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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Entrevista con Lidia de Masterchef: “a día de hoy aun no sé los motivos de mi expulsión»

Lidia Folgar

Se llama Lidia Folgar es gallega, dietista-nutricionista y la hemos visto embarazada en la última edición de Masterchef, la tercera, llegar hasta la semifinal. Si sigues el programa seguro que sabes quién es y cuáles son sus características personales y sus habilidades culinarias. Además, Lidia Folgar como buena compañera que es de profesión, ya ha pasado por alguna de las entradas de este blog de una forma más o menos visible… o bien “camuflada”. Por ejemplo, aprovecho para revelar en este post (cuento con su permiso) que una de las primeras entradas con más éxito de este blog y que aun sigue batiendo records de visitas (a pesar que se publicó hace dos años y medio) se la debo en buena parte a ella… me refiero al post sobre la fraudulenta detección de intolerancias alimentarias a partir de bioresonancia y su segunda parte … pues bien, ahora ya puedo decir que Lidia Folgar era amigo 2, y por tanto la persona que averiguó que tenía una mesa de despacho intolerante a la lactosa; amigo 2 fue también quien al darse cuenta de la farsa en la que estaba siendo utilizada su persona decidió no seguir colaborando y dejar su bien remunerado puesto de trabajo. También me he referido a ella cuando hablé de las recomendaciones al respecto del consumo de cereales y te invitaba, y lo sigo haciendo, a que leas su estupendo escrito sobre cómo pueden ayudar los cereales de desayuno a “cuidar la línea”.

Bueno, sea como fuere, el caso es que siendo una conocida mía y una compañera con la que comparto buena parte de las perspectivas de esta profesión, me supuso una sorpresa el verla aparecer en esta edición de Masterchef. Mi perspectiva sobre el programa sigue siendo la misma que plasmé hace año y medio cuando se estrenó su primera edición. En aquel entonces argumenté que en mi opinión el peso de la parte de reality-show del programa (un concepto televisivo que no es de mi agrado) estaba muy por encima de las escasas aportaciones culinarias tratándose como se trata, al menos sobre el papel, de un concurso de cocina. En cualquier caso, la aparición de Lidia en esta edición hizo que no pudiera evitar el seguir cada programa y apoyarla habida cuenta del afecto que hacia ella tengo.

Así pues, veamos que nos cuenta Lidia de su paso por la tercera edición de MasterChef:

P: Hola Lidia, primero lo importante: ¿qué tal estás en relación a tu embarazo?

La verdad es que hasta ahora he tenido suerte porque he llevado un embarazo perfecto, sin mayores molestias… también es cierto que es ahora, cuando entro en el tercer trimestre del embarazo, sobre todo con el calor, cuando empiezo a llevarlo peor… pero la verdad es que no me puedo quejar, en definitivas cuentas es lo que toca y no lo llevo mal

P: Empecemos por el principio ¿Qué se te cruzó por la cabeza para que un día te decidieras apuntar a Masterchef? ¿Te animó alguien o fue cosa tuya?

Fue algo bastante casual, estaba viendo el programa de Masterchef Junior con mi marido, vi el anuncio para hacer el casting para el programa de los mayores, y como me gustaba mucho cocinar y era seguidora del programa, le consulté a mi marido que a ver qué le parecía a él que me apuntara al casting… y el caso es que él me animó e insistió para que me apuntara; además era muy sencillo inscribirse inicialmente (tanto como rellenar un simple cuestionario) lo hice así, sin pensarlo demasiado, más como un acto impulsivo ya que nunca hasta entonces me había planteado presentarme a este tipo de cosas de la televisión.

P: ¿Cuál fue tu primera motivación o tu primer objetivo para apuntarte?

Tuve en cuenta que era un programa de mucha audiencia y me parecía una buena plataforma por un lado para dar a conocer la figura del dietista-nutricionista; y por el otro para hacer llegar un mensaje al respecto de la importancia que tiene el qué comemos con la salud. Al mismo tiempo, también pretendía derribar unos cuantos mitos, como por ejemplo, el de las personas que piensan que comer sano es comer lechuga más pechuga y poco más… en contraposición a lo que yo pienso relativo a que comer sano no está para nada reñido con el cocinar… mi lema era: rico y sano van de la mano y con él quería hacer una labor de educación alimentaria.

P: ¿Sientes que has alcanzado esa meta u objetivos que inicialmente te planteaste?

No del todo… en los primeros programas me di cuenta que casi era mejor que no hablara mucho de nutrición ya que el programa era de cocina, algo que no se paraba de repetir. Así, si hablaba mucho de nutrición tenía la sensación como si se ridiculizara un poco nuestra profesión… entonces, al final, no quise insistir mucho sobre eso ya que me temía que precisamente se diera la imagen contraria a la intención que yo quería hacer llegar. Se me hacían muchas preguntas relativas a mis preferencias y gustos personales y mis respuestas se mezclaban con mi profesión… y una cosa no tiene nada que ver con la otra. Es una pena porque pienso que hubiera sido una plataforma ideal para hablar de la importancia de los hábitos de alimentación saludable.

P: Una vez que resultas elegida y aceptas las condiciones de la productora ¿Qué tal se lleva eso de vivir tan aislado y tanto tiempo?

Esa fue la parte más dura en especial al principio, no tener noticias del exterior, no poder desahogarme y contarles las cosas que me pasaban a las personas que quieres. Esa es la parte más dura aunque al final son tus compañeros los que terminan convirtiéndose en tu familia. De todas formas lo peor para mí fue el primer mes, luego ya te adaptas a las circunstancias, pero el primer mes fue bastante duro en este sentido.

P: Los participantes del programa os coláis en nuestras casas durante dos horas y media un día a la semana… pero más allá de lo que nosotros vemos en pantalla, cuéntanos lo que se pueda del día a día de un concursante de MasterChef.

Lo que más tiempo invertimos es en las horas de grabación, son muchísimas horas, muchas más de las que la gente se pueda imaginar y eso nos ocupa la mayor parte de la semana. Si a eso le sumamos los viajes, las pruebas de exteriores y las clases de cocina… el tiempo libre es bastante escaso. Para que te hagas una idea a la casa solíamos llegar a la tarde-noche. Por tanto, los días verdaderamente libres o de descanso, fueron muy raros o escasos.

P: Con respecto a los tres miembros del jurado (Samantha Vallejo-Nájera, Pepe Rodríguez y Jordi Cruz) ¿tenéis más contacto con ellos que el que se ve en las emisiones? ¿Os alientan, os enseñan, os estimulan, os dan consejos?

No tenemos más contacto con ellos que el que se ve en televisión, no les conocemos en lo personal, ni sabemos cómo son fuera de las cámaras. En las grabaciones solo hablaban con nosotros lo que se emite en el programa… y si no estábamos grabando, no teníamos la posibilidad de hablar con ellos.

P: En tu opinión qué porcentajes de reality-show y de concurso gastronómico tiene Masterchef

Yo me presenté a MasterChef con la idea de participar en un concurso de cocina ya que a mí los realitis no me gustan ni tampoco creo que yo dé el perfil típico de «persona de reality». A mí lo que me gustaba y motivaba era la parte de cocinar, las pruebas, los retos… la parte de reality no me interesaba nada.

P: Una vez que sales del concurso y contrastas lo que se ha estado emitiendo (por que hasta que no salís no tenéis ocasión de ver nada) ¿te parece que se ajusta a la realidad la imagen que se ha proyectado de tu persona?

Aunque yo ya me hacía una idea cuando estaba dentro, ha sido al salir cuando me he dado cuenta que no, más en concreto al principio. No me gustó demasiado cómo se hacían determinadas valoraciones o los comentarios sobre mi profesión… entonces, lo cierto es que yo me puse bastante a la defensiva. Creo que inicialmente se proyectó una imagen de mi persona fría, soberbia… cuando lo único que hacía era responder en la medida de mis posibilidades cuando veía cosas que no me gustaban o que no estaban alineadas con mis principios o valores. A medida que fue avanzando el programa, el jurado fue bajando el tono en sus valoraciones, yo ahí me relajé más y es posible que en los últimos programas empezara a mostrarse algo más parecido a la persona que verdaderamente soy yo realmente.

P: Sabiendo que nadie nos va a leer ni a escuchar… si tuvieras la oportunidad de mejorar algo de MasterChef, de su funcionamiento, ¿qué consejos le darías a la productora o qué cosas cambiarías?

Como espectadora del programa me gustaría que se centraran más en las cuestiones culinarias y que se dejaran más a un lado las vidas y las características personales de los concursantes. Es decir, que se explicara mejor la elaboración de cada uno de los platos para que los espectadores pudieran, si quisieran, reproducirlos en sus casas… no que salga solo el resultado final de si el plato está más o menos bien o mal. Es decir, que haya más cocina.

P: Sabemos qué te llevó a Masterchef, pero ¿qué crees tú que vio la productora en tu perfil para elegirte como participante?

Creo que mi estilo de cocina les gustó al tener algo de diferente en el sentido de considerar, además de otros elementos, los aspectos nutricionales. Luego, como es comprensible también tenían que estar bien cocinados… no solo era el que vieran que ponía de relieve cuestiones nutricionales ya que me consta que al casting se presentaron otras personas que eran nutricionistas. Es posible que otras características mías les pudieran influir, pero lo principal creo que fue mi estilo de cocina.

P: El día de tu eliminación en las redes sociales muchas personas se preguntaban cuáles fueron los motivos que ocasionaron tu expulsión ese día. Yo, con toda sinceridad, he de decir que no los vi (y he repasado el vídeo un par de veces) y no acierto a descubrir las razones objetivas de tu eliminación. Es más, yo llegué a aventurar que te aplicaron el artículo 33. Está claro que los espectadores nos quedamos sin una explicación lógica… ¿te los han hecho saber a ti después? ¿tienes alguna idea al respecto?

Yo no sé más que lo que se vio en televisión y por lo tanto la realidad fue esa, no se me dio ningún tipo de explicación, ni tampoco desde una perspectiva más culinaria se me mencionó algún fallo que pudiera haber cometido. Además la expulsión también aconteció tras una prueba de grupo y eso, al menos en esta edición de MasterChef, creo que era la primera vez que sucedía… y me pilló un poco por sorpresa. Era un día que yo estaba contenta con el trabajo, además los comensales habían valorado bien nuestros platos (el voto de los comensales lo había ganado nuestro equipo). Luego el jurado decidió que nuestro equipo fuera el peor, detallaron algunos fallos dentro de la prueba… y ninguno de ellos lo había cometido yo. Por eso digo que ese día la expulsión me pilló de sorpresa. Así pues, solo podría especular con los motivos de la expulsión ya que sé tanto como lo que se vio en la emisión del programa.

P: ¿Has aprendido de cocina en tu paso por Masterchef?

Sí, por supuesto. Partía de un nivel bajísimo, en el sentido de que yo sabía de cocina aquello que se derivaba de lo que yo cocinaba en mi casa… no tenía base ninguna; y lo que ahora sé lo he aprendido del paso por el programa. Sí que es verdad que aprendí menos de lo que me hubiera gustado ya que las grabaciones nos dejaban muy poco tiempo para recibir todas las clases que a mí me hubiera gustado.

P: ¿Y de macrobiótica… aprendiste algo?

Sí claro, aprendí un montón (risas). Para lo que sí que me sirvió el programa aquel fue para reafirmar lo que ya pensaba sobre la alimentación macrobiótica [ver enlace]… en esencia que al hablar de salud es preciso hablar de ciencia y no de fe; que no se puede extrapolar el patrón alimenticio de una parte del mundo a otra parte bien distinta y que no se debe usar como argumento de venta el “a mí me funciona”.

P: Está claro por lo que se ve del programa que tienes un especial apoyo en Sally, pero más allá de las cuestiones personales, y centrándonos en los aspectos más culinarios… ¿Qué te parecen las naturales aptitudes de Carlos hacia la cocina? Yo te adelanto que a mí me tiene alucinado.

El apoyo de Sally lo tengo porque desde el principio fuimos compañeras de habitación y la conozco mucho más al mantener un contacto diario durante tres meses. En cualquier caso tanto Carlos como Sally tienen formación en cocina (Carlos estudia hostelería y Sally hizo un curso en el Cordon Bleu) pero hay cosas que les diferencian claramente: Sally, por edad lleva más años cocinando, se nota que es la que cocina en su casa y los platos que conoce los hace muy bien; la diferencia con Carlos es que este no tiene tanta experiencia, ni tanta variedad de platos, pero él tiene mucha mayor capacidad de improvisación para hacer algo que no había hecho nunca antes… por no hablar de sus excepcional habilidad para emplatar, lo que le hace el mejor a la hora de emplatar de entre todos los participantes.

P: ¿Crees que MasterChef ha cambiado en algún sentido tu vida? ¿Y la perspectiva del mundo televisivo… te la ha cambiado?

A día de hoy no, mi vida sigue siendo igual. La principal diferencia es que la gente ahora me conoce y no disfruto de la libertad de ser anónima. Pero bueno, soy una persona a la que le gusta llevar una vida tranquila, sigo en mi pueblo y con el mismo trabajo. Quizá aun sea muy pronto para contestar a si mi vida se verá afectada, de momento no tengo mayores inquietudes más allá de ampliar horizontes laborales si se me presenta la oportunidad. Pero vamos que no me veo haciendo cambios radicales en mi vida.

P: Lo mejor que te llevas de tu paso por MasterChef es…

Con gran diferencia el haber conocido a mis compañeros que, a pesar de ser muy distintos, nos llevamos francamente bien. La convivencia tan estrecha entre 15 personas que no se conocen de nada pudiera parecer en principio un motivo de conflicto, sin embargo fue al revés, nos llevamos fenomenal.

P: Y lo que no te gusta nada haberte llevado es…

Lo que peor me llevo es la imagen que en cierta medida se ha proyectado de mi carácter, como te decía antes, el de una persona fría, soberbia incluso por no actuar en contra de mis principios o valores. Las personas soberbias suelen ser personas que se creen por encima de los demás y no es precisamente mi caso. En este orden de cosas, una persona con una buena autoestima es alguien que no se cree inferior a los demás y que no reconoce que se le diga que no puede o no sirve para una determinada tarea. Creo que ése sería mi caso, que es muy distinto al de creerse superior. Todo ello poniendo en contexto que el participar en un concurso de televisión no es algo que la gente normal haga en su día a día y es posible que esta circunstancia pueda modificar las reacciones habituales.

P: ¿Hay algo sobre lo que no te haya preguntado y que te gustaría expresar libremente?

Pues sí, ya lo he aclarado en alguna otra entrevista pero quiero incidir sobre ello ya que cuando lo vi me angustié mucho, me refiero a lo del dichoso chorizo y el chocolate. En cuanto al primero, se me preguntó directamente, no fui yo quien sacó el tema, y he de aclarar que el chorizo como alimento, ni me gusta ni me sienta bien; y no me gusta como no me gusta la coliflor que es lo que hubiera respondido si me lo hubieran preguntado. No es algo que tenga que ver con mi trabajo ni con la cuestión de “prohibir” alimentos, algo con lo que no estoy de acuerdo desde el punto de vista profesional.

Con respecto al chocolate yo expliqué en numerosas ocasiones en el programa que yo cocino y como en mi casa de lunes a viernes y que por costumbre familiar los fines de semana como fuera con la posibilidad de que sea en esas ocasiones cuando “caiga” algo dulce… y por lo tanto en mi casa no hay nada dulce por que no lo compro, entre otras cosas chocolate, porque no considero adecuado el comer más dulce entre semana que el que pueda comer el fin de semana si es el caso. En mi casa tengo cacao puro pero no tengo “chocolate”. Eso no quiere decir, insisto, que sea una persona que se prohíbe alimentos, o que deje de comer cosas porque tenga un carácter obsesivo con las cuestiones nutricionales… ni por su puesto esa imagen que de mí se transmitió a raíz de ese comentario que hice al respecto de que en mi casa no compraba chocolate.

También me gustaría aclarar que no soy vegetariana; mucha gente cree que lo soy y, aunque es una opción ética que podría haber elegido sin problemas, no es mi caso a día de hoy. Fíjate, además tengo conejos y pollos criados en casa… y sería absurdo el criarlos y no comerlos.

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Nota: Mi agradecimiento a la productora Shine Iberia SA que finalmente y tras unas tensas e incomprensibles “negociaciones” (incomprensibles para mí) accedió a que le pudiera realizar esta entrevista a Lidia Folgar.

¿Top Chef o Chef Chof?

stockimages (freedigitalphotos.net)

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Los programas de cocina me suelen gustar, no así los realities. Así pues un reality de cocina me deja con el corazón partío ¿qué parte pesa más, la culinaria o la de reality; qué hago lo veo o no lo veo? Depende.

Pues depende del programa. En el caso de MasterChef, por ejemplo, lo tuve claro en poco tiempo, el peso de la parte de reality era tal y la escasez de verdadera utilidad culinaria tan manifiesta que alcancé a ver un programa entero (el primero) y los veinte primeros minutos del segundo… fue suficiente, abandoné. Sin embargo, el caso de Top Chef es diferente, no es que me fascine, eso es cierto, pero a saltos logra captar mi atención. Y también me gusta como lo hace Alberto Chicote, para qué voy a decir lo contrario.

Ahora bien, esa atención es tanto positiva, con las que aprendes algo, se muestra un detalle, una anécdota interesante, etcétera; como en ocasiones negativa en aquellos casos en los que el programa capta mi atención por un detalle feo o poco acertado. Entre los detalles que sin lugar a dudas más me han gustado figura el aprovechar el programa para hacer una especie de homenaje a las madres a través de la cocina… o a la cocina a través de las madres. Algo que pudimos ver en el programa número 8 (ya sabes que para mí este aspecto es importante, puedes ver un ejemplo en esta entrada). Sin embargo, en sentido contrario algunas de las cuestiones negativas son en principio inimaginables en unos participantes que se suponen la crème de la crème (recordemos su nombre “Top Chef”) en el mundillo de la restauración profesional (en la vida real todos los participantes de Top Chef son cocineros en un restaurante de verdad).

Usa cuchara, chupa cuchara, usa cuchara. ¡¿Qué?!

Entre los detalles más estridentes en un programa de televisión con una cierta pretensión de mostrar al público el cotidiano (y sano) quehacer de una cocina destaca el tema del uso de los utensilios de cocina para probar o catar cómo va la receta. Lo más frecuente es el caso de la cuchara para probar la salsita de turno, el punto de sal del sofrito o la textura de la reducción de Pedro Ximenez… por decir algo. En no pocas ocasiones se ve ante la cámara como el participante en cuestión prueba o da a probar una muestra de lo que está elaborando con la cuchara que está utilizando para dar vueltas a la receta. Eso no es malo. Lo malo es que esa cuchara, después de utilizada para probar (de llevársela a la boca) vuelva a la receta en elaboración sin haberse lavado. Otra solución después de haber probado sería seguir con otra cuchara limpia.

Digo esto por dos motivos. El primero es la cuestión del flagrante incumplimiento de las más elementales normas de lo que se denominan Buenas Prácticas de Higiene Alimentaria, unas buenas prácticas que son, aunque no lo parezca por el nombre, de obligado cumplimiento según lo establecido en los programas de Análisis de Peligros y Puntos de Control Crítico (también conocidos como APPCC). Lo segundo porque… ya lo siento por la incertidumbre generada… si esto es lo que se hace con cámaras delante, imaginémonos lo que puede haber en una cocina cuando nadie “observa”.

Algún día dedicaré un post al somero entendimiento de los APPCC, baste decir por el momento que son protocolos estandarizados que tienen que cumplir de forma obligatoria todo establecimiento en el que haya una elaboración, manipulación, almacenamiento, transporte, distribución o venta de alimentos con el fin de asegurar unas mínimas garantías en el terreno de la seguridad e higiene alimentarias.

Cuestiones estrictamente culinarias

Ya he adelantado que no he seguido todos los capítulos de Top Chef, pero en aquellos que sí, he visto detalles que para mi incipiente cultura gastronómico-culinaria me han sorprendido sobremanera. Citaré solo dos.

Por un lado está el tema del Steak tartar que un equipo de concursantes se planteó presentar como alternativa dentro de la carta de un restaurante de estilo rotundamente clásico como lo es Lhardy. De veras que estoy receptivo a todo tipo de sugerencias, pero a mi entender un Steak tartar clásico, según mandan los cánones, se elabora delante del cliente. Se pica la carne a cuchillo delante de él, o cuando menos, se sazona en su presencia y para ello se suele utilizar una especie de carro o de mesa específicamente empleados para ello. Además, según mi experiencia es norma obligada el preguntarle al comensal después de que lo haya probado si quiere más de una cosa o de otra (pimienta, sal, salsa Wocestershire, etcétera). Sin embargo, en Top Chef el Steak tartar en cuestión se elaboró al completo con antelación al inicio del servicio en la cocina, se sirvió emplatado procedente de la cocina y no se vio ofrecimiento alguno del personal de sala hacia el cliente sobre su preferencia de utilizar más o menos especias. A mí me resultó chocante, que queréis que os diga. Más aun si entre alguno de los apuntes negativos que recibió el Steak tartar en cuestión  era que sabía a “que le había dado el aire”, a oxidado… decisivo defecto en este plato tan delicado.

Y luego está el tema de los espagueti a la carbonara. En una prueba destinada a dos concursantes ya eliminados (en El almacén de Top Chef) se les indicó que tenían que hacer por separado la mencionada receta de pasta. Y va, y los dos Topchefs-peromenos, elaboran la salsa carbonara con nata. Increíble (la auténtica receta, la original, aunque no lo creas, no lleva nata). En esta ocasión la dirección estuvo al tanto y rectificó a los cocineros. Es más, la prueba en sí, estoy convencido estaba ideada con toda la intención de hacer caer a los dos ex concursantes en la trampa, habida cuenta de lo extendido de la creencia que los spaghetti alla carbonara se elaboran con nata (o solo con las yemas de los huevos en vez de con el huevo crudo y entero)

A mí me parece de cajón y me sorprendió que unos cocineros con experiencia cayeran en una trampa tan burda o de principiante. Si siguieran este blog y, en especial me hubieran hecho caso cuando recomendé ese recetario esencial de la cocina italiana que es “Cuchara de plata” lo hubiera tenido chupado.

Aquí te dejo una foto de los carbonara que nos calzamos el otro día en familia. Sin nata, por supuesto (#slurpslurp).

Carbonara

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La cocina, ¿nos gusta o nos gustaría que nos gustase?

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‘No seas pesado’ un mal planteamiento de Telecinco

Sobrepeso

El pasado sábado dio comienzo en Telecinco un reality cuya esencia consiste en observar las andanzas de un grupo personas aquejadas de obesidad a la hora de enfrentarse a un tratamiento adelgazante de la mano de un equipo multidisciplinar especializado en las diversas áreas implicadas.

En esta entrada me centraré en la sección ‘No seas pesado’ del programa ‘Abre los ojos y mira’, un espacio que aparte del reality en sí, de momento, no ha sido muy bien acogido por la crítica de las “cosas televisivas” en las que, desde luego, yo no me pienso meter. Me centraré solo en el reality y la forma de plantearlo, siempre con el ánimo de hacer una crítica constructiva y con la intención de que estas cosas mejoren en futuros programas de similar temática (de esta o de cualquier cadena).

Antes de continuar es preciso que un servidor haga una declaración sobre posibles conflictos de intereses: dos semanas antes de su arranque, la productora La fábrica de la tele contactó conmigo para ofrecerme la posibilidad de participar como dietista-nutricionista (tal y como me consta se ofrecio a otros). Ya en el transcurso de la conversación telefónica, y con una escasa información sobre el programa ofrecida con cuentagotas, tenía dos cosas claras y así se lo hice saber a mi interlocutor:

  • No participaría bajo ningún concepto ni por el incentivo que fuera en un programa en el que la pérdida de peso alcanzada por los concursantes en cualquier periodo de tiempo fuera uno de los criterios que marcaran las posibles expulsiones.
  • Que más allá de que finalmente fuera o no fuera yo la persona escogida, que por favor, por favor… por favor, se preocuparan porque fuera un dietista-nutricionista la persona encargada de dirigir los aspectos dietéticos.

Tras una amable y larga conversación, a las pocas horas, me enviaron por correo electrónico una invitación para realizar una entrevista personal. A pesar de mis reticencias (reality, Telecinco, etc.) manifesté mi intención de acudir a la entrevista. Una entrevista que no tuvo lugar porque al día siguiente me comunicaron que “la dirección” ya habían contactado con una persona que les había encantado y que, por tanto, ya tenían a la persona para cubrir ese apartado del programa.

Pues bien, con la tranquilidad de no estar en directo, el sábado me instalé cómodamente en el sofá de casa para poner Telecinco y comprobar de qué iba exactamente el programa en cuestión. Lo cierto es que quedé bastante desencantado. Y estas son mis tres razones fundamentales:

  • Quedó más que claro que la pérdida de peso sería el primer criterio que marcaría las nominaciones de los concursantes. El que menos pierda obtendrá una nominación directa. Mal.
  • El trabajo con el que la psicóloga del equipo empezó a intervenir con los concursantes fue, desde mi punto de vista, deplorable.

Y ahora, también desde mi perspectiva, te explico estas razones:

El tratamiento de la obesidad es una labor francamente compleja. Pero si en algo hay un consenso más menos unánime entre la comunidad científica a la hora de abordar cualquier tratamiento serio, es que este no se ha de basar nunca en la magnitud del peso alcanzada, tal y como señaló en 2009 la American Dietetic Association. De nada sirve perder tropecientos kilos en seis meses si a la vuelta de dos años se pesa igual o más que en la actualidad. El abordaje multidisciplinar del adelgazamiento ha de centrar sus metas en el cambio y mantenimiento de hábitos, unos hábitos saludables se entiende. Sin embargo, en el transcurso del programa se repitió hasta la saciedad y también se recordaba infinitamente en un faldón que recorría la imagen, que el que menos peso perdiera sería expulsado (o nominado) y que el ganador sería el que más peso perdiera.

«Experto en lo que sea» es una pseudocategoría profesional que no requiere titulación de ningún tipo y cuyo uso hace mucho daño al colectivo que sí ha estudiado y se ha preparado en esa área de conocimiento y también hace mucho mal a una sociedad que puede llegar a considerar que cualquiera vale para cualquier cosa siempre que sea un “experto”. Todo el mundo puede denominarse o hacerse llamar «experto en lo que sea». Creo que con esto de la dietética no se ve del todo claro. Por eso te voy a poner un ejemplo. ¿Crees que la audiencia de Tele Cinco hubiera aceptado mano sobre mano que se hubiera llevado al plató a un “experto en medicina” en vez de a una médico especializada en endocrinología? La audiencia imagino que no, y el Consejo General de Médicos te aseguro que no. No dudo que el Sr. Javier Martínez sepa un montón de aquello de lo que va a hablar en público (bueno, un poco sí que lo dudo, luego lo veremos) pero no es de recibo que habiendo como hay cerca de 3.000 o más dietistas-nutricionsitas en este país (la mayoría en paro) hayan tenido que poner en el escaparate dietético a un profesional que no es el de referencia en estas materias. Recuerdo que en la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias es el dietista-nutricionista el único profesional sanitario con formación universitaria al que se le reconocen competencias directas en este terreno (art. 7.g):

Desarrollar actividades orientadas a la alimentación de la persona o de grupos de personas, adecuadas a las necesidades fisiológicas y, en su caso, patológicas de las mismas, y de acuerdo con los principios de prevención y salud pública

Conste que no digo que los tecnólogos no sepan o puedan saber de reumatología, de física cuántica, de historia antigua, de dinámica de fluidos, de literatura… o de dietética; lo que digo es que en principio, no son los “expertos” de referencia en esas áreas de conocimiento.

Y también decía que dudaba de sus conocimientos. Bueno, al menos en la forma de transmitirlos. El Sr. Martínez intervino poco, pero nos dejó algunos detalles que no son de recibo en un “experto”. Por ejemplo, al glosar las virtudes de un “alimento-premio” (mal sistema el de andarse con premios y castigos en estas cuestiones) como la cerveza sin alcohol, refiriéndole una riqueza destacada en ácido fólico. Si sigues este blog ya sabrás que de riqueza nada de nada, 100g de cerveza están muy lejos de contener el 15% necesario de este nutriente como para poder decir, legalmente, que es una fuente apreciable de esta vitamina (puedes contrastarlo en esta entrada). Como siempre, lo peor es lo que reciben los espectadores y con lo que se quedan. Me explico. ¿Habrá alguien que influido por la desafortunada afirmación del “experto” se lance a beber cerveza en vez de, por ejemplo agua, en base a su riqueza en ácido fólico? Me temo que sí. Este por ejemplo es un twitt de una compañera de hace solo dos días en referencia clara a esta cuestión:

 

Captura

Pero hay alguna otra cuestión dietética implicada con la que no sé si estoy de acuerdo. Digo que no sé porque como espectador veo solo lo que me muestran y no sé si la realidad es otra. Me refiero en este caso al tema del pan en la cena. Resulta que el programa hacen gala de recomendar una dieta mediterránea equilibrada, algo con lo que coincido bastante siempre que entendamos a esta como Dios Keys manda (ay, otra vez). El caso es que en las escasas imágenes de la única cena que nos dejaron ver, por ahí no aparecía ni una triste miga de pan… ¿Se lo habrían comido los concursantes antes de que les grabaran; habrá considerado “el experto” que el pan no era un alimento básico en la dieta mediterránea tradicional; estarán haciendo sus propias adaptaciones mediterráneas (algo bastante frecuente); será este partidario de la absurda y popular corriente de quitar los hidratos de carbono de la cena? Quien sabe.

Y me permito opinar de la labor de la psicóloga. Sin ser yo psicólogo, sí. Y lo hago porque, por ejemplo, a pesar de no ser mecánico y no haber estudiado mecánica, si veo a alguien reponer el aceite de un coche como si estuviera aliñando el motor en vez de rellenando su depósito, le diré que lo está haciendo mal. Y tendré todo el convencimiento y el derecho al hacerlo así. La psicóloga se permitió el lujo de vejar a los concursantes en público hasta hacerles llorar. Les preguntó de forma incisiva sobre su aspecto y aplaudió a aquellos a los que les consiguió arrancar una auto confesión de “darse asco” al ver su imagen reflejada en el espejo. Les llamó “gordos” a la cara de la forma y manera más ultrajante. Además les culpó directa y exclusivamente a ellos de su situación, debida a su falta de voluntad manteniendo una actitud claramente peyorativa. Y antes de que te adelantes, eso no es psicología inversa, en todo caso será psicología retorcida. Que no es lo mismo. Puedes ver el fragmento de la intervención de la psicóloga en este enlace.

En resumen

Por todo lo demás, todo aquello esperable de un reality: escarnio público a la hora de subirse a una báscula con aspecto industrial y con muy poca apariencia seria; los consabidos enredos de dimes y diretes; supuestos piques entre concursantes (haciendo gala de profesión la cadena para sacar de donde claramente no había nada); forzando la situación hacia posibles romances futuros, etc., es decir, un reality en toda regla.

De momento solo puedo sacar dos reflexiones-resumen sobre este programa:

  • La primera, en referencia al planteamiento general del reality. Habría que ser muy ceporro para hacerlo todo mal. Seguro que en el transcurso del programa se dan buenos consejos, y de hecho ya se han dado algunos. Espero que aquellos espectadores más interesados en el trasfondo que en el reality sepan apreciarlos. Pero será algo complicado ya que esos buenos consejos se aderezan con malas estrategias. Es decir, no se puede pretender el enseñar a jugar a tenis como lo hace Nadal y dar a los concursantes clases con los mejores profesores del mundo (que en este caso además no lo son) mientras empuñan bates de beisbol. O se educa bien, o se educa mal. En cualquier caso, creo que una cadena con el perfil de Telecinco jamás vería aliciente en mostrar al público un correcto tratamiento de la obesidad ya que como cualquier verdadero tratamiento es muy difícil asumir este como un espectáculo. Salvo que trates de llegar a otro tipo de audiencia. Pero no creo que sea el caso.
  • En segundo lugar, sobre la idoneidad de la presencia en este tipo de programas de un dietista-nutricionista. No sé hasta qué punto la imagen de un profesional universitario prácticamente desconocido por la opinión pública (algo que solo ocurre en España) podría salir beneficiada mientras se es cómplice de los planteamientos del programa y se presta al juego establecido por el  reality. Todo un dilema porque mal si no estamos (no se nos reconoce como el profesional de referencia)… pero mal también si estamos (ya que las condiciones no son ni muchos menos las mejores).

El próximo sábado supongo que lo volveré a ver. No creo que le conceda muchas más oportunidades, el formato me irrita y me parece poco útil y en ocasiones negativo con respecto al tema objeto del reality.

No quiero despedirme sin antes referirme a los propios concursantes. Quiero mandarles todo mi ánimo, no tanto para afrontar el programa (que también) sino en especial para desearles lo mejor en su batalla contra la obesidad. Si eres uno de ellos y estas leyendo estas líneas me gustaría hacerte saber que hay otra forma mejor, menos mediática, de abordar tu situación. Quizá la que ahora has escogido no sea la más adecuada, pero tampoco tiene porque ser la peor. Mucho ánimo, en especial más allá de los cuatro meses que dura el concurso.

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Nota: Quiero agradecer las aportaciones a este post de la dietista-nutricionista y compañera de profesión Lidia Folgar (@Lidia_Folgar)

Imagen: AKARAKINGDOMS vía frredigitalphotos.net