reducir la mortalidad, la enfermedad cardiovascular y el cáncer) no lo puede dejar más claro:

La actual evidencia no apoya el uso rutinario de suplementos multivitamínicos para reducir la mortalidad, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer en el caso de personas de países desarrollados.

Pero en el análisis que se hace por separado en este último estudio de algunos aspectos particulares se encontró además que aunque de forma poco acusada el uso de ciertas vitaminas aumentaba el riesgo de mortalidad total, en concreto el uso de vitamina E, beta-caroteno y altas dosis de vitamina A… sin haber encontrado efecto alguno sobre la mortalidad total en el uso de la vitamina C y el selenio.

Haz como este chavalote: di NO a los multivitamínicos

Haz como este chavalote: di NO a los multivitamínicos

Está claro que todo el mundo necesita vitaminas, al igual que minerales esenciales y al igual… qué-sé-yo que necesitamos el aire para respirar. Pero de igual modo que nadie necesita suplementos de aire (en condiciones normales, me refiero) tampoco, en condiciones normales y en nuestro entorno necesita suplementarse con vitaminas ni minerales si hiciera bien las cosas. Cierto es también que los análisis que se han hecho de nuestra forma de comer años atrás han detectado algunas posibles carencias en colectivos concretos… En estos casos, el problema suele ser una incorrecta pauta de alimentación y, por tanto la solución más barata, efectiva y creo que placentera es adecuar esa pauta de alimentación a esas necesidades concretas. Por ejemplo, si el problema fuese aflojar una tuerca rebelde y cuentas con la posibilidad de usar una llave inglesa (o fija)… no seas manazas y deja a un lado los alicates para tales menesteres, ¡usa la llave, joer!… por muy molones que sean esos nuevos alicates que te has comprado.

Esto se acaba señores y no me quiero despedir sin volver a repetir uno de mis mantras: ningún suplemento ha igualado mejorar una alimentación incorrecta, al menos con las garantías que ofrece el comer de forma equilibrada. La consigna pues: más alimentos (que no digan las vitaminas que tienen) y menos vitaminas.

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Nota: Mi agradecimiento a Miguel M. Mendieta (@mmmendieta) por aportarme los datos para esta post

Imagen:  YaiSirichai vía freedigitalphotos.net y http://giphy.com/

Suspenso estrepitoso para los suplementos de omega-3

omega3

Los ácidos grasos omega tres saltaron a la fama en la década de los años 80… al principio dentro de la comunidad científica, sin hacer demasiado ruido. Hay que tener en cuenta que a fin de cuentas son lípidos, grasas, y que la imagen de este macronutriente no era especialmente bondadosa en aquellos años.

Ya desde su “descubrimiento” se vino observando que las personas que incluían en su dieta una proporción relativamente alta de este tipo de nutriente tenía un menor riesgo cardiovascular. Por eso, la década de los cardados imposibles y las hombreras eternas (los 80, para quien necesite la aclaración) dio paso a la de los 90, caracterizada entre otras cosas por el refulgir de los llamados alimentos funcionales. La estrategia es muy simple y en principio con bastante lógica:

Si las dietas con un aporte adecuado de omega-3 benefician la salud cardiovascular, quienes no tomen alimentos con suficiente omega-tres se podría beneficiar de la suplementación a partir de pastillitas, ampollitas, etc. que contuvieran este nutriente

Y así desde hace 25 años más o menos nos están vendiendo la burra de lo estupendo que son los suplementos con omega-3. Sin ir más lejos, y no hace demasiado, estamos siendo víctimas del tormento publicitario a bombo y platillo de un complemento alimenticio que incluye este nutriente y que está asociado (¿avalado, respaldado, en colaboración…?) de la ínclita Fundación Española del Corazón

Pero resulta que la burra nos está saliendo mala, vieja… o en definitivas cuentas, inútil. ¿Estás diciendo que los omega-3 no sirven para nada? No. Lo que digo es que una importante revisión sobre la utilidad de los suplementos de omega-3 para la mejora de la salud cardiovascular ha puesto de relieve que es la misma que frotarse las orejas con vino (una expresión que decía mucho mi abuela para poner hacer constar la nula utilidad de algunas soluciones)

El estudio se titula: Association Between Omega-3 Fatty Acid Supplementation and Risk of Major Cardiovascular Disease Events (Asociación entre el uso de suplementos de omega-3 y el riesgo de eventos graves de enfermedad cardiovascular). En este estudio, se revisó la literatura científica más relevante publicada hasta el momento y se extrajo una conclusión destilada de su interpretación… fue esta:

En general, la suplementación con ácidos grasos poliinsaturados del tipo omega-3 no se asoció ni de forma relativa ni absoluta con un menor riesgo de mortalidad por cualquier causa, ni en concreto tampoco con la disminución del riesgo por muerte súbita, infarto de miocardio o ictus

Dicho esto, lo que es preciso aclarar es que una cosa son las pastillitas de omega-3 y otra muy distinta las dietas que con alimentos incorporen de forma original una fuente dietética de este tipo de ácidos grasos polinsaturados. Y es que los beneficios de una dieta de este tipo aun no se han cuestionado y menos de forma tan contundente como con las pastillitas (más bien al contrario).

Para que no nos queden dudas, el mensaje es, que si lo que se pretende es reducir la posibilidad de que fallezcamos víctimas de un evento cardiovascular, la toma de suplementos, como este de aquí, por muy famoso que sea y mucho aval que lleve, no sirve pa-ra-na-da. Y si me equivoco o miento, que vengan con las pruebas de su utilidad y que me denuncien.

Una de las cuestiones que no podemos olvidar en este caso o en otros similares, es que la ley ampara este tipo de productos. Me refiero a que en base al RE 432/2012, de este tipo de suplementos que aportan omega-3 en unas determinadas condiciones se puede decir, entre otras cosas, que:

Los ácidos eicosapentaenoico y docosahexaenoico [ambos de la familia omega-3] contribuyen al funcionamiento normal del corazón.

Ahora, con lo que sabemos, lo que habría que hacer es destinar la posibilidad de poner dicha alegación solo en el bonito, el atún, los salmonetes, la trucha, las sardinas, el salmón, el rodaballo, el besugo, el cabratxo, las anchoas, etcétera.

Y es que consumir una ración típica de este tipo de alimentos incorpora “de serie” entre 5 y 15 veces más omega-3 que cualquiera de las cápsulas al uso que se recomiendan de forma diaria. Además, se tienen firmes sospechas que la “matriz alimentaria” original… es decir, los alimentos normales, influyen en un mejor aprovechamiento de esos nutrientes que hemos identificado como claves y que, por tanto, “funcionan” en los alimentos, pero no (o no tanto) en los suplementos.

Este ejemplo vuelve a ser otra historia que refuerza el sinsentido del nutricionismo de los… de los suplementos.

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Imagen: Christian H. vía Wikipedia Commons

Diga coláge-no (o la tontería de los suplementos de este tipo)

Colágeno

Hace unos pocos días hablábamos de la absurda moda enriquecedora en base al uso de suplementos de magnesio en forma de comprimidos, pastillas, soluciones, geles… es decir, más allá de su consideración como mineral esencial dentro de los alimentos de forma natural. Entonces ya te contaba que de forma bastante habitual esta tontuna (no necesitamos magnesio más allá del que nos provee una dieta equilibrada, ni tampoco por tomar de más encontraremos mayor beneficio) se acompaña de otra pauta enriquecedora, me refiero al colágeno. Resumiendo la introducción: existe una corriente actual que invita a suplementar la dieta con magnesio y con colágeno para así obtener algunos beneficios sobre la salud.

La cuestión que trataré de aclarar en este post consiste en poner de relieve hasta qué punto este enriquecimiento con colágeno puede resultar interesante.

Colágeno, me suena, ¿pero qué es?

En aras de la concreción y de la accesibilidad de la información, por colágeno en general se entiende una amplia familia de proteínas de origen animal que se organizan formando fibras (fibras de colágeno). Todos los animales tienen la capacidad de elaborar su propio colágeno (con no pocas variantes) y lo hacen a partir de diversas células, pero son los fibroblastos (la unidad celular característica del tejido conjuntivo) las células que de forma típica realizan esta función.

El colágeno es una proteína extremadamente abundante y que se encuentra en mayor cantidad en la piel y en los huesos. Es más, el colágeno representa aproximadamente el 25% de todo el monto de proteínas de un individuo. Forma parte principal de los tendones, está presente como te decía en el hueso, y en la piel contribuye de forma importante a mantener su estructura, aspecto… Llegándonos a cuestiones alimentarias uno de los criterios típicos con los que por lo común se ordenan las distintas categorías de carne es en base a su presencia de colágeno. A más colágeno, más fibras y carnes de inferior categoría. Y al contrario, carnes con apenas fibras (menos colágeno) y por tanto carnes de categoría “primera” o “extra” (¿acaso creías que el precio del solomillo era tres veces superior al de la melosa porque sí?).

Colágeno y cocina

Siguiendo con las distintas categorías de carne, estas se destinan a usos culinarios bien distintos. Además de por la presencia de grasa (que influirá también en la categoría de la pieza) la mencionada cantidad de colágeno terminará por definir el tipo de receta al que se destinará una carne u otra. El colágeno se puede desnaturalizar pero para eso necesita temperaturas suaves cercanas a la ebullición, aplicadas en un medio acuoso y durante un tiempo relativamente prolongado… por ejemplo el típico rancho de ternera a la jardinera o una sabrosa cazuelita de bacalao al pil-pil. ¿Sabes porqué “se te pegan los labios” después de probar un magnífico guisote de estos? Por el colágeno desnaturalizado… tras la cocción tú puedes masticar la carne con suavidad (sin que parezca un chicle) siempre y cuando esté bien hecho, y además estará jugosa… y la pegajosidad de la que hablo depende del colágeno que antes estaba junto a las fibras musculares, y que tras cocinarla se ha “fundido”.

Por el contrario, a ese mismo tipo de carne elaborada en plan a la plancha o al horno (temperaturas altas, corto espacio de tiempo y sin medio acuoso) no habrá forma de hincarle el diente ya que el colágeno seguirá ahí tan campante para desesperación de tus dientes.

Colágeno, bioquímica y digestión

Desde un punto de vista más íntimo, molecular, el colágeno, como todas las proteínas, está compuesto por una concatenación sucesiva de aminoácidos. Aunque son diversos los eslabones o aminoácidos que la componen, destaca muy en especial la presencia de dos de ellos, la glicina y la prolina. Ninguno de los cuales tiene la calidad de esencial, lo que quiere decir que si hicieran falta para cualquier uso (por ejemplo formar más colágeno) estos podrían formarse sin dificultad y sin tener que recurrir a su incorporación en la dieta como sí ocurre con otros aminoácidos (los esenciales, claro).

Sea como fuere cuando nosotros ingerimos colágeno suficientemente desnaturalizado con los alimentos (de otra forma sería imposible el poderlo digerir… y además facilitará el ardor de estómago) nuestras proteasas (tijeras enzimáticas presentes en los jugos digestivos) cortarán en trocitos más pequeños esos pequeños fragmentos de colágeno hasta obtener prácticamente los aminoácidos aislados, los cuales se absorberán y se destinarán a distintos usos metabólicos allá donde se necesiten. Lo mismo ocurrirá con los suplementos de colágeno. Se disgregarán en sus aminoácidos constituyentes y su destino será el de… vaya a usted saber. Me explico.

Deshacer una casa en sus ladrillos constituyentes (digestión del colágeno en aminoácidos) y pretender que luego cada uno de esos ladrillos (aminoácidos absorbidos) se destine a construir la misma casa de la que formaban parte (formar colágeno de nuevo) es tan ridículo como lanzar desde la luna las piezas de un coche… y pretender que aterricen montaditas en la Tierra. Ni los ladrillos de una casa, ni las piezas de un coche, ni los aminoácidos del colágeno tienen memoria.

Además ten en cuenta dos características propias de las “piezas” del colágeno (los aminoácidos):

  • La primera es que son piezas comunes, vulgares si lo prefieres, no esenciales en plan técnico… puedes hacer acopio de dichas piezas a partir de otras proteínas presentes en los alimentos. Se puede ser vegano (y por tanto no hacer acopio de colágeno con los alimentos ya que este solo tiene origen animal)… ¡y tener una salud colagénica perfecta!
  • La segunda, vuelvo a repetir, es que los principales aminoácidos que constituyen el colágeno no son esenciales. Es decir, se pueden obtener por génesis endógena si hicieran falta.

 

PÍLDORAS SUPLEMENTOS

Suplementos de colágeno y evidencia

Los fabricantes de mandangas diversas pueden diseñar las webs más chulas del mundo, los envases más futuristas y usar a personajes de relumbrón para promocionar los beneficios que tiene el uso de colágeno (ya sea usado de forma tópica o ingerido) bien sea a la hora de disimular los signos de la edad o mejorar cualquier condición fisiológica… pero lo cierto es que cuando nos ponemos serios, ni las cremitas ni los suplementos han podido demostrar mayor beneficio. Y da igual cuál sea la condición observada: el dolor articular, la recuperación del dolor post ejercicio, la osteoartritis, la artritis reumatoide o los procesos autoinmunes. No hay evidencia de nada. De nada. Y es que tal y como se ha explicado, tanto por la naturaleza del propio colágeno, como por su proceso como alimento (o suplemento) es imposible… los aminoácidos no tienen memoria.

Tal es así que en el plano más legal, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria no ha dado luz verde a ninguna solicitud que permita hacer alegación de salud en los suplementos que incorporen colágeno. Ninguna (puedes contrastarlo aquí y aquí). La razón: no hay pruebas.

Coláge-no y consejos sí

Los suplementos de colágeno son ultra caros, y más cuando se tiene en cuenta que se obtienen de una materia prima especialmente barata (no dejes de leer ese post del amigo «gominolas de petroleo«) así pues para mantener tu salud en lo que respecta a tu colágeno te sugiero lo siguiente:

  • Antes de precipitarte a reponer el colágeno perdido, asegúrate de minimizar la pérdida del que todavía conservas. Las prioridades en este sentido serían sin lugar a dudas usar una adecuada protección solar, evitar una exposición prolongada al sol y evitar el tabaquismo.
  • En el plano dietético, incorporar una adecuada cantidad de proteínas en nuestra dieta (eso es bastante fácil ya que vamos bastante bien cumpliditos de ellas) a partir de fuentes proteicas saludables: legumbres, huevos, semillas, frutos secos, carnes y pescados con todos los parabienes expuestos en esta entrada, mantenerse hidratado, al tiempo que se sigue una pauta dietética con una presencia importante de alimentos de origen vegetal fresco.

Gelatina Royal

  • Déjate de chorradas, pero si aun y todo eres de los que no se resiste a seguir una conducta «intervencionista», te sugiero que abandones los suplementos al uso (carísimos) y te pases a algo tan mundano y de toda la vida como es la gelatina. Y es que al fin y al cabo la gelatina es en esencia colágeno puro hidratado (mira lo que pone en el diccionario). Los envases de gelatina no son tan chulos como los de las farmacias o herboristerías, ahora bien, tu bolsillo te lo agradecerá: aquí tienes un ejemplo de un suplemento de colágeno al uso que después de haber hecho las correspondientes reglas de tres, se puede concretar diciendo que su colágeno se comercializa al precio de, no te lo pierdas, 233 € por kilogramo de colágeno. Sin embargo, este otro colágeno, en forma de gelatina, se vende a 81,5 € el kilo. Para mí sigue siendo un disparate tratándose del producto que se trata (insisto en que yo sigo siendo más de garbanzos, de pil-pil y de ese tipo de cosas con tan poco glam) ahora bien, al menos el caso de la gelatina es un disparate tres veces menor… o casi. Así que tu mismo con tu bolsillo.

Ya por último, no me resisto a volver a comentar lo que ya he dicho en tantas y tantas ocasiones: que una mala pauta dietética jamás terminará arreglada con el uso de ninguna estrategia suplementadora por magnífica que esta sea. Además ahora tengo más pruebas para así defenderlo… pero eso será en el próximo post.

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Nota: Mi agradecimiento más sincero a Fernando Díez ‏@Hondoncity y Solo F1 sin Circo ‏@Solof1sincirco dos buenos contertulios con los que compartir reflexiones en Twitter.

Imagen: E rulez vía wikimedia commons y fantasista vía freedigitalphotos.net

Así no hay quien haga carrera (relato corto y bananero)

Perseguir con el tenedor los trozos de patata y separarlas de las judías verdes en el plato de la cena no servía para nada… Para nada, salvo para poner de manifiesto el estado de profunda introspección en el que se hallaba.

– Llevas media hora así, hijo –dijo su padre- ¿se puede saber qué te pasa, no vas a acabar tu cena?

– Pfffff, no sé papá… no tengo hambre –respondió Borja con cierta desgana.

– Lo del hambre no sé, Borja, hijo, aunque me cuesta creerte. Andas todo el día de aquí para allá, corriendo, nadando y sobre todo con la bici… me cuesta creer como te digo que no tengas hambre. Pero de lo que tengo pocas dudas es de que hay algo que te preocupa.

– Es que no sé…

– ¿Qué es lo que no sabes?

– Lo de Ramón, el del pueblo.

– A ver, qué pasa con Ramón… ¿es un buen amigo, no? Andas todo el día con él arriba y abajo.

– Sí, pero… -Borja, como si estuviera avergonzado por algo, no se decidía a sincerarse con su padre.

– Pero… qué, ¿Qué sucede?

– No séééé… me cuesta mucho hablar de ello.

– Inténtalo, Borja, cuéntame –se mostró empático el padre.

Casi cada año era la misma historia. Toda la familia pasaba el verano en el pueblo y era entonces cuando su urbanita existencia chirriaba con los aspectos más rurales del estío familiar.

– Es que es imposible, papá. No puedo: es imposible ganar a Ramón –terminó confesando el hijo.

– ¿Que no puedes ganarle a qué? Espera un momento… ¿y para qué necesitas tu ganarle a nada a Ramón?

– ¡Oye, papá! Sabes perfectamente lo que supone para mí el tema de la bici, sabes que, tanto con los amigos del colegio como, en especial, con el club ciclista he ganado bastantes pruebas y obtenido también un buen puñado de trofeos… pero es llegar aquí… y parece que necesito andar todavía con ruedines.

– ¿Con ruedines? No te entiendo, tienes una bici de 27,5” con doble suspensión de aceite último modelo, con eje pasante, horquilla regulable, frenos de disco… y además estás hecho un toro… te entrenas, comes de forma apropiada, tomas tus correspondientes suplementos y vitaminas… esos que te recomendó hace meses ese nutricionista tan famoso y, tal y como dices, no tienes que demostrar ya nada a nadie porque has ganado un montón de premios con la bici.

– Ya, ese es el problema –respondió Borja bajando aún más la cabeza.

– ¿El problema? Yo no veo problema alguno en lo que acabo de decir.

– Papá, parece que no me escuchas; te digo que no puedo ganar a Ramón. Ya sé que cada mañana cuando salimos junto a otros amigos del pueblo no hay ninguna prueba que ganar, salimos en plan “a hacer piernas”, vamos hablando la mayor parte del tiempo, contando la peli de la noche anterior, el último libro que nos hemos leído… Y eso es así solo al principio, o si quieres durante la mayor parte de la salida… pero al final, en cada cuesta, en cada puerto, o en cada “pique” que sin pactarlo de antemano se establece, Ramón está por delante de mí. Lo que más me irrita es que no se entrena como yo y que su bici es de hace 20 años… ¡si ni tan siquiera tiene doble suspensión ni frenos de disco!

– ¡Vaya! Nunca me habías comentado nada al respecto.

– Es que me daba vergüenza…

– ¿Vergüenza dices? ¡Menuda tontería!… me parece que de ahora en adelante, y empezando por mañana, vas llevarte ración doble de esos geles que compramos por Internet, el PowerFuelGel ese que usaste en el último campeonato regional (y que ganaste por cierto)… y además en tu mochila de hidratación pondrás en el agua esos suplementos de sales electrolíticas con magnesio y…

– ¡Para papá!

– Eeeeh ¿qué pasa?

– No servirá de nada, ya lo he intentado y no sirve de nada y además… –Borja calló de golpe haciendo aún más patente la humillación que sentía.

– Y además, qué, continúa hijo, por favor.

– Es que Ramón toma plátanos. Es decir, cuando yo y otros como yo, nos enchufamos los geles y demás, Ramón se toma un plátano que lleva en el bolsillo del maillot. Suele llevar dos o tres… Y eso no es lo peor… además bebe agua.

El padre no salía de su asombro.

Mountain Bike

– ¿Qué toma agua, la del pueblo dices? Bueno… no es lo más ortodoxo, qué duda cabe, pero quizá tú si pruebas con lo mismo… quizá…

– No papá, no. A pesar de lo que sabes que me cuesta tomar ese «otro tipo de suplementos», prescindir de las fórmulas absolutamente calibradas y medidas que sabes que uso (y que son lo mejor tal y como me recomendó el nutricionista) para aumentar y mantener el rendimiento deportivo… ya lo he probado y no hay manera. Y es que… -Borja volvió a enmudecer como si cada palabra que usara para justificar su fracaso no hiciera otra cosa que humillarlo todavía más.

– ¡¿Es que qué?!

– Que en las salidas más duras… Ramón… toma…

– Por favor Borja, sigue, ¿qué demonios toma Ramón? ¿Me vas a decir ahora que Ramón se dopa, verdad?

-Almendras papá, Ramón toma almendras.

En ese momento la frialdad del silencio solo podía equipararse al de las judías verdes que aún nadaban huérfanas en el plato de Borja. Finalmente, con la mirada fija en la de su hijo, el padre solo pudo solidarizarse con su desesperación:

– Vaya hijo, vaya… acábate pues esas judías, te harán falta. Aunque lo cierto es que, con las cosas así… así no hay quien haga carrera.

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Nota: Este relato lo dedico en especial a Javi, Maxi y Luis… compañeros de pedales (entre otros) de este verano en mis salidas de mountain bike. En la esperanza de repetirlos otros años, solo puedo decir que ha sido un auténtico placer.

Imagen: vectorolie vía freedigitalphotos.net

Yodo en el embarazo: suplementamos, enriquecemos… o no hacemos nada

Yodo

Como padre de dos criaturas que nacieron con 4 años de separación (2004-08) no pude dejar de sorprenderme cuando dentro de los protocolos relativos al embarazo y al puerperio de mi santa se siguieran distintas rutinas al respecto de la suplementación en los respectivos embarazos. Una de esas diferencias, la más notable, se refería al yodo. En el primer embarazo el médico que nos atendió no hizo referencia alguna la presencia de yodo en la dieta de mi mujer y, en el segundo (el mismo médico) todo lo contrario, recomendándose el consabido suplemento de yodo (ya que se había instaurado un nuevo protocolo que incluía este elemento).

Sin embargo, como nutricionista la cosa me sorprendió menos ya que el tema viene de más atrás y las cuestiones suplementadoras relativas al yodo (en especial en el embarazo) siempre han sido un tema relativamente candente.

Un poquito de yodo, muy poquito, pero necesario y tampoco más

El yodo es uno de esos minerales que necesitamos incluir en nuestra dieta de forma obligatoria en un determinado rango de cantidades ya que de otro modo (por encima o por debajo) se corre el riesgo de sufrir determinados trastornos y enfermedades ligados a su toxicidad y deficiencia respectivamente. Otro de los aspectos más llamativos de este nutriente es que la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) para la población adolescente y adulta es de 150 microgramos al día… aumenta casi hasta el doble en el caso de la mujer lactante, 290 microgramos al día, y también sufre un aumento considerable en el momento del embarazo, 250 microgramos día. Ya que estamos con esto de los números puntualizar que para lactantes la CDR está comprendida entre 110 y 130 microgramos al día (dependiendo de la edad del lactante) y para los niños (no lactantes) entre 90 y 120 microgramos (también en función de la edad)

Es importante el asegurar el aporte de yodo en la dieta ya que entre otras funciones se utiliza para la síntesis de las hormonas tiroideas imprescindibles a la hora de mantener el fino equilibrio de nuestro metabolismo, así como importantísimas funciones en el momento del desarrollo fetal y posterior crecimiento, ya que su déficit está relacionado con deficiencia mental y retraso moderado de la maduración intelectual o neuromotora.

Pero al mismo tiempo no nos debemos exceder con su aporte ya que se correría el riesgo de toxicidad por altas ingestas de yodo, que aunque parezca un contrasentido puede estar detrás tanto de situaciones patológicas de hipo como de hipertiroidismo.

Deficiencia de yodo en mujeres embarazadas europeas

De todas las regiones mundiales que la Organización Mundial de la Salud tiene establecidas es Europa, contra todo pronóstico, la región en la que más casos de deficiencia de yodo se han hallado entre los niños escolarizados. Lo de “contra todo pronóstico es relativo” porque cuando se contrasta por países la ingesta de yodo de las mujeres europeas durante su gestación, los datos revelan que en más de dos terceras partes de esos países las mujeres embarazadas no alcanzan las cantidades diarias de ingesta recomendada para el yodo (por no hablar del poco control que existe en buena parte de los países europeos para evaluar esta variable).

Por otra parte, en España la más reciente encuesta sobre ingesta alimentarioa de los españoles ENIDE 2012 (a estas alturas empezando a quedarse anticuada) reflejó en la ingesta habitual de alimentos por parte de los españoles un riesgo por ingesta inadecuada de yodo, especialmente en el caso de las mujeres. Es muy importante destacar que ENIDE 2012 recogió los datos nutricionales referidos al yodo a partir de encuestas, por lo que la estimación de la ingesta de yodo se ha realizado a partir de las respuestas de los encuestados y tablas de composición de alimentos y no por la yoduria (que es la herramienta que se considera como idónea para valorar estas cuestiones). Al mismo tiempo, tampoco se consideró en esta encuesta la posibilidad de consumo de sal yodada. Dos cuestiones importantes para interpretar con precaución los datos que ofrece la encuesta.

Consejos sobre el yodo en el embarazo

Ante esta situación y con independencia del protocolo embarazo-yodo que nuestra administración sanitaria asuma hay dos alternativas lógicas (la primera además de lógica es muy sencilla, económica y cómoda)

salinas (2)

  • La primera y más recomendable, hacer caso a la OMS cuando recomienda usar por sistema y para todas las personas en todo el mundo, la sal yodada. Para que te hagas una idea una ración de 2,5 gramos de este tipo de la sal aporta, ¡oh casualidad! 150 microgramos de yodo. (Ojo, he dicho sal yodada, no sal marina ni sal bajo cualquier otra denominación por muy molona que suene. Para que te hagas una idea, los mismos 2,5 gramos de sal de antes, pero marina, en vez de yodada, tan solo aportan de media 15 microgramos de yodo). Con esta simple medida, muy simple como puedes contrastar, se alcanza la CDR de yodo para la población general… pero no la de las mujeres embarazadas ni lactantes. Se considera con bastante buen criterio en mi opinión que el resto del yodo necesario en embarazo y lactancia puede ser aportado con facilidad a partir de una dieta adecuadamente diversificada. No obstante y por aquello de curarse en salud hay otra posibilidad.
  • Se trataría de la suplementación. Es decir, de recurrir al correspondiente comprimido que de forma combinada con otros nutrientes, o bien de forma individual (en cualquiera de los casos aportando unos 200 microgramos de yodo) se aporte la correspondiente cantidad de este micromineral.

En resumen

Para facilitar el mensaje práctico, adapto a continuación el mensaje que Julio Basulto deja en su imprescindible libro «Mamá come sano» (del que daré detallada cuenta en el próximo post de este blog) que dice más o menos así:

La utilización en casa de una cucharadita de sal yodada diaria de 2,5 gramos [una medida más que razonable que además no llega al límite con respecto al sodio que aporta] alcanza las recomendaciones de yodo para cualquier adulto (mientras no haya embarazo). ¿Y si estoy embarazada o dando el pecho? Bien, en esas circunstancias, se da por seguro que el uso de la mencionada sal yodada en el marco de una dieta saludablemente planificada es suficiente para cubrir los requerimientos especiales en estas etapas.

Sé que suena redundante pero en línea con la OMS, usa sal yodada y, además, come bien. En especial si estás embarazada.

Lamentablemente para lo que sería un mundo perfecto la suplementación con yodo para las mujeres gestantes no goza de un consenso claro a la hora de realizarla de forma sistemática.

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Imagen: Wikimedia Commons y tuelekza vía freedigitalphotos.net

Del magnesio, la gimnasia y la magnesia

Gimnasia

En el mundo de las modas nutricionales hay dos actores que están pegando fuerte al respecto de sus beneficios en esa actitud ridícula que plantea la suplementación metódica para la mayor parte de los mortales en estas latitudes. Actitud que al mismo tiempo es muy mediática y efectista, y que por tanto goza de una aceptación popular sin parangón… o al menos con el mismo nivel, que otras estulticias nutricionales de moda. Me refiero a la suplementación en general y más en concreto hoy, la que implica el uso del magnesio y del colágeno. En este post me referiré solo al primero.

Ya lo dice el refrán, no conviene confundir la gimnasia con la magnesia en clara alusión a lo fácil que puede resultar a primera vista confundirse con una terminología que, aunque parecida, nada tiene que ver con el fin último. Con permiso de mi vecino ‘Ya está el listo que todo lo sabe’ con esta expresión se trata de definir, la confusión que subyace entre dos elementos cuya relación es en definitivas cuentas irrelevante para lo que se discute.

La era del nutricionismo: suplementar vale para todo

Sé que en estas cuestiones suplementadoras la culpa de todo, en esencia, recae en Súper-ratón. Si bien el personaje en sí no es el culpable, sí que lo es la equívoca filosofía nutricional que arrastramos desde mediados de siglo XX y que a esta estrella de los dibujos animados de la época le tocó encarnar. Súper-ratón es-fue esa figura de dibujos animados que animó a tantos y tantos niños, y también mayores, a supervitaminarse y mineralizarse cuando a cada semana que pasaba, en el más estricto ambiente científico, se descubría una nueva función fisiológica de esos nutrientes (principalmente vitaminas y minerales). Con este ratón cachas de capa roja se abrió de par en par la puerta mediática al nutricionismo. Con él, todo el mundo quería tomar calcio para tener unos huesos más fuertes, incorporar hierro para tener unas defensas a prueba de cualquier infección, fósforo para fomentar la función cognitiva, vitamina C para ser inmune a cualquier infección, la K para poseer una cicatrización perfecta… etcétera, etcétera y etcétera.

 

Hoy en día súper-ratón ha sido reemplazado, en el plano más legal posible, por el Reglamento Europeo 432/2012 sobre declaraciones autorizadas de propiedades saludables de los alimentos y del que ya he hablado en varios post… por ejemplo en este y en este otro.

Todos los alumnos de Nutrición Humana y Dietética han estudiado para su segundo año de universidad las incontables funciones de cada uno de estos nutrientes, ya sean vitaminas y nutrientes. Más les vale, ya que saben que luego les caerán en el examen.

En concreto: el magnesio

Desde el más estricto punto de vista nutricional, el magnesio es un mineral esencial (como el resto de minerales que se consideran nutrientes) cuya aportación dietética es imprescindible para contar con una oportuna salud y por tanto para disfrutar de una adecuada funcionalidad. Esos alumnos de los que hablaba y el propio RE 432/2012 saben que desde el punto de vista académico (y ahora legalmente) al magnesio se le pueden atribuir no menos de 10 funciones en el marco fisiológico, a saber:

  • El magnesio ayuda a disminuir el cansancio y la fatiga,
  • El magnesio contribuye al equilibrio electrolítico,
  • El magnesio contribuye al metabolismo energético normal,
  • El magnesio contribuye al funcionamiento normal del sistema nervioso,
  • El magnesio contribuye al funcionamiento normal de los músculos,
  • El magnesio contribuye a la síntesis proteica normal,
  • El magnesio contribuye a la función psicológica normal,
  • El magnesio contribuye al mantenimiento de los huesos en condiciones normales,
  • El magnesio contribuye al mantenimiento de los dientes en condiciones normales,
  • El magnesio contribuye al proceso de división celular.

Que no es poco. En realidad se tienen detalladas más de 300 rutas metabólicas en las que este mineral está implicado, pero con las legales y expuestas ya hay más que suficiente para purgar la maquinaria publicitaria y anegar el conocimiento popular con las más fantásticas virtudes asociadas al hecho de suplementar nuestra dieta con magnesio.

A pesar que lo de las funciones está muy bien, hay una serie de elementos que no son de dominio general por una parte importante de los consumidores de a pie, veámoslas:

¿Necesitamos más magnesio?

En realidad la pregunta adecuada sería ¿necesitamos más magnesio que aquel que se incorpora en el marco de una pauta de alimentación justamente establecida? O más allá… ¿Existe algún riesgo para la población española de no incorporar suficiente magnesio con la dieta y, de esta forma, aumentar el riesgo de no asegurar la realización de algunas de las funciones metabólicas en las que este mineral está implicado? Las respuestas, claras y contundentes, son que NO y que NO respectivamente. NO al cuadrado y en mayúsculas.

Y es que resulta que cuando se evalúa la calidad de la dieta de los españoles en virtud de la presencia de diversos nutrientes (por ejemplo en el caso de la encuesta ENIDE) se pone de relieve que “toda la población, excepto las mujeres menores de 24 años (y por poco), está cercana o por encima del 100% de los valores de ingesta de referencia para el magnesio

Al mismo tiempo la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) sostiene en una consulta referida a los beneficios del magnesio, que los efectos de su incorporación en la dieta pueden ser fácilmente alcanzables a partir de una planificación adecuada en la ingesta de alimentos (es decir sin suplementeos).

¿Es difícil encontrar la cantidad necesaria de magnesio en los alimentos?

Pues no. Aunque para ello es preciso seguir un patrón de alimentación bien planificado. Las fuentes alimentarias de magnesio son variadas y por lo tanto no sería preciso recurrir a la suplementación si existiese una adecuada planificación. Se considera que los vegetales de hoja verde (acelgas, espinacas, coles, los frutos secos, las legumbres, las patatas y todos aquellos productos elaborados a partir de cereales integrales… entre muchos otros alimentos, son una buena fuente dietética de magnesio (puedes comprobarlo tú mismo a partir de esta herramienta o consultar algún que otro artículo al efecto).

Clorofila a

A modo de curiosidad me apetece comentar que al igual que el hierro forma parte de la estructura molecular de la hemoglobina dentro del anillo tetrapirrólico, en el caso de los vegetales este átomo de hierro es sustituido por uno de magnesio en la estructura de la clorofila. De aquí que los vegetales de hoja verde –los órganos en los que se realiza la fotosíntesis y que son especialmente ricos en clorofila- sean una fuente dietética de este mineral.

La injusticia del magnesio

Una de las personas que a día de hoy se ha encargado de personificar la absurda necesidad de suplementar la dieta con magnesio es Doña Ana María Lajusticia. Una mujer química de formación y de considerable edad que tiene un especial ‘encanto’ para comunicar los casi milagrosos beneficios de este tipo de suplementación. Más habitualmente los que se derivan de combinar el magnesio y el colágeno. Sin embargo, su mensaje, suscrito al nutricionismo más galopante (es preciso recordar que cuando Súper-ratón vio la luz en Estados Unidos esta mujer contaba ya con 16 años) goza en mi opinión de un importante conflicto de intereses cuando se conoce que ella misma comercializa una línea de suplementación en la que, como no podía ser de otra forma, el magnesio y el colágeno desempeñan un papel protagonista (juntitos e incluso con sabor a fresa). Tanto en su línea de producto como en las diversas intervenciones mediáticas en las que se le ha visto recientemente, esta venerable mujer hace proselitismo de la práctica suplementadora en un batiburrillo cientifista con el que no rehúsa echar mano del recurrente latiguillo de las conspiraciones sanitarias para explicar cómo se busca mantener enferma de forma crónica a la población mientras a esta se le ocultan una serie de conocimientos y remedios muy sencillos que ella comercializa.

En resumen

Si yo fuera tú, a modo de consejo final y frente a cualquier propuesta de suplementación que aluda al magnesio me quedaría con el mensaje de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria cuando dice que la cantidad de magnesio que se precisa para gozar de una salud adecuada se puede obtener sin problemas a partir de una adecuada planificación dietética (como por ejemplo esta de aquí).

Además, me gustaría que tuvieras presente esta entrada en la que se pone de relieve el porqué aportar de más algo que se ha contrastado beneficioso no tiene por qué suponer precisamente ninguna ventaja, sino más bien lo contrario.

Y por último, recuerda que ninguna pauta de suplementación debería servir para arreglar un patrón de alimentación deficiente.

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Imagen: imagerymajestic vía freedigitalphotos.net y wikimedia commons

Nutrición-área 51: ortigas para muscular «natural» (curioso, pero no)

El planteamiento, así de partida, recuerda, y no me digas que no, al rollete de Popeye y sus espinacas… pero en más extravagante. Una particularidad que es precisamente, la de su exotismo, un denominador común de buena parte de todas esas soluciones para obtener grandes resultados a partir de atajos.

Para ser sincero he de reconocer que el planteamiento ortiguero era nuevo para mí hasta hace unas semanas cuando un lector me dirigió esta consulta. La idea, descrita en pocas líneas, viene a sugerir que el extracto de ortiga (Urtica dioica), más en concreto de su raíz, tendría un potencial efecto para aumentar los valores de testosterona basales y, a partir de ahí, favorecer el aumento de la masa muscular.

Una somera búsqueda en internet, en plan a lo bruto, ya sirvió para sacarme de dudas y centrar el tema. Esta “solución” es frecuentemente propuesta en el marco de algunos gimnasios, más en concreto en aquellos en los que el culto al bíceps se ha elevado al rango de religión… supongo que ya te estarás imaginando en cierta medida el aspecto de sus feligreses partidarios.

Así se puso un primo segundo de Bugs Bunny cuando dejó las zanahorias y se pasó a las hortigas

Así se puso un primo segundo de Bugs Bunny cuando dejó las zanahorias y se pasó a las ortigas

Sus defensores alegan que…

Para supuestamente obtener ese aumento de la testosterona circulante y que esta ejerza un efecto anabolizante (efecto más que contrastado de esta hormona) quienes promueven el uso del extracto de raíz de ortiga plantean lo siguiente: en realidad no es que se aumente la cantidad neta de testosterona circulante sino que su efecto radica en que algunas sustancias del extracto de ortiga, los lignanos, interferirían con las moléculas transportadoras de testosterona. De este modo, al no producirse la unión proteína transportadora-testosterona, quedaría más hormona de esta “libre” que es precisamente la forma biológicamente más activa de la testosterona.

En resumen: consumo de ortiga menos uniones de globulinas con la testosterona → más testosterona libre mayor efecto (anabolizante) de esta, que era lo que se buscaba.

Suena bien… pero ¿funciona?

Ortiga

Nadie hasta la fecha ha diseñado y publicado un estudio que con la suficiente calidad sostenga que este proceso… y su resultado sobre la masa muscular sean los que se han mencionado hace un momento. Uno de los más serios realizados hasta la fecha contrastó los niveles de testosterona en 558 pacientes divididos entre aquellos que tomaron extracto de ortiga tres veces al día durante seis meses y los que tomaban placebo… pero no encontró diferencias en la cantidad de testosterona entre los sujetos de ambos grupos. Hay que decir que el estudio en cuestión no estaba centrado en la ganancia muscular y sí en las implicaciones de la testosterona en la hiperplasia de la próstata.

En otro estudio llevado a cabo en ratas, se contrastó que efectivamente la administración de extracto de raíz de ortiga aumentaba la cantidad de testosterona en estas… las pegas metodológicas sin embargo son varias: no hubo grupo placebo, el ensayo no fue “a ciegas”, se midió solo la cantidad de testosterona, no su efecto posterior sobre la masa muscular y, evidentemente, se realizó en roedores con las dificultades que tiene extrapolar las conclusiones a los humanos. Este estudio, de nuevo, estaba enmarcado en la investigación de soluciones en los casos de hiperplasia de próstata, además de que los investigadores ofrecieron otros mecanismos de acción distintos a los anteriormente expuestos.

Por último, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) también tuvo que posicionarse sobre el posible efecto de la ortiga para “vigorizar el cuerpo”. Su respuesta fue que el hecho de “vigorizar el cuerpo” (que era lo que el solicitante preguntaba si podía usar como alegación de salud en un alimento o suplemento) es demasiado genérico y poco específico como para poder hacer una alegación de salud sobre la ortiga… Quién sabe que pasaría si se preguntaran estas cosas a la EFSA con más talento… y además se aportaran algunas pruebas, pero de momento es que nones.

En resumen: La idea de que consumir ortiga de alguna forma (o algunos componentes de esta) pueda tener un impacto sobre la masa muscular de una persona no parece descabellada pero está lejísimos de ser probada… Y es que, si algo tiene el colectivo que generalmente habita en esos tempos de adoración al cuerpo llamados gimnasios, es que suelen flipar un buen rato con este tipo de mensajes guayones.

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Imágenes: Karen Shaw vía freedigitalphotos.net y http://giphy.com/gifs/muscle-bugsbunny-ZKh7vs4vGOqqs

Productos y dietas milagro: mucha legislación, (casi) cero control

Método LevUna de las preguntas que más a menudo me realizan es si está permitido (casi) todo lo que vemos en la publicidad y promoción de productos y dietas milagro; y mi respuesta es que ese casi todo al que se refiere mi interlocutor está en la mayor parte de los casos textualmente prohibido por la legislación española o europea que nos afecta. Sin embargo…

Sin embargo, esta contestación suele crear cierta incredulidad en quien la recibe y argumenta, no sin cierta lógica, que si está prohibido, es decir, que si es ilegal, como es que hay tanta basura entre las alegaciones, las promesas y las garantías del peso que se va a perder con la dieta o el producto en cuestión.

Yo que no soy jurista y por lo tanto no soy experto en la interpretación de las leyes, solo encuentro una explicación, y es porque no hay control. Hay mucha legislación, pero (casi) nadie hace nada por hacerla cumplir. Vamos con un ejemplo.

Supongamos algo muy fácil de suponer: que estuviera prohibido conducir un automóvil sin ponerse el correspondiente cinturón de seguridad. Suponiendo, ahora sí, que todos fuéramos unos inconscientes y que su uso solo dependiera de lo que dijera la norma y no de que estuviéramos perfectamente convencidos de su utilidad (yo me pongo el cinturón no para evitar la multa, sino para evitar males mayores en caso de accidente) su uso o no dependería exclusivamente del temor de que a alguien le cazaran sin el cinturón puesto. Pues bien, en estos casos si se supiera que no hay efectivos de la Guardia Civil para hacer cumplir esta norma, o si los hubiera cada rara vez que cazaran a alguien sin el cinturón le pararan para echarle una regañina y decirle que tiene que ponérselo… nadie se lo pondría. Es lo que pasa cuando hay legislación pero no hay (casi) nadie velando por hacerla cumplir.

Pues esto mismo es lo que pasa con las alegaciones referentes a los productos y dietas milagro. Nuestra legislación prohíbe con poco género de dudas:

  • Sugerir propiedades específicas adelgazantes o contra la obesidad,
  • Proporcionar seguridades de alivio o curación cierta,
  • Hacer referencia a su uso en centros sanitarios o a su distribución a través de oficinas de farmacia,
  • Aportar testimonios de profesionales sanitarios, de personas famosas o conocidas por el público o de pacientes reales o supuestos, como medio de inducción al consumo,
  • Pretender sustituir el régimen de alimentación o nutrición comunes,
  • Atribuir a los productos alimenticios, destinados a regímenes dietéticos o especiales, propiedades preventivas, curativas u otras distintas de las reconocidas a tales productos conforme a su normativa especial,
  • Sugerir o indicar que su uso o consumo potencian el rendimiento físico, psíquico, deportivo o sexual
  • Utilizar el término «natural» como característica vinculada a pretendidos efectos preventivos o terapéuticos.

Por si te parece poco (lo que está prohibido) nuestra legislación relativa a los productos alimenticios destinados a ser utilizados en dietas de bajo valor energético para reducción de peso prohíbe de forma directa:

la inclusión en el etiquetado, la publicidad y la presentación de los productos cubiertos por las mismas de cualquier referencia al ritmo o a la magnitud de la pérdida de peso a que puede llevar su consumo, así como a la disminución de la sensación de hambre o al aumento de la sensación de la saciedad.

Son muchas las marcas, sistemas, “laboratorios”, franquicias, productos, suplementos y sustitutos dietéticos que se ponen la legislación por montera. ¿Por qué? Pues por que no hay control… y si los pillan, palmadita en los hombros y a no ser malote… un que no te vea yo otra vez… y punto.

Y no lo hacen a escondidas precisamente… desde mi punto de vista, la publicidad ilícita, se realiza a partir de canales de difusión masiva, en grandes medios de comunicación, sin cuya participación esto no tendría tanto sentido. Algo que además está también prohibido según se recoge también en nuestra legislación:

Las agencias de publicidad, periódicos, revistas, emisoras de radio y televisión y cualquier otro medio de comunicación no admitirán publicidad que contravenga lo dispuesto en este Real Decreto.

Pues bien, sin ir más lejos y conste que es uno entre decenas de ejemplos posibles, la foto que ilustra este post de “Método Lev, comer para adelgazar” (¡adiós 7 kilos en 30 días!) está sacada de un número de hace pocas semanas de la conocida revista HOLA.

Pero hay más, mucho más, por ejemplo Naturhouse, que sin ambages y como tantas otras franquicias de su misma clase, ofrece testimonios así como “soluciones” para perder unos kilos de forma exprés. Todo ello por no hablar del “mercado” en Internet… que además de escandaloso es cosa aparte.

En el caso de los escasos “pillados” las sanciones acciones contra ellos son de risa. Como te decía, palmadita en los hombros y a seguir, que son dos días. Esto es lo que se contrasta, por ejemplo en el caso del “denunciado” Té chino del Dr. Ming o con la alcachofa de Laón y tantos otros.

Incluso, cuando el ilícito es especialmente grave (al menos a mi juicio) la solución es la misma, regañina suave, retirada del producto o publicidad y hasta otro día. Tal es el caso del complemento alimenticio “VIGORAXIA cápsulas” que sin ningún género de dudas publicita(¿ba?) ese aumento de la potencia sexual tan deseado por muchos. Y resulta que no lo sancionan, ni lo retiran por la publicidad a todas luces ilícita, sino por contener y no declarar una sustancia farmacológica, tal y como señala la Agencia Española del Medicamento. Te recuerdo que la presencia de fármacos no declarados en determinados complementos alimenticios no es infrecuente. Sin embargo, aquí tienes muestra de cómo se está prohibiendo su comercialización y promoción.

¿La solución? No tengo ni idea de cual es la solución a estas cuestiones ni si esta ha de pasar por sacar los colores a nuestras autoridades.

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Imagen: @juan_revenga

Leer determinados blogs puede salvarte la vida (y leer otros ponerla en peligro)

Pocas bromas, o mejor ninguna, con la noticia de un luctuoso acontecimiento fruto de una irracional y poco recomendable, pero frecuente, carrera en pos del adelgazamiento exprés. Del rápido, del milagroso, del cómodo… del peligroso. Me refiero en concreto a eso de comprar pastillas que prometen perder peso, eliminar la grasa y todas esas cosas que molan mucho… sobre el papel o mejor dicho sobre la pantalla del ordenador.

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Este es el relato, el homenaje si se prefiere, ya que así fue publicado en la página web de la policía local, de una madre que hace apenas una semana vio morir a su hija de 21 años que había comprado e ingerido unas pastillas adelgazantes:

Un homenaje a Eloise Aimee Parry, escrito por su madre Fiona Parry:

La mañana del domingo amaneció clara y fresca. Ya a la hora de comer se levantó bastante viento, las fuertes ráfagas parecían anunciar una próxima tormenta. Sin embargo, el cielo era de un azul brillante, casi sin nubes, lleno de promesas.

En aquel momento no sabía que ‘Ella’ [diminutivo de Eloise] había comprado unas pastillas adelgazantes en Internet. Estas pastillas contenían una sustancia conocida como DNP (2,4-dinitrofenol) que no es apta para el consumo humano debido a su toxicidad. Había tomado una cantidad de “pastillas adelgazantes” por encima de las que el envase recomendaba tomar y no tenía modo alguno de saber lo peligrosas que podían llegara ser. ¿Cuántos de nosotros hemos pensado “Si una pastilla funciona… tomar una o dos más no le puede hacer daño a nadie”?

Cuando comenzó a sentirse mal fue por su propio pie al hospital donde la ingresaron inmediatamente en urgencias. Mi hija relató sin miedo y perfectamente lúcida las pastillas que había tomado. En aquel momento todavía parecía encontrarse más o menos bien. Pero estas sensaciones cambiaron de forma súbita cuando se conoció el informe de toxicología poniendo de manifiesto la verdadera gravedad de la situación. El producto se había dispersado por todos los sistemas, no había antídoto, y menos aun sabiendo que mi hija se había tomado ocho comprimidos, siendo que dos ya constituían una dosis letal.

A medida que el estado de salud de Eloise se deterioraba, el personal de urgencias hacía todo lo posible para estabilizarla. Conforme la sustancia se diseminaba por su organismo el metabolismo de ‘Ella’ se disparaba; y aunque en el hospital se hacía todo lo posible por frenarlo… era una lucha en vano contra un enemigo que cada vez se hacía más fuerte. Mi hija se estaba literalmente “quemando” desde el interior. Cuando dejó de respirar, le aplicaron respiración asistida y siguieron luchando por salvarla. Pero cuando su corazón se detuvo no pudieron reanimarla ya. Mi hija reventó. Tomó tanto DNP que las consecuencias fueron inevitables. En esas condiciones el personal sanitario jamás tuvo la menor posibilidad de salvarla. Mi hija se carbonizó y reventó.

En el exterior, el viento había parado y llovía mansamente.

Alrededor de las 15:00 del domingo 12 de abril de 2015, mi hija, Eloise Aimee, murió de una sobredosis.    

Nunca tuvo la intención de quitarse la vida. Nunca supo realmente lo peligrosas que eran las pastillas que tomaba. La mayor parte de nosotros no creemos posible que una pastilla adelgazante pueda matar.

El DNP no es una pastilla milagrosa para adelgazar. El DNP es un tóxico letal. Es similar a TNT en su estructura. El TNT es un explosivo. El DNP hace que el metabolismo se dispare hasta hacerlo explotar hasta el punto de jugarnos la vida.

Esta sobrecogedora historia podría haber tenido otro final… o directamente no haberse producida jamás si esta pobre chica hubiera tenido la suerte (o el interés) de formarse una opinión contrastada al respecto de los peligros que tenía el hacer lo que finalmente hizo.

La cuestión de la información

2,4-Dinitrophenol

2,4-Dinitrophenol (o DNP, el «quemagrasas» de mierda)

Entre muchas de las características con las que se puede definir nuestro tiempo, se podría decir con poco género de dudas que vivimos en la era de la información. Pero esta particularidad, virtuosa en ciertas ocasiones, se torna defecto y peligro cuando el volumen de la información es de tal magnitud que impide o dificulta el trillado de la misma. Tenemos mucho acceso a mucha información… pero tanto a la buena como a la mala y en ciertas ocasiones se hace difícil el poder discernir la una de la otra. Máxime cuando en el caso de la mala información suele haber intereses solapados (o no tan solapados, los crematísticos suelen ser los más habituales) de forma que esta, la información inconveniente, en realidad se nos presenta especialmente atractiva y resplandeciente… más incluso que aquella que es válida.

Traigo todo esto a colación porque un reciente estudio ha puesto de relieve el importante y beneficioso papel que pueden desempeñar algunos blogs. Me refiero a las ventajas que tendría el seguir fuentes de información más o menos contrastada y por lo tanto más o menos válida, a la hora de acercarse o mantener uno estilo de alimentación saludable. Así, el estudio Exploring Women’s Beliefs and Perceptions About Healthy Eating Blogs: A Qualitative Study (Averiguando las creencias y percepciones de las mujeres sobre los blogs de alimentación saludable: un estudio cualitativo) puso de relieve, entre otras muchas que:

Esta muestra de 33 mujeres valoró de forma positiva la credibilidad de aquellos blogs de alimentación saludable conducidos por dietistas-nutricionistas colegiados, así como la posibilidad de contacto con estos profesionales y que este tipo de medios posibilitan. Este tipo de blogs podrían proporcionar un interesante punto de partida con apoyo empírico, para el diseño de intervenciones dirigidas a la prevención de las enfermedades crónicas relacionadas con los estilos de alimentación.

El estudio en sí tiene muchas lagunas: la muestra es muy pequeña, además de unas determinadas características socioeconómicas y no otras, el análisis se hace a partir de tan solo 4 blogs, etcétera. Pero desde luego me parece un interesante punto de partida para poner de relieve la labor que pueden estar realizando muchos de los blogs escritos por personas con criterio cualificado.

Estoy convencido que si en el caso de Eloise Aimee Parry hubiera habido una mayor presencia de blogs confiables en su idioma que advirtieran de lo peligroso de su conducta, la probabilidad de acabar como acabó hubiera sido mucho menor. Una pena en cualquier caso y que en mi situación invita a apretar los dientes y a estar más convencido aun más si cabe de mí trabajo.

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Nota: MI agradecimiento por las aportaciones para realizar este pos a Miguel Lurueña (@gominolasdpetro) y a Eduard Baladía (@EBaladia y @EvidNutrition)

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Imagen: Eloise Aimee Parry, foto tomada de la página web West Mericia Police con fines educativos y Wikimedia Commons

La cafeína es como “la fuerza”, también tiene un reverso tenebroso

Café solo

La cafeína es la sustancia más famosa dentro de la familia de sustancias psicoactivas más consumidas en todo el mundo, las metilxantinas… y de largo. Baste saber que según algunas fuentes cada día se consumen cerca 1.600 millones de tazas de café. Al día, repito. Y eso contando solo con el café, ya que si para contabilizar la cantidad de cafeína (o sustancias análogas) se considera también el consumo de té, mate, cacao y refrescos de cola… imagina la cantidad de “cafeína” que este saldo reportaría.

Antes de continuar, prefiero aclarar que las denominadas como teofilina, teobromina y mateína… presentes de forma natural en las bebidas o alimentos respectivos té, cacao y mate, son también metilxantinas (sustancias de la misma familia química que la cafeína y que guardan un parentesco químico y de efectos fisiológicos muy próximos)

Metidos ya en materia es preciso recordar una de las máximas de las toxicología, atribuida a Paracelso, que sostiene, más o menos, que “todo es veneno, nada es sin veneno. Sólo la dosis hace el veneno” (el original de esta frase, en alemán, queda mucho más contundente, es cierto, aunque la mayoría por estos lares no tengamos ni idea de qué quiere decir: “Alle Dinge sind Gift und nichts ist ohne Gift; allein die Dosis macht, dass ein Ding kein Gift ist”.

Con este punto de partida es preciso coincidir que hasta aquellos elementos que consideramos intrínsecamente salutíferos, como por ejemplo el agua, pueden tener efectos negativos si nos pasamos con su consumo. ¿Beber mucha agua puede resultar perjudicial? No lo dudes… y no poco perjudicial, tienes algunos ejemplos en este enlace y en este otro.

Y la cafeína no va a ser una excepción. De hecho sobre esta sustancia se reparten halagos y pestes casi a partes iguales. Aunque también es cierto que de un tiempo a esta parte se ha producido una especie de redención nutricional sobre el café… así algunos estudios relacionan sus potenciales beneficios con el contenido en cafeína, pero otros en alguna otra de los cientos de sustancias con actividad biológica que suelen estar presentes en el café y que acompañan a la cafeína. Eso, claro está cuando no se consuma café descafeinado, en cuyo caso, esos potenciales efectos no podrán estar relacionados con la cafeína y sí con alguna otra de esas sustancias.

¿Qué es la cafeína y que efectos conocidos tiene?

Según la base de datos de encabezados de terminología médica, describe la cafeína como:

Una metilxantina natural presente en algunas bebidas y que también se utiliza como agente farmacológico. El efecto más notable de ella es el de estimular del sistema nervioso central, aumentando el estado de alerta y la agitación. También relaja el músculo liso, estimula el músculo cardíaco, estimula la diuresis, y parece ser útil en el tratamiento de algunos tipos de dolor de cabeza. También se han observado algunos efectos celulares [no sistémicos] de la cafeína, pero no están del todo claros en base a su perfil farmacológico. Entre los efectos más importantes descritos figuran la inhibición de ciertas enzimas (como las fosfodiesterasas de nucleótidos cíclicos), funcionar como un antagonista para los receptores de adenosina, y modular el metabolismo del calcio dentro del panorama intracelular.

 Darth_Vader

El problema de dominar «la fuerza»

Sea como fuere, al parecer existe una tendencia en alza entre determinados sectores de la población general que en base a una lectura incompleta, descontextualizada o directamente errónea de lo que actualmente se sabe a ciencia cierta sobre la cafeína, se han lanzado a consumir la cafeína en estado puro. No me preguntes sobre cuáles son esos pretendidos beneficios, ya que en estas cuestiones prefiero mirar para otro lado. El caso es que la administración sanitaria estadounidense (la conocida como FDA) ha salido a la palestra para alertar de los peligros que tiene el consumo de cafeína pura (ver en este enlace):

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) advierte que se está vendiendo cafeína pura en polvo directamente a los consumidores y recomienda no adquirir estos productos. En particular, a la FDA le preocupa la cafeína pura en polvo que se vende en bolsa al por mayor en internet. La FDA tiene conocimiento del fallecimiento de al menos un adolescente que consumió estos productos.

En esencia, estos productos son 100 por ciento cafeína. Una sola cucharadita de cafeína pura equivale, aproximadamente, a 25 tazas de café.

La cafeína pura es un estimulante poderoso y una pequeña cantidad puede causar una sobredosis accidental. […]

Los síntomas de una sobredosis de cafeína pueden incluir pulso acelerado o peligrosamente errático, convulsiones y la muerte. Vómito, diarrea, estupor y desorientación son también síntomas que acarrea la toxicidad de la cafeína. Y es probable que estos síntomas sean mucho más intensos que los que ocasionan tomar demasiado café, té u otra bebida con cafeína. […]

La FDA recomienda a los consumidores no adquirir cafeína pura en polvo.

Es casi imposible medir con exactitud la cafeína pura en polvo con los medidores comunes de la cocina y es fácil que uno consuma una cantidad mortífera.

Así pues, aunque algunos estudios hayan podido hacer descansar un potencial beneficio en el consumo de cafeína a partir de la ingesta racional de alimentos, esto no quiere decir, ni mucho menos, que más sea mejor. Está bien que te guste, como a mí, el café tan negro como Darth Vader… pero una cosa es eso y la otra pasarse cuatro galaxias con la cafeína.

Déjate de rumores y consulta con un profesional sanitario de reconocido prestigio antes de lanzarte a realizar cosas raras.

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Nota: quiero agradecer a Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) y Miguel Lurueña (@gominolasdpetro) sus aportaciones para la realización de este post.

Imagen: samuiblue vía freedigitalphotos.net y The Conmunity – Pop Culture Geek vía Wikimedia Commons